Hey, aquí presento una nueva historia que espero sea de su agrado. Por ahora sólo me queda decir que lo disfruten y pueden con toda libertad darme su punto de vista (siempre y cuando mantengamos respeto por todos nuestros trabajos) Acepto del mismo modo Betas...
Contiene contenido considerado para mayores de edad. Los personajes son de Stephenie Meyer. La historia me pertenece.
Hasta pronto... :)
El final de una fuerte semana de trabajo se avecinaba, y el inicio de un aburrido fin de semana cada vez se volvía más próximo. Aún sentado en mi despacho acomodaba los papeles y revisaba que cada cosa estuviese en su lugar; contratos con diversos proveedores se amontonaban en mi escritorio y mi secretaria Tanya entraba con más papeles que revisar.
- Sr. Cullen, aquí está los contratistas de Japón. Necesitan hablar con usted cuanto antes. – los japoneses eran mi mejor inversión, pero su alta necesidad de tener todo a tiempo me enloquecía desde hace meses.
- Por supuesto, pauta una reunión para el lunes a primera hora. – sonreí a la chica que inmediatamente me devolvió la sonrisa.
Estar a cargo del negocio familiar Cullen's Corporation significaba estar en la cima del mundo. Mi familia poseía esta empresa desde hace tiempo y desde hace años me correspondió seguir con ella, aunque en su momento nuestra firma se vio en peligro por malos negocios, pero desde que estoy en frente no ha tenido más que excelencia entre todos los competidores de Nueva York.
Mi personalidad no se basaba en la arrogancia, como muchas personas creen, es hacer saber a las personas cual es su posición en este mundo. La mía era ser el dueño de esta firma que costó mucho sudor a mi familia y mi completa dedicación desde tiempos inmemorables, así que puedo demostrar lo mucho que he trabajado dándome lujos que en su mayoría no podrán tener.
Seguí sumido en mi trabajo, revisando y revisando más papeles. Hasta que un fuerte golpe azotó mi escritorio, dándome un susto inmenso y haciéndome saltar en la silla. Vi un par de manos que ejercían presión a mi escritorio y aún en estado de shok miré al responsable.
- ¿Qué crees que haces Edward?- acusó con el seño fruncido- ya es hora de salir y no te quedarás hasta tarde en este lugar.
- Tengo muchas cosas que hacer. Debo adelantar esta tontería para poder dedicarme al próximo proyecto. – respondí moviendo papeles de un lado a otro.
- ¡Oh no, esta noche sí que no! – dijo amenazador- es viernes Edward. Y desde hace mucho que te dije que ésta sería nuestra noche. No me vendrás ahora con esto.
- Tengo mucho que hacer Emmett. Prometo compensarte por esto.
Emmett McCarty era mi amigo, quizá el único que tengo. Él venía de una de las mejores familias de esta endemoniada ciudad, sin embargo, su sencillez y sus locuras eran únicas. Le conocía desde niño, cuando nuestros padres nos confinaron a un internado privado, por supuesto, de personas que solo tendrían el poder de mantener una matrícula tan grande. Emmett también llevaba el negocio de su familia, y éramos socios, así que cuando estaba aburrido venía a mi oficina a poner a prueba mi paciencia, y él siempre ganaba, nadie ni siquiera yo mismo me consideraba una persona que sabía tolerar las tonterías que destilaban los demás.
- Se acabó- miré de nuevo a mi amigo que a pesar de su amargura hablaba muy calmado- si no vienes conmigo esta noche Edward Cullen juro por lo más sagrado que hasta aquí queda nuestra amistad. – bufé, no podía ser más niño- Y… - resaltó con mucho énfasis- nuestra sociedad. Retiraré mi empresa de la tuya y mi completo apoyo en el proyecto con los alemanes. Te la verás negra.
- No puedes hacer eso. Tenemos un contrato. – dije ante su locura.
- Me vale mierda ese contrato y la demanda. Pagaré lo que sea y te veré en ruinas Cullen.- palidecí, Emmett no podía hacer eso. Necesitaba, por ahora, de la asociación ya que el comercio entre McCarty's Empire y el mercado alemán era la inversión más segura.- Sé que me necesitas en el negocio Ed, no puedes hacer nada. Y sabes a la perfección que si lo deseo, puedo mover mi empresa así Cullen's Corporation sea la mejor oferta.
- Dame un par de minutos para alistarme Emmett.- el corpulento chico sonrió y se dirigió a el sofá que se encontraba en mi despacho.
- Estoy contando los minutos Cullen.
Recogí todo e hice algunas anotaciones, definitivamente el trabajo tendrá que ir a casa conmigo; como siempre. Bajamos en el ascensor y Emmett aún no me decía que haríamos esta noche, me preocupaba bastante que alguna locura pasara por su cabeza y nos viéramos envuelto en otra controversia como la de un sábado hace ya tres meses.
Flash Back.
Emmett había estacionado el carro frente a un lujoso restaurant, algo me decía que esto era un error pero con tanto aburrimiento no me importó nada. Bajamos del auto y nos dirigimos hacia el lugar, era más del típico decorado europeo con todo y esos mayordomos y personas en trajes disfrutando de una diminuta porción de comida cuando los precios son excesivos. A pesar de estos detalles, me encantaba rodearme de tanta gente falsa, era siempre divertido burlarse de cada quien.
- Mesa para dos. – dijo Emmett imitando algún extraño acento que sólo él podrá saber cual era.
- Sí señor. – respondió el mayordomo.
Después de comer, y no es que haya supuesto un esfuerzo, bebimos vino y Emmett no paraba de reírse de las personas que se encontraban a nuestro alrededor. El alcohol le venía mal, pero una excelencia de vino tinto italiano como el Selvarossa Riserva, no podría afectarle los sentidos.
- Ése viejo de allá debe creer en verdad que esa supermodelo le quiere. – lo dijo tan fuerte que el caballero miró a nuestra dirección, mientras Emmett se reía al observar el rostro de desconcierto del anciano- Ha de querer más los millones que tiene en el banco, pero es lógico ¿no? Que él quiera que lo quieran con esas arrugas montadas encima. – luego le gritó al anciano- ¡A tu salud amigo! –y subió su copa.
- Emmett, mejor vámonos ya.- le susurré.
- Ed, Ed, tienes que divertirte. Y…- se quedó callado y luego se paró tumbando la silla- ¿Alguien puede quitar esa maldita música? Todos nos estamos durmiendo con esa aburrida canción.
Eso había sido mi tope. Me levanté inmediatamente y tomé el enorme brazo de mi amigo, arrastrando su enorme trasero fuera de ese lugar. Me detuve unos instantes mientras conversaba con uno de los mayordomos, debía disculpar a Emmett antes de que su nombre quedara marcado de forma negativa. Debía proteger al mismo tiempo mi reputación. Mientras conversaba y pagaba la cena se escuchó un estruendo y al voltear, Emmett estaba destrozando la recepción; corría por todas partes lanzando los costosos jarrones y estos se hicieron trizas. Seguridad no tardó en aparecer junto con las miradas de repruebo de muchas personas que husmeaban el espectáculo.
Después de ese período, Emmett no me quiso decir que había pasado por su mente en esos momentos, pero aún con pagar todos los daños y dar una indemnización, nos prohibieron la entrada temporalmente.
Fin Flash Back.
Después de tanta conversación con el grandulón, no pude sacarle nada con respecto al misterioso lugar que me llevaba. "Es una sorpresa para ti" es lo único que pude conseguir. Estaba muy cansado y dejé de insistir. En cuanto detuvo el auto mis dudas no hicieron más que crecer.
- Dejemos a mi precioso auto aquí. Caminar es más sano para la salud.- sonrió.
- No me gusta lo que te tramas.
- Te vas a relajar Ed, vas a olvidar todas tus penas y descargar frustración.
Caminamos por las oscuras calles de Manhattan, y siendo honesto, no tenía idea con precisión en qué parte. Seguí a mi amigo hasta que entró en un pequeño bar, terrible diría yo; la infraestructura se estaba cayendo a pedazos, y se encontraba en un sitio tan poco gustoso que no me sorprendería un estado de banca rota, además la entrada parecía una cueva, como si volviéramos a nuestros tiempos más primitivos. Mi sorpresa fue mayor cuando, al entrar, vislumbre muchos colores, música extraña y cantidades de mujeres bailando en tubos con ropas sencillamente exquisitas.
- Esta vez tuviste razón Emm, es una grata sorpresa para mí. – sonreí y le di un golpe en el brazo a mi amigo.
- ¡Esto querido amigo, es lo que necesitábamos!- rió muy fuerte y levantó los brazos señalando todo el lugar. – ahora, no se tu, pero yo me voy por ahí. Nos vemos después.
Emmett se perdió entre tantos tipos que se encontraban en todos lados. A medida que iba acercándome más al bar, mujeres aparecían en mi camino con invitaciones muy tentadoras, pero ninguna estaba al nivel de mis expectativas por esa noche. Tomé asiento y pedí una burda cerveza, debo admitir que solo quería implementar más alegría mi estado, porque esta noche definitivamente sería divertida.
- Hola cariño ¿Cómo un chico tan guapo está tan sólo? – preguntó una mujer pelirroja extremadamente vulgar.
- No sé ¿tienes alguna teoría? – sonreí y pasé la mano por su cintura, acercando su cuerpo al mío.
- Estabas esperando por una verdadera mujer. – reí, que absurda era esta puta. Con aires de superioridad que validaban su propia insignificancia. – es mi noche de suerte guapo, mi nombre es Vicky y estoy a tu completo servicio.
- Un placer Vicky.
- ¿Me dirás tu nombre, cariño? – pregunto mientras pasaba una mano por mi cuello.
- No tiene importancia. – susurré cerca de sus labios y puedo asegurar que le encantó.
Besé a la chica, necesitaba distraerme esta noche y aunque era vulgar, prometía poseer habilidades en esa asquerosa boca que tenía. La chica comenzó a besar mi cuello, tentándome a querer estar con ella, simplemente la dejaba hacer mientras restregaba su cuerpo en mi miembro, una y otra vez. Deslicé mi mano hasta su trasero y continué con el vaivén de nuestro movimiento. Seguí con esa tontería hasta que una chica, con ropas igual de mínimas pero en ella ceñían a la perfección su delicado cuerpo, caminó hacia nuestra dirección. Se veía tan hermosa, con una cremosa piel blanca, cabellos castaños y una mirada perdida, sencillamente era como un ángel perdido.
En cuanto pasó por nuestro lado seguí con mi vista a la chica, separé a la melosa pelirroja y continué observándola mientras la pegajosa mujer pretendía atraer de nuevo mi atención. Volví hacia ella y aparte con brusquedad su agarre.
- ¿Quién es esa Vicky? – la pelirroja siguió mi mirada hacia la chica, que estaba sentada a unas cuantas sillas de nosotros.
- ¿La chica pálida de ahí? – asentí – su nombre es Bella.
Bella, pensé. Muy apropiado para esa criatura. Le observé un par de segundos más hasta que Vicky, la pelirroja molesta, giró mi rostro hacia el suyo buscando algún tipo de contacto en nuestros labios. La rechacé de inmediato.
- Voy a buscar a Bella. – dije al tiempo que me la sacaba de encima y me ponía de pie.
- Eres un chico sucio – sonrió la chica – te gustaría un trío. – le sonreí.
- La voy a buscar porque eres tan molesta que perdí interés en ti. – Vicky quedó paralizada.
- ¿Estás de broma?
- Yo no bromeo con zorras como tú que dan mucho asco. Piérdete de mi vista Vicky.- sonreí sutilmente y me volví en busca de Bella.
- No me vas a dejar así.
Vicky tomó mi brazo y me volví solo para dar un pequeño empujón y tirar de mi brazo, alejando su asqueroso contacto.
- Sí me vuelves a tocar, no tendré la misma delicadeza.- dije molesto y miré en dirección a Bella pero se estaba yendo con un tipo y mi cólera fue en aumento – Por tu culpa se me ha ido, ahora me la vas a pagar.
Tomé a Vicky del brazo con mucha fuerza y la halé de tal modo que no le quedó más remedio que seguir mis pasos, perseguí al hombre que se llevaba a Bella hasta una mesa que estaba repleta de tres hombres más. Enseguida, el triste ángel comenzó a montar su número y los vulgares hombres tocaban su delicado cuerpo, sonreí ante ese espectáculo; ella era capaz de muchas cosas, veía potencial en esa mujer. En cuanto llegué interrumpí su baile encima de un hombre obeso que tenía su mano bajo la falda de la chica. Todos me miraban con evidente enojo y Bella con rostro incrédulo observaba mi rostro, no pude más que ampliar mi sonrisa, ya había obtenido su atención.
- Caballeros, joven dama. Quiero hacer un negocio con ustedes. – los hombres se volvieron a mí.
- Estamos ocupado niño. Piérdete. – dijo el hombre obeso que tomó la cintura de Bella y la acercó a él.
- Estoy dispuesto a pagar esta sesión de baile por ustedes y darles a esta chica llamada Vicky – que extrañamente estaba callada a mi lado- sí ustedes como personas honradas me conceden a la chica que tienen en estos instantes.
- ¿Qué? – dijo el mismo hombre - ¿Y por qué harías eso?
- Esta es una oferta señor que no tendrá un no por respuesta. Baile gratis con una pelirroja. Sólo quiero a la chica que estas tocando justo ahora.
Miré a Bella y estaba completamente atónita, su imagen no hacía más que alentar mi decisión. Los hombres por el contrario se miraban unos a otros sin saber que responder ante mi oferta. Esperé tratando de ser paciente con esas personas, y es que Bella valía unos cuantos respiros para calmar mis nervios.
- ¿Cuál es el truco niño? – respondió otro hombre – no somos tontos.
- Sé que no lo son señores. Por eso sé que aceptaran mi oferta, no hay trucos. Sólo un pequeño intercambio de interés.
- ¿Por qué? – insistió el hombre.
- Bueno, no tengo interés en esta chica. Pero no quiero dejarla sola y pensé que con ustedes estaría mejor. Sólo que, me parecería justo si intercambiamos. Además, imaginé que han tenido una semana dura de trabajo y quisiera compensar ese esfuerzo. Sale de mi cuenta el baile que la dama les va a hacer.
- Eres un tonto chico. – respondió otro hombre – pero aceptamos, y si es alguna cosa extraña te la verás con nosotros cuatro.
- Por supuesto señor, podrá contar con mi palabra.
Me volví hacia Vicky y entregué el dinero, sonreí de por fin deshacerme de esta pedante mujer y esperé expectante a Bella que caminaba a mi dirección con ojos acusadores. En cuanto la tuve cerca, pasé mi brazo por encima de sus hombros y la alejé del lugar, su contacto fue electrizante, pude sentir como millones de corriente eléctrica pasaban por mis dedos y su calor era acogedor. La llevé devuelta al bar, incité a que se sentara e hice lo mismo.
- ¿Deseas algo de tomar? – pregunté.
- Estoy bien así. – Su voz me pareció hermosa, al igual que sus ojos chocolates.
- Insisto.
- Una soda estaría bien. – respondió aún con inseguridad. Ordené ambas bebidas y me dedique solo a observarla, poniéndola más nerviosa.
- ¿Qué quieres? – preguntó bruscamente. – si te vas a quedar ahí sentado viéndome mejor me voy. Tengo mucho trabajo que hacer.
- ¿Cómo te llamas?
- Bella. – respondió automáticamente - ¿Y tú?
- Sólo llámame señor.
La chica no supo que responder, siguió bebiendo de la soda más nerviosa que antes. En cuanto terminó el líquido dejó el vaso en la barra y me miró de arriba abajo mordiendo su labio inferior, acto que despertó mis instintos más primitivos.
- ¿El señor desea algo en específico?
- Sí. – acerqué mi rostro al de ella y dediqué mi mirada a la suya. – A ti Bella.
