Nota de autora: Esta historia lleva en hiato desde hace siglos en su versión inglesa, y tengo intención de acabarla... pero no creo que la vuelva a continuar en inglés. Lo cierto es que la empecé entre otras cosas como ejercicio de estilo sobre varias ideas desarrolladas en una partida de rol de mi marido, pero ahora mismo no tengo ni el tiempo ni la intención de escribir en inglés un relato tan complejo y tan largo. Así que he decidido traducir al castellano lo que tenía, e intentar finalizar la historia. La mayor ventaja es que ya no tendré que estar llorándoles a las Beta angloparlantes nativas para que me corrijan, ni tendré que leer reviews sobre cómo la gramática estropea la historia. La desventaja obvia es que me siento algo desanimada por no llegar a un nivel que los lectores ingleses consideraran legible... ¡pero así es la vida!
Así que, por primera vez en castellano, "The Wizard of the music".
Introducción: Hellen
Últimamente he descubierto algunas cosas. Una de ellas es que mi marido no sólo era un cretino y un ludópata, sino que acogió a un asesino, en nuestro sótano nada menos... un lugar altamente inapropiado para vivir, si a alguien le interesa mi opinión, con tanta humedad que prácticamente podrías nadar en el aire. Después de esto, perdió en las apuestas todo el dinero que había ganado con tan poco ortodoxo negocio, como hacía siempre. Se las arregló para dejarnos en la miseria a mí y a su hijo antes de lograr que le mataran en un duelo.
La forma en que algunas personas se dirigen decididamente hacia el desastre más absoluto resulta casi trágica. Podría mostrarme más piadosa hacia su destino si nuestro hijo no hubiese estado tan enfermo que apenas podía caminar para cuando Etien murió. Dios, sé que hablo como una amargada, pero así soy yo: una viuda de treinta y tantos años, eternamente preocupada por su hijo, su subsistencia y la más absoluta y crítica falta de dinero. Solía desesperarme cada vez que una deuda más se hacía efectiva y perdía lo poco que había logrado ahorrar.
Me llamo Hellen, por cierto.
Ya no soy propensa al romance, y es una postura definitiva. He soportado un matrimonio y no creo que tenga ya fuerzas para afrontar una relación con... quienquiera que fuera. Aunque para empezar sería raro que nadie pensara en mí de esa forma, dado que tengo una edad, y se nota. He cuidado hasta el límite de la extenuación de mi hijo William, así que los nervios y las noches en blanco se marcan claramente en cada línea de mi rostro. No soy bonita y redondeada como antes, y los años se han llevado mi frescura y lozanía, mi único atractivo real del pasado.
No recuerdo haber estado enamorada de Etien. Era increíblemente guapo, masculino y brillante como una llama. Tal vez me robara el corazón a primera vista. Tal vez yo era joven, y me sentí halagada, y pensé que un hombre tan apuesto y de noble familia me daría mi "felices para siempre". No lo hizo. Tal vez me amara, y al parecer me fue fiel siempre. Nunca me levantó la mano. ¿Por qué entonces, cuando pienso en mi matrimonio, lo único que recuerdo es sentirme vacía, usada y cansada? Él dilapidó las fortunas de los dos. Le encantaba jugar. Era egocéntrico y orgulloso. Era un hombre repleto de energía y magnetismo. Sé que la gente se preguntaba qué hacía un hombre tan seductor junto a una mujer tan desgastada, pero nunca conseguí que me importara. Lo único para lo que tenía tiempo y fuerzas era para preocuparme por mi hijo.
Esta era mi situación hasta que encontré al asesino que vivía al final de las escaleras. A ese hombre le encanta hacerse el misterioso y está tan amargado como yo. Lo cierto es que él me aterra. Juega con mis sentimientos y me asusta por afición, pero... en ocasiones siento que él está tan solo como yo, y que la forma en que me tortura no es más que una retorcida forma de mostrarme afecto. Es una idea inquietante, más que reconfortante.
Debéis comprender que para mí fue terrible tener a Erik en casa. No sólo es un hombre; ¡imaginad los rumores que este simple hecho desataría, una viuda permitiendo que un hombre soltero viva en su sótano! Además, es un criminal. Y en ocasiones hablamos y me dice algo que me hace sentir simpatía por él, con lo cuál lo único que puedo hacer es bajar la cabeza y fingir que nunca hubo una chispa de comprensión entre nosotros. Tengo miedo de que alguien se inmiscuya en mi pequeña burbuja de autocompasión y miseria.
Toda mi impulsividad, mi locura, han desaparecido. Y también mi hijo ha desaparecido, raptado. Por un ser sobrenatural, al parecer.
Estoy tan aterrada que hasta he pedido ayuda a Erik.
