La historia contiene un pequeño spoiler, ya que se sitúa después del torneo de béisbol (Koushien), es decir, en el final de la primera temporada del anime de Diamond no Ace. Será una historia ligeramente extensa, pero a diferencia de mis anteriores trabajos este es un one shot sobre la pareja que forman Chris y Miyuki, ya que es uno de mis gustos culposos dentro del fandom.
Mi coautor ayudándome en todo lo posible: Adler Fellner (su link en mi perfil :D).
Unforgettable Memories
El verano estaba en pleno apogeo, haciendo presencia con su característico clima ese hermoso día, lo cual, no era así para los integrantes del equipo de béisbol de Seido; para ellos, el verano había terminado con la derrota de su último partido.
Por la mañana los alumnos de primer año practicaban arduamente, lejos de entristecerse por la pérdida del torneo, lo veían como una oportunidad para formar parte del equipo titular. Muchos alumnos de tercero comenzaron a empacar sus cosas, con la graduación acercándose y el cambio anual de dormitorios, era lo único que podían hacer, aunque sin mucho ánimo.
Cayó la noche, y los jugadores se encontraban aseándose. Lo hacían por su propia cuenta, ya que les habían dado días de descanso. No obstante, en aquella zona techada donde abundaban los bullpen y las jaulas de bateo aún quedaba un chico en pie. Totalmente solo.
Miyuki Kazuya.
Llevaba rato observando una bola de béisbol que sostenía entre las manos, con un sentimiento sumamente profundo en su pecho.
Habían perdido. El sueño que alguna vez compartió con preciados compañeros, se había esfumado. No culpaba a nadie. Los increíbles pitchers de primero y el bateador del mismo grado, eran talentosos, pero novatos. A Nori y otros de segundo les faltaba experiencia. Y los de tercero ya no...
—¡Maldición...! —exclamó mientras arrojaba la bola. No sentía enojo, ni tristeza, sino impotencia. Molesto consigo mismo por no haber hecho nada más por el equipo.
«Si hubiera parado a Furuya un poco antes... Si hubiera pedido un tiempo fuera para hablar con Sawamura... Si hubiera animado un poco más a Nori... Si hubiera practicado un poco más con el bate...»
Al identificar "sus errores" comenzó a relajar los hombros y respirar profundo. Los de tercero ya no estaban. Tenía que centrarse en los miembros restantes, más los que estaban por unirse. Lejos de lo cruel que pudiera oírse, esa era la realidad. Sus problemas eran lo de menos, sin contar con que el entrenador Kataoka quería dejar el equipo. Pero no lo permitiría. De él dependía que no hubiera más pérdidas. Aún quedaba llevar al equipo a las Nacionales con el torneo de Otoño y con ello, evitar que el entrenador los dejara. Si tenía que tragarse cualquier muestra de sentimiento para lograrlo, lo haría. Por eso era una pieza imprescindible de juego y, por eso, tenía que actuar como tal.
Para los chicos de segundo y primer grado habría otra oportunidad, pero no para los mayores. Chris, el catcher del segundo equipo se encontraba saliendo de los dormitorios que lo vieron crecer y mejorar durante tres años.
Frente al campo de entrenamiento recordó momentos inolvidables, unos buenos y otros malos, pero ninguno que lamentara. Desde su entrada sabía que estaría rodeado de chicos fuertes, y así fue, los muchachos de su generación eran increíbles, a pesar de haber tardado tres años en descubrirlo.
Se acercó a las bancas. Ahí conoció a cierto chico impulsivo de primero, aquel muchacho que, tras un año de dejar el equipo principal por su lesión, había logrado cambiarlo, contagiándolo con esa radiante sonrisa y regresándole sus ganas de seguir luchando por sus sueños.
Conforme iba pensando, se adentraba por distintos lugares, hasta que un grito lo hizo detenerse. Giró su cabeza en busca de la persona que había dicho eso y adivinó de dónde provenía, gracias al estruendoso sonido que hizo la pelota. Suponía que por la hora y la expresión, esa persona sería Sawamura.
—¿Miyuki? —esperaba que fuera cualquier otra persona, pero no Miyuki, por lo que se impresionó un poco.
Kazuya se encontraba tan ensimismado en sus pensamientos, que no se percató del sonido de los pasos ajenos, pero por su tono voz pudo suponer de quién se trataba: Chris, la persona a la que más respetaba como catcher. Relajó su expresión, no sería bueno que alguien le fuera a leer los pensamientos con una mirada y se giró en dirección a la entrada con una gran sonrisa característica de él.
—Oh, Chris. Siempre es bueno verte —agregó a forma de saludo—. ¿Qué te trae por aquí a estas horas? —tal vez hablar con él le ayudaría a calmarse.
—Yo debería hacer esa pregunta —soltó tranquilo. No tenía idea de que hablar con él y mencionar el buen desempeño que el equipo demostró durante el partido era una mala idea—. Pensé que me encontraría con Sawamura, pero sorprendentemente no está aquí —a pesar de ver aquella sonrisa, sabía que este no lo hacía porque de verdad quisiera sonreír; tenía muy claro que solía ocultar todas sus emociones tras ese gesto.
—Sí, te comprendo. Yo también creí encontrar a ese cabeza hueca cuando vine aquí, es decir, si no estaba en su cuarto o corriendo, sólo restaba un lugar —suspiró con algo de pesadez, en verdad que el pitcher le causaba dolores de cabeza, pero terminó con una actitud serena—, pero desde el partido él no se encuentra muy bien —hizo una ligera pausa y continuó—. Aún es un novato sin experiencia, puede ser duro para él pero esto le ayudará. No es de las personas que se rinden. Es terco e idiota por naturaleza y aprendió del mejor para expresar esa cualidad —llevó su puño hacia el hombro del mayor, sin fuerza y sin malicia, sólo con la indirecta de su testarudez. Después de ello, se limitó a reír un poco—, al igual que yo —agregó con tono suave.
—Te equivocas. Siempre has sido un excelente catcher —dijo tranquilo mientras se cruzaba de brazos. Muy dentro de sí, le hubiera gustado competir contra él por el puesto en el primer equipo—, desde que te conocí en aquel partido en secundaria, supe que lo eras. Además, has sabido demostrarlo en prácticas y partidos; siempre buscas apoyar a los demás, sobre todo a los pitchers. Es una de las cosas que siempre he admirado de ti, Miyuki.
—Es curioso que lo digas, ya que nunca pude ganarle al equipo que liderabas —poco a poco retiró la mano que reposaba en el hombro ajeno—. Estoy consciente de mis habilidades para sacar el potencial de los jugadores, sería ridículo no reconocer mis puntos fuertes. Tan sólo mira al monstruo de Furuya, mejora a su propio ritmo, sin embargo, no habría sido capaz de sacar el verdadero potencial de Sawamura; ahora te tiene tanto respeto como yo… o incluso más. Verlo segirte a todas partes no tenía precio. Debiste ver las caras que hacías —comenzó a reír con ganas—. Oh, Dios, desde cocinarte platillos desproporcionados hasta esperarte fuera del baño preguntando «cómo estaba todo» era algo que no tenía precio. Después de todo me alegra no haberlo instruido yo. Que pesadilla —se retiró un poco los lentes para quitarse una lagrimita que la risa le había sacado, luego los volvió a colocar en su lugar.
El mayor no pudo evitarlo, el recordar todas las acciones que Sawamura hacía para que le diera más menús de entrenamiento o que le enseñara nuevas técnicas, provocó que soltara una leve risa.
—Ciertamente, Furuya es un buen pitcher. Por algo el entrenador decidió usarlo en todos los partidos —comentó más tranquilo—, aún le faltan bastantes cosas para mejorar, pero contigo como catcher, estoy seguro de que le ayudarás con ello —luego de eso llevó su mano al hombro de Kazuya, apretándolo ligeramente—. Sé que con todo lo sucedido en el verano has logrado aprender más sobre tus compañeros, pero lo más importante, has logrado aprender aún más de ti, sobre tus cualidades y tus errores; confió en que sabrás sacar provecho de todo eso. Poco a poco también podrás sacar a flote las habilidades de Sawamura. Ese muchacho tiene un arma increíble —dijo con seguridad, mirándolo con firmeza a los ojos—. Pero no es sólo eso, sino también su actitud. Ese entusiasmo que pone en cada práctica, en cada lanzamiento; es simplemente admirable. A pesar de ser un cabeza hueca, levanta los ánimos de todos en el equipo.
—Es cierto, no soy el único que se percata de que cuando Sawamura sube al montículo, algo en verdad cambia —a pesar de que dicho pitcher no estuviese en su mejor forma, siempre conseguía animar a todos, en cambio, él mismo, no era de mucha ayuda la para eso—. Por cierto, Chris, siendo franco y hablando de catcher a catcher, ¿qué es lo que me falta? —dijo directo y sin rodeos—. Ese partido jamás lo habríamos perdido si hubiera hecho varias cosas que pensaba en el momento —no sólo había desviado la mirada al comenzar a hablar de eso, sino que aquella sensación de rabia e impotencia se había apoderado de él otra vez. A pesar de no ser una persona muy franca con sus sentimientos, tenía que hablar de ello con su superior ya que era el único en quien confiaba en esos momentos.
Le dolía ver al muchacho de esa manera; se había esforzado lo suficiente, al igual que todo el equipo. Pero de alguna forma, lo entendía. Imaginaba que él tenía sobre sus hombros todas las represarías de la de derrota, que por no haber hecho lo que creía mejor, habían perdido. Pero estaba en un error, aquello que hizo o no, no determinaba la victoria, lo hacía la forma en la que los equipos jugaban; porque como ambos sabían, el béisbol es un deporte que se juega entre compañeros, y lo más importante: con confianza
—Si hubiera actuado, todos tendrían otra oportunidad de jugar, el verano no se habría terminado y el entrenador Kataoka estaría orgulloso en lugar de querer dejar el equipo. Y todo es porque yo creí que... —calló sus palabras y apretó con fuerza los puños manos. La molestia en sus palabras siguientes, fue similar a cuando reprendió a Eijun por hablar mal de Yuu—. ¡No pude llevarlos a las nacionales, maldición! —se dio cuenta de lo impulsivo que estaba siendo, así que de inmediato comenzó a relajarse.
No quería sonar mal, pero todos los que participaron en aquel partido, habían dicho esa frase por desesperación, por coraje, por tristeza… Admitía que se sentía devastado al ver como el equipo contario se llevaba la victoria, pero más no podía hacer. Una repentina idea le vino a la cabeza; nunca había visto a Miyuki de esa manera. Siempre había actuado muy seguro frente a los demás, pero por una parte se alegró, no por malicia, sino por el hecho de que parecía tenerle la confianza suficiente para hablarle así.
—Dime, Chris. ¿Me perdonarías si alguna vez llegase a hacer algo de manera impulsiva? —finalizó sin dirigirle la mirada en ningún momento.
—Creo que no te entiendo —habló un poco desconcertado, ¿acaso tenía pensado hacer algo en alguna práctica?
—Sí, ya sabes, una reacción rápida ante un estímulo —por alguna razón recordó sus clases de psicología—, algo como… —en vez de terminar la frase, cortó toda la distancia que había entre ambos, posicionando una de sus manos en la nuca del mayor, uniendo ambos labios en un dulce toque. Un pequeño beso que duró apenas unos segundos.
Se sorprendió al sentir de una manera tan repentina la proximidad, pero no se comparaba a lo que sintió después. Se quedó paralizado; ¿por qué Miyuki lo estaba besando?, además, ¿no estaba mal? A pesar de ello no podía evitar pensar que, en cierta manera, aquel corto beso le provocó una sensación indescriptible y, sobre todo, agradable.
Kazuya tenía sentimientos encontrados por el jugador veterano; desde que comenzaron a pasar tiempo juntos se había dado cuenta. Era imposible decírselo, sabía que no sería correspondido y no quería arruinar la relación que tenían, pero, al ser Chris el que estaba a punto de graduarse, quería demostrarle lo que estuvo sintiendo durante maravillosos años, ya que probablemente sus caminos jamás se volverían a cruzar.
Una vez que se separaron, elevó su mano hasta su rostro, tocando con su dedo índice los labios, aún parecía que los del menor seguían ahí; podría sonar algo tonto, pero esa era la única manera en la que se podría describir aquel beso. De hecho, había sido su primer beso.
El chico tras las gafas suspiró y, a pesar de todo, estaba tranquilo.
—Lo sien… —no, no se arrepentía de nada—, después de todo, nunca supe cómo decírtelo.
Nunca supo si era admiración o no, pero cada vez que veía jugar al más chico, cada vez que platicaban o estaban juntos, sentía felicidad e incluso cariño. Parecía ser normal, pero al pasar el tiempo, pudo notar que no era así, no era simple felicidad y cariño, era lo que, más bien, se conoce como amor.
—¿A qué te refieres con que no sabías cómo decirlo? —su voz era normal a pesar de los confusos sentimientos en su pecho, pues cada vez que pasaban tiempo a solas sentía felicidad e incluso cariño. Parecía ser normal, pero al pasar el tiempo pudo notar que no era algo tan simple, era algo que más bien se conoce como amor—. Creo que no es fácil confesarse, no todos tenemos la seguridad de hacerlo, ni siquiera de imaginarlo, pero tampoco es agradable guardar todos esos sentimientos y emociones para uno mismo —no entendía completamente esto del amor, pero bueno, al parecer nadie lo hacía—, así que —hizo una pequeña pausa, buscando las palabras correctas—… Miyuki, me gustas —llevó su mano al rostro del catcher titular, tomándolo con cuidado y girándolo para verlo a los ojos—. ¿Por qué no lo intentas tú también?
Se quedó perplejo ante esas palabras. Un leve sonrojo asomó en su rostro. Sin duda alguna, aquello significaba que sus sentimientos eran mutuos. Después de un par de segundos para ordenar sus ideas, lo hizo.
—Siempre te he amado. Descubrí en lo que se transformó ese gran sentimiento de admiración al momento de cruzar las puertas de Seido y encontrarte en el camino que quería seguir —podía escuchar su intenso palpitar con claridad y un notorio sonrojo comenzó a hacer presencia en las mejillas del más alto. Se había acostumbrado a escuchar a Kazuya hablar sobre cosas relacionadas con los entrenamientos o para molestar a los demás; pero aquello era algo de grabar y preservar para la posteridad.
No supieron cuándo, pero para ese momento ambos estaban sumergidos en un abrazo y, con calma, una de las manos de Takigawa comenzó a pasear sobre la espalda del titular.
—Yo también te amo, Miyuki Kazuya —le susurró al oído, antes de sujetar de nueva cuenta su rostro y juntar sus labios, pero esta vez, lo hizo con un poco más de profundidad. Sus movimientos eran algo torpes ya que no tenía la experiencia suficiente, pero hacía todo lo posible.
El chico tras los anteojos tampoco tenía mucha práctica en eso, es decir, no es como si hubiese tenido tiempo para tener una pareja y adquirir buena técnica, sin embargo, quería profundizar aquel contacto y subió una de sus manos, enredándola con suavidad sobre aquellos cabellos rizados e inclinando su propio rostro, separando sus labios para permitirle a Yuu explorar su cavidad.
En el proceso soltó un par de jadeos, pues no quería separarse por la falta de oxígeno. Creyó un poco precipitado lo que se dispuso a hacer a continuación, pero ya no había marcha atrás, así que metió la mano que tenía libre bajo la playera del catcher de tercero, palpando con suavidad su espalda baja.
Takigawa decidió hacer algo parecido y bajó sus manos de una manera lenta hasta las caderas ajenas, donde sujetó con firmeza para apegar más sus cuerpos.
Separó un poco las piernas, acomodando una del mayor entre las suyas y dejó escapar un gemido al hacer presión en su entrepierna. Rogó que el más grande no quisiera separarse ante tales acciones, pues quería transmitirle lo que sentía, que aun sin ser bueno con las palabras supiera de todo lo que era capaz de hacer por él.
No esperaba que el muchacho de lentes hiciera ese tipo de sonidos, los cuales, le parecieron agradables, pero que también provocaron que una extraña corriente le recorriera el cuerpo, incluyendo entre sus ingles. Fue consciente de que Miyuki lo notó, en especial por la sonrisa que puso durante el beso.
El chico de segundo no quería quedarse atrás, así que llevó ambas manos hacia abajo, tocando de una forma muy pícara los glúteos de su compañero. Sin embargo, tenía una extraña sensación de asfixia, no por el intenso contacto entre sus lenguas, sino por lo que ahora había debajo de sus pantalones.
La erección del menor frotaba contra la suya de una manera exquisita, por lo que, de forma inconsciente, sus caderas comenzaron a moverse, haciendo que el roce se incrementara, así como su excitación.
—Chris… —mencionó a la vez que se retiraba los lentes para dejarlos botados en algún lugar para, después, desabotonar los pantalones de su superior y acariciar su miembro sobre la tela de los interiores, dando suaves masajes en la punta del mismo y, otras veces, en su base y los testículos. Se sentía bastante sucio por pensar en cosas bastante fuertes siendo realizadas con su amado cátcher, ya que este era una persona muy correcta, pero justo por esas fantasías sentía una fuerte emoción recorrer su cuerpo.
Yuu frunció el ceño, no pensó que fuera a hacer eso, pero no estaba molesto, al contrario, unos leves jadeos comenzaron a salir de sus labios. Tenía que admitir que ese toque era muy placentero. Aun estando en pleno éxtasis, pudo notar el bulto que se formaba en los pantalones deportivos de su compañero. Sentía que debía hacer algo, ¿pero sería correcto? Los pensamientos sobre «lo bueno y lo malo» comenzaban a invadir su cabeza, pero siendo sincero, ya no era momento de meditarlo. Bajó una de las manos hasta el pantalón del muchacho y la introdujo entre sus pantalones, dando un paso más y retirando su ropa interior. Se encontró con su hombría y comenzó a acariciarla. Era obvio que no era la misma sensación que cuando tocaba la suya, pero a pesar de eso sabía cómo tenía que hacerlo y comenzó a moverse arriba a abajo, esperando que el más joven se sintiera tan bien como él.
El cátcher titular estaba por besar de nueva cuenta a su amado, pero todo eso se quedó en un simple pensamiento, pues al ser tocado soltó un sonido que en su vida creyó ser capaz de concebir y dejó de lado su labor de masturbar a Chris para sostenerse con ambos brazos del cuerpo del mismo. Tal fue su sorpresa, que habría caído al suelo de rodillas si no lo hubiera hecho.
Un inevitable sentimiento de ternura le invadió el pecho; ver a Kazuya sujeto de sus brazos era algo muy lindo; aunque en cierto punto era algo inimaginable. Si tomábamos en cuenta su actitud y personalidad sería imposible ver esas facetas y estaba alegre por ser el único que podía ver esas expresiones.
Cuando sus piernas tuvieron la fuerza suficiente para no caer, se incorporó. Primero bajó un poco los pantalones ajenos junto con su ropa interior. Ahora que ambos estaban expuestos se dispuso a seguir con su labor y también apresó los labios que tanto necesitaba, ahogando sus gemidos en la boca ajena y buscando de una forma minuciosa y tierna su lengua, sin importarle el pequeño hilo de saliva que comenzó a recorrer uno de sus laterales.
Tal y como estaban las cosas, tal vez terminarían por llegar a un punto mayor, cosa que al de segundo año no le desagradaba. Si Yuu quería tener mayor intimidad, no le detendría, ya que en esos instantes también anhelaba tener un acercamiento más íntimo. Durante el proceso, el catcher de tercero abrió un poco los ojos, encontrándose con la sonrosada cara del otro; era hermoso. Los rasgos del muchacho siempre le habían parecido finos, pero ahora que lo tenía tan cerca, podía reafirmarlo.
Fue directo a la cancha techada, pues las luces seguían encendidas a altas horas de la noche y cuando llegó a la entrada, se podría ver un gran gesto de sorpresa en su rostro de no ser porque era ocultado por los lentes de sol siempre usaba.
El más joven también sintió curiosidad por ver a Yuu de cerca, así que entreabrió un poco los ojos, nunca en su vida creyó llegar a sentir tales emociones por una pers… ¿Era su imaginación o había una silueta en la entrada? No sabía si realmente era una persona o no, pues veía un tanto borroso sin sus lentes y por esa razón comenzó a separarse.
—E-espera… —alcanzó a pronunciar mientras detenía el movimiento de su mano.
El entrenador Kataoka se aclaró con fuerza la garganta antes de hablar.
—No es con el afán de interrumpirlos, pero estas no son horas para que estén fuera de sus dormitorios —dijo con el tono usual de voz—. Chris. Miyuki.
En verdad no podía creer que ambos jóvenes tuvieran esa clase de relación. Pero de cierto modo era algo esperado, tan sólo recordar cómo se llevaban apenas el año pasado le aclaraba muchas cosas, como el comportamiento de Miyuki, quien siempre era muy seco y, en cierta forma, rudo con el resto de los jugadores, menos con Chris, tal vez desde entonces le tenía afecto.
—Entrenador —susurró sorprendido el de tercero. Nunca, en ningún momento, vio venir esta vergonzosa situación. De inmediato soltó la virilidad del contrario. ¿Qué explicación le daría ahora? Por supuesto que no le dejaría toda la carga a Miyuki; además estaba casi seguro que ambos serían castigados. Por él, no habría problema, ya que lo único que el entrenador podía hacerle era llamarle la atención, pero por parte del menor sería una historia diferente; seguía formando parte del equipo de la escuela y las posibilidades de que lo sancionaran eran mayores. Subió sus pantalones, logrando acomodarlos, y de paso, arregló también los su compañero, lo cual lo sacó de su trance, pues se había quedado helado al confirmar quién se trataba.
—Puedo explicar esto —habló Chris con la seriedad que le caracterizaba. No podía mostrarse asustado ni mucho menos nervioso, debía afrontar el problema—. Yo fui el que encontró a Miyuki en este lugar y, de igual manera, fui yo quien lo incitó a hacer esto —apretó un poco sus puños, los cuales se hallaban los costados de su cuerpo—. Sé que usted no me ha pedido explicación alguna, pero no me gustaría dejar esto así, ni mucho menos que tome represalias contra Miyuki —en ningún momento apartó la vista del hombre que lo había criado en Seido—. Como ya dije, yo fui el culpable; soy el único que debe recibir un castigo —a pesar de que no había notado expresión en el rostro del entrenador que denotara molestia, se vio en la necesidad de explicar. ¿Se había tomado la escena con calma? No lo veía alterado y eso lo inquietaba más.
Kazuya agradeció para sus adentros la iniciativa de su superior pero no podía quedarse callado cuando, la verdad, era que él mismo había empezado con todo y, como tal, debía ser quien lo terminara.
—Lo que sucede fue que yo… —pero el hombre que portaba lentes de sol levantó una mano frente a sí, mostrando la palma, indicándole al chico de segundo que se mantuviera en silencio.
—No quiero escuchar más explicaciones —mencionó con su usual tono grave y severo mientras se acomodaba los lentes—. No se las pedí; además, sean cuales sean sus razones ese tipo de actividades están prohibidas dentro de las instalaciones. Espero que ambos sepan a lo que se atienen con eso —luego se adentró en el lugar, dirigiéndose hacia lo que parecían ser los interruptores.
Kazuya recogió sus lentes y los llevó a su lugar, tomando un paso lento hacia su maestro—. Escuche, entrenador Kataoka, deme la oportunidad de explic…
—¡Dije que guardaras silencio! —levantó la voz para reprenderlo. Él también fue joven y de cierta forma los comprendía, pero no por eso se ablandó—. Hablaremos mañana. Por ahora retírense —le parecía muy extraña la actitud del joven cátcher, no era de las personas que solían defender a otros, aunque a juzgar por lo que estaba haciendo con Yuu, era de esperarse. Nunca creyó que llegase a cometer algo de tal magnitud puesto que siempre sobre analiza las cosas, pero al estar cerca la graduación pudo considerarlo necesario dadas las condiciones del chico de tercero. De momento no reportaría el problema, lo mejor era citar más tarde a los chicos de manera individual para decidir las medidas a tomar.
Ambos salieron del lugar, obedeciendo a su mentor. Alejándose en dirección a los dormitorios.
—El castigo es inevitable, Miyuki —dijo con tranquilidad una vez que estuvieron solos. Admitía que se habían equivocado al dar rienda suelta a sus deseos en un lugar como ese.
Una de las manos de Chris subió a la espalda de Kazuya, buscando reconfortarlo.
—No te preocupes, yo arreglaré esto con el entrenador. Tú sólo debes centrarte en el equipo, por algo...
—Sabes cómo es el entrenador —interrumpió—, no intentes arreglarlo, Chris —luego soltó una sincera risilla—. Si tenemos mucha suerte acabaremos corriendo junto a Sawamura hasta el día de la graduación —admitía que fue un momento incómodo, pero lo hecho, hecho estaba. Ahora tenía más claros sus pensamientos y se encontraba más calmado ahora que su erección ya no estaba.
Llegaron al cruce que dividía sus dormitorios y se detuvieron. El mayor giró su cuerpo, quedando frente a frente, dedicándole una cálida sonrisa. Sujetó el mentón del otro, acercándolo a su rostro y, por consiguiente, a sus labios. El roce fue dulce, nada apresurado como los anteriores. Poco después, se separó unos centímetros, mirando fijamente a los ojos que se ocultaban tras los lentes.
—Nos vemos después, Kazuya.
El menor hizo lo mismo y cada quien retomó su caminar.
Al parecer, los juegos y las prácticas no serían los únicos recuerdos que Takigawa se llevaría de Seido.
