Capítulo 1:

-¡Titanes, al ataque! -el grito de Robin resonó fuertemente en los oídos de los otros Jóvenes Titanes; quienes respondieron al llamado como siempre, con seriedad y fervor.

En los años que habían estado juntos, sólo dos cosas habían cambiado en el equipo: las formaciones de batalla y la voz de Robin, volviéndose más profunda.

Ahora luchaban contra el Dr. Luz, algo que hacían a menudo, y esta vez su tecnología lo hacía un combatiente más difícil de vencer. Cyborg usaba su rayo sónico, Starfire sus starbolts, y Robin gadgets explosivos. Pero a pesar de su ataque inicial, el Dr. Luz sobrevivió al ataque con risitas y destellos.

La batalla se prolongó un poco más. Raven lanzó un contenedor de basura al villano, quien a su vez le lanzo uno de sus rayos de luz y los dos chocaron en el aire causando una explosión que cegó a la chica. Antes, el ver los ojos de Raven hubiera sido suficiente para enviar al Dr. Luz directo a la cárcel, pero esté finalmente supero su miedo a ella y ahora la veía como otra molesta heroína.

-¡Chico bestia! -Cyborg estaba corriendo hacia el Dr. Luz, con los cañones cargados para otro disparo. Chico Bestia llegó corriendo a su lado, ya no era empequeñecido por su amigo mitad robot; casi igualando su altura, el titán esmeralda había crecido mucho en los últimos cuatro años. -¿Puedes lograr distraerlo? -preguntó. Chico Bestia hizo un gesto de asentimiento y estaba a punto de transformarse en coliflor para distraer al villano cuando esté desvió dos de los explosivos de Robin hacia la pareja. Cyborg salió volando hacia la derecha y Chico Bestia hacia la izquierda. Él chocó contra Raven, golpeándola en el estómago. Ambos cayeron al suelo como piedras, el titán aplasto a la pobre chica debajo de él. Aturdida, pero aún ilesa, Raven lo empujó por el hombro, jadeando y retorciéndose debajo de él.

-¡Auch! –grito él, dejándose empujar sobre su espalda. –Me lo esperaba. -Él cerró los ojos brevemente, tratando de ignorar el dolor punzante en su sien, antes de abrirlos y volteando hacia Raven. -Lo siento. ¿Estás bien?

-Maravillosamente -respondió ella con sarcasmo. Raven suspiró y miró hacia arriba. Chico Bestia la miró por sólo un segundo, con los abiertos ojos como platos, antes de que ella recitara su mantra, y los dos fueran encerrados rápidamente en la oscuridad y arrastrados a través de la calle de hormigón debajo de ellos, a la vez que un coche aterrizó en el lugar donde estaban.

Chico Bestia cerró los ojos para soportar el mareo familiar de la teletransportación de Raven, y los abrió sólo cuando sintió con seguridad sus pies en el suelo firme. Ellos estaban en un callejón detrás de la calle donde la batalla se llevaba a cabo, ocultos con seguridad en la oscuridad.

-¿Por qué nos trajiste aquí? -preguntó, volviéndose hacia su compañera sólo para ver que estaba muy cerca de él. Retrocedió un poco, sorprendido (y asustado), pero los ojos de ella se fijaban en un lado de su cara, con el ceño fruncido.

-Sangre -dijo simplemente. Chico Bestia levanto una mano y tocó su sien, estaba lejos de estar seca-. Parece que quisiste atrapar ese explosivo con tu cabezota.

-¡Eh! Bueno, sí, es algo que está de moda entre superhéroes. ¿Entiendes? ¿De moda? Porque nadie hace es-

-Por favor, deja de hablar. –Raven llevó una mano a la cabeza del cambiaformas y comenzó a sanar la herida. Chico Bestia la miraba, vagamente divertido, porque ella tenía que ponerse sobre las puntas de sus pies para que pudiera examinar bien el corte. La altura que él había ganado en los últimos años, dejaron a la hechicera a la altura de su barbilla. Ella, físicamente, no había cambiado mucho, a excepción de su cabello. Se lo había cortado una vez hace aproximadamente un año, pero ahora estaba creciendo de nuevo más allá de sus hombros.

Mientras hacía su trabajo, el cambiaformas tomó un momento para extender su mano hacia ella, específicamente debajo del menton, y levantarlo ligeramente mientras le dirigía una sonrisa.

-Siempre tan preocupada por mí -bromeó con buen humor.

Raven hizo caso omiso del comentario, algo que no afecto su concentración en absoluto. Él sencillamente se rió de su indiferencia. Al igual que su altura y cabello, la relación entre los dos había crecido también. La tolerancia se había convertido en respeto, y el mismo se había convertido en una amistad real. En algún lugar de esa simpatía, Chico Bestia se había sentido tan cómodo con Raven que le resultaba cada vez más divertido flirtear y bromear a costa de ella con insinuaciones sugerentes y toques juguetones. Por lo general, ella respondía al gesto ignorándolo, regañándolo o con sarcasmo. Ella se referiría a esta conducta como fastidiosa. Era algo que los unía.

-Casi he acabado -señaló en una voz suave-. Cuando termine, toma un descanso antes de volver a JODER las cosas ahí. Perdiste mucha sangre. No podemos permitirnos que te desmayes.

-¿Vas a esperar por mí?

-No.

-Voy a llorar si no lo haces.

-Felicidades.

-Al menos dame un besito antes de salir. -Gimoteó, tirando suavemente del cinturón de la hechicera. Si hubiera sido cualquier otra persona, Raven lo enviaría a otra dimensión en ese mismo momento. Pero, debido a que sólo era Chico Bestia, ella lo echó hacia atrás con una mano.

-Basta, estamos en el medio de una pelea. Quédate aquí, descansa y luego vete. -Ausente apartó el pelo de la cicatriz recién hecha antes de caminar lejos de él e ir, una vez más, hacia la batalla que se libraba. Chico Bestia se tocó la sien, sorprendido de lo sensible que era el tejido de la cicatriz. Debía haber sido un corte profundo si todavía podía sentirlo después de uno de las tratamientos de Raven.

-Eres completamente increíble. -Dijo con gratitud real, sonriéndole ampliamente. La hechicera se bajó su capucha y le ofreció una sonrisa pequeña pero genuina.

-De nada. -Respondió ella. Chico Bestia tomó su mano, y se inclinó para intentar besarla.

-Me comprometo a descansar el tiempo que sea necesario, Mi Lady. -Susurró sugestivamente, levantando una ceja. Raven tiró su mano, disolviendo su sonrisa al instante.

-¡HEEW! –Fue su respuesta monótona antes de volar para reunirse con los demás, dejando a Chico Bestia reír por su reacción.

-Eso llevó mucho más tiempo del que pensaba. -Suspiró Cyborg, dejándose caer en el sofá de la sala principal de la Torre de los Titanes. Starfire flotó directamente hacia el asiento de al lado, igual de agotada.

-Estoy de acuerdo. El Dr. Light ha estado mejorando mucho en sus técnicas de lucha. -Sonaba agotada, todo lo contrario a su, por lo general, auto-éxtasis después de una victoria. El enfrentamiento había durado más de lo que cualquiera de ellos habría pensado. Al parecer, el Dr. Light había conseguido nuevos juguetes. -Él está pasando de ser molesto a ser un oponente formidable.

-Sí, pero nadie puede hacer frente al Super Ataque Starbolt Sonico de Cyborg y Starfire –señalo Cyborg, sonriendo ampliamente-. ¿Vieron el gesto que hizo cuando absorbió el ataque a través de su convertidor solar? -Starfire aplaudió lentamente, asintiendo con la cabeza en respuesta.

-Estoy muy contenta de que finalmente fuimos capaces de vencerlo- dijo la alienígena-. Y encuentro cierto deleite en combinar nuestros nombres en nuestros "movimientos especiales".

-Bien, ya sabes lo que dicen- Cyborg se encogió de hombros, sonriendo en la autosatisfacción-. Tú puedes tener los mejores juguetes, pero si tu no sabes cómo usarlos, entonces son inútiles.

-Definitivamente no sabía cómo usarlos, pero no me cabe duda de que la tecnología que estaba manejando era increíblemente avanzada. -dijo Robin. Él ya estaba trabajando en el tema, en una de las computadoras frente al sofa, actualizando datos que había extraído de su comunicador. Chico Bestia se puso a su lado, inclinado sobre el hombro del chico maravilla mientras miraba la pantalla con curiosidad, con una bolsa de hielo sobre la cicatriz. -A partir de los datos que obtuve durante la batalla, parece que su tecnología tiene el potencial de ser tan poderoso como el tuyo, Cyborg. Es un prototipo endeble, pero tiene potencial. Y si él no sabe cómo funciona entonces eso significa que es robado. No es una buena señal.

-Entonces, comprobaré esos datos por la mañana- respondió el joven mitad máquina, con la cabeza colgando hacia atrás mientras cerraba los ojos-. En este momento sólo quiero descansar. Tengo bastante energía que recargar esta noche.

-¿Seguro de que no me necesitas para echar un vistazo a algo? -Preguntó Raven. Estaba de pie junto a la ventana, mirando hacia la ciudad con la capucha puesta. Los primeros rayos de color rojo sangre de la salida del sol se filtraban desde el horizonte, pero la ciudad todavía se veía oscura y llena de enemigos a combatir.

-Estoy bien, de veras. Simplemente mi hardware necesita un poco de atención."

-Entonces… ¿puedo tomar su consejo? –gimió el cambiaformas, cansando de la jaqueca de su propia cabeza y apoyando su frente en el hombro de Robin-. Tengo un dolor de cabeza monstruoso en este momento- Robin continuó tipiando en la computadora, haciendo caso omiso del reposo de su amigo en el hombro.

-Tal vez deberías acostarte –invitó Starfire, agarrando a su amigo y aliviando a Robin de su peso. Se sentó junto a Chico Bestia en el sofá y apoyo su cabeza contra su vientre-. Luces muy pálido.

-Tal vez si me hubiera escuchado, y te quedado en el callejón, entonces no estarías tan terrible- regañó Raven moderadamente, caminando hacia el Changeling-. No deberías haber luchado.

-Yo estuve increíble ahí. Salve a Star.

-Sí, lo hiciste. –concordó la alienigena. Ella lo levanto y lo abrazó con fuerza desde atrás, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello. Chico Bestia sonrió débilmente antes de bromear con Robin.

-Oyee, Robin. Ella me está abrazando -los dedos de Robin dejaron de escribir sólo un momento antes de continuar con su trabajo. Esa pequeña pausa fue suficiente para provocar una risa tranquila tanto de Chico Bestia como de Starfire.

Raven llegó al nivel de los dos "bromistas" y puso una silla delante de Chico Bestia, quedando en frente del mismo. Sin decir una palabra, puso su mano al lado de su cabeza y dejó que su flujo de energía curativa pasé a través de sus dedos una vez más, aliviando el punzante dolor de cabeza del cambiaformas. La palidez de su rostro disminuyó considerablemente y su respiración se volvió menos penosa. Starfire se inclinó sobre él, y asomo la cabeza hacia un lado, inspeccionando la herida.

-¿Él no se dañó seriamente? -preguntó la alienígena. La otra chica negó con la cabeza y Star asintió, mientras tomaba la bolsa de hielo de las manos de Chico Bestia. -Es bueno oír eso.

-Gracias, Rae- dijo Chico Bestia, respirando profundamente. Vio como ella suspiró por el apodo, pero no dijo nada al respecto. Ella terminó su trabajo y se dio la vuelta para seguir a Starfire en la cocina.

-¿Té? –ofrecía ella, llenando la tetera con agua en el fregadero. -Ayudará.

Chico Bestia parpadeó. Eso fue sin duda un raro gesto de ella.

-Claro- dijo, caminando hacia la cocina también. Él y Starfire compartieron una sonrisa en silencio, sorprendidos por la generosidad de Raven, antes de que ella se dirigiera al sofá y encendiera la televisión. Junto a ella, Cyborg despertó plenamente, ansiosos por ver lo que había-. Esto es especial. Nunca se ha ofrecido a servirme té antes.

-Eso sí, no esperes que suceda a menudo -respondió la hechicera estoicamente, aunque la bondad en sus ojos planteó contradicción con su voz. Ella levantó la vista para verlo frotándose la cicatriz-. No juegues con él.

-Lo siento -murmuró, con la mano aun en la herida. Él la observó mientras ella se volvía hacia la estufa, prendía la llama y ponía la tetera a hervir. Chico Bestia saltó sobre el mostrador, una simple y familiar paz se apoderó de la Torre como los titanes hicieron lo que quisieron para relajarse después de una batalla. Detrás del televisor, Robin había impreso los informes sobre la tecnología del Dr. Light y las estaba mostrando a Cyborg, mientras Starfire se estiraba en el sofá y determinándose a quedar dormida delante del televisor. Chico Bestia se volvió hacia la titán más cercana a él, observando mientras ella esperó pacientemente a que el agua hierva.

Era increíble lo mucho, y poco, que las cosas habían cambiado en el equipo en los años que habían pasado. Algunas cosas siempre se mantendrían igual, como la ética de trabajo sin descanso de Robin y el afecto de Starfire por sus amigos. Cyborg siempre sería el genio más relajado que cualquiera de ellos jamás hubiera conocido, y Raven siempre sería la observadora silenciosa del equipo, como una tranquila pero protectora tutora. Pero también habían cambiado.

Todos ellos.

Cada uno de ellos habían cambiado, y cada uno de ellos había aprendido, a veces por las buenas, otras por las malas, lecciones importantes en la vida… y las habían olvidado casi al instante. Como cuando Chico Bestia finalmente había comenzado a limpiar su habitación por su propia voluntad, y Starfire le había hecho una fiesta de celebración. O cuando Cyborg, finalmente cediendo, se comió huevos tofu y les gustaron. O cuando Robin se había abierto sentimentalmente a Starfire, y luego cerrado de nuevo, y luego abierto de nuevo, y luego se cerrado de nuevo, y luego abierto… de nuevo. Para quedarse atascado en algún lugar entre ser honesto y estar avergonzado. Chico Bestia se echó a reír a carcajadas al recordar un momento en que Robin y Cyborg habían empezado una gran discusión porque Cyborg estaba como loco con Robin (por estar distanciándose) y, al mismo tiempo, el chico maravilla estaba como loco con Cyborg porque pensaba que tenía algo con Starfire.

Raven se volvió hacia él cuando se rió.

-¿Qué? -le preguntó a la defensiva. Él sacudió la cabeza.

-Lo siento, yo no me estaba riendo de ti. Es que acabo de recordar algo. –Raven se volvió totalmente hacia y apoyó los antebrazos sobre el mostrador.

-¿Qué recordaste?

-Recuerdas, ¿cómo, hace unos meses, vimos a Cyborg y Robin gritarse el uno al otro en las pistas de obstáculos? -Raven pensó un momento antes de asentir. -¿Sabes por qué estaban discutiendo?

-En realidad no -admitió ella, encogiéndose de hombros-. Star y yo estábamos meditando, y en ese momento ella no estaba en una buena relación con Robin, por lo que no le importaba si Cyborg lo golpeaba o no. Sus palabras, no las mías. -Chico Bestia sonrió ampliamente.

-Tiene sentido, porque la lucha era por ella.

-¿En serio?

-Sí. Robin estaba siendo celoso y Cyborg estaba siendo protectora y el resto es historia de Titanes. -Pasó un momento entre los dos antes de que ambos se rieran, Chico Bestia con fervor y Raven con cierta reserva. Todos habían estado ahí para presenciar la caída de Robin, algo nunca antes visto, boca abajo y directo al suelo, y quedar atrapado por su capa. Después de la pelea, les explico que se había "retirado pacíficamente" de la disputa, y demasiado cansado para ver a dónde iba, se produjo la caída que hizo historia.

-Eso fue realmente muy divertido -dijo Raven, sin darle importancia. -Aunque fue más divertido el hecho de que "pensara" que tenía algo con Starfire. -Ella sonrió y él resopló, vinculando que el recuerdo no había sido exactamente halagador de su parte. Había participado mucho en la burla y en señalarlo.

La tetera comenzó a hervir y Raven rápidamente la levantó de las llamas con sus manos expertas, invocó su poder oscuro para alcanzar dos tazas de un armario detrás de ella. Chico Bestia no le quito el ojo a la situación en la que tan agradablemente estaba.

Sí, muchas cosas cambiaron en los años que habían pasado como Jóvenes Titanes, y aún más recientemente, Raven misma se había transformado casi por completo. Desde hace aproximadamente un mes se había dado cuenta de que estaba mucho menos tensa, mucho menos silenciosa, y se permitía reaccionar a más cosas, sobre todo a él, con su interminable ida y vuelta. Es cierto que se había relajado considerablemente tras la derrota de Trigon, pero incluso esa Raven era una comparación minúscula a la tolerante Raven que estaba delante de él preparando el té. El hecho de que ella le había pedido que contara lo que había estado pensando para luego recordar juntos el pasado era una maravilla para él. Raven, a pesar de que todos eran amigos, no hacía esas cosas.

Y Garfield Logan la encontró intrigante. Intrigante de muchas maneras. Divertido. Juguetón. Dañino. E incluso, a veces, tentador. Vio como ella dejó caer su capucha mientras ponía las hojas de té en la tetera, mezclándolas con una cuchara para liberar su sabor. Entonces Chico Bestia saltó del mostrador, nunca estaba demasiado cansado como para no aprovechar una apertura, ni demasiado herido como para no encontrar un repertorio en el ambiente.

-Ahora, ¿por qué Robin pensaría que Starfire tenía algo con Cyborg? -Él se acercó a ella y fingió tropezar hacia adelante, presionando a la hechicera contra el mostrador, con su rostro hundido en su cabello. -¡Ups! ¡Oh, qué torpe soy! –Se disculpó falsamente, sonriendo. Raven dejó de verter el té y miró hacia delante, inmóvil. -Lo siento, Rae. ¿Estoy en el camino o algo así?

-No sé qué es más molesto: tus terribles bromas o tu poca vergüenza. -dijo en un tono cortante y filoso. Chico Bestia arqueó una ceja, poniendo sus manos sobre las de ella. Las suyas fueron parecían tan delicadamente esculpidas; manos hechas para algo mejor que luchar, a pesar de su profesión. –Bajate. -Suspiró. No parecía enfadada, algo que Chico Bestia aprovecho en gran medida.

-Yo sólo estaba tratando de ayudarte con las ta-.

-Muévete. -Deslizó las manos de las suyas y cogió su taza. Chico Bestia apoyó las manos sobre el mostrador y sus brazos sobre los suyos, atrapándola entre él y los muebles. Ella se dio la vuelta sin problemas para enfrentarse a él, sus cuerpo estaban tan cerca que sus narices casi se tocaron. Hace cuatro años esto hubiera sido imposible. Hace unos meses habría recibido un golpe. Hace tres semanas ella ya se habría teletransportado a su habitación. Ahora ella no hacía más que tratar de esperar a que pase el momento. Chico Bestia sonrió hacia ella mientras lo miraba con desaprobación solemne. -Chico Bestia, muévete.

-Contraseña por favor.

-¿Hablas en serio? Sabes, yo podría darte ese dolor de cabeza de nuevo si lo quisiera.

-No, no lo harías -le sonrió. -Eres demasiado amable. -Eso le consiguió una mirada fría de ella, pero eso fue todo. Ella no se echó para atrás. Muy interesante.

-¿Por qué te empeñas en arruinar un momento perfectamente tranquilo con tu menos propicio comportamiento?

-Pensé que era mi trabajo por aquí. -Él se cernió sobre ella (una habilidad que había gozado desde el día en que descubrió que era más alto que ella y, por tanto, las cualidades necesarias para alcanzar un estante), y tomó su propia taza detrás de ella. -Gracias por el té.

-En serio, ¿qué estás haces? ¿Estás cómodo? -le preguntó con sarcasmo. Él asintió con la cabeza.

-Bastante. -Bajó la cara a su altura, susurrando a su oído tan seductoramente como pudo. -Los dos sabemos que podrías teletransportarte a tu habitación si quisieras, se burló. Empezó a retroceder, pero Raven lo agarró por el cuello y lo acercó de nuevo su cara, prácticamente hablándole al oído.

-Sólo lo haría ante un verdadero desafío.-Ella lo soltó y se enderezó para mirarla, sorprendido de ver una sonrisa en su rostro. Ella estaba jugando con él. Ella estaba jugando realmente bien. Y ella estaba sonriendo, lo cual Chico Bestia encontró que le gustaba ver más, y más a menudo. Pero no iba a permitir que se salga con la suya. No en esto, al menos.

-Desafío aceptado entonces. -Dijo con entusiasmo, inclinándose hacia adelante en exceso, alzando la mano de ella para acunarlo con su cabeza. El pánico reemplazo rápidamente la confianza de Raven y ella volteo la cabeza bruscamente, empujando la cabeza de Chico Bestia para detenerlo, respirando con dificultad.

Victoria.

-Chico Bestia... -dijo, su tono regreso a su sombrío habitual. Ella lo empujó hacia atrás un poco, un rubor teñía sus mejillas pálidas. Chico Bestia se rió de buena gana, alejándose por completo y sorbió con satisfacción su té.

-Y el vencedor se lleva el botín de sentirse superior al perdedor -proclamó, sacando la lengua enrollada a ella. Raven trató de echarle una mirada indignada pero él sólo le guiñó un ojo y su rubor se profundizó antes de encerrarse a sí misma en un manto de oscuridad y desaparecer a su habitación por completo.

-Puedes ser un idiota a veces, Bestita- dijo Cyborg desde el sofá, sus ojos no dejaron la investigación de las fotocopias de Robin. Miró hacia atrás brevemente y lanzó a su amigo una mirada de arrepentimiento, aunque su propia sonrisa delataba su falta de sinceridad. -Tú sabes que ella se pone sensible con cosas como esas. ¿Por qué te metes tanto con Rae?

-Una vez más, pensé que ese era mi trabajo por aquí. ¿Dónde has estado estos últimos siete años?

-Aquí –respondió. –Viendo darte una patada en el trasero después de cada estúpida broma que haces. -Él se rió entre dientes mientras Garfield fingía exagerada indignación. -De todas formas, simplemente bájale un poco de espuma a tu chocolate, ¿sí? No queremos que pierda el control de sus poderes nunca más.

-Me gustaría verla perder el control de vez en cuando –bromeó Chico Bestia, incapaz de contener una risa. Cyborg sólo suspiró ante sus papeles.

-Tonto.

-No la presiones demasiado -comentó Robin, mirando hacia la puerta cerrada que llevaba a los pasillos. -Ella no siempre reconoce cuando las cosas se ponen difíciles para sí misma, si tú puedes recordar.

-Sí, pero esto es diferente -dijo Chico Bestia indiferente, dejando de lado su consejo con una mano. -Esta es la forma en que bromeamos Rae y yo. Y por si no lo habías notado, ella ha estado anormalmente mucho más tranquila en las últimas semanas.

-Me doy cuenta de que realmente no he hablado con Raven desde hace tiempo. ¿Me pregunto si todo está bien con ella? –reflexionó el Niño Maravilla. La mano de Cyborg se alzó en el aire.

-Umh… bueno, he hablado con ella desde hace tiempo y está igual de latosa como siempre ha sido. Supongo que encontró una manera de enfocar su ira en otra cosa. -Miró hacia la cocina de nuevo, sonriendo con picardía. -Ella me preguntó una vez si tus chistes no significaban la falta de algo… íntimo.

La frente de Chico Bestia se frunció.

-¿Eh? -Cyborg le lanzó una mirada de complicidad antes de señalar hacia abajo. Le tomó un momento a Chico Bestia para entender la referencia, y cuando finalmente comprendió su mandíbula cayó al piso con irritación. -¡Viejo! ¿¡Qué diablos!? -Cyborg soltó una carcajada en voz alta. -¿De verdad dijo eso?

-No, pero pensé que te gustaría un poco de tu propia medicina por una vez, en nombre de Rae. Un punto para las mestizas.

-Creo que es muy adorable –Star los interrumpio de repente, bostezando desde el sofá. -Chico Bestia no significa nada para ella, y Raven entiende eso. Son cercanos, y ella no parece importarle mucho. Hemos hablado de las bromas antes y ella me ha dicho que no las toma a pecho, o muy en serio.

Como una respuesta que contrariara la declaración de Starfire, una fuerte explosión y gran barullo sonó desde el pasillo, sorprendiendo a todos, menos a Robin, en la sala principal. Cyborg se paró de su asiento con el ceño fruncido.

-¿Qué diablos fue eso? ¿Alguien detonó una bomba en la torre?

-No hay alarma, no hay sirenas, ninguna violación de seguridad, por lo que no hay villanos -dijo Robin, tecleando el ordenador. -Mi conjetura es que viene de la habitación de Raven. -Cyborg hizo una mueca en la detrás de la cabeza de Robin.

-¿Por qué te molestas en decir "mi conjetura"? Eres Robin. Sólo di: "sé de dónde viene" y dilo de una vez -Robin dio a Cyborg una sonrisa de complicidad antes de girar la cabeza hacia Chico Bestia.

-¿Puedes ir a verla? Es probable que sea tu culpa de todos modos. -Chico Bestia rodó los ojos.

-¿Por qué tengo que hacerlo? -se quejó, pero él comenzó a caminar a la puerta de todos modos. Robin simplemente se encogió de hombros.

-Debido a que es probable que tengas que disculparte con ella por algo de todos modos. Bien podrías matar a dos pájaros de un tiro. -Él levantó la vista de su investigación para dar a Chico Bestia una mirada afilada. -Y no la provoques más, por favor.

-Ustedes necesitan relajarse. Actúas como si nunca hemos oído ruidos extraños procedentes de su habitación antes.

-Bien. Tienes un punto –concedido Robin, ni una vez iba a pasar por alto la verdad. Cyborg se rio de eso.

-Deja de quejarte y ve a verla.

Chico Bestia solo rodó los ojos ante el comentario de despedida antes de ir a zancadas por el pasillo hacia la habitación de Raven. Si, él realmente pensaba que tendría que admitir que su extraña relación con Raven tendría que terminar. No sabía por qué le gustaba meterse con ella tan a menudo. Tal vez fue porque en realidad lo estaba dejaba ser. Bueno, ella no lo estampaba contra la pared, lo que tomaba como una buena señal. De hecho, desde hace tiempo, Raven se había inclinado considerablemente a la tranquilidad. Ella ya no era tan tensa o antisocial como de costumbre. Ella contrarrestaba sus bromas con sus propias bromas sarcásticas. Ella se reía con él. Ella estaba jugaba con él. Ella a veces incluso lo provocaba.

Siempre intrigante.

Chico Bestia estaba considerando las ventajas de la de mejora social de Raven cuando llegó a su puerta... pero se detuvo en medio del pasillo y la miró, perplejo.

Estaba ligeramente entreabierta.

Raro.

Raven nunca dejaba su puerta abierta.

-¿Rae? –llamó él, inmóvil. Se inclinó hacia delante y volteo su cabeza de costado, tratando de escuchar. Nada al principio, pero mientras más tiempo escuchaba, más comenzó a reconocer el sonido de una respiración profunda y constante... la respiración de alguien meditando. Quizás. -¿Rae? -llamó nuevamente, dando unos pasos más hacia la puerta y mirando a través de la apertura de la misma tentativamente. Golpeo la pared ligeramente, curioso pero cauteloso. Dentro, todo lo que podía ver era oscuridad. Nada más. -¿Raven? -Aún nada. -Escuchamos un fuerte ruido. ¿Estás bien ahí dentro?

Hubo una quietud en la respiración, un susurro en el aire, pies tocando el piso y luego el sonido de pasos largos y fuertes que vienen hacia la puerta. Chico Bestia saltó hacia atrás justo cuando el metal se abrió de golpe, enviando una ráfaga de aire. Ante él estaba Raven, con la capa arrugada y el cabello ligeramente alborotado.

-¡Raven! -exclamó, con su mano agarrando su pecho. -¡Oh, Dios mío! Tú me malditamente asustaste ¿Por qué abriste la puerta de esa manera? – le acusó, pero en un parpadeó se dio cuenta de la alarmante y extraña mirada en sus ojos, y frunció el ceño. -¿Rae?