MY LITTLE KITTY

Ya era tarde y no faltaba mucho para que la noche llegara a South Park. Por las calles cubiertas de la espesa nieve, un chico rubio de parka anaranjada caminaba con dirección a su hogar, después de haber cumplido con su propósito del día. ¿Cuál era? Seducir a una chica cualquiera y terminar siendo madreado por el novio de esta. Pero había que admitir que la rutina ya comenzaba a aburrirle, necesitaba encontrar algo con que pasar el rato.

Llego a su casa tranquilo, observando todas las cosas tiradas en el patio. Ya era normal verlas ahí, y todos en su familia (menos su hermana) cooperaban para mantener el jardín sucio y en malas condiciones. No le importaba en lo más mínimo, así que siguió con su caminar y se detuvo en la entrada, frente a la puerta. Metió la mano en una de las bolsillos de su pantalón y saco sus llaves, las introdujo en el cerrojo y estuvo a punto de abrir, hasta que un sonido o más bien un maullido lo detuvo.

-¿Pero qué…? ¿Soy yo, el sexo me afecto o es que acabo de escuchar a aun gato?- Se dio la vuelta y busco con la mirada para ver de dónde provenía el sonido.

Y ahí estaba, una caja de cartón, ni muy pequeña ni muy grande. A pesar de toda la basura, Kenny podía jurar que esa caja nunca había estado ahí. Curioso se acercó y asomo la cabeza adentro, para encontrarse ni con uno, ni dos, sino con seis pequeños gatitos. El más pequeño era de color blanco, quien dormía profundamente. A este le seguía otro pequeño de pelaje amarillo y con las patas y cola blancas, quien acariciaba al más pequeño para que durmiera. El siguiente era igual amarillo, pero con las patas y cola negras además de un pequeña mancha en el lomo, quien temblaba nervioso, Kenny no sabía si por el frio o miedo. Otro tenía el pelaje de un bello color rojizo, viendo serio a los tres más pequeños. El más llenito de todos era de color castaño, estaba acostado boca arriba jugando con los pequeños copos de nieve que caían hacia él. Y el último de todos, el más grande, era de un color dorado brillante, este estaba firme en señal de proteger a sus demás hermanos.

-Awww, que adorables.- Soltó solo de ver a esas peludas bolas de pelo. -¿Quién en su sano juicio se deshace ría de estas pequeñas bolas de pelo?- Se preguntó así mismo, al momento de meter un dedo y comenzar a jugar con los mininos. Y a medida de que estos se movían, dejaron ver lo que parecía ser una nota.

Con delicadeza, Kenny aparto a los felinos, tomo la hoja con una mano y comenzó a leer:

"Te agradecemos por habernos encontrado,
como puedes ver, somos huérfanos y no tenemos a donde ir.
Nuestra madre nos abandonó al nacer
y nuestra dueña ya no podía seguir cuidando de nosotros.
De todo corazón, te agradeceríamos el que nos dieras o encontraras un hogar
en el que nos cuidaran, amaran y nos dieran el cariño que merecemos.
Gracias.
PD: Nuestros nombres están en nuestros collares."

Kenny no aguanto y se puso a llorar en esos momentos, era cierto que a veces podría ser un poco dramático o más. Seco sus lágrimas rápidamente y tomo la caja con ambas manos y, con voz suave y una gran sonrisa, hablo:

-No se preocupen, pequeños. El tío Kenny les encontrara un hogar en el que puedan vivir.- Y como si hubiera una gran barata de películas porno, salió corriendo nuevamente hacia la calle con dirección a quien sabe dónde.

Un pelinegro de pompón rojo, caminaba algo apresurado hacia el lago Stark. Minutos atrás había recibido una llamada "urgente" por parte de uno de sus amigos, diciéndole que se vieran allí después del mensaje. Por el tono en el que le había hablado lo dejo en la duda de ir o no ir. Y después de pensarlo un poco, decidió por ir y ver el motivo por el cual Kenny tenía tanta urgencia por verlo a él y a los demás chicos.

Camino un poco más, apartando algunas ramas y arbustos del camino y al fin llego. En el lugar se encontraban otros cinco chicos más sentados en el pasto frente al lago, y que al parecer también esperaban la llegada del rubio.

-Hola, chicos.- Saludo acercándose a los demás.

-Hey, Stan.- Saludaron los demás al unísono.

-Tú también recibiste la llamada de McCormick, ¿verdad?- pregunto un pelinegro de chullo azul.

-Sí, me dijo que era de suma importancia y que tenía que venir aquí lo antes posible.- Explico mientras tomaba asiento al lado de sus amigos.

-¡Ja! Importante mis bolas.- Hablo cierto castaño cruzándose de brazos. –Más le vale a ese pobretón que en verdad sea importante, estaba muy ocupado en casa y no tengo tiempo de estar aquí con ustedes maricas.

-¿Y se puede saber que estabas haciendo como para estar "tan" ocupado, gordo?- Pregunto un ojirrojo.

-No es de tu incumbencia, fenómeno.

-"Fenómeno" tu abuela.-

-¡No metas a mi abuela en esto, idiota!- Grito al mismo tiempo que se paraba del suelo.

-¡Yo me meto con quien yo quiera, culón!- Lo imito el anticristo.

-¡CÁLLENSE!- Grito un francés. –Nadie quería venir, todos estábamos ocupados, pero no nos quedó de otra. Así que dejen de quejarse de una puta vez.

-Bien.- Respondieron al unísono ambos haciendo pucheros sentándose de nuevo en el pasto.

-Bien.- Repitió el francés.

-Dios, Kenny está tardando demasiado.- Hablo un afroamericano.

-Bueno eso es normal en él, ¿no?- Hablo Damien. -Siempre que nos citamos en algún sitio llega tarde y nos sale con una estúpida y ridícula excusa.

-Oh, vamos chicos. Seguramente esta vez será diferente.- Trato de animar Stan.

-Sí, claro, como si todo lo que hiciera Kenny no term…-

De pronto se escucharon algunos pasos a unos metros de donde estaban, los chicos voltearon a todas partes para ver de dónde provenía, hasta que un grito llamo la atención de todos los presentes.

-¡Agh! ¡Kevin, me pisaste!- Grito una voz conocida para todos.

-¡Perdón! ¡Pero no hubiera pasado si no te hubieras quedado ahí parado como tarado!

-¡Oye a mí no me…! Espera. ¿Y Clyde?

-¿Quién?

-El gato, idiota. Seguro en el momento que me pisaste salto de la caja.

-¡Ah, ósea que ahora yo tengo la culpa ¿no?!

-En cierto modo, SI.

Mientras las voces conocidas seguían peleando, uno de los arbustos cercanos comenzó a moverse, llamando la atención de los chicos. De este, salió aquel pequeño y algo robusto gatito castaño, quien corría y saltaba de un lado para el otro, mientras observaba a todos los chicos. Hasta que fijo en la mirada en cierto pelinegro de chullo y corrió lo más rápido que pudo, en ocasiones tropezando con sus propias patas, y se acurruco aun lado de este.

-¿Qué mierda?- susurro este mirando extrañado al pequeño felino.

-Aww, un gatito.- exclamo cierto asiático con una sonrisa, se acercó los más sigiloso posible, cargo al felino con ambas manos y lo acurruco en su hombro, este soltó un pequeño maullido y lamio la mejilla del pelinegro. –Aww, es tan lindo.-

-¿De dónde creen que haya salido?- pregunto el afroamericano, en eso, cierto par de hermanos salieron de entre los arbustos.

-¡Chicos! ¡Qué alegría verlos! Por lo visto ya conocieron a Clyde ¿no?-

-Aja. Kenny, ¿se puede saber para qué coño querías que viniéramos a aquí?-

-Bueno… hace un momento encontré una caja con gatitos y…-

-¡Espera! ¿Nos llamaste por un unos malditos gatos que no sirven para nada?-

-¿Por qué te molestas? Tú tienes una gata-

-¡Shh! Eso no importa, tenía mejores cosas que hacer antes de venir.- se levanta del suelo y sacude un poco de tierra que estaba pegada a su ropa. –Al carajo, me voy a casa.- dicho esto se fue del lugar dejando a los otros ahí en el lugar.

-Ehh… bueno, olvidemos eso, ¿quieren ver a los demás gatitos?- pregunto el rubio con una gran sonrisa

-Ya que.- dijeron todos resignados.

Ambos hermanos, Kenny y Kevin, se acercaron hasta los demás chicos y se sentaron junto a esto. El rubio acerco la pequeña caja y la coloco en medio del círculo que habían formado. Uno por uno fue sacando a las pequeñas bolas de pelo, quienes ya estando afuera miraban a los chicos curiosos.

-¿Dónde los encontraste McCormick?-

-Afuera de mi casa, ¿apoco no son adorables?- sonrió este cargando al más pequeño de todos.

-¡Demasiado!-dijo alegre Stoley jugando con el felino que hace unos momentos había cogido.

-¿Y qué? ¿Quieres que lo adoptemos o qué?-

-¡Exacto! ¿Cuál quieren?

Todos lo miran incrédulos, ¿acaso cree que ellos tenían tiempo para cuidar de unos gatos? Era obvia que tenían mejores cosas que hacer, una mascota solo sería una pérdida de ti… El primero en tomar a uno de los pequeños es Tucker, escogiendo de entre todos al felino de manchas negras. Lo acerca a su rostro haciendo que ambos se mirasen fijamente, provocando que el pequeño empezara a temblar.

-Quiero a este.- dijo simple.

-¿Seguro? Hay más de donde quieras…-

-Quiero. A. Este.-

-B-bien. ¿Cómo le pondrás?-

-Uhm… Tweek.-

-¿Y porque…?-

-Porque si.- Tucker se levantó, le hizo su famosa seña a todos y se fue del lugar con el pequeño Tweek recostado en su hombro.

-Ok, uno menos. ¿Alguien más?- Kenny mira de un momento a Kevin, este aún se encontraba jugando con esa bola de pelos café. –Stoley, veo que te agrada mucho Clyde.

-¡Oh! ¿Se llama Clyde?-

-¿Por qué se llama Clyde?

-Porque tiene cara de Clyde.-

-Bueno, pues si, lo quiero.-

-¡Hey!- exclama el afroamericano. –Yo lo quiero.- exige quitándole al felino.

-Pero yo lo tome primero.- dice arrebatándoselo.

-¡Bien! Nos turnaremos para cuidarlo ¿te parece?-

-Bien, hoy lo cuido yo.- se levanta y sale corriendo del lugar, siendo seguido por el afroamericano.

Después de esa pequeña discusión, los demás chicos prefirieron escoger entre los demás felinos que aún quedaban. Damien estaba a punto de tomar al pequeño de pelaje rojizo, pero este fue rápidamente tomado por Stan, quien se despidió de sus amigos y se fue del lugar. Resignado, el anticristo opto por coger al de pelaje dorado, siendo nuevamente vencido ahora por Ze Mole. Gruño fastidioso, no podía tomar al más pequeño ya que estaba haciendo zarandeado por los hermanos McCormick, el pobre estaba sollozando. Ya molesto, mira al centro en donde hace unos momentos estaba el círculo, viendo al pequeño de manchas blancas, el cual lo veía con una tierna sonrisa, sin pensarlo se acercó a la mano del pelinegro y la lamio. Este bufo, tendría que conformarse con ese.

-Bien, te llevare conmigo.- lo cargo en brazos, y con un ademan desapareció del lugar.

Y así, fue como esos seis pequeñines terminaron un "buenas" manos, con alguien que al fin los cuide. Pero, quien diría, que un pequeño ser vivo, podría cambiar la vida de todos esos chicos.


Las drogas son malas lo se, por eso nunca, nunca, JAMAS! hay que quesearse :3

No olviden su estupido y sensual Review ;3

Bye!