Prologo - Ilona
Tomare tu amor, me quedare con tu odio, me llevare tu deseo. Me quedare con tu corazón, me quedare con tu dolor. Te devolveré a la vida. Destruiré el mundo cuando se ponga en tu contra, lo haré arder.
Chester Bennington & DJ Z-Trip – THE WALKING DEAD
El sonido de sus tacones hacia eco en las paredes del callejón.
Andaba sola, sin prestar atención a las miradas de la gente a su alrededor.
Tenía claro su objetivo.
Se acerco con una sonrisa traviesa a la puerta, ondulando la caderas y se planto frente al guardia de seguridad.
-¿Nombre? - pregunto el segurata mirándola de arriba a abajo.
-Esta justo aquí – dijo señalando la carpeta que sujetaba. Lo miro fijamente a los ojos y vio como el rostro del hombre se relajaba.
-Ya veo... - dijo con voz monótona – Por favor, pase.
Se hizo a un lado y desato el cordón de seda que separaba la cola de gente de la entrada al club. Ignorando las quejas de los que esperaban a entrar, Ilona abrió la puerta de golpe. Paso de largo a los trabajadores del club que le preguntaban si necesitaba dejar algo en el armario o si quería algo de beber, y bajó a la pista de baile. Sabía que él ya estaba aquí, solo faltaba llamar su atención y dejar que picara el anzuelo.
Hecho la cabeza hacia atrás, dejando que sus rizos castaños cayeran salvajes por su espalda, levanto los brazos y empezó a contonearse. En pocos minutos tenía una pequeña multitud pendiente de todos sus movimientos. Ilona escaneo sus alrededores y entonces lo vio.
Estaba sentando en la barra, mirándola y sonriendo. Llevaba un traje de chaqueta negro y tenia a dos chicas pegadas a él. Ilona le lanzo su mejor sonrisa y empezó a moverse sin quitarle los ojos de encima. Casi enseguida, él se levanto y se acerco a ella. Ilona sonrió y siguió bailando, dejando que él se pegara a ella.
Estuvieron así unos minutos cuando él empezó a impacientarse. Ilona se hecho a reír, y sin cruzar una sola palabra, lo cogió de la mano y tiro de él hacia la salida del club. Él sonreía y se dejaba hacer.
Salieron a la noche, al frio londinense y aún cogidos de la mano, echaron a andar, adentrándose en el callejón, alejándose del club. Ya a una distancia prudencial del resto del mundo, Ilona se soltó de su mano y se apoyo sobre una de las paredes del callejón. Él se acerco a ella, con lo que ella suponía era un intento de ser seductor, y puso sus manos a cada lado de su cara, aprisionándola contra la pared.
-¿Qué hace alguien como tu en un sitio como este? - pregunto él. Ilona se esforzó por no hacer una mueca.
-Podría preguntarte exactamente lo mismo.
Él rio y enterró su cara en su cuello. Cuando noto sus dientes arañar su piel, antes de que derramara sangre, Ilona le empujo, alejándolo de ella. La espalda de él choco contra la pared contraria y cayo al suelo. Una nube de polvo de ladrillo lo envolvía mientras se levantaba del suelo.
-¿Quieres jugar duro, gatita?
-No me llames eso.
Él volvió a acercarse.
-¿No vas a dejar que te pruebe? - pregunto él con voz juguetona mientras acariciaba un mechón del pelo de Ilona
-No te lo has ganado – contesto Ilona.
-¿Y que tengo que hacer para ganármelo?
Ella fingió que se lo pensaba, dejando que él jugara con su pelo.
-Se me ocurren un par de ideas – susurro con voz seductora.
-¿Si?
-Podrías... - empezó a decir mientras empezaba a agacharse, la espalda contra la pared. La sonrisa de él se hizo más grande.
-¿Si? - él sonaba ansioso.
-Podrías se un buen chico y quedarte quieto un par de minutos más.
Él río.
-¿Solo un par de minutos más?
-No vamos a necesitar más.
-¿Y eso por qué? - se quejo él con voz aguda.
-Ya lo veras – sonrió ella.
Las manos de él manos fueron directas a su cinturón, desatandolo con rapidez. Miro a Ilona, como invitándola a seguir, pero ella lo miro tranquila, sin hacer nada.
-Aún no me has dicho como te llamas – dijo él, aún ocupado en deshacerse de sus pantalones.
-Me llamo Ilona.
Las manos de él se congelaron y él la miro, asustado.
-¿Qué...?
Pero no pudo terminar su pregunta, porque un cañón de pistola contra la cabeza le hizo volverse. Soltó un grito, pero ya era demasiado tarde. Lo último que vio antes de convertirse en una nube de polvo fueron unos ojos rojos como la sangre, una sonrisa maníaca y una fedora roja. Su grito de terror hizo eco en el callejón, aún después de muerto.
Ilona se levanto y se sacudió el polvo de los hombros. Una masa negra la cubrió parcialmente, limpiándola, cambiado su ropa. Frente a ella, Alucard sonreía.
-¿Hemos terminado ya? - pregunto ella.
Con un gesto cortes y una pequeña reverencia, Alucard le indico la salida del callejón.
-Después de ti, princesa.
Una sonrisa tan maníaca como la de Alucard se asomo en la boca de Ilona, dejando a la vista unos dientes puntiagudos, serrados. Alucard le devolvió la sonrisa y, hombro con hombro, echaron a andar, dejando atrás los restos polvorientos del vampiro muerto.
