» InuYαshα Copyright © Rumiko Takahashi—. All Rights Reserved. » Relατioηship: Sesshōmαru | Rin » Esτrucτurα: Viñeτα. » Words: 540 pαlαbrαs » Raτed: T
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Thє Lαsτ Look
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Desde hacía horas, él, ella y la muerte compartían habitación.
Rin estaba tendida en el lecho, demasiado ocupada en luchar por su vida como para permanecer consciente. Sesshōmaru, tan inmóvil como una estatua, se encontraba parado a su lado y sin distraerse ni un minuto del cuerpo sudoroso e intranquilo, como si al mirar hacia otro sitio le dejara lugar a la Muerte para atacar y llevarse a Rin junto a ella.
El yōkai colocó su mano en la frente de la humana, que ardía como si un incendio la estuviera consumiendo por dentro. Y sintiendo que su corazón se desgarraba, aunque permaneciendo impasible en su semblante, Sesshōmaru se dio cuenta de que esa metáfora no estaba tan alejada de la realidad. Efectivamente, Rin no podría resistir mucho más a la altísima fiebre que la agredía.
De repente, dos ojos castaños se abrieron en el rostro lleno de tormento de la mujer. Primero, él sintió una especie de súbito alivio, de esperanza inesperada. Sin embargo, enseguida se dio cuenta de lo que realmente sucedía. Esa mirada reflejaba un esfuerzo sobrehumano para poder contemplarlo por última vez.
Los ojos de Rin tan sólo querían ver a su señor Sesshōmaru una vez más antes de cerrarse para siempre.
Él la tomó de la mano y la observó, y no vio a la mujer de entrada edad que yacía frente a él, viviendo los últimos instantes de su vida. No, los ojos de Rin, a pesar de estar rodeados de las arrugas características de sus años, seguían irradiando esa luz rebosante de inocencia típica de la infancia, y más aún de la niña que lo acompañó mucho tiempo atrás. Su mirada y su sonrisa permanecían indemnes al paso del tiempo.
—Rin —susurró, y se inclinó sobre ella, dejando entrever sólo una décima parte de la desesperación que lo agobiaba. Miró furtivamente a Tenseiga, con la vana e infantil esperanza de que ocurriera algún milagro y que la espada fuera capaz de revivirla una vez más. Pero las palabras de su madre resonaron en su mente, dolorosas, recordándole que la vida tiene un límite y que él no es ningún Dios.
Una mueca de dolor y de esfuerzo se dibujó en el rostro de Rin, aunque sus labios se empeñaban en seguir sonrientes. Muy despacio, estos se separaron, para dejarle pronunciar las palabras que más alegría le trajeron en toda su vida.
—Señor... Sesshōmaru —dijo con una voz débil, pero dulce a la vez.
Y él sintió cómo su última mirada lo penetraba, transmitiéndole toda la admiración, la gratitud y el amor que ella sintió y sentía por él, hasta que sus ojos dejaron de ver, tiesos, paralizados en esa última mirada repleta de emociones.
Él se encargó de cerrarle los ojos, para que pareciera que ella se hundía en un sueño infinito. Le besó su frente, que muy de a poco empezaba a enfriarse, y la contempló largo rato, consciente de que él también había muerto; su vida se había ido con Rin.
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N/A: Opiniones, impresiones, correcciones, estoy abierta a todo ello. Espero que hayáis disfrutado la lectura!^^
Adieu~
