VALE LA PENA
Capitulo uno: alma
Lo siento… de verdad lo siento – gimió sonoramente mientras su cuerpo iba cayendo al frio piso de mármol – pero lo sabes no, para esto me creo mi padre – acaricio la mejilla de aquel que había parado su caída mientras derramaba lagrimas - soy la salvación de los hombres – susurraba cada vez más despacio – es la voluntad de Dios… siempre lo fue – escupió sangre a más no poder – mi muerte.
Mary…. Mary – grito descontrolado agitando el cuerpo de la joven – no por favor – beso su frente con dulzura sin dejar que las lagrimas dejaran de fluir – esto no puede estar pasando… - abrazo el cuerpo de la joven que casi no se movía, y cada vez se enfriaba más bajo su abrazo – Dean – levanto la cabeza para mirar a su hermano.
Joder Sam – maldijo el mayor jalando sus cabellos revolviéndolos con gran desesperación – Cass – le llamo sin apartar la vista de su hermano quien abrazaba el cuerpo de una joven totalmente ensangrentada por la herida de su pecho – tiene que haber otra forma – ahora le miraba.
No la hay Dean – desvió la mirada de aquellos ojos esmeralda para posarlos en aquella joven que moría a cada minuto - nunca la hubo – termino alejándose unos pasos mientras empuñaba aquella espada con la que tantas veces mato a sus hermanos, ahora manchada con la sangre de una inocente.
Un mes antes.
Llevaba un par de días de relativa tranquilidad, su hermanito tenía su alma de nuevo, una que por cierto le costó bastante recuperar y quería, necesitaba un pequeño descanso, pero no claro que no, ahí estaba el, en su descanso recostado en el sofá mas cómodo de la casa de Bobby mirando el doctor sexy con una cerveza bien fría cuando esos dos malditos ángeles se aparecieron y echaron por la borda toda su maldita paz.
Acaso no se le permitía un poquito de paz, por favor había detenido el apocalipsis (con ayuda pero lo hizo) y salvado a todo el jodido mundo, y que pedía solamente unos cuantos días de relajación y ni siquiera eso le daban, bufó maldiciendo su suerte mientras aquellos dos plumíferos explicaban su plan a los humanos presentes.
A ver si entendí – les interrumpió – me están diciendo que ¿aun no han podido derrotar a la tortuga ninja? – les pregunto mirando fijamente al ángel de mirada color cielo.
Tortuga…- dijo molesto el ángel rubio.
Rafael –interrumpió Castiel sin dejar de mirar aquellas esmeraldas – sigue empeñado en abrir la jaula y dejar salir a Lucifer y Miguel para que el apocalipsis se concluya.
Bien eso lo entendí y están aquí ¿por qué? – le animo a proseguir mientras bebía su cerveza.
Necesitamos encontrar una de las armas más poderosas del cielo.
Espera – les interrumpió el más alto de toda la habitación – creí que Baltasar las había escondido todas –miro a ambos ángeles.
Yo solo me lleve algunas mono sin pelo – miro al cazador – pero esta es la más poderosa de todas.
¿Y? – pregunto Dean un poco impaciente - dijeron algo sobre un alma.
Recuerdas lo del valor de un alma – ahora sus ojos se posaron en el cazador dueño de la chupa de cuero – las almas nos dan poder a nosotros los ángeles, ahora imagina todo el poder que te daría un alma inmortal.
Si nos hacemos de ella – continuo el ángel del cazador.
Derrotarían a Rafael – termino el castaño en su lugar.
Exacto Sam – aplaudió el rubio – te daremos una galletita por ser tan listo – recibiendo una mirada molesta de este.
¿Y bien donde esta? – interrumpió el Winchester mayor.
Cuando Gabriel dejo el cielo, sabía que algo malo pasaría, para evitar que alguno de nosotros hiciera mal uso de su poder la trajo consigo y la oculto entre los hombres.
Preguntémosle a Gabriel entonces – le interrumpió Sam
El problema Sam – continuo el ángel mientras miraba de reojo al cazador quien tomaba otra cerveza – es que Gabriel está muerto.
Así es a nuestro querido Gabe lo mato Lucy – termino tajante el rubio apenas mirándolo – mientras les salvaba recordémoslo.
¿Estás diciendo que es nuestra culpa? – aquello molesto a Dean.
Bueno, si Gabe no se hubiera dejado convencer por ustedes quizás estaría vivo, escondido y gastando sus bromas pero vivo – le miro furioso.
Eres un hijo de...- se levanto molesto para hacerle frente.
Tranquilas señoritas – al parecer el dueño de la casa al fin se a digno a hablar - ya que no podemos preguntarle a él ¿tienen una pista de donde estará?
Para ocultarla Gabriel tubo que hacerle nacer como uno de ustedes…- en ese momento todos quedaron en silencio.
Ostia puta no estarás hablando de… - interrumpió sus propias palabras dejando caer su cerveza.
¿Cass estás seguro de que es esa el alma que buscamos? – pregunto indeciso el más alto.
Cuantos nacimientos anunciados por Gabriel conoces Sam – se burlo el ángel rubio.
Entonces tenemos un problema - corto la guerra de miradas del aquellos dos – por que el hombre que buscamos murió hace más o menos 1971 años – indico el viejo cazador.
Eso no es del todo cierto – hablo Castiel – hablamos de un alma inmortal – recalco – a quien mataron no pudo ser ella – dijo con seguridad.
¿Estás cien por ciento seguro? – le pregunto Sam
Antes de dejar el cielo – tomo la palabra Balthazar – me asegure personalmente de que no estaba en el, así que si esa alma aun sigue aquí viva y tenemos que encontrarla antes que Rafael.
pues solo hay un lugar donde podemos empezar – se levanto el más viejo para buscar unos documentos de su arsenal.
Lo sabemos Bobby – continuo el ángel de gabardina – por eso necesitamos ayuda.
¿De nosotros? – dijo incrédulo Sam
Necesitamos alguien que pueda entrar – dijo un visiblemente molesto Balthazar – el lugar está lleno de protecciones anti ángeles y no podemos.
¿Pues donde es la casa blanca o que onda?
El Vaticano – termino el más viejo de los cazadores.
¿El vaticano? – pregunto asombrado Sam – no se si sea bueno entrar a ese lugar ya sabes es sagrado y todo.
Dean – le llamo Cass con aquella mirada de cachorrito perdido – por favor – término sin dejar de mirarle.
Joder – se levanto rompiendo aquel contacto visual – ¿es estrictamente necesario? – pregunto acerándose unos pasos.
Si – respondió Balthazar antes de que Cass pudiera pronunciar una palabra.
Iremos entonces – sentencio el mayor sin despegar la mirada del ángel pues en aquel momento tus labios estaban entre abiertos, al intentar responder aquella pregunta que el cazador le hiciera antes.
