Era 1900... Y el lugar..

Estaba guardando su carpeta cuando el silbato del tren le informo que había llegado a su destino. Paris... su padre le había regañado, por la decisión que había hecho -crees que a las personas les va a interesar lo que escribes en esos papeles, nadie va creer lo que escribes. Chismorreos de viejas! crees que eso te dará para vivir. si lo que piensas es vivir de la escritura, puedes hacerlo fuera de mi casa, lo entiendes? fuera de mi casa-podía ser cierto su padre fue bastante severo, pero su espíritu, de libertad fue mas grande recogió su carpeta y mirando a su padre sin ningún sentimiento. Salio. Tenía dinero, compro un boleto y espero salir muy pronto de ese pueblo, donde ya pronto se correría el chisme...

Tengo que aprender a fingir más, y a no mostrar lo que siento
Tengo que aprender a fingir más, y a pilotear lo que pienso.

Mientras salía de la estación del tren. Las personas lo veían mal. Si no era nada feo, sus ropas lo hacia atraer la atención de todo los que lo rodeaban, su vestimenta era bastante sencilla, pero la gente lo veía mal, porque a la dirección donde iban era nada decente. debe ser un nuevo parroquiano... míralo, pero si se dirige allá... si míralo, no le da vergüenza irse tras esas perritas era lo que escuchaba unos cuchicheos de aquellas personas que supuestamente le tendían la mano.

No bien llego hacia el final de toda la avenida. Pregunto a una señora: buenas tardes señora, quisiera saber donde se encuentra... el chico no pudo terminar de preguntar ya la señora le respondió: hijo, lo que buscas se encuentra atrás tuyo.-señora lo único que hay detrás de mi es un muro inmenso... -antes de seguir conversando chico, no tienes donde quedarte, no? le dijo señalando su carpeta y un pequeño saco.- bueno... también le iba preguntar... sabe donde puedo encontrar alguna pensión? no soy de París, parece notarlo, y busco mi destino. - chico, yo te doy techo, y subamos para que te des cuenta de lo que buscas esta ahí, detrás de ese muro

La subida ante ese edifico era inmensa, tras la puertas se escuchaba gritos, no, no era el infierno. Pero ya subiría. Era bastante humilde la habitación, el joven le pregunto si tenia una maquina de escribir. la señora lo vio detenidamente y dijo que si lo tenia, que le pertenecía a su hijo que había ido a la guerra, no pudo culminar sus estudios, y ahora esperaba su retorno.

El joven vio que la señora se puso triste y se preguntaba así mismo si la decisión que tomaba era la ideal, o era como le decía antes su padre -puro capricho!

La vio salir por la puerta y dejo que todo el cansancio del viaje se dejara fluir por todo el cuerpo, tomaría un descanso y se pondría a trabajar. Mañana...

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Paris... París... era su primera mañana en Paris.

Se levanto de aquel camastro. Se dirigió hacia el baño, una sencilla bacinica y una ducha, era su primera mañana fuera de los pocos lujos a los que estaba acostumbrado, -papá comprenderás que de verdad esto, es mi vida y no solo un tonto capricho. Se lo dijo para si mismo.

Aunque no se veía nada, se dirigió hacia la ventana, noto que la luna empezaba a desaparecer del cielo, una oscuridad profunda reino por toda la habitación.

Su vista aun no se adaptaba a la penumbra, cuando se fijo que en el cielo empezaban a aparecer los primeros luceros de la mañana.

El cielo empezó a tornarse de un color celeste y desde un punto en medio de su ventana aparecía un pequeño rayo de luz. El aun seguía en la ventana fijándose sobre la hermosura de un amanecer cuando...

-toc, toc- un sonido seco lo saco de sus pensamientos -pase- dijo mirando hacia la puerta.

-Buenos días muchacho!-, dijo una voz y la figura de la anciana del día anterior apareció en la escena.

-Buenos días señora!-, contestó dirigiendo una sonrisa para la anciana

-Que tal pasaste la noche, te dije que Paris era muy friolenta...- decía la mujer en tono maternal.

-Sí señora, aunque he pasado una noche algo gélida el espectáculo del amanecer puede remediar cualquier noche mal pasada-. Dijo señalando hacia la ventana.

La anciana se asomo por la ventana tratando de ver aquel espectáculo del que se refería el joven, pero no veía nada. El joven se sorprendió en un primer momento pero luego la tomo por los hombros y le explico cada cosa. La mujer solo atino a dirigirle una mirada de darse cuenta, la mente de un escritor.

No dijo nada y solo poso su mano en el hombre del muchacho le dirigió una sonrisa de pocos dientes, y salio por la puerta, el joven se quedo mirando la puerta, y sonrió.

En otro piso...

-Esta bien... Nicolás, una vez más...- decía un joven de estatura baja -mas baja que todos los presentes-, de cabellos cortos y plateados y mirada verde, llevaba una ropa modesta. Dirigió la mirada hacia le mentado joven, que tenia una gran melena que le cubría gran parte de la mirada.

-esta bien Yanten...- el joven se dirigió hacia una escalera junto con un muchacho, el mas alto del grupo. -Taiki, debes mirar hacia el público y recitar... - dijo el chico de mirada esmeralda, moviendo los brazos y girando el cuerpo hacia el gran vacío de lo que restaba de la habitación.

-muy bien... Yanten- dijo un cuarto joven -es magnifico, no tienes, de nuevo, ninguna idea de lo que recitaran estos muchachos- dijo el joven señalando a los dos chicos.

-esta bien, Richard... que es lo que deseas ahora- dijo el joven, con una vena en la frente.

-quiero cambiar todo esta historia, nadie querrá ir al teatro, a ver una monja suiza encima de una colina de papel gritando que le gusta el queso y una demencia total- dijo el joven alzando la voz y sacudiendo su chal de plumas y poniendo una mano en la cadera.

-escucha Richard esto va a ser fantástico nadie ha hecho un teatro a base una monja...- dijo el chico en un tono entusiasmado

-tu y tus ridiculeces, yanten cuando aprenderás que...- fue interrumpido por un golpe seco y un gran agujero en el piso tras el cuerpo de el amigo de la melena.

EN ESE MISMO MOMENTO

Son las siete de la mañana y no tengo una buena frase para empezar el día...- se decía a si mismo el chico. Miraba por la ventana el gran letrero de MOULIN LUNAIRE.

Seguía escuchando esas conversaciones en el piso de arriba cuando de la nada vio caer un cuerpo y que casi llevaba consigo la mesa que sostenía la máquina de escribir.

-Oh oh...- dijo el compañero del que yacía en el suelo del piso inferior.

-¿se encuentra usted bien?- dijo el muchacho al tratar de levantar a muchacho que se encontraba inconsciente en el piso.

-no se preocupe, déjelo así, nuestro amigo sufre de una extraña enfermedad...- escucho una voz desde el techo, dirigió sus mirada hacia el hueco donde se podía distinguir entre el polvo, cuatro cabezas que miraban la situación -

-pero que le sucede, aun sigue inconsciente...- dijo en tono preocupado

-pues también debe ser por el golpe...- dijo el joven de baja estatura -disculpe la molestia, cual es su nombre...