¡Hola nuevamente!
Hoy vengo junto con alguien especial y dramática (?). Junto a Sanlina, hemos escrito esta maravillosa historia. Se advierte que no es una Takari pintado de rosa, están advertidos.
Digimon no nos pertenecen, si fuera así, estaría 100% dramatizado todo.
I
Yo creo en ti
—Nunca me habría imaginado que tanta luz podría cegarte y hundirte en lo más profundo de la oscuridad...—murmuró con rabia, fijando su mirada en la muchacha que un día había sido todo su mundo—. ¡Debes detenerte, Hikari, esto es una locura! ¡Yo sé que tú no eres así, reacciona antes de que sea demasiado tarde! ¡Yo creo en ti, por favor!
La escena no era un lugar muy bonito. Odaiba estaba destruida y la oscuridad se escondía en todos lados. Manchas rojas salpicaban el suelo, cuerpos descuartizados y esparcidos por los suelos agrietados. El cielo, en sí, se encontraba oscuro, como el corazón de la castaña que se acercaba de a poco al rubio.
—¿Crees en mí? —rió sarcástica—. Vamos, idiota... no me hagas reír, ¿no tienes suficiente con que haya asesinado a tus amiguitos?
Takeru, al oír aquellas palabras, apretó los dientes con frustración y dio un paso adelante
—¡Yo sé que la Hikari que conozco jamás habría hecho algo así! ¡Algo te está pasando! —Gritó, sus puños aún se encontraban cerrados, provocando que sus nudillos se tiñeran de blanco—. ¡Me juré a mí mismo que siempre te protegería, no descansaré hasta traerte de nuevo a la luz!
Una sonrisa de lado apareció en el rostro de la castaña. Comenzó a acercarse más y más hacia Takeru. El rostro de él se había vuelto blanquecino a causa del miedo, pero aún así no se movió, simplemente apretó con fuerza sus ojos.
—Yo creo en ti... —volvió a musitar.
Los labios de la única Yagami con vida formaban cada vez más grande su sonrisa. Empezó a jugar con sus manos, haciéndose la inocente mientras los metros se acortaban, entre ella y el rubio, con cada paso.
La espera, para Takeru, se hacía eterna. A cada segundo que pasaba, más difícil era para el chico mantener su voluntad fuerte y no escapar corriendo. La muchacha, heredera del emblema de la luz, llegó a él. Con un dedo, tocó la nariz del rubio provocando que él abra los ojos y arquee una ceja, algo confuso.
—¿A caso estás jugando conmigo? —preguntó, agarrándola de la muñeca.
—Tal vez…
Inconsciente, Takeru comenzó a agarrarla cada vez con más fuerza
—Basta…
Hikari comenzó a reír como desquiciada. Su risa podía causar escalofríos a cualquiera que la oyera, hasta llegarían a llorar los niños al solo oír un poco.
—¡He dicho que basta! —gritó Takeru, harto de la situación.
Los ojos rubíes de Hikari miraron al chico, sus labios se curvaron en una sonrisa espeluznante.
—¿Basta de qué?
—¡De todo! —La mano del rubio se apretaba con más fuerza al brazo de la castaña—. ¡Basta de juegos, basta de oscuridad! ¡Basta!
—Jamás parará. El único final es la muerte, Ta-ke-ru —murmuró en su oído, pronunciando cada silaba con lentitud, remarcando el nombre del heredero de la esperanza.
—¿La tuya o la mía? —Respondió él, con una sarcástica sonrisa.
—La tuya... —ahora fue el turno de ella de sonreír, mientras acomodaba la camisa del chico—. Tú generas la oscuridad...
—Permíteme discrepar, aquí lo único que debe morir es esa oscuridad que te está corrompiendo. ¡Detente de una vez! ¡Vuelve a ser tú!
—Ay, Takeru... ¿acaso no entiendes? —rió ella, mientras se soltaba de él.
Los labios de Takeru se curvaron, confuso de aquella pregunta. Dudaba de percibir a qué se refería con eso.
—¿Qué debo entender?
—Por tu culpa, por tu odio hacia el poder de las sombras, es que la oscuridad se apodera de mi... —sonrió con frialdad.
—¿Q-qué? ¡Eso no es cierto! ¡No puede serlo!
—Claro que lo es. Piénsalo.
—Hikari... yo...
Ella sonrió y se apartó un poco de él para luego mirarlo con odio. Takeru dirigió su mirada al suelo, dejándose así engañar por lo contrario. ¿A caso podría ser su culpa? Pero, de pronto, el rubio sintió algo arcándolo.
Los dos primeros segundos le supusieron un shock, no tardó en darse cuenta de lo que ocurría, las dos manos de la contraria le apretaban el cuello, quitándole la respiración, ¿desde cuándo era tan fuerte?
—P-por favor... y-yo creo en ti —dijo a duras penas, segundos antes de perder la consciencia.
Creemos que es un proyecto muy, muy loco.
Lamentamos si hay alguna falta de ortografía, mañana lo corregiremos mejor.
¡Espero les haya gustado!
