Retrasando un adiós

Caminaba con prisa entre los árboles desnudos. El invierno no tardaría en llegar, y eso se notaba tanto en el paisaje como en la temperatura. Las cuidadas flores estaban semi cubiertas por la escarcha que no había acabado de derretirse.

Era de noche. Las nubes tapaban las estrellas en el cielo negro, dejando sólo la luna al descubierto. Su luz no era rival para los postes distribuidos a lo largo del sendero, alrededor de los cuales se reunían montones de bichos.

Al llegar al sector de juegos, se detuvo. Su mano, dentro de su bolsillo, arrugó la nota que había recibido esa tarde. Se acercó con rapidez al columpio, notando la brisa helada entumecer su nariz y orejas.

-¿Qué ocurre?

El rubio no levantó la vista. Sus manos se veían ligeramente azuladas, y aferraban las cadenas con fuerza.

-Quiere obligarme a que lo deje-su voz se oía apagada.

-¿Eh?

-Soy una vergüenza. Así que quiere obligarme a que deje el club...y, seguramente, también la ciudad.

Tal vez el tono fuera débil, pero no demostraba indicios de que su dueño quisiera echarse a llorar. Mori lo notó.

-Tu voluntad es fuerte. Puedes ser tú mismo en cualquier otro lugar.

Se sorprendió de oírse tembloroso.

-No, no es... ¿no te importaría que yo me vaya?

-Sí.

-Eso es lo que me preocupa.

Un escalofrío lo recorrió desde la coronilla hasta la punta de los dedos fríos.

-Y por eso quise venir a despedirme.

Levantó la cabeza. Su mirada, si bien vidriosa, no estaba empañada. No parecía él. Parecía aquel niño pequeño al que obligaban a practicar artes marciales y ser 'un hombre'.

-Vete-ordenó.

-No.

Mori rodeó el columpio, posando sus manos en los hombros ajenos. La falta de abrigo no era buena para mantener la temperatura adecuada.

-¿Puedo?-preguntó.

Por toda respuesta, sintió balancearse las cortas piernas. Lo empujó con suavidad, atajándolo cuando regresó. Sólo por unos minutos, hasta que sus temblores se volvieron tan continuos que lo obligaron a parar.

-Toma-le tendió su largo y mullido abrigo.

-Quiero tomar frío. Si me enfermo, tal vez retrasen la mudanza...

-Aún no sabes si te irás.

-No te hagas el tonto, Takashi.

Ambos sabían perfectamente que era un adiós.

-Vamos.

-¿A mi casa?

-No. La mía está más cerca.

Pero retrasarlo un poco no dañaría a nadie. Sólo a ellos mismos.

FIN

Notas: juro que intenté hacerlo largo. No sirvo para los no-drabbles ToT.