AN: Antes que nada quiero dejar claro que este fic es una traducción y que no me pertenece. Su autora se llama Jamie y su nick aquí es beautifulwhatsyourhurry y en mi opinión es una de las mejores escritoras de fanfiction que hasta ahora he leído. Hace unos meses le pregunté si estaba de acuerdo en que tradujera esta historia. Nunca me contestó o mi inglés es muy malo o sencillamente no quiso cosa que puedo interpretar de diferentes formas: una como que no le importa si lo traduzco y otra como que la respuesta es no, pero sin embargo no me lo dijo, así que interpreto la falta de respuesta como que no le importa si la traduzco.
Esta historia se me metió por debajo de la piel y es por eso que me gustaría compartirla con ustedes. En dado caso que me contacte y me diga que no quiere que la siga traduciendo se los haré saber, pero mientras tanto aquí va el primer capitulo.
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No me olvides
Sumario: Luego de cinco años sin verse Kurt y Blaine se encuentran luego de una dolorosa ruptura y ninguna comunicación desde entonces. ¿Podrían comenzar de nuevo o ya es muy tarde?
Disclaimer: No poseo ninguno de los personajes de Glee, todos son propiedad de Ryan Murphy y Fox.
Es terrible como un corazón se puede romper fácilmente. Quema por dentro y se siente en cada hueso, músculo y fibra. Parece la parte más vulnerable de nuestro cuerpo y aunque no lo sintamos realmente simplemente bombea sangre y oxigeno. El corazón es frágil, terrible y maravilloso, todo al mismo tiempo porque le damos mucha atención a ese órgano. Le damos mucha importancia a pesar de que todo lo que pueda significar es una fabricación de nuestras mentes.
Pero cuando nos los rompen, el dolor es real. Es físico, está ahí, uno se siente completamente solo y es muy diferente y desagradable en comparación a cualquiera otra sensación que jamás hayamos experimentado en nuestra vida.
Kurt Hummel se sintió con el corazón roto cuando a la edad de diecisiete años, todavía joven, vibrante y con una bella voz, aquella que proviene desde el alma, le destrozaron su corazón.
- Me tengo que ir- dijo su amante – Nos vamos a mudar a Alemania y no me permiten quedarme.
Kurt rogó, pidió, lloró y lloró pero nada pasó.
- No podemos estar juntos – dijo su amante – es muy lejos, muy difícil, nos veremos otra vez pronto.
No se vieron.
Kurt se graduó de secundaria, fue a la Universidad, se graduó de la universidad, y ahora está establecido en un deprimente apartamento en Los Angeles, colocándose sus zapatos antes de pasar la puerta e ir a trabajar en la pequeña cafetería que queda bajando la calle. Es lo que hace cuando no canta, audiciona o hace las cosas que realmente le gustan hacer. Pero está bien. Las personas son amables y la ciudad es muy grande. Los Angeles acepta y tiene más tolerancia a los gays que su pequeña ciudad en Ohio.
La Universidad no significó mucho para él. El sabía lo que quería hacer y no tenía nada que ver con un titulo de sociología. Pero el diploma todavía está enmarcado y colgado de manera rara, casi fuera de lugar en la sala de su casa.
Rechazó cualquier cantidad de dinero de su familia cuando se mudó de ciudad, quería hacer las cosas a la manera del sueño americano. Trabajas duro, ahorras dinero y haces una vida por ti mismo.
Kurt canta ocasionalmente en viejos cafés con un chico que conoció que sabe tocar la guitarra, pero que no canta muy bien. Los jefes de los locales siempre parecen fascinados con su voz y a Kurt casi le agradaba la admiración que las personas sienten por ella. Una voz única que las personas no esperan cada vez que abre la boca y llena armoniosamente el local.
Ahora su voz no es exactamente tan pura como lo era en secundaria ya que comenzó a fumar cigarrillos en su último año de universidad. Él sabe que el hábito no es bueno para un cantante pero algunas veces sólo necesita una dosis de nicotina para calmarse y relajarse.
Tampoco había tenido una vida sin amor, oh no. Había tenido algunos romances y un novio serio en la universidad. Eran personas similares y tuvieron un noviazgo cerca de un año y medio con buenos recuerdos. Iban a obras de teatro, tenían cenas tranquilas y fiestas alegres, hicieron todo lo que una pareja normal hace.
Pero Kurt se daba cuenta que había muchos días y también bastantes noches donde él sólo deseaba que estuviera a su lado unos rizos negros y una hermosa sonrisa que era capaz de iluminar toda la costa oeste.
Así que terminaron. No fue terrible, hubo un poco de lágrimas y Kurt se sintió como una mierda. Pero era necesario hacerlo porque no era justo para su novio.
Ha estado soltero alrededor de un año, pero no se queja, tiene una buena vida.
Así que aquí esta ahora, caminando por la calle y dándole una calada a su cigarrillo. Cuando llega a la puerta de la cafetería, apaga el cigarro en uno de los ceniceros de una de las mesas de afuera. Saluda a unos jóvenes que acuden regularmente al tiempo que va detrás de la barra y se coloca su delantal sonriéndole a algunos compañeros de trabajo.
Todos son buenas personas, lo han escuchado cantar y bromean diciendo que pertenece a Brodway en vez de Los Angeles y Kurt siempre toma el chiste con un poco de simpleza.
No sabía que su vida cambiaría ese día.
Al terminar su turno sale a la calle, hace un poco de frío en la calle, así que se desenrrolla sus mangas y enciende un nuevo cigarrillo, botando el humo en el aire de la noche mientras dobla y camina hacia abajo cuando literalmente choca con otro chico con tanta fuerza que el hombre pequeño cae al suelo.
-¡Joder! ¿Estás bien?- Preguntó Kurt inmediatamente agachándose para ayudar al joven a volverse a colocar de pie.
- Sí, sí, estoy bien- respondió el hombre, tomando graciosamente la mano de Kurt y parándose, ajustándose su morral en el hombro –Lo siento, no estaba…
Y los dos se quedan viendo uno al otro por un largo momento, reconociéndose en la mirada, los colores como la noche y el día.
- ¿Blaine? – es todo lo que Kurt puede decir.
- ¿Kurt?
- ¿Qué estas haciendo aquí? – Preguntó el chico con el pelo rubio cenizo porque "¿hola, que demonios?"
- Sólo estoy…aquí – contestó Blaine, pasando sus dedos a través de sus rizos hasta la base de su cabeza, un gesto que es tan familiar para Kurt que hace que su corazón salte – Me gradué y sólo…sólo quería ver lugares que nunca antes había visto. Estaba a punto de comenzar mi recorrido en esta ciudad".
"Esta bien. Blaine puede hacer eso", piensa Kurt, su familia tiene mucho dinero.
Pero ahora Kurt no sabe que decir porque tienen mucho tiempo sin cruzar ninguna palabra desde que tenían diecisiete años. Nunca hubieron cartas, llamadas, email, nada. No supieron nada de la vida del otro desde el mismo momento en que Blaine le dijo que se volverían a ver pronto.
Kurt quería estar molesto, quería gritarle "por qué no me llamaste, por qué no me escribisteis", pero fue hace cinco años y se supone que habían crecido un poco.
Sin mencionar que Blaine se veía muy, muy bien con una barba de pocos días, sus ojos todavía tenían esa ligera sombra color avellana en los ojos que en realidad parecían miel con pequeños trazos de color verde y el siempre presente pelo rizado en el que Kurt recordaba a sus diecisiete años haber acariciado mil veces.
-¿Qué haces tu aquí? – preguntó a la final Blaine luego de unos momentos de silencio.
- Yo vivo aquí – dijo Kurt, tomando una calada de su ya casi olvidado cigarrillo.
-¿Y fumas ahora también?- preguntó Blaine con una ceja levantada.
-Muchas cosas cambian en cinco años, Blaine.
- Así parece.
- mmm – murmuró Kurt mientras apagó su cigarro - ¿A dónde vas?
- Uh… no lo sé en realidad. No he comido en todo el día, pero creo que me registraré en un hotel primero y luego veré.
En retrospectiva, Kurt se dio cuenta que su siguiente pregunta podría no haber sido lo más inteligente (o quizás si lo fue), pero las palabras salieron de su boca naturalmente.
-¿Quieres cenar conmigo?
Por supuesto esa pregunta agarró desprevenido a Blaine, sus ojos se abrieron de par en par para instantáneamente retornar a su tamaño normal, se encogió de hombros tratando de sonar lo más normal posible.
- Claro.
Kurt conminó a que lo siguiera a una venta de sánduche las 24 horas un poco de cuadras más abajo y se rehusó a que Blaine pagara por las comidas.
- Yo puedo comprar mi propio sánduche- declaró Kurt – no soy un desamparado.
Kurt no podía negar que todavía tenía una pequeña semilla de amargura en el fondo de su mente y siendo repelente con Blaine no hacia más que llenar la necesidad de que floreciera. Los ojos de Blaine estaban pegados al suelo mientras estaban sentados en la mesa comiendo.
-Así que ¿has estado en Alemania todo este tiempo?- preguntó Kurt.
- La mayor parte del tiempo sí – respondió el moreno – También estuve en Inglaterra cuando eran las vacaciones.
- Que bien por ti.
Por alguna razón, Blaine no le contestaba groseramente a Kurt y éste sinceramente lo odiaba porque necesitaba pelear con él. No tenía la necesidad de una conversación decente. Quería respuestas. Habían estado tan unidos, tan juntos, tan enamorados y sí ciertamente eran muy jóvenes cuando se separaron, pero Kurt siempre había creído que lo de ellos había sido real, muy real.
Sin embargo, no parecía que hubiera sido real para Blaine.
Terminaron en silencio la comida, tiraron la basura y comenzaron a caminar.
- Mira- habló finalmente Blaine – entiendo que estés molesto conmigo y para ser honesto tienes todo el derecho de estarlo, pero no sé nada acerca de esta jodida ciudad así que si eres lo suficientemente amable para decirme en que lugar queda el hotel más cercano, de verdad que lo agradecería.
Kurt lo miró, tocándose el puente de su nariz, ya podía sentir el dolor de cabeza que vendría en un rato.
Pero que Dios lo ayudara, era Blaine. El chico que lo había sacado de una fuerte depresión y mostrado lo que era el amor cuando estaba a punto de creer que el amor no existía. Este era el chico que lo había besado por primera vez (sin forzarlo) y era también el chico con el que había compartido sus sueños de ir a París y de cantar en teatros con las entradas agotadas. Y cuando Kurt lo veía ahora era él, obviamente un poco más viejo, con algunos surcos en la cara y cierta amargura por la edad, pero ¿no se suponía que Kurt estaba igual?
Así que, porque era Blaine, dejó la semilla de la amargura por un momento a un lado. Sabía que estaba jodidamente loco y que sus pensamientos y emociones no estaban equilibradas porque en un momento lo único que quería era abofetearlo y al segundo en lo único que pensaba era en arrinconarlo en una pared y follarselo hasta que no recordara su propio nombre.
-No- dijo Kurt luego de un rato.
- Bien- dijo Blaine colocándose su mochila al hombro – yo mismo lo encontraré.
Blaine se dio la vuelta pero Kurt lo paró colocando su mano encima del hombro.
Oh.
Oh Dios mio.
En el justo momento en que sus pieles se tocaron Kurt se arrepintió desde el fondo de su alma de haberlo hecho porque sintió esa calidez conocida en el otro y esa inusual sensación en la boca del estómago y también ese fuego repentino que le estaba recorriendo todas las venas.
Dejó su mano caer.
Se sorprendió al ver el rostro confundido de Blaine y estaba cien por ciento seguro que también había sentido algo, pero sí así era el moreno no lo dejaba ver.
- Solo quise decir que no, que no te voy a enseñar a donde queda el hotel porque te voy a ofrecer que te quedas en mi casa- aclaró Kurt.
- No tienes porque hacer eso, yo puedo conseguir un hotel.
- No hay razón para que gastes tu dinero cuando tengo un sofá muy confortable.
- No quiero entrometerme en tu vida, ni nada parecido.
- Blaine.
- ¿si?
- Cállate y sígueme.
Kurt no sabía si estaba contento porque Blaine se calló y lo siguió, pero sí supo que estaba fuera de sí cuando Blaine le sonrió con esa sonrisa.
Aquella que ilumina toda la costa oeste.
