1.-Primer Tropiezo
Lapis Lázuli se encuentra sentada en la playa, algo nuevo para ella a pesar de tener treinta años. En su opinión no es algo tan extraordinario como decían los demás. La arena es caliente y le pican las piernas, además siente que el sol achicharra su piel.
Prefería haberse quedarse en casa o al menos haber ido a algún otro lado, sin embargo, ha descubierto que no se puede negar a ninguna petición que le haga la persona a su lado. Definitivamente su corazón le pertenece.
Sonríe de lado, al recordar todo el camino que hizo para estar sentada en esa playa, no piensa en el viaje de dos horas que hizo en el auto desde el hotel. Más bien, piensa en un viaje todavía más largo
Uno que empezó hace muchos años atrás, no sabía cuántos con exactitud, pero le parecía que todo empezó cuando dio su primer tropiezo en esta vida...
La primera vez que Lapis dio un tropiezo fue a la edad de diez años.
Una de sus amigas le había contado lo maravillosas que eran las clases de natación a las que asistía en uno de los centros deportivos de la ciudad.
Cada vez que lo contaba lo hacía con tanto entusiasmo -de ese que sólo es capaz de expresar un niño-, que esas clases de natación parecían un sueño hecho realidad.
La pequeña Lapis, contagiada por la euforia del relato se imaginaba a sí misma como una nadadora profesional; siendo reconocida por todo el mundo: participando en las olimpiadas y rompiendo récords mundiales. Sus deseos eran tantos suplicó pedirle a su padre que la metiera a clases de natación.
El padre se negó rotundamente a la petición de la pequeña, pues alegaba que ese deporte era muy peligroso para ella, y que era mejor que se dedicara a algo más seguro.
—Tal vez, si te dedicas a la pintura o al ballet tendrás la misma satisfacción —decía siempre con una voz de falso apoyo y luego le daba una palmada en la cabeza.
Por otro lado, su madre sí le dio el apoyo que la niña tanto deseaba.
Ella siempre decía que se debían de apoyar los deseos de su hija y no cortarle las alas de ninguno de sus sueños.
Este choque de intereses causó una mini pelea dentro de la familia, la cual, al final terminó perdiendo el hombre de la casa.
Las clases de natación empezaron al lunes siguiente de haber comenzado las vacaciones de verano. Su padre aún no se veía muy convencido sobre la decisión de su hija de empezar con ese deporte, pero las dudas se fueron disipando en tan sólo un par de clases.
Lapis resultó ser una gran nadadora. Aprendió en una clase lo que la mayoría hubiera tardado una semana, y a la semana ya era toda una experta a comparación de los demás alumnos. Sus padres no pudieron estar más orgullosos con los elogios que recibían de la instructora y los otros padres al final de cada clase.
Todo acabó cuando, al mes de entrar en la clase de natación, Lapis tuvo un accidente.
Ese día estaba por tirarse al agua cuando una de sus compañeras le advirtió que no había hecho los ejercicios previos necesarios antes de meterse a la alberca.
—No te preocupes —dijo Lapis—, ¿qué es lo peor que me podría pasar sólo por no hacer calistenia?
—Pues si nadas tan frenéticamente como lo haces usualmente, sin calentar, podría darte un calambre y eso causará que te ahogues y mueras.
—¡Por Dios!, eso sólo es un mito, cálmate no pasará nada.
—Bueno, si te pasa algo no digas que no te lo advertí.
Después de la pequeña charla, Lapis se metió en la alberca. Estuvo nadando frenéticamente por aproximadamente cinco minutos. Hasta que comenzó a sentir un pequeño dolor en la pierna. En tan solo un instante, ese dolor se transformó en algo más agudo, al punto de dejarla inmovilizada. Causando que el cuerpo de la pequeña se hundiese.
Probablemente pasaron unos dos minutos para que pudieran rescatarla, pero a ella le pareció que estuvo una eternidad ahí. Creía que en ese instante su vida había acabado, sin cumplir ninguna de las metas que se propuso a lo largo de su corta vida.
Cuando por fin la sacaron del agua, había decidido que nunca más en su vida volvería a nadar, ni quería volver a hacer ninguna actividad que estuviera relacionada con esto.
Todos trataron de animarla a continuar, después de todo ella era la mejor en la clase y era la pieza clave para ganar la competencia regional ese año. Pero para sorpresa de todos, quien más le insistió a Lapis para que tratara de pensar mejor las cosas fue su padre, la persona que menos la apoyó cuando inició con su sueño.
Él intentó de todo para que regresara a las clases: le dio sermones sobre no rendirse, la llevó a un psicólogo para que superara su trauma e inclusive llegó al extremo de castigarla sin poder ver a ninguna de sus amigas a menos que volviera a nadar. Decía que lo hacía por su propio bien porque debía superar ese pequeñísimo incidente.
Sin embargo Lapis no sentía que su padre la entendía, sabía que sólo actuaba de esa manera porque extrañaba los elogios de la gente.
Aun así se sentía culpable por no poder haber cumplido con las expectativas de todos. Los constantes regaños de su padre y la presión de sus ex compañeras para que entrara a la competencia la hicieron pensar que era un fracaso.
Pasó toda su niñez pensando que ella era un fracaso. No fue hasta su adolescencia que, un día que su padre llegó ebrio a la casa le pidió disculpas por su comportamiento en aquella ocasión. Desde ese entonces, la vida de Lapis fue normal y feliz. Ella nunca culpó a su padre por haberse comportado de esa manera, se culpaba a sí misma. Por eso, cuando su padre le pidió disculpas inmediatamente lo aceptó. Para ella no había nada que perdonar.
Sin embargo, aquella disculpa sincera de su padre la hizo sentir mejor, y eventualmente se olvidó de aquellos días tan oscuros.
Hola, si estás leyendo esto, posiblemente estás entre dos tipos de personas: Las nuevas que les llamó la atención esta historia, o las personas que ya la leyeron y se preguntan porque hago esto.
Si eres de los primeros, puedes saltarte lo siguiente:
La razón es que no estaba satisfecho al 100% con esta historia. Me gustaba solamente los capítulos finales y estos a su vez me parecían que no conectaban demasiado bien con los primeros. Algunas cosas estaban muy forzadas, había errores de puntuación, acentuación, etc.
No es que sea una persona muy perfeccionista, ni siquiera me creo capaz de parchear bien todos mis errores. Pero quisiera intentarlo, porque tardé más de un año en acabar esta historia y me es difícil dejarla como estaba.
Creo que eso es todo, intentaré subir un capítulo cada dos días o así. Y nada más, nos vemos en el siguiente.
Ah, y agradecer esos 5 reviews que tenía la antigua versión (aunque 3 eran de la misma persona).
Muchísimas gracias por darse el tiempo de leer mis historias.
