KHR! No me pertenece, porque de ser así seguiría en emisión.


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Cuando Haru se despidió ese día de Tsuna y sus amigos nada parecía diferente en ella; su sonrisa seguía intacta y sus ojos ocultaron cualquier emoción, nada parecía indicar que algo había cambiado.

Tristemente lo había hecho.

Se había obligado a mantener la sonrisa y la expresión alegre incluso después de haber salido de la casa Sawada, donde se había despedido de todos como siempre, aunque ella sabía, claro que lo sabía, que las cosas cambiarían desde el mismo momento en que abandonó la reunión.

Llegó a casa aún con la sonrisa colgada en los labios, pero a su madre le había bastado apenas una mirada para saber que algo ocurría a su hija, incluso sabía a quién incluía, por lo que incluso antes de saludarle abrió los brazos y Haru, cuando su máscara, tan cuidadosamente construida, se desmoronó, se refugió en ellos, dejando salir las lágrimas.

Tomar decisiones serias dolía, mucho más cuando se tiene 15 años y el mundo que conoces va a cambiar.

Después de mitigar un poco sus penas en los acogedores brazos de mamá subió a su habitación con desgana, dispuesta a hacer la maleta, después de todo el internado estaba lejos y no podía hacer que su madre le enviara cosas, prefería llevar solo lo necesario.

Había tomado la decisión apenas unos días atrás, cuando Tsuna y Kyoko-chan se habían hecho oficialmente novios… Dios, cuanto dolía saberlo y haber viso cuando se besaban simplemente había clavado un puñal en su corazón.

Era lo mejor, ella iba a irse y a olvidarle, por dos largos años permanecería en el internado Midori para chicas en Hokkaido, debía alejarse de la felicidad que veía en sus amigos, porque si bien se alegraba por ellos en apariencia, se sentía morir cuando se daba cuenta que todos parecían tener su lugar en el mundo… y ella ya no.

La mañana llegó con más rapidez de lo usual, tal parecía que el reloj quería que huyera cuanto antes.

Desayunó con sus padres, quienes a pesar de estar tristes de que su hija se fuera lejos por tiempo indefinido, sabían que ella lo deseaba y por ello no iban a detenerla.

Abandonó la casa que la había visto crecer con tranquilidad, arrastrando su maleta por las calles desiertas, camino a la estación, se había despedido de sus padres en casa sabedora de que si la acompañaban al tren se arrepentiría del viaje y de todo.

Cuando faltaban apenas dos calles para llegar su corazón se detuvo por un segundo. Tsuna caminaba en dirección contraria a la suya y ya le había visto, por lo que sería imposible evitar el encuentro, Cuadró los hombros y siguió caminando, estoica, apenas en unas cuantas zancadas se detuvieron, uno frente al otro.

- ¡Haru! – exclamó el castaño sorprendido, la chica intentó mantener una expresión tranquila ante su rostro dulce – Me levanté temprano porque Reborn me obligó a ir por sus croissants, ¿qué haces fuera tan temp… ¿qué pasa con esa maleta? – preguntó repentinamente serio, al reparar en su equipaje.

Haru sabía lo que tenía que hacer, debía inventar cualquier excusa y seguir su camino, había pensado en qué cosas podría decir si se topaba con alguien, pero no sin cierto dolor soltó sus siguientes palabras, arrepintiéndose en cuanto las soltó.

- Me voy – dijo con expresión vacía.

- ¿Te vas? ¿Te vas dónde? - Tsuna parecía confundido.

- Me voy Tsuna-san, necesito alejarme un tiempo y centrarme en mis estudios – se encogió de hombros aparentemente indiferente.

- Pero… ¡pero Haru! – Tsuna soltó la bolsa de papel y tomó a la muchacha de los hombros, zarandeándola ligeramente - ¡No puedes dejarnos así! Somos tus amigos… ni siquiera nos habías dicho nada…

Algo en Haru se rompió al soltarse de Tsuna con un tirón, comprendiendo que debía dañar al chico que amaba y que no la amaba a ella.

- ¡Esto no puede seguir así! Tengo que crecer Tsuna-san, y para eso tengo que irme de aquí, has dejado claro muchas veces que no piensas pertenecer a la mafia, pero estás en ello, y yo no tengo cabida en este mundo tuyo, tengo que irme de aquí y dejar la niñez atrás, quiero irme y dejarlos atrás – dijo con una mezcla de frialdad y enojo – me voy porque así lo quiero, ahora si me disculpas tengo que tomar un tren Tsuna-san, por favor entiéndelo.

Rodeó a Tsuna, quien parecía en shock, sin darle tiempo a reaccionar ni decir nada, el chico intentó decir algo, lo que fuera, pero no encontraba palabras con las cuales rebatir lo que Haru acababa de decir, no podía hacer nada más que ver como la chica se aleja sintiendo un extraño dolor en el pecho. Cuando la perdió de vista recogió la bolsa caída como un autómata y se dirigió a casa.

Haru disimuló las lágrimas mientras caminaba a la estación de tren, completamente descolocada por el encuentro, confusa y hecha un manojo de nervios. Cuando se instaló en el vagón de tren que le correspondía sintió que sus fuerzas la abandonaran y las lágrimas comenzaban a fluir por su rostro, sus pensamientos eran una maraña al pensar en ese horrible encuentro fortuito, pero debía irse, tenía que hacerlo antes de que el dolor acabara con ella.

Todo sería tan diferente si tú me quisieras…

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Hola a todos.
Si llegaron hasta aquí, muchas gracias por leer.
Había abandonado este proyecto y varios otros por falta de inspiración, pero ahora lo he retomado partiendo por reeditar los capítulos ya publicados. Espero que quienes sigan por aquí leyendo me disculpen y les guste lo que viene.
Nos leemos pronto, y de nuevo gracias por leer.

No tiene cuenta, pero quiero agradecer de todo corazón el review de Aria Yagami, que hace un mes llegó a mi correo y me hizo darme cuenta de que mi escritura siempre estará ahí para mi, y si puedo hacer feliz a alguien con ella ¿por qué no hacerlo? Tengo varios capítulos nuevos ya escritos y tengo muchas otra ideas, así que se viene lo bueno. ¡Los quiero a todxs!