Después de casi un año en el tintero, ya era hora de que esta historio vea la luz. Espero que la espera haya merecido la pena y que disfrutéis de esta nueva aventura de Damon y Elena.

Como siempre, gracias por estar ahí leyendo, comentando y apoyándome en estas mis locuras.

0000

AU (todos humanos)

+18

Delena

Sinopsis: La llegada de un nuevo y atípico narcotraficante a un burdel supondrá grandes cambios, especialmente en la vida de una de las chicas que fue forzada a prostituirse a muy temprana edad.

Los personajes que aquí aparecen son propiedad de L. J. Smith y The CW.

0000

N/A: el título del fic es el nombre de una canción de Emimen. La letra de esta canción no tiene nada que ver con esta historia, es solo que el título le venía al pelo, aunque la explicación del título tardará en aparecer.


0000


_01_

Elena se levantó por la mañana con la sensación de que su amarga rutina cambiaría para siempre, para bien o para mal.

Al llegar al comedor y reunirse con las demás chicas, estas lucían preocupadas y excitadas al mismo tiempo.

Aquel día el ambiente en el burdel era algo tenso. Al fin, después de dos meses sin camello, ese día llegaría uno nuevo. Nadie sabía cómo sería y las chicas, en especial las drogadictas, estaban muy nerviosas. Los camellos, o Farmacias como ellos los llamaban, no eran muy conocidos por su buen carácter. Ellas habían visto la prueba de ello con su anterior Farmacia, el cual desapareció un buen día, así sin más y nadie se atrevió a preguntar qué había sido de él. Si algo habían aprendido en el burdel, era que lo mejor para sobrevivir era no hacer preguntas. Nunca.

Elena era la más joven de las "chicas de Stefan", la favorita de este. Stefan la reservaba para sus mejores clientes, aquellos que preferían gozar de la inocencia de una chica joven antes que de la experiencia de una mujer algo más madura. Todos pensaban que algún día, Stefan vendería a Elena al mayor y más peligroso narcotraficante de Virginia, lo cual hacía que la chica sintiese pavor con tan solo pensar en caer en las garras de aquel que se hacía llamar Silas.

A pesar a esta "predilección", Elena no se sentía para nada afortunada. Ella, al igual que el resto de las chicas, estaba obligada a acostarse con hombres desconocidos y nada agradables. Era cierto que Stefan solía mantener a raya a los clientes y no les permitía hacerles daño, pero había un grupo selecto de clientes adinerados a los que les ofrecía a chicas que siempre acababan con moratones por todo el cuerpo. Esa era la política de Stefan: nada está prohibido mientras se pague.

0000

Las chicas trabajaban de noche, a partir de las 7. Antes de eso, tenían tiempo libre para preparar su baile -la que bailase-, acicalarse para la noche o simplemente descansar. Pero aquel día Stefan les ordenó reunirse en el gran salón, aquel que dentro de unas horas estaría repleto de hombres ansiosos por ponerles las manos encima. No era usual que convocase reuniones, pero la llegada de un nuevo miembro a la "familia" era algo especial.

Las chicas se arremolinaron por todo el escenario, buscando el mejor sitio desde el cual poder ver mejor al nuevo. Elena no comprendía a qué venía tanto interés, total, solo se trataba de un narcotraficante de poca monta que les vendería todo tipo de medicamentos que necesitasen.

Nada más entrar Stefan en la sala, todo el mundo se calló. No solo era debido al miedo que les infundaba, sino también a lo expectantes que estaban.

Junto a él caminaba un hombre. Elena era de las que estaban más alejadas de ellos, por lo que no pudo verle la cara y tampoco se molestó en intentarlo.

Cuando el nuevo se quitó las gafas de sol que llevaba puestas y sus hermosos ojos azules quedaron expuestos, todas las chicas suspiraron como colegialas que acababan de ver al hombre más guapo del mundo. Caroline y Rebekah fueron las que más se emocionaron al verle, murmurando incluso comentarios sobre lo sexy que era.

Elena, que aún no había logrado verle por culpa de lo bajita que era en comparación con el resto de chicas, creyó que estaban exagerando.

-Bueno -dijo Stefan con voz intimidante-, si ya habéis terminado de suspirar por el nuevo, os lo presento. Chicas, este es Damon Salvatore, el nuevo miembro de esta nuestra gloriosa familia.

El aludido saludó a las chicas con una sonrisa traviesa y un ligero gesto de mano. Tras eso, Stefan ordenó a todas que se dispersasen porque tenían mucho trabajo por delante.

-Espero que no me decepciones -le advirtió Stefan al nuevo-. El último que ocupaba tu puesto no acabó precisamente bien.

Damon tragó saliva al pensar a qué podría estar refiriéndose, pero fingió tranquilidad.

-Calma, brother -sonrió él tratando de ser divertido-. Sé cómo comportarme.

-Más te vale.

0000

Por la noche, Damon entró en la gran sala y vio que había un par de chicas bailando en el escenario con muy escasa ropa, chicas yendo de allá para acá sirviendo copas, hombres medio borrachos con chicas sentadas en sus regazos y manoseándolas como si fuesen un pedazo de carne... Esa imagen le dio ganas de vomitar.

Para tratar de alejar su mente de ello, se dirigió a la barra del bar, donde una mujer rubia claramente algo mayor al resto le atendió.

-¿Qué tal, guapo? -le sonrió ampliamente ella-. Soy Jenna, ¿te pongo algo?

-Bourbon. Doble -se limitó a responder él, tomando asiento en la zona más alejada de la barra.

Poco le duró la paz que había encontrado en ese lugar, pues Stefan se acercó a él y le palmeó el hombro en plan amigo pero sin dejar de dedicarle esa mirada de "podría matarte en un pestañeo". El hombre, al sentarse a su lado, pidió un vaso de Whiskey.

-¿Has visto ya a las chicas? -le preguntó al chico tomando un trago de su bebida-. ¿Qué te parecen?

-Son una belleza -tuvo que reconocer Damon.

-Sí que lo son -asintió él orgulloso-. No es fácil tener un grupo de chicas de tanta calidad. Creo que tengo la mejor mercancía de toda Virginia.

-En lo que se refiere a prostitución sí, pero creo que Silas se sentiría ofendido con tu afirmación.

-¿Qué sabes tú de Silas? -exigió saber Stefan, lanzándole una mirada envenenada.

-Trabajo en su mismo campo, es mi deber conocer a la competencia.

-¿Tienes relación con él? -preguntó el moreno ahora más relajado, a lo que Damon negó con la cabeza-. ¿Le has visto alguna vez?

-¿Tú si? -le devolvió la pregunta este, alzando una ceja.

-Se mueve en un círculo muy cerrado. Nunca le he visto, pero sí conozco a su segundo al mando, él es algo así como un proveedor para mí.

-Así que eres su chico de los recados -se burló Damon, arrepintiéndose al instante de haberlo dicho en voz alta.

-¿Qué has dicho? -se enfadó su jefe-. Esa actitud tuya no te va a hacer ningún bien aquí, más te vale cambiarla. Por ser tu primer día, lo dejaré pasar, pero que no tenga que volver a llamarte la atención o tendremos un gran problema.

-Tranquilo. No he dicho nada -retiró Damon lo dicho, aunque seguía pensando así.

En ese momento, el chico de ojos azules vio a una joven de unos veinte años como mucho servir unas copas a una mesa cercana.

Damon quedó deslumbrado al verla, no solo por su belleza -que era asombrosa-, sino también por la actitud que transmitía. La joven era la encarnación de la inocencia, ¿cómo era posible que una chica como ella estuviese en un lugar como este?

Stefan se fijó en que el narco no le quitaba ojo de encima a la chica y le propuso algo:

-Puedo concertarte una "cita" con ella si quieres.
-¿Qué?
-La chica a la que no paras de mirar, puedo conseguirte una noche con ella. Por ser tu primera noche aquí, invita la casa.
-No hace falta –se apresuró a rechazar Damon la oferta-. Gracias.
-¿Te van los tíos? No importa. Puedo conseguirte uno si quieres.
-¿Qué te hace pensar que soy gay?
-Un tío que rechaza sexo gratis con una preciosidad así, o es maricón o gilipollas.

Damon, ignorando su comentario, volvió a prestar atención a su vaso de Bourbon y a mirar disimuladamente a la joven de vez en cuando.

Muchas copas después, la chica se acercó a ellos cuando su jefe le hizo señales con la mano.

-Stefan, ¿querías verme? -le preguntó ella con voz tímida.

-Sí, Elena, nena -le sonrió él, pasándole posesivamente un brazo por los hombros y apretándola a sí-. Este es Damon -le indicó a la chica señalando hacia este.

La joven prostituta se atrevió por fin a mirar por primera vez al nuevo narcotraficante y casi se quedó sin respiración al encontrarse con esos intensos ojos azules. Damon, por su parte, se quedó embobado mirándola y no fue capaz de decir palabra alguna.

-Ya sabes lo que te toca hacer esta noche, nena -le dijo Stefan a la chica en el oído, aunque no lo suficientemente bajo como para que el nuevo no les oyese.

-Claro -murmuró ella con voz apagada y agachando la cabeza.

-Ve a ponerte guapa, entonces.

"¿Guapa?" se preguntó Damon, "¿Es que a caso no era ya lo suficientemente hermosa?"

El chico se despertó de su ensoñación de golpe, ver cómo Stefan le daba un ardiente beso a la joven Elena como despedida le había dolido más de lo que quiso reconocer.

-Está buena, ¿eh? -sonrió Stefan al ver la cara de bobo que se le había quedado a su compañero.

-Es realmente... Perfecta.

-Ahí donde la ves, tan dócil y obediente, puede llegar a convertirse en una autentica fiera. Y no solo me estoy refiriendo en la cama -rió él divertido-. Ahí es toda una Diosa a pesar de su edad.

-¿Cuántos tiene?

-23 -mintió Stefan y el narcotraficante de ojos azules no se dejó engañar pero fingió lo contrario-. La reservo para mis mejores clientes, ¿sabes? A ellos les gusta disfrutar de su inocencia.

Damon sintió repugnancia extrema hacia su jefe, pero no le quedó otra que ponerle buena cara. ¿Cómo podía hablar así de una persona? Como si no fuese nada más que un objeto sexual cuya única función fuese llenarle los bolsillos de dinero y, de paso, algo de sexo eventual también…

Por su parte, Stefan pensó que estaba empezando a hablar demasiado, por lo que decidió dar por finalizada la charla ahí, antes de que se fuese más de la lengua.

0000

Damon se fue a su habitación temprano, se duchó y se metió en bóxers negros en la cama. Estaba a punto de cerrar los ojos cuando llamaron a la puerta. Y, ahí estaba al otro lado, la última persona que esperaba encontrar: Elena.

-¿Puedo pasar? -preguntó ella, desviando rápidamente la mirada al sentir un cosquilleo cuando sus ojos se cruzaron.

-Claro -murmuró él desconcertado, haciéndose a un lado para darle paso.

Damon se sentó a los pies de la cama mientras ella se quedó observándole junto a la puerta ahora cerrada. En ese momento, Damon se dio cuenta de que la joven tan solo llevaba puesto un fino camisón negro de encaje, el cual le quedaba realmente bien y resaltaba su perfecta figura.

-¿A qué has venido? -preguntó él, intentando no pensar en su hermoso cuerpo.

-¿No es evidente? -le dijo ella de forma insinuante.