NOTA DE LA AUTORA: Pues aquí yo, con otra de mis locas historias (n.n), para variar una mas de Syaoran&Sakura (XD), pero bien, antes de empezar quiero hacer esta pequeña aclaración y es que después de meses de seguir con la idea dándole vueltas a mi cabecilla, al fin me decidí y escribí la continuación de otra de mis historias (Cambio de vida), así que por lo pronto aquí les dejo el primer capitulo, y si no han leído la otra historia creo que de todas formas les será comprensible y entenderán de lo que trata esta, bueno, yo hasta aquí los dejo, pero nos leemos al final del capitulo con algunas notas finales (n.n)

Titulo: Los lazos que nos unen

Resumen: Han pasado dos años desde que Syaoran derrotó al Caos, mas cuando creyó que por fin todo había terminado y viviría en paz, un desafió mucho mayor se ha puesto en su camino, el cual amenaza con destruir la relación que tanto trabajo le costo forjar con Sakura...

Declaimer: Solo quiero aclarar que los personajes de CCS no me pertenecen a mi, sino a sus respectivas creadoras, osease las CLAMP, mío solo es el concepto de esta historia y alguno que otro personaje que aparecerá por aquí, como siempre ya aclarado este punto ahora si que comience la historia (n.n)

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«Llevaba una buen rato caminando en círculos, perdido en una inmensa nada; en la que a penas y si podía ver mas haya de sus narices, pues una densa bruma blanca lo cubría todo, empezaba a exasperarse, ya que hasta ahora no había encontrado una salida viable a ese enorme laberinto que era totalmente desconocido para él.

El joven giraba desesperadamente su cabeza en todas direcciones, intentando con ello ubicar algún camino que lo llevase a la salida, sin embargo, solo lograba percibir algunas sombras entre la espesa niebla que lo rodeaba, no sabia con exactitud cuanto tiempo llevaba perdido, caminando sin un sentido o dirección fija, la única pista que tenía sobre su paradero era el agua que corría bajo sus pies, suponiendo que se encontraba en una especie de arroyo o algo parecido.

Estaba a punto de dejarse caer en la desesperación total, cuando una diminuta señal hizo que se reincorporara rápidamente... era una pequeña luz que se divisaba a lo lejos, el muchacho de cabellos castaños corrió con todas sus fuerzas hasta el lugar de donde provenía la hermosa luminosidad de tonos multicolores.

Al acercarse pudo entrever, aun a pesar de la neblina, pequeñas mariposas luminosas revolotear en ese punto exacto, tal parecía que de ellas irradiaba la luz misteriosa, sin pensarlo se acerco hasta donde estas se encontraban, pero al advertir su presencia las mariposas se desvanecieron lentamente en el entorno.

Viendo aquello, el joven corrió aun mas desesperadamente hacia ellas, sin querer dio un paso en falso, tropezando con su propio pie, lo que ocasionó que cayera abruptamente al piso, quedando totalmente empapado y en medio de la oscuridad absoluta, viendo frente a sus ojos de color avellana, desaparecer completamente la luz que hasta hacia unos momentos iluminaba aquellas penumbras.

De pronto, sintió una presencia realmente cálida a su alrededor, esto le obligo a alzar la mirada para averiguar de que se trataba, mas en el instante que sus ojos se cruzaron con la pequeña esfera de luz que flotaba frente a él, esta se hizo mas brillante, iluminándolo completamente e impregnando su cuerpo de una cegadora luz blanca, por un momento el tiempo se detuvo, al sentir dentro de su pecho un fuego conocido, que le recorría enteramente de pies a cabeza, elevándolo varios centímetros del suelo, mientras la brillante luz se tragaba todas las tinieblas a su alrededor.

Cuando la luz fue disipada, una oscuridad mas profunda y negra que la anterior se apodero de todo, solo se podía ver el circulo dorado bajo los pies del chico, quien paulatinamente fue despertando completamente del momentáneo trance, al mismo tiempo que su cuerpo descendía lentamente hasta tocar tierra.

Pero al contacto de sus pies con el suelo, el lugar entero comenzó a sacudirse bruscamente, todos sus sentidos se alertaron ante lo repentino de aquel acontecimiento.

Quiso escapar del lugar, pero ya era demasiado tarde, varias grietas se abrieron en el piso, y aunque pareciera increíble, todas se dirigían justo a donde él se encontraba situado.

El agua bajo él se drenaba conforme las grietas crecían de tamaño, en un abrir y cerrar de ojos el lugar completo se partió en dos, sin poder evitar quedar justo en el medio del quiebre, con desesperación intentó aferrarse a la orilla, mas no pudo hacerlo, pues cuando la abertura se hizo mas grande, el suelo entero colapso, cayendo sin remedio a lo profundo del abismo, lo ultimo que se pudo escuchar fue un grito desgarrador que se perdía en el vació de aquel oscuro acantilado...»

Capitulo 1

La Especial Visita del Otro Mundo

El joven abrió los ojos de golpe sin estar todavía conciente de si, tomando con algo de rudeza lo que sintió como una amenaza, mas al ver con mayor detenimiento aquello que había atrapado con el agarre de su mano, le soltó rápidamente.

- L-lo... ¡lo lamento...! – dijo entre sorprendido y alarmado, al ver la cara notoriamente asustada de la joven que tenia de pie frente a él.

Por unos momentos ella no dijo nada, aun no salía de la sorpresa que le causo el joven cuando sin mayor aviso la tomo bruscamente del antebrazo, luego de que esta lo meciera insistentemente para despertarlo, pues al parecer estaba teniendo una clase de pesadilla.

- Sya-Syaoran ¿te encuentras bien? – articulo al fin, pero sin dejar de mirarle recelosamente.

- Si... solo tuve un mal sueño... – se expreso con aparente calma, sin poder reprimir el impulso de llevarse una mano a la cabeza, sintiendo nuevamente como algunas gotas de frío sudor corrían por su frente, siendo esa la tercera vez en esa semana que tenia el mismo sueño – perdona por haberte asustado Sakura... – le decía mas tranquilo mientras se enderezaba un poco para tomar asiento en la orilla de la cama.

- Descuida... – le sonrió con mayor tranquilidad, al parecer el susto ya se le había pasado, así que calmadamente tomo asiento a su lado – puedo preguntar ¿qué era lo que estabas soñando?

- E-eran... eran tonterías solamente... – le resto importancia para no alarmarla, aunque si bien en el fondo él si empezaba a inquietarse, ese no era un sueño normal, pero tampoco estaba seguro de que fuese una de sus premoniciones, ya que estas no se habían vuelto a presentar desde que perdiera sus poderes dos años atrás, así que hasta el momento no le había comentado nada a nadie, no quería preocupar en vano a Sakura y mucho menos a su madre, ahora que podría decirse que todos vivían felices y en calma.

- ¿Seguro? – le miro fijamente a los ojos, no estaba muy convencida de lo afirmado por el chico – porque parecía como si ese sueño fuera realmente terrible.

- Te juro que todo esta bien... – mintió, tratando de que sus palabras fueran creíbles, ya que si había alguien a quien no podía engañar fácilmente, esas eran su madre y la joven de ojos esmeralda que ahora lo acompañaba – por cierto Sakura... – su semblante cambio un poco, fijando suspicazmente sus ojos avellana en la figura de la chica – puedo saber... ¿que haces levantada tan temprano?, y sobre todo ¿qué se supone que estas haciendo en mi habitación?, si Kerberos descubre que no estas en tu cama, vamos a tener problemas – alzo una ceja, mirándole inquisitivamente de pies a cabeza, obviamente se acababa de levantar, pues aun tenia el cabello bastante despeinado, sujeto por el intento de trenza en su cabeza, al ambarino le parecía que entre ella mas dejaba crecer su cabello, mas difícil le resultaba mantenerlo bajo control, además de todavía estar enfundada en la pijama rosada de pantalones y playera de mangas largas, que era completada por las pantuflas de conejitos blancos.

- Hoe... – la pregunta le tomo tan desprevenida que se quedo sin habla por unos segundos, eso fue hasta que sus ideas se dignaron a coordinarse otra vez, definitivamente levantarse tan temprano le afectaba un poco – pues yo... yo quería ser la primera en felicitarte Syaoran...

- ¿Felicitarme? – preguntó enteramente confundido, sin comprender muy bien a beneficio de que era la felicitación – ¿por qué?

- ¡¿Cómo que por qué?! – le miro asombrada ¿acaso sería posible que hubiese olvidado que día era? – pues por que mas va a ser... – su semblante cambio para mostrarle una gran sonrisa – felicidades por tu cumpleaños numero diecisiete Syaoran... – sin mayor preámbulo le abrazo, aunque si bien el chico aun se encontraba algo desubicado.

- Pero si mi cumpleaños no es hasta el trece... – argumento el castaño, mientras la joven se apartaba un poco de él para verle entretenidamente, aun no podía creer que a este se le hubiese olvidado su propio cumpleaños.

- ¿Y hoy es...? – mostró cierta diversión al ver el rostro confundido del joven.

- Trece... – murmuro él, al recapitularlo mejor, el extraño sueño aun nublaba sus ideas – lo había olvidado por completo...

- Hay Syaoran, y luego dices que yo soy la despistada... – dijo entre risas, viéndolo con ternura, al notar el encantador sonrojo que se había formado en las mejillas del chico, producido por la vergüenza que le causaba su atolondramiento – y ahora que parece que ya te has acordado, lo repito... – se aclaro un poco la garganta para después alzar la voz lo mas fuerte que pudo – ¡FELIZ CUMPLEAÑOS! – y le dio un nuevo y mas efusivo abrazo que el anterior – que cumplas muchos, muchos, muchísimos años mas mi querido Syaoran...

- T-te… te lo agradezco... – aunque con menor entusiasmo, correspondió felizmente el abrazo.

- Y ahora... – se aparto calmadamente de él, llevándose las manos a las bolsas del pantalón de su pijama azul claro – déjame ver, donde lo puse... – el chico le miraba con algo de curiosidad, tal parecía que no encontraba lo que buscaba, a pesar de que solo tenía dos bolsas en donde buscar – ah, aquí esta... – sonrió triunfalmente, sacando un pequeña tarjetita dorada de nos mas de 5 x 8.5cm, la que entrego al ambarino.

- ¿Y esto? – al tomarla miro algo confundido la pequeña tarjeta.

- Es tu regalo de cumpleaños... – le dijo con una radiante sonrisa en los labios, mas el chico aun no acaba de comprender para que se suponía que servia la susodicha tarjeta.

- Es muy bonita, pero... – le reviso una y otra vez por ambos lados, sin encontrar nada escrito, solo tenia impresas un par de líneas negras en una de las orillas y aparte tenia grabado un escudo con un dragón texturizado en alto relieve – ¿para que es...? – le preguntó algo apenado.

- Jejeje... – la chica rió nerviosamente luego de no haber mencionado lo mas importante – perdóname Syaoran, estaba tan feliz por haberlo conseguido que se me paso decirte lo que era... este es un cupón de regalo de las tiendas del mundo mágico.

- Y... ¿cómo voy a utilizarlo aquí? – mostró sus reservas, pues ¿como se suponía que haría valido el cupón?, si por el momento ni ella, ni mucho menos él, podían pisar el mundo al que pertenecía la chica.

- Ah, es muy sencillo, solo escribes en el reverso de la tarjeta el regalo que deseas y unos segundos mas tarde aparecerá mágicamente frente a ti... – le señalo paso por paso – tu obsequio se te enviara sin importar si estas en el mundo humano o en el mágico, es muy útil, ya que así siempre recibes el obsequio perfecto.

- Pues en este momento no se me ocurre nada que pedir... – decía pensativo, mientras examinaba detenidamente la pequeña tarjeta.

- Descuida Syaoran, el cupón te sirve por un año...

- Pero... ¿cómo fue que lo conseguiste? – finalmente levanto la vista de la tarjetita dorada, para verla a ella de reojo, con notoria sospecha reflejada en el ámbar de sus ojos.

- Me costo algo de trabajo pasarlo de contrabando, pero Nakuru me ayudo bastante para poder lograrlo sin que nadie se diese cuenta... – confeso, aunque restándole mínima importancia al hecho del contrabando – espero que te haya gustado...

- Por supuesto que me gusta – se adelanto a decir, dejando para después el tema del contrabando, aun era muy temprano para ponerse a discutir y de seguro como siempre, esta terminaría por minimizar el asunto sin darle importancia – aunque es algo extraño que yo mismo escoja mi regalo

- ¿Tú lo crees?, sabes, en Clow es mas extraño que te den un obsequio como lo hacen aquí... – reflexiono ella despreocupadamente – como sea, es tiempo de que me valla... – con suma tranquilidad se puso de pie, mas no había dando ni dos pasos cuando se giro nuevamente a donde el chico se encontraba, al parecer había recordado algo importante – ah... y antes de que se me olvide – se agacho un poco, sorprendiendo por un instante al joven, al tomar inesperadamente su rostro entre sus manos para darle un tierno beso en los labios – eso también venia incluido con el regalo – le murmuro bajamente al separarse un par de centímetros de él.

- ¿Y no pudo haber sido esto primero...? – bromeo con igual tono de voz, aunque ostentando una sonrisa bastante complacida en el rostro.

- Creo que no... – dijo entre risitas, pues al parecer este no había quedado en absoluto satisfecho con un solo beso, ya que posesivamente atrajo a la muchacha hacía él, depositando unos cuantos mas en sus labios antes de dejarla ir – Syaoran no tenemos tiempo para esto... – le decía apartándose paulatinamente, al verse obligada en esta ocasión a hacer caso a lo que su cerebro le estaba recordando justo en esos momentos – hay que arreglarnos o se nos hará tarde para la escuela... – el chico no pudo evitar dar uno hondo suspiro de resignación.

- Esta bien... – accedió, y aunque de no muy buena gana, la dejo ir.

- Entonces nos veremos en un rato mas... – se despidió animadamente antes de retomar su camino hacia la puerta, cerrándola tras de si al asegurarse de que en el pasillo no hubiera moros en la costa, haciendo especial referencia en cierto peluche volador parlante de color amarillo, quien a pesar de su diminuto tamaño era el guardián de la joven, lo que provocaba que a veces se comportara bastante sobre protector con ella, pero mucho mas cuando estaba al lado del chico de ojos ambarinos.

Cuando se marcho, el muchacho trigueño dejo caer el peso entero de su cuerpo sobre la mullida superficie de la cama, dando un hondo suspiro en el transcurso, pero sin apartar la sonrisa de sus labios al ver la tarjetita dorada que aun sostenía en su mano derecha; esa chica era única, jamás dejaba de sorprenderlo, solo a ella se le ocurriría darle un regalo tan especial como ese, pero sobre todo, imaginaba el enorme trabajo que le habría costado conseguirlo sin que sus padres se dieran cuenta.

Al mirar la tarjeta no podía dejar de preguntarse que pediría, la verdad era que tenia todo lo que podría desear, empezando por la compañía de esa dulce joven, quien dos años atrás había decidido renunciar a todo, incluso a su magia por permanecer a su lado, dejando a su familia y el mundo al cual pertenecía.

Él mejor que nadie sabia lo difícil que había sido para ella tomar esa decisión, ya que él mismo la había tomado cuando creyó haberla perdido para siempre, pues al igual que su amada, él también estuvo dispuesto a dejarlo todo con tal de estar con ella, aunque sus planes no resultaron exactamente como esperaba, ya que al llegar al mundo al que esta pertenecía, le fue revelado un extraordinario secreto que los involucraba a ambos, pero sobre todo a él, quien hasta la fecha no estaba seguro de poder creer todo lo que le ocurrió en aquel viaje, en el cual él resulto ser un hechicero, un ser que hasta entonces creía solo se trataba de un cuento de hadas, pero no era cualquier hechicero, no, él era el pilar mas poderoso de todo el mundo mágico, ni en sus sueños mas descabellados imagino que en su interior dormía tal clase de poder y mucho menos que este le serviría para salvar de la destrucción a un mundo entero de la mítica bestia que intentaba, "literalmente", devorarlo.

Algunas vidas se perdieron en ese entonces, entre ellas las de cuatro de los guardianes que protegían toda la ciudad de Clow del ataque de la bestia llamada Caos, de hecho, su amada también estuvo a punto de morir, mas él sacrifico todo su poder mágico para salvarla, mismo que también sirvió para regenerar la sala de los pilares, el lugar en el que se mantenía el balance de aquel mundo, haciéndola autosuficiente para que nunca mas otra vida fuera consumida con tal de mantener el equilibrio de la naturaleza.

Al cerrar los ojos, un sin número de imágenes se agolparon en su cabeza, de un momento a otro sus recuerdos se entremezclaron con los sueños que había tenido últimamente, esto lo confundió bastante, al no entender qué relación había entre estos. Sin embargo, decidió no darle mas vueltas al asunto, pues por más que intentaba buscarle una lógica no la encontraba, así que opto por dejar de lado sus pensamientos y prepararse para bajar a desayunar.

El castaño no tardo mucho en estar listo, ya se había arreglado y ahora portaba el uniforme de la preparatoria, este, a diferencia del de la secundaria, en el que únicamente resaltaba la corbata roja pues en su totalidad era de color negro, consistía en pantalones y corbata negra, camisa blanca de vestir y saco azul claro, dejando su pijama de shorts negros y playera verde debidamente doblada sobre los pies de su cama ya tendida.

Contrariamente a su vecina de habitación, a este le gustaba ser muy ordenado con sus cosas, todo en su cuarto estaba meticulosamente acomodado, desde los libros en los estantes sobre su escritorio, hasta su ropa, alguna colgada y otra perfectamente doblada en los cajones del armario.

Como cada mañana, bajo las escaleras que daban a la planta baja de la casa, llegando así a la cocina donde su madre estaba preparando el desayuno.

- Buenos días... – saludo amablemente a su madre, una hermosa mujer de largos y lacios cabellos negros, sujetos en una coleta alta, quien rápidamente dejo lo que estaba haciendo para dirigirse a él.

- Buenos días Syaoran... – le sonrió alegremente, acercándose a su hijo para darle un fuerte abrazo y un beso en la mejilla – feliz cumpleaños querido.

- Gracias mamá... – él también sonrió levemente, inclinándose un poco para corresponder igualmente al abrazo, en los dos últimos años el chico se había dado un ultimo estirón, siendo ahora mucho mas alto que su madre, a quien antes y a penas le llegaba a la altura superior de la oreja, a decir verdad esos no fueron los únicos cambios, ya que sus facciones se habían afilado bastante, resultando sumamente atractivo al ver de cualquiera de las féminas de su escuela, quienes indudablemente se sentían bastante celosas de cierta joven de mirada esmeralda, al haber atrapado a uno de los chico mas apuestos y populares de la preparatoria.

- Buenos días tía, buenos días Syaoran... – saludo la recién llegada, quien había aparecido justo cuando el joven se separaba de su madre.

Esta también había experimentado algunos cambios físicos durante su estancia en ese mundo, creciendo unos cuantos centímetros, lo que estilizó mucho más su delgada figura y acentuó definitivamente sus femeninas curvas, viéndose mucho más atractiva y madura de lo que era antes.

- Buenos días Sakura... – correspondió al saludo la mujer de cabellos negro azabache, quien estaba notoriamente sorprendida al verla levantada tan temprano, mas no dijo nada y simplemente se limito a invitarla amablemente a tomar asiento para servirles tanto a ella como a su hijo el desayuno que había preparado.

Hacia año y medio que los tres o mas bien dicho cuatro, (si contaban al felpudo guardián de la castaña), vivían solos, puesto que Yamazaki y Chiharu, dos chicos que vivieron por un tiempo como huéspedes en la casa, al casarse se habían mudado a un pequeño departamento en las afueras, luego de que el primero terminara la universidad.

Acabado el desayuno, los jóvenes se dirigieron a la puerta principal, tal parecía que por primera vez en muchísimo tiempo llegarían temprano a la escuela, y es que después de todo lo que habían vivido, ya empezaban a creer que en su destino estaba escrito que sin excepción alguna todos los días se les haría tarde para llegar a la escuela.

Aunque si bien la culpa solo se aplicara a uno de los castaños, puesto que era a Sakura a quien se le dificultaba poder levantarse temprano, lo que por ende daba como resultado que cada mañana tanto ella como el ambarino se retrazaran y llegasen a penas, casi con los segundos contados, a la primera clase del día.

De hecho, al muchacho ya estaba pareciéndole extraño el no tener que correr todo el maratón de camino a la escuela, pero mas extraño le resultaba poder entablar una calmada conversación en el camino con su novia, sin el ajetreo de hablar entrecortadamente por la agitación y la falta de oxigeno en sus pulmones.

- No te parecería divertido ir a bailar hoy por la noche... digo, ya es fin de semana y pues estaría bien salir a divertirnos un poco... – ella hablaba de lo mas animada, aunque si bien al chico no le agradaba en lo absoluto el rumbo por el que iba aquella conversación, pues en el fondo este ya se imaginaba cuales eran las verdaderas intenciones de la castaña – es mas, que te parece si nos organizamos e invitamos a Eriol, Tomoyo y Mei Ling para que nos acompañen...

- ¿Sakura...? – el chico la interrumpió antes de que pudiera decir algo mas.

- ¿Q-que pasa? – le miro extrañada, al percatarse de la seriedad con la que le había llamado.

- Quiero creer que tu me conoces mejor que nadie... – le dijo tranquilamente, sin dejar de fijar su vista en el camino que transitaban – y por eso ya sabes cuales son mis gustos y las cosas que me desagradan...

- S...si... – respondió con cautela, al percibir cierta frialdad en sus palabras.

- Genial, me alegra saber que me conozcas tan bien y que luego de lo que paso el año pasado, sepas cuanto odio las fiestas de cumpleaños... – se giro para verla con una gran sonrisa, que la muchacha no supo interpretar si era de "me da gusto que me conozcas" o "si me organizas otra fiesta de cumpleaños, nunca en la vida vuelvo a dirigirte la palabra".

- Bi-bien pues... – vaciló, dejando entrever bastante nerviosismo de por medio, las palabras del chico solo le daban a entender que el plan que con tanto cuidado había organizado junto con Mei Ling y Tomoyo, no iba a resultar exactamente como lo tenia calculado, y es que cuando organizo la fiesta del año anterior, ella que iba a saber que este era un declarado grinch anti-fiestas de cumpleaños, por lo que creyó que este año lo mejor seria no decirle nada al ambarino, así no estaría quejándose todo el tiempo, diciéndole una y otra vez que no quería que le organizara nada, de hecho, si mal no recordaba, en aquella ocasión los dos habían tenido su discusión mas fuerte desde que eran novios, cuando a ultima hora este se negó a asistir, mas al final, y como siempre, quien resulto victoriosa fue ella al imponer su voluntad sobre la de él.

- Y mucho mas las fiestas sorpresa... – agrego de forma tajante, dejando sin argumentos validos a la joven, que jamás imagino que después de todos los esfuerzos que había hecho para que él no se diera cuenta de sus intenciones, todo indicaba que este ya sabía todo lo relacionado con la pequeña celebración que había organizado para festejarlo.

- Jejeje... – la joven empezó a reír nerviosamente, pues prácticamente todo ya estaba listo para la fiesta; el lugar, un café del centro, los invitados, que eran todos sus compañeros de clase, además de uno que otro amigo cercano, la comida y la música, así que si el chico se negaba a ir, su esfuerzo habría sido en vano.

Ella no dijo nada mas el resto del camino, estaba muy concentrada pensando en lo que haría ahora para solucionar el pequeño inconveniente, y es que a penas llegaron a la escuela esta se aparto de su acompañante, para ir en busca de su mejor amiga a pedir auxilio, el castaño no le dio importancia y se quedo en uno de los pasillos, ordenando algunos libros en su casillero.

- Buenos días Syaoran... – al oír como lo llamaban este se volvió hacia esa persona para devolver el saludo.

- Ah, eres tu Eriol... – regreso nuevamente su vista a sus libros, sin prestar mayor atención al otro joven, quien se recargó tranquilamente sobre un casillero contiguo al suyo.

- ¿Y que se siente cumplir diecisiete años...? – dijo casualmente el joven de cabellos negro azulados, mirándole de reojo.

- Se siente igual que si tuviera dieciséis o diez o siete... – se expreso un tanto sarcástico – realmente para mi hoy es un día como todos, no le veo lo especial.

- Si, olvidaba cuanto detestas cumplir años... – sonrió divertido, al ver la expresión evidentemente enfadada de su amigo – pero vamos, todos tenemos que hacernos viejos tarde o temprano...

- Sabes que mi no me importa envejecer, podría cumplir cien años y seguiría sin entender el motivo de hacer una fiesta por una fecha que para mi es como cualquier otra.

- Así que ya te enteraste... – inquirió de manera suspicaz el de ojos como zafiros, viendo entretenidamente a su mejor amigo, quien ya cerraba su casillero y se llevaba la mochila a los hombros.

- Si, lo supe casi desde que Sakura empezó a organizarlo todo... – suspiro cansado.

- ¿Y por que no le dijiste que no querías que te organizara nada? – le hablo calmadamente, sin quitarle esa suspicaz mirada de encima.

- Intente decírselo una y otra vez, pero al parecer ella no me entendió o no quiso entenderme... – se mostró hasta cierto punto fastidiado.

- Bien mi querido saltamontes... – se dirigió a él con su burla acostumbrada – tendrás que aguantarte, ya es demasiado tarde para cancelarlo todo, Sakura invito prácticamente a la mitad de la escuela a la fiesta.

- ¡¿A la mitad de la escuela?! – le miro completamente incrédulo.

- Si, todos estaban muy emocionados con la invitación y rápidamente aceptaron ir...

- Espera un momento¿dijiste todos?... – le miro de manera fulminante – ¿acaso tu también tuviste que ver con esto?

- Solo me encargue de invitar a algunos conocidos...

- ¿De cuantos conocidos estamos hablando? – le cuestiono de forma acusadora.

- Unos doce... – adopto una postura pensativa, al verlo, el castaño solo pudo rodar los ojos con cansancio – ¿o eran veinte?, ya no me acuerdo...

- No puede ser... – murmuro derrotadamente.

- Animo hermano, no puede ser tan terrible... – le dio unas palmaditas en la espalda a manera conciliadora – además Sakura trabajó muy duro...

- Lo sé... – dio un hondísimo suspiro cansado – solo por eso lo tolero.

- Entonces iras... – más que preguntar, lo dio por un hecho, ya que desde que Sakura había entrado en su vida, el chico de mirada avellana raramente le negaba algo a esta.

- Si no hay otro remedio... – se expreso fatigadamente, en sus palabras se escuchaba algo de pesar.

- Créeme, no lo hay... – el peliazul sonrió con su típica actitud burlona – a menos que quieras dejar en ridículo a tu novia.

- Sabes que no puedo hacer eso... – le miro derrotado, mientras cerraba desganadamente su casillero, dándose la media vuelta para continuar su recorrido por el pasillo, hasta el salón donde tendría la primera clase del día.

- En ese caso, solo te queda resignarte... – el peliazul le siguió por un rato, hasta llegar a la intersección de otro pasillo, donde se despidió de su amigo ya que su clase era en un salón distinto al de él – como sea, yo te dejo, nos veremos en el almuerzo.

- Esta bien, adiós... – dijo sin siquiera dirigirle la mirada, siguiendo su camino, de nada le serviría seguir quejándose, lo hecho, hecho estaba, ahora solo le quedaba aguantarse y seguirle la corriente a Sakura, con quien sin duda seria mas claro el año entrante sobre "nada de fiestas" y eso incluía las fiestas sorpresa.

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Aunque Tomoyo le dijo que no se preocupara, que todo saldría bien, Sakura no podía dejar de sentirse abrumada por lo que estaba ocurriendo, no, Syaoran no podía estarle haciendo eso, no podía rehusarse a ir, y es que después de la insinuante platica de la mañana él no toco el tema de la fiesta el resto del día, la chica quería hablar de ello, pero el castaño simplemente la eludía o simplemente cambiaba el tema de conversación.

Ella lo conocía bastante bien y ya estaba previendo lo que ocurriría por la noche, primero, él argumentaría que se encontraba cansado y se negaría a ir al café, por lo que ella terminaría revelándole todo lo relacionado sobre la fiesta sorpresa para intentar convencerlo, y a pesar de eso él se safaria de ir con la excusa de que claramente le había dicho todo el mes que no quería ninguna celebración por su cumpleaños, entonces todos los invitados se encontrarían ya en el café, preguntándose que rayos había pasado con el festejado, quien no daba señas de vida por ningún lado y ella mientras tanto quedaría en ridículo al dar una absurda disculpa sobre la ausencia del mismo.

- "No, no, no..." – la castaña sacudió negativamente la cabeza – "deja de pensar en tonterías Sakura" – se decía a si misma, mas sin poder apartar esos pensamientos negativos de su mente – "todo saldrá bien, ya lo veras" – intentaba darse ánimos, pero la negativa actitud del chico no le daba muchas esperanzas que digamos.

- Sakura... ¿te sucede algo malo? – de pronto sus pensamientos se vieron interrumpidos por la voz de su acompañante, quien desde hacia un buen rato observaba en silencio los extraños movimientos que la joven hacia con sus manos y su cabeza.

- ¿Hoe...? – estaba tan prendida de sus pensamientos, que había olvidado completamente al joven de ojos ambarinos que caminaba junto a ella. Luego de un largo día de escuela, los dos regresaban finalmente a casa – eh, no, nada, no me pasa nada jejeje... – le sonrió apenadamente, desviando su mirada en otra dirección – Syaoran yo... – quiso reentablar la conversación pendiente, pero tal y como había ocurrido todo el día, el chico cambio inesperadamente de tema.

- Sabes, es extraño que nadie en a escuela, ni siquiera Mei Ling se haya acordado de mi cumpleaños... – el chico se salió por la tangente, dejando frustrados los planes de la castaña de hablar sobre la salida por la noche.

- ¿En serio...? – siguió desviando la mirada, intento no verle de frente para no hablar de mas, se había prometido no mencionar nada de lo de la fiesta, a menos de que no le quedara otro recurso – no me di cuenta... – disimulo indiferencia, lo que hizo al chico sonreír, pues era mas que obvio que él ya estaba enterado de su encubierta celebración, teniendo claro que nadie lo había felicitado solo porque la castaña se los había pedido para no arruinarle la "sorpresa", así que decidió torturar un poco mas a la chica.

- Aunque después de todo es un alivio... – dijo con total calma, al parecer sin afectarle lo mas mínimo el hecho de que nadie en toda la escuela hubiese recordado esa importante fecha, eso sin contar a Eriol, quien había confirmado todo lo que él ya suponía.

- ¿P-por... por qué lo dices? – titubeo, al ver de reojo la expresión tan relajada y hasta feliz del chico.

- Por que odio las felicitaciones, sobre todo de gente que ni conozco o con la que no me llevo bien... – sonrió felizmente, dejando mas abrumada de lo que ya estaba a la joven de ojos verdes – sabes, este ha sido un cumpleaños perfecto...

Luego de escuchar lo último, la castaña ya no sabia si ponerse a llorar o golpear al chico por ser tan antisocial y desconsiderado, definitivo, era un caso perdido seguir con aquello, tendría que hablar con Tomoyo y tomar una decisión emergente.

El resto de la tarde cada uno se la paso encerrado en su habitación, uno quien sabe que haciendo y la otra llorándole sus penas a su mejor amiga, quien trataba de animarla, pero era imposible, la hora señalada se acercaba, su amiga la convenció de hacer un ultimo intento de hablar con Syaoran y si nada resultaba bien, se diera por vencida, y así lo hizo, si las cosas salían definitivamente mal le hablaría a cada uno de los invitados para avisarles que la fiesta se había cancelado.

Dejo escapar un cansadísimo suspiro, antes de llamar a la puerta de la habitación del castaño, esta vez la escucharía y ninguna excusa le valdría al chico para evitarla.

- Bien, llego la hora... – se murmuro a si misma para armarse de valor, llamando en tres ocasiones continuas, a penas la puerta se abrió esta no espero a hacerse ser escuchada – ¡esta vez no te vas a escapar Syaoran Li!, necesito que hablemos y tu me vas a escuchar sin poner otra excusa tonta y además... – la chica se quedo callada al ver la expresión entre divertida y desconcertada en el rostro del chico, el cual se veía muy atractivo con ese atuendo casual pero a la vez elegante que traía puesto, dejando ciertamente sorprendida a la chica, quien al verlo tan perfecto se le tiñeron inmediatamente las mejillas de un color rojo intenso.

- ¿Puedes hablar mas despacio? – dijo él sonriente – casi no entendí una sola palabra de lo que dijiste…

- Yo… este… bien… – esa actitud la tomo un tanto desprevenida que no supo que responder – ¿por que estas vestido así? – dijo finalmente.

- Debería ser yo quien te hiciera esa pregunta ¿no lo crees? – siguió sonriéndole encantadoramente, viéndola disimuladamente de pies a cabeza, la chica estaba usando unos jeans desgastados, con una playera blanca y un suéter azul oscuro con capucha – anda, date prisa y ve a cambiarte o se nos hará tarde...

- Pero… ¿que?…– ante la inesperada actitud del castaño, las ideas de la chica simplemente no se coordinaron en su cerebro.

- No me digas que ya lo olvidaste… – la ojiverde tenia cara de no entender nada, pero él siguió hablando con toda naturalidad – pero si tu misma me dijiste esta mañana que querías ir a bailar…

- ¿Entonces tu…? – su mente confundida fue aclarándose poco a poco, mientras lentamente una enorme sonrisa se iba dibujando en sus afresados labios cuando este hacia un pequeño ademán afirmativo con la cabeza, después de todo no tendría que hacer uso de su ultimo recurso, suplicar para que este aceptara.

- Vamos, apresúrate antes de que cambie de opinión – quiso mostrarle indiferencia, pero la sonrisa en sus labios lo delataba.

Estaba tan feliz por la noticia, que simplemente no pudo reprimir sus impulsos, lanzándose impulsivamente sobre el chico para abrazarlo, depositando un rápido beso en su mejilla.

- Gracias Syaoran… - le susurro al oído antes de separarse e irse casi corriendo a su habitación para que sus harapos se transformasen en un hermoso vestido.

El chico se le quedo mirado satisfecho, pues una sola de las sonrisas sinceras de la chica, bastaba para que él soportase cualquier infortunio que se le presentase, como la fiesta de cumpleaños a la que estaba a punto de asistir, ciertamente no tenia muy buenos recuerdos de sus cumpleaños, ya que hubo uno en especial que lo cambio todo, fue justo el día en que cumplió ocho años, ese día su padre falleció, justo cuando se dirigía a la fiesta del chico, ese era un recuerdo que tanto él como su madre preferían mantener enterrado, por eso era que al chico no le gustaban las celebraciones por su cumpleaños.

Casi estaba segura de flotar en las nubes, sorteándolas de una en una a cada paso que daba, aunque si bien las nueves no eran otra cosa que los escalones que ahora descendía para llegar a la planta baja de la casa.

Ya se encontraba arreglada, portando el hermoso vestido straple, de color rosa pálido y de amplio vuelo en la falda un poco mas arriba de la rodilla, que Tomoyo, su mejor amiga, tan amablemente le había confeccionado para esa especial ocasión, en la que se sentía por primera vez como la digna princesa que era, al caminar apoyada del brazo de su apuesto príncipe de mirada avellana.

Ahora si, todo parecía marchar a la perfección, pues el mismo Syaoran era quien le había sugerido salir, algo que creyó imposible luego de la tortura psicológica a la que este la sometió durante todo el día, mas aun así la chica no lo pensó dos veces y en menos de lo que creyó ya estaba lista para salir.

Y si bien le costo un poco deshacerse de su sobre protector guardián, al que si llevaba escondido, de todas formas actuaría como un chaperon impertinente, al final logró sobornarlo con una considerable ración de dulces y la promesa de entregarle al final de la noche una generosa porción de pastel de cumpleaños para él solo.

De esa manera llegaron a la planta baja, antes de salir se despidieron de la madre del chico, quien se encontraba sentada en uno de los sofás de la sala, leyendo entretenidamente un libro.

- Bien mamá, creo que llegaremos un poco tarde... – le anunció el joven antes de despedirse.

- No te preocupes querido, solo diviértanse... – dijo con una tranquila sonrisa la mujer, dejando la lectura de su libro por un momento al escuchar la voz de su hijo, de antemano sabía de la sorpresa que le tenía preparada su sobrina

- Entonces hasta luego tía... – la castaña se despidió con una radiante sonrisa en los labios, mientras le guiñaba cómplicemente un ojo a la mujer, quien no pudo evitar sonreír ante el gesto, ella igualmente se despidió, no perdiéndolos de vista hasta que estos desaparecieron en el recibidor, para después escuchar claramente como la puerta principal se abría y cerraba, luego de que el castaño ayudara a la chica a ponerse su abrigo, de esa manera fue que Yelan regreso a la lectura de su libro, si bien Sakura le había insistido que los acompañase a la fiesta, ella no quiso hacerlo, pues ya se creía bastante mayor como para andar en medio de celebraciones adolescentes.

Trató de concentrarse nuevamente en el libro, mas un ruido proveniente de la cocina no la dejo hacerlo, seguramente sería Kerberos buscando un aperitivo nocturno, por lo que no le dio importancia, siguió leyendo por unos segundos mas, antes de sentir como alguien tocaba su hombro, sorprendiéndose bastante, rápidamente giró su cabeza para averiguar de quien se trataba.

Su sorpresa fue tal al ver a esa persona parada frente a ella, que la mujer de negros cabellos dejo caer sin remedio al piso el libro que sostenía entre sus manos, quedándose sin poder articular palabras por algunos segundos debido a la fuerte impresión que le provoco la presencia de quien no creyó volver a ver nunca.

- ¿P-papá? – al fin medio articulo, pero de manera titubeante, al encontrarse cara a cara con la flemática e imponente figura de su padre.

- Tanto tiempo sin vernos Yelan... – respondió pausadamente el hombre canoso de barba cerrada, quien miraba calmadamente desde arriba, con sus apacibles ojos grisáceos, el confuso rostro de su única hija.

Continuara...

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Hasta aquí lo dejo, ojala y les haya gustado, la verdad es que como estaba algo trabada en la otra historia que estoy escribiendo ahorita, pues decidí salirme un poco de contexto y escribir este capitulo a ver si mi musa inspiradora me iluminaba y me daba alguna idea para continuar (XD), por ahora no sé para cuando actualice o si continuare publicando (pues como dije al principio esto es algo que andaba dándome vueltas en la cabeza y pues tenia que sacármelo de alguna forma para no quedarme con la espinita por dentro (n.nU), de todas maneras intentare seguir escribiendo y sino pues ya me quite la tentación de cómo quedaría una continuación, como sea, ojala y nos podamos leer en un próximo capitulo...