Lee esta nota si quieres entender la estructura de este fic. : Hola, soy Yisus. Esta vez les traigo una propuesta diferente de fic.
Está basado en la estructura de un juego BL con rutas, cada capitulo tiene el mismo inicio pero llega un punto en que la historia [este- ~o~o~o~o~o~o~firefighterblgame~o~o~o~o~o~o~] de Makoto cambia en base un simple movimiento y su vida amorosa se torna en una dirección diferente.
Puede parecerles cada capitulo un relato rápido pero espero que comprendan que de extenderme mucho esto podría tornarse aburrido.
Ahora, hay 4 rutas diferentes : Rei, Rin, Nagisa, Haruka. Irán apareciendo en ese orden.
Pueden leer la ruta que más les agrade pero...si se pierden de una es posible que no entiendan algunos detalles importantes en la historia por que TODAS tienen relación y todas afectan a las demás.
Ahora, no piensen [y aclaro bien] que Makoto se mete con todos los personajes, son rutas y en cada ruta tiene una relación con uno diferente. Cada ruta revela detalles que no se dijeron en la anterior. Al terminar los 4 relatos es posible que veamos los badend.
Para los que juegan DramaticalMurder me entenderán. Espero que disfruten esta locura y QUE EMPIECE EL JUEGO.
...
Iwatobi es un pueblo costero cuyos templos, localidades y plazas de lo más simples la identifican como un lugar humilde y relajado para vivir. No se dejen engañar, Iwatobi como cualquier ciudad posee los servicios básicos para estar en calma como hospitales, bomberos, policías, escuelas y restaurantes. Aun así la paz se respira en Iwatobi, pocas cosas relevantes o peligrosas suceden y nunca ha sido el foco de ninguna catástrofe. La definen como 'la ciudad perfecta para tomarse un respiro'.
Pero, fuera de todo pronóstico, una explosión repentina activa las alarmas de los bomberos. El pueblo está desconcertado aunque algunos susurros incomprensibles dan explicación a que puede ser lo ocurrido. En lo alto de la colina de Iwatobi una mansión yacía en llamas y los cuerpos de seguridad intentaban mantener a todos en raya.
—Por favor, manténganse alejados—indicaba un oficial mientras abrían paso a los bomberos.
—Todos sabíamos que este día llegaría —dijo un bombero mientras el camión avanzaba a gran velocidad hacia el patio de la enorme casa.
—¿Qué cosa? —preguntó uno, el más joven y nuevo del equipo.
—Que un día el científico loco que vive aquí destruiría algo —el bombero joven observó la casa arder y abrió los ojos al notar que una sombra dentro se movía.
—¡Hay alguien dentro!—se puso el casco rápidamente, tomó el hacha para abrirse paso y tiró la puerta ignorando los gritos de sus compañeros.
—¡Tachibana, es peligroso. No estás autorizado para hacer esto! —gritaba el viejo bombero pero al ojiverde no le importó y se abrió paso a la terrible y voraz llamarada.
Tosía con dificultad intentando subir las escaleras pero las llamas se intensificaban. Notó que la casa era inestable, se calcinaba inmediatamente al igual que los extraños papeles pegados en todas las paredes, o al menos creyó que eran papeles pero al acercarse notó que todos eran dibujos encima de ella, la casa estaban llenos de fórmulas, símbolos, marcas una más tétrica que la anterior. Una de las partes del techo se desplomó y pronto sintió su vida pasar ante sus ojos.
Makoto Tachibana es un joven habitante de Iwatobi con un noble corazón. Conocido y querido por todos, hermano mayor de dos pequeños. Tiene padre y madre, está soltero. Vive en un departamento muy humilde en un tercer piso. Estudio hasta nivel medio y después de un par de empleos decidió por ser bombero y salvar la vida de otros, todos estaban orgullosos de esa decisión, él amaba su trabajo. Su primer misión en un incendio y moriría…
…
…
…
—…ogh…ogh…—un sonido gutural de alguien lo hizo abrir los ojos. Recuperó la conciencia que perdió un par de segundos, sintió el dolor de parte del techo caer encima pero este fue rápidamente removido. A su lado alguien estaba tirado tosiendo con dolo. Se sorprendió y sin pensarlo mucho se incorporó cargando a esa persona.
El pánico, el caos, la angustia de que muriese lo hicieron actuar impulsivo y correr entre el fuego hasta encontrar la salida. Reaccionó del vértigo y solo observó la casa derrumbarse como si hubiera sido un amargo sueño, una cruda pesadilla. El cuerpo que tenía aferrado seguía respirando dificultosamente y gritó llamando a los médicos, todos se pusieron en acción.
Fue tan rápido, tan repentino e intenso que sintió que realmente moriría, que ambos morirían. Con un respirador en la boca intentaba expulsar todo el humo que pudo haber atrapado. Apenas vio a uno de sus compañeros se quitó el respirador y cuestionó preocupado.
—¿Cómo está?
—Le has salvado la vida —el alma la volvió al cuerpo y relajó los hombros —el jefe está molesto pero se le pasará, has hecho lo tuyo, pocos tienen esa convicción. Bien hecho Tachibana.
—Gracias…—volvió a poner el respirador en su boca y observó a aquella persona sentada en la ambulancia cruzando la multitud de gente. Sus ropas, que solían ser blancas tenían leves quemaduras, sus manos tenían vendajes que los paramédicos le pusieron y sus lentes algo rayados por el ajetreo. Su cabello azul, su piel clara y esos ojos purpuras además del ceño fruncido como si estuviese preocupado, mirando fijo a Makoto. El castaño sintió un pinchazo en el pecho, uno que aun con respirador le arrebató el aliento.
Con todo el ajetreo no volvió a ver al misterioso chico que salvó pero no podía quitarse esa idea de la cabeza, la imagen de su mente y el dolor de su pecho al ver esa tristeza en su mirada. Volvió a su trabajo, siguió su vida y para fortuna los días siguientes a ese no presenció ningún incendio solo rescate de gatos. Estuvo en la central de bomberos haciendo un papeleo reglamentario cuando la duda le hizo preguntar.
—Superior ¿Sabe qué pasó con el chico que rescatamos?—el viejo ladeó la cabeza, alzó los hombros y tomó su café.
—Después del incendio y como lo marca el protocolo fue enviado al hospital, a partir de ahí deja de ser asunto nuestro —Makoto suspiró decepcionado, le hubiera gustado saber que hacia tan triste a aquel joven de ojos purpura.
Ese día volvía a su departamento, decidió tomar la ruta larga puesto que el día era hermoso, brillante, algunas nubes al fondo pero nada de que temer. Algunos le saludaban, Makoto sonreía y se sentía en una extraña calma hasta que sus ojos divisaron aquella enorme casa derruida en la colina. Entrecerró los ojos, se acomodó la mochila en la espalda y se abrió paso hacia el lugar.
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El camino serpenteante, los matorrales alrededor y el deplorable y descuidado jardín frontal hacían de aquel lugar alto tétrico, espeluznante. Llegó hasta el pórtico de madera crujiente contra el viento, la pintura carcomida y la casa visible aun desde el exterior través de los enormes agujeros de las paredes. Se asomó en ella y miró aquel cuarto en el que estuvo antes, era un enorme recibidor que en sus tiempos debía de ser hermoso. Entonces notó una sombra dentro, una que capturó su atención. Iba a preguntar si había alguien pero guardó silencio y entró al lugar siguiendo sigiloso a la sombra que había subido a la inestable segunda planta.
Había escalones faltantes, algunos hacían chirridos y otros parecían a punto de hundirte. Makoto se sostenía esperando no caer y al llegar al último escalón alzó la vista mirando un pasillo enorme, calcinado de la parte baja pero cuyo techo tenía aun marcas como las que vio en la casi irreconocible planta baja.
Se abrió paso, escuchó ruido proveniente de una habitación continua y abrió la puerta para encontrarse nuevamente con el chico de bata blanca a punto de lanzar un cerillo en una montaña de desperdicios bajo sus pies.
—¡Detente!—gritó Makoto asustando al joven pero fue tarde, el cerillo había caído y el incendio había iniciado.
—¿Qué hace aquí? Váyase, por favor —exclamó el joven pero Makoto no le escuchó y lanzó su saco contra el fuego pero este era más fuerte y empezaba a expandirse.
—Vamos, fuera de aquí…—intentó jalar de él pero el joven se quedó estático, se negó.
—Váyase, yo me quedaré aquí—dijo cabizbajo mirando el fuego rodearles.
—¿Qué dices? Vamos, antes de que sea tarde —el chico miró al techo y entrecerró los ojos, el cielo afuera se podía colar entre los agujeros y sonrió melancólico.
—Para mí ya es tarde…—una gota en su mejilla rodó sorprendiéndole, otra después de esa y muchas más para apaciguar las llamas, había empezado a llover repentinamente. Makoto sintió el alma regresarle al cuerpo y suspiró aliviado sentándose en el suelo con una sonrisa, creyó que nuevamente estaría frente a la muerte. Miró al joven de lentes quien bajó la cabeza frustrado y se talló los ojos —¿Es que no puedo hacer nada bien? Estoy tan cansado de esto.
—Calma…—Makoto hincado en el suelo sostuvo la bata blanca del joven para que lo observase y lo miró, miró esos ojos verde claro —todo va a estar bien…—le sonrió con dulzura. El sujeto ahí ni siquiera conocía su situación sin embargo era la segunda vez que le salvaba la vida diciéndole "todo estará bien". ¿Qué clase de persona era Makoto?. Pronto lo descubriría mientras el agua arrastraba las penas y terminaba por carcomer como si fuera una bestia varias partes de la podrida casa.
La ropa del bombero era enorme y nada hermosa, el joven de cabellos azules se miraba en el espejo del baño mirando sus levemente rayados lentes pensando que definitivamente estaban arruinadas. Se acomodó los húmedos cabellos y salió del baño encontrando al castaño sentado en la cama.
—¿Quieres algo de comer? —preguntó él con una sonrisa. El chico asintió apenado sin verlo al rostro. En ese momento Makoto notó que detrás de esa cara triste y vestimenta tétrica había un chico tímido, reservado y formal. Esa imagen era más agradable que la de aquel chico triste que llegó a observar. Merendaron juntos un rico caldo, unos bollos y jugo de naranja, estaba muy delicioso y agradeció la comida aunque algo tenía que preguntar, una duda muy grande.
—¿Por qué no has preguntado mi nombre?...—dijo el peliazul mordiendo un pan. Makoto parpadeó y emitió una risa.
—Creí que no estabas listo para decirlo. Yo soy Makoto Tachibana ¿Cuál es tu nombre? —el joven se acomodó las gafas y le miró.
—Ryuugazaki Rei…—Makoto sonrió animado.
—Mucho gusto, Rei. —se podría decir que esa sonrisa fue la única que había recibido el joven en mucho tiempo y era sin duda la más hermosa de todas.—Rei ¿Puedo preguntar qué sucedió?
—Yo…no quiero hablar de eso —bajó la vista. Makoto entendió, debía ser un tema muy fuerte para decidir el quemar todo.
—¿Tienes donde quedarte? Si no lo tienes puedes quedarte aquí —dijo levantando los platos de la mesa echándolos al lava platos.
—No quiero causarle ninguna molestia —Makoto negó riendo hacia el joven.
—No eres ninguna molestia, Rei.
Y así fue como empezaron nuevos días para Rei y Makoto viviendo bajo el mismo techo. El peliazul prometió que sería algo temporal mientras encontraba otra vivienda y el bombero dijo que no había problema alguno, que tomara el tiempo que quisiera tomar. Un día despertó y escuchó el televisor, eran las siete de la mañana y por los sonidos supo que era el noticiero, Rei siempre madrugaba viéndolo. Makoto salió del cuarto despejándose para notar al joven en medio de la oscuridad observando el aparato. Estuvo a punto de llamarle pero notó su expresión de asombro mientras sus manos temblaban sin control.
La voz de la reportera sonaba segura y suave diciendo "…el joven no ha sido encontrado pero la policía tiene un rastro de donde pudo estar. Los mantendremos informados".
—¿Rei?—el ojimorado dio un pequeño salto del susto y empalideció al ver al bombero — ¿Sucedió algo?
—Makoto-san… no, nada…no ha pasado nada solo— sus ojos estaban desorbitados y sus manos aferradas a su cabello temblaban sin control —…necesito descansar…yo…—su mano fue atrapada por la del joven y solo así calmó su temblor.
—Tranquilo, todo estará bien…todo estará bien —dijo abrazándolo protectoramente mientras los ojos de Rei se entrecerraban al borde del llanto.
—Makoto-san….—apretó las ropas del otro y sintió como este tomó su barbilla mirándole fijo, susurrándole que se calmase hasta que, como si se tratase de un imán sus labios se unieron. Fue inconsciente y cuando lo notaron se separaron, sorprendidos, impactados. —…lo…lo siento yo…
—No, disculpa…es culpa mía…—Makoto no sabía dónde meter la cabeza y ambos hacían mohines intentando obtener el perdón ajeno hasta que Rei se detuvo.
—Creo que…puedo contarle que ha pasado.— el castaño le miró más serio.
—Si sientes que estás listo —el chico asintió. Makoto tomó asiento en el sillón a su lado y el otro comenzó su relato.
"Tal vez no me reconozcas por mi nombre pero yo soy el científico que vivía en esa mansión en la colina. Si, sé que suena raro porque me veo joven pero siempre he sido muy entusiasta. Muchos de la comunidad científica tenían grandes éxitos y, a pesar de tener dinero por la fortuna de mis difuntos padres, no había logrado con mis recursos generar nada, solo fracasos. Mis investigaciones empezaron a tornarse más a favor de la medicina, de mejorar la salud de las personas pero nada funcionaba, mis especímenes fallecían. Entonces noté que entre los animales había diversas fortalezas ventajosas para los humanos y pensé ¿Cómo podemos aprovechar eso?...como sea, me reí, era imposible que pudiera hacer algo como eso.
Un día recibí de manos de alguien un químico, dijo que en donde el nació eso era muy valioso y me ayudaría. Podía curar a las personas casi de cualquier mal pero la sanación era temporal. No me fie de sus palabras pero acepté y después de días de pensarlo decidí probarlo en una de mis ratas moribundas ¡Fue un éxito! Esta se recuperó momentáneamente pero pasados los minutos su salud decayó nuevamente. Empecé a realizar pruebas y me envolví en la locura de ese compuesto que tuve una duda ¿Si se coloca en alguien que está a punto de morir podría salvar su vida?.
Aquella pregunta me rondó, no podía dormir viendo el líquido brillante y caí en el mal de esa sustancia. Un día entre mis investigaciones cometí algo atroz, algo imperdonable…. Un joven fue mi conejillo. Lo mantuve dormido en mi laboratorio mientras que día a día las paredes de mi casa fueron mi lienzo para poner todas mis teorías, quería probar la fortaleza de los animales impuestas en los humanos y casi como si lo pidiera …misteriosamente… los animales aparecían en mi portón trasero ….. todo era extraño pero estaba fuera de mí y probé todo hasta que algo empezó a funcionar pero el joven empezó a fallecer. Desesperado tomé el líquido y se lo di a tomar pero su pulso desapareció, no soportó el espécimen.
…
…
Me giré decepcionado y cuando menos noté algo golpeó mi cabeza, todo fue confuso, extraño y miré unos pies correr desequilibrados hacia la puerta. Me abordó el pánico, el chico diría todo y la comunidad científica me señalaría, perdería mi licencia, estaría en prisión solo…solo me quedaba morir y desaparecer toda prueba. Entonces ese día incendie mi casa esperando morir en ella pero …apareciste tú…"
Makoto estaba por demás asustado y se cubrió los labios buscando algún consuelo para Rei pero sus actos habían sido terribles, inhumanos y aun así pareciera que todo fue influencia de la locura que aquel líquido había generado. Hubo un silencio tan pronto terminó el relato y Rei suspiró poniéndose de pie.
—Es peligroso seguir estando conmigo, mejor me voy Makoto-san —el castaño le retuvo y el otro le miró sorprendido.
—Todo va a estar bien Rei…si llega el día en que tengas que enfrentar a la justicia…estaré a tu lado —el otro sintió los ojos arder, los apretó y asintió feliz internamente de no estar solo en eso.
Los días pasaron y la paz en Iwatobi florecía mientras todas las mañanas Makoto despertaba para ver a Rei aferrado al control remoto esperando escuchar noticias del joven. Y el día llegó, ese día en que desistieron de buscar. Rei tiró el control, se talló el rostro y empezó a llorar. Makoto no lo entendía pero tal vez, solo tal vez, Rei estaba preocupado por el estado del joven a quien le arruinó la vida, posiblemente ahora yacía en algún lugar del extenso Iwatobi.
—Parece que él no tenía familia y nadie reclamó la desaparición más que su jefe, por eso no le dieron continuidad. Un testigo dijo que le vio corriendo hacia el mar y desapareció, piensan que se ha suicidado…. —dijo Rei entrecerrando los ojos aun lagrimosos, cansados y suspiró.
—No puedes hacer nada por lo que ya no puedes controlar. ¿Qué te parece si le hacemos una oración en el templo para que cuiden su alma? —dijo sonriendo como si eso lo solucionara todo pero era lo único que se podía hacer. Rei asintió y ese día fueron al templo a rezar por el alma del joven.
Volvieron a casa, nuevamente afuera llovía y Makoto preparaba un té caliente para animar el ambiente. Rei vestía una de las camisas del bombero sentado en el sillón con las desnudas piernas flexionadas hacia arriba. Makoto solo no pudo ignorar ese hecho y se sonrojó levemente llevando la bebida al joven de lentes quien miraba el televisor, esa vez era un documental sobre criaturas del agua.
—Gracias Makoto-san…—dijo tomando el té y colocándolo en su mejilla helada sintiendo como se relajaba —se siente tan bien…
—¿Tienes frio? —dijo mirando sus piernas desnudas, Rei se avergonzó y miró a otro punto.
—Si es solo que los pantalones de Makoto-san me quedan muy enormes y eso no es hermoso…— el castaño rio y rebuscó en un cajón cerca de ahí una cobija. Con amabilidad llegó sentándose a lado de Rei, este le hizo espacio y puso una cobija cubriéndolos a ambos.
—Así es mucho mejor ¿No crees?— Rei se sonrojó levemente y asintió el silencio mientras fuera la lluvia caía y el sonido del televisor se desaparecía. El ojimorado miró al otro, Makoto sonrió y suspiró aliviado.
—Estoy muy agradecido por todo lo que ha hecho por mi desde que me salvó la vida…dos veces…—entrecerró los ojos apretando la taza —estaría muerto si no fuera por usted.
—Sigue viviendo por mi…—susurró en su oído haciéndole estremecer y giró su rostro para ver esa cara pacifica que Makoto siempre tenía. Nuevamente lo arrastró hacia un suave beso, uno muy puro y reconfortante. Makoto quitó la taza de sus manos aun dentro del beso dejándola en el suelo mientras las manos de Rei se aferraban a sus mejillas y sus labios pedían un poco más de contacto.
Las manos del otro temerosas, con duda, se colaron por las piernas haciéndolo temblar, se escuchaba su respiración dudosa, sus ojos se buscaban mientras Rei caía lentamente contra el sillón y la cobija cubría a ambos hasta la cintura. Una ronda nueva de besos, de caricias indiscretas, de susurros indescriptibles y ropa que sobraba.
Makoto se desprendió de su camisa mostrando su bien formado cuerpo haciendo temblar al otro quien en silencio acarició los músculos, bajó por ellos y se detuvo al sentirse observado, disculpándose con pena. El otro rio divertido y empezó a quitar la camisa del científico hasta quedar en igualdad de condiciones. Besaba sus hombros, lo hacía gemir, arquearse hasta que su mano curiosa se coló por detrás en su ropa interior, se abrió paso y el otro accedió hasta aquella zona. Un dedo entró lento, doloroso, Rei se quejó pero le pidió que no se detuviese mientras sus labios se encontraban para callar los quejidos hasta que solo el índice se humedeció abriendo paso a otro más, haciéndole sonrojar, pedir más.
Un tercero fue suficiente, no saben en que terminó el programa de televisión y la lluvia no paraba. Makoto sacó los dedos de su interior y desprendió la ropa restante de Rei observándolo, viendo ese carmesí en sus mejillas, esa mirada avergonzado y la leve lagrimilla que se colaba, simplemente encantador. Bajó el cierre y sus prendas descendieron un poco mostrando su falo altivo sorprendiendo al peliazul.
—Si necesitas que pare me lo puedes decir…—Rei tembló ante esas palabras y asintió entrecerrando los ojos. Le recibió abriendo las piernas, permitiéndole entrar, Makoto aceptó el alojamiento y se abrió paso lento en las estrechas paredes permitiendo que Rei le encajase las uñas moviéndose lento y seguro contra él hasta llegar a un punto —Rei… ¿sabes? Eres hermoso…
Y aquellas palabras fueron suficientes para derretir el corazón del científico quien soltó una lágrima de felicidad. Ningún gran experimento y descubrimiento superaba la alegría que sentía en ese momento, el amor en las palabras del bombero. Makoto empezó a moverse contra él lento haciéndolo entreabrir los labios pero soportando los ruidos, las sensaciones. Aumentaba la velocidad llegando a ese punto donde Rei perdía la cabeza, cubriéndose los ojos mientras el otro se aferraba a sus caderas, mientras el sillón hacia un ruido rítmico que se opacaba con la lluvia.
Le acariciaba la virilidad mientras intensamente se movía contra él, Rei no podía con tanto, sus sentidos se perdían en los brazos de Makoto quien se pegó hacia él, lo hizo temblar, aferrarse de su cuello y después un par de estocadas, un grito por parte del peliazul y todo culminó en ambos arrojando su semilla.
Cansados se quedaron ahí abrazando mientras la lluvia afuera caía, mientras en una sonrisa sus labios se juntaba con los ojos entrecerrados, para después mirarse fijo, pensando que definitivamente fue una suerte salvarle la vida porque ahora Makoto sentía que había sido salvado por él.
Tiempo después Rei decidió abandonar la comunidad científica, no volaría más alto, tampoco estaba mal rozar la tierra si era junto con el bombero. Ahora daba clases en una escuela los niños le adoraban y diariamente preguntaban por el señor bombero. Rei amaba su trabajo, sentía que si le arruinó la vida a una persona ahora haría felices a los demás. Nunca supo de donde vino esa sustancia, ni que fue del joven pero sabía dónde quería estar y ese lugar era a lado de Makoto.
Happy End Complete [Makoto x Rei]
Next Mission [Makoto x Rin]
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¿Les está gustando esta idea? Espero que si.
-Yisus
