HARRY POTTER Y EL REGALO DEL FÉNIX


CAPÍTULO I – Milagros Post-Voldemort.

Habían pasado ya más de tres horas desde que los insistentes rayos del sol se colaban por los ventanales de la parte más alta de la torre de Gryffindor, sin lograr volver a la conciencia, el espigado y fuerte, pero muy cansado cuerpo de un joven de casi 18 años que por fin conciliaba más de ocho horas seguidas de sueño, hecho que no había logrado desde hacía varios días, estaba laxo. Él seguía ahí tendido en su cama, boca arriba y con los brazos extendidos, sin sus gafas, con su varita recién reparada aferrada al puño derecho y con la misma ropa que había usado los últimos días.

Descansaba por fin de horas saturadas en extremo de emociones y sentimientos que eran una colección de miedo, tristeza, determinación, odio, valor, perdón y amor… hechos de vida y de muerte que ahora adornaban un sendero lleno de pesar, de pérdidas, pero también, de alguna manera, lleno de esperanza.

¿Qué iba a suceder cuando abriera los ojos? ¿Qué iba a suceder mañana? Harry no lo sabía, no había tenido tiempo de pensarlo si quiera, era demasiado el dolor que le oprimía el pecho y la idea de que finalmente, después de toda una vida que no recordaba bajo el concepto de normal o feliz, todo había terminado, su misión estaba cumplida y él era libre para empezar una nueva vida… normal. Esa idea lo sacaba de balance.

-¿Amo? ¿Amo?... oh mi señor… ¡ Amooooooo!

-¿Eh? ¿Qué diablos? ¿Quién?... ¿Kreacher?... ¡Kreacher! ¡Hey viejo, qué gusto verte!

-¿El amo lo dice en serio? ¿El amo Harry se alegra de ver al viejo Kreacher?

-Claro que sí Kreach, de hecho, estoy muy orgulloso de ti, te ví… te observé luchando, vengando la muerte de Regulus y ayudando a mi gente, como líder de los elfos… gracias Kreach.

En ese momento Harry observó algo que le pareció casi insólito, de los ojos del viejo y arrugado elfo doméstico escurrían discretas varias lágrimas, ¿a caso los milagros post-Voldemort empezaban a ocurrir?

-Kreacher peleó por el amo Regulus, sí, para vengarlo, pero también peleó por apoyar al amo Harry y a sus amigos, porque han sido buenos con Kreacher y han perdonado sus errores.

-¡Ya! Bueno, pues eso me deja convencido de que eres muy valiente y la verdad es que Hermione, Ron y yo te extrañamos, echamos de menos tus atenciones y sobre todo… ¡Tu comida!

-¡Oh!... ¡comida!... sí, Kreacher casi lo olvida, la profesora McGonagall dice que el amo Harry puede desayunar en el dormitorio y cuando esté listo debe ir a verla al despacho de los Directores… ¿Le traigo algo de desayunar amo?

-Sí Kreach, lo que encuentres, pan, jugo de calabaza, fruta, lo que sea, en realidad podría comer cualquier cosa, pero tráelo pronto por favor o mi estómago empezará a hablarme en diferentes idiomas…

-Vuelvo enseguida amo…

Después del típico y sonoro ¡crac! de la desaparición del elfo, hecho que el chico sabía que en ese momento no era algo exclusivo de los elfos dentro del colegio, debido a que el Castillo y sus medidas de seguridad habían sido gravemente dañadas, Harry observó que las camas de junto estaban revueltas, tal vez Neville, Dean, Seamus o Ron habían dormido a su lado, no lo sabía, no sabía qué había pasado en las últimas horas. Tampoco sabía cómo habían llegado a su mesa unos vaqueros y un jersey limpio que eran suyos, cortesía tal vez de Kreacher.

Harry tomó la ropa y se acercó al espejo de su antiguo armario vacio, se abrió la camisa y miró su reflejo sorprendido, sonrió un poco con desgana y saludó para sí mismo: ¡Hola! ¿Nos conocemos?... ehh, esto… me recuerdas a alguien, tus ojos me recuerdan a alguien, sí… verás, un chico que conocí hace 17 años pero, mmm… él… él murió anoche.

Harry se observaba como mirando a un extraño, definitivamente no era tan alto como Ron, pero había crecido mucho ese año, ya no era un niño escuálido, de hecho, pese a que casi un año de pésima alimentación lo mantenía muy delgado, podía notar los músculos marcados de sus brazos, pecho y abdomen. Uno de sus hombros lucía el recuerdo de Nagini y su pecho el del guardapelo de Slytherin, su cuello era más ancho igual que su espalda, traía el cabello largo hasta los hombros y más enmarañado que nunca y su rostro, antes casi lampiño, presentaba una combinación de una bien formada piocha de vello facial, raspones, moretes y polvo, con unas marcadas ojeras alrededor de sus brillantes ojos verde esmeralda… Tía Petunia estaría al borde del colapso, pensaba.

-¡Estas hecho un desastre hermano! Nunca has sido lo que digamos "un niño fino y bonito", pero definitivamente hoy no estás como para una sesión fotográfica…

-¡Neville!

Sin saber cómo, guiado por un fuerte impulso, Harry saltó desde el armario por encima de su cama y alcanzó a estamparse entre los brazos extendidos de Neville, que lo sujetaron con el calor y la fuerza que sólo el abrazo de un verdadero amigo puede proveer.

-¿Todo bien Harry? ¿Descansaste algo? Vine a cerciorarme que no se te hubiera ocurrido morirte otra vez…

-¡Crac! Su desayuno amo… -¡Eh! Sí Neville ya descansé y sí, gracias Kreach, deja eso ahí y regresa a la cocina quieres, te llamaré cuando estemos listos para irnos. -Esperaré su llamado amo… ¡crac!

-¿Irte?... ¿A dónde vas a ir Harry? Pensé que te quedarías con los Weasley, por el momento…

-En realidad no tengo idea de qué voy a hacer, ni a dónde voy a ir, ahora voy a comer algo, a tomar un baño y luego iré a hablar con McGonagall, tal vez en ese lapso se me aclaren las ideas, creo que por el momento tengo mucho polvo en el cerebro.

-¡Ya! Tú tranquilo, a partir de hoy tienes tiempo de sobra para pensar y tomar decisiones, todos lo tenemos, gracias a ti amigo. No te preocupes, mira si mi cerebro aún funciona, después de "casi ser incinerado", el tuyo pronto reaccionará.

-Neville, sabes bien que no sólo fue por mí, no me quieras resultar modesto ahora Longbottom, a ver… ¿dime el nombre de alguien, que no sea yo, que haya sacado la espada de Gryffindor del sombrero? Y de paso que haya matado a Nagini con ella ¡en las narices de Voldemort!… Gracias a ti por todo amigo, porque las cosas aquí lograron salir a flote gracias a tu liderazgo y a tu valor.

-Harry basta, no te pongas sentimental o terminarás pidiéndome que te bese y la verdad no eres mi tipo, je, je…

-¡No tuvieras tanta suerte! Y mira que si hablamos de quien no luce "bonito" hoy, no te quedas atrás eh… (los chicos soltaron sendas carcajadas)... ¿Dónde están Ron y Hermione?

-Abajo con la mayoría de los Weasley y con algunos otros que están atareados recogiendo todo este desastre, ya sabes, el Castillo quedó del nabo.

-¿Con la mayoría de los Weasley dices… no están todos ellos aquí?

-Percy se llevó a su madre, a George y a Ginny a la Madriguera casi arrastrados, pero era necesario sabes, George y su madre no estaban muy bien, bueno, por lo de Fred y la mamá de Ron no suelta a Ginny para nada, se ha aferrado a ella estas últimas horas, pobre señora, así que por eso también se la llevaron.

Harry sintió una patada de mula en el estómago y se le contrajo al tamaño de una nuez ante la sola mención de aquel mágico nombre… Ginny… no había hablado con ella, no la había consolado por la muerte de Fred, no le había dicho que durante todo ese tiempo separados, su recuerdo había sido parte de la fuerza que lo ayudaba a levantarse cada mañana, no le había dicho que la última sensación que su cuerpo y su alma tuvieron antes de recibir la maldición de Voldemort, había sido la de su recuerdo, la de sus besos… si algo era seguro para el chico en ese momento (quizá lo único que tenía tanta claridad en su mente) era que necesitaba, por encima de todo, refugiarse entre los brazos de la chica que era dueña de cada centímetro de su ser y decirle que había vuelto, que había regresado a ella y que no se iría nunca más de su lado.

-Ehh, pues bien ¡mi héroe! je, je… (Neville le lanzó una mirada a su amigo como diciendo "sé en lo que estás pensando" y se despidió)… te dejo para que comas y te cambies, nos vemos abajo.

-Sí, gracias amigo, dile por favor a Ron y a Hermione que cuando termine con McGonagall los iré a buscar.

Harry devoró lo que había en la charola que Kreacher le había llevado y se fue corriendo a tomar un baño. El muchacho sentía tan reconfortante el recorrido del agua que salía con gran presión de los glifos, como si fuera una inyección de vitaminas para su cuerpo. Su sentido del tacto parecía estar más despierto que antes, sus otros sentidos también lo estaban, los sabores del desayuno los había disfrutado como percibiéndolos por separando, cada uno, lo dulce de lo salado. Las gotas que caían al piso resonaban como si el lugar presentara una acústica exagerada y podía sentir perfectamente el olor a humedad y a vapor del cuarto de baño que en tantas ocasiones habían pasado desapercibidos, incluso su vista no era tan borrosa, pero definitivamente aún necesitaba sus gafas.

Tomó su capa de invisibilidad, sus gafas, su varita, ocultó bajo el cuello del jersey su bolsita de piel de moke con la varita de Sauco, el pedazo de espejo y el mapa del merodiador, salió del dormitorio y con grandes zancadas bajó las escaleras, atravesó la sala común y salió por el agujero del retrato de la Dama Gorda que no se encontraba en su puesto (seguramente seguía en los retratos cercanos al Gran Comedor). Se echó encima la capa de su padre y corrió por los pasillos hacia el despacho de los Directores, sin detenerse ante alumnos, padres, profesores y habitantes del mundo mágico que seguían las labores de reconstrucción del Castillo, no tenía ganas de hablar con nadie otra vez, sólo detuvo su trote hasta encontrarse de frente con la gárgola aún dañada que cerraba el paso a las escaleras de caracol.

Saliendo debajo de la capa Harry le dijo a la gárgola que necesitaba hablar con McGonagall, que lo dejara pasar. La maltrecha escultura de piedra tornó los ojos hacia el muchacho y sin mayor inconveniente le dejó el paso libre, tal como lo había hecho la tarde anterior cuando el chico y sus amigos fueron a hablar con el retrato de Dumbledore.

Harry entró con sigilo al antes despacho de Albus Dumbledore y de Severus Snape, ahora quizá de Minerva McGonagall y logró identificar dos voces en el interior, la de su profesora de Transformaciones y la de su "Auror de cabecera" Kingsley Shaklebolt, voces que por obvias razones lo reconfortaban y lo hacían sentir seguro y tranquilo.

-¿Profesora? ¿Puedo pasar?

-¡Harry! ¡Mi muchacho!

¿Mi muchacho?... ¿A caso ese par de palabras llenas de orgullo y cariño habían salido de la boca de la inquebrantable y prácticamente insensible Minerva McGonagall? ¿Seguían los milagros post-Voldemort?

Pero sí, esas palabras acompañadas de una gran sonrisa y lágrimas en los ojos de la profesora de Transformaciones habían removido una extraña sensación en el estómago de Harry, un golpe seco que había subido a galope desde sus intestinos hasta su cuello, formando un gran nudo que le impedía decir más palabras y que de manera inexplicable se desbordaba sin sonido alguno, pero con gran afluencia líquida por los verdes ojos del chico.

No había tenido tiempo de hablar con McGonagall desde que ella lo ayudó a organizar todo para que fuera en busca de la diadema de Ravenclaw y ante el dulce tono en el que mencionó su nombre, Harry en ese momento se sintió indefenso como un niño pequeño, le temblaron las piernas, sintió frío, sentía… el dolor de tantas muertes… se acercó a paso firme hacia su profesora, ubicándola con la mirada nublada por las lágrimas contenidas y después de detenerse en seco frente a ella y dudarlo por unos segundos, se refugió entre sus brazos, lentamente, depositando en ellos toda su confianza, buscando una fuente de seguridad y fortaleza, igual que un cachorro de león bajo el regazo de su madre.

Aquella mujer significaba mucho para Harry, había aprendido tantas cosas de ella, pero sobre todo, era una de las personas que más había contribuido a formar el firme carácter y el temple que ahora eran parte del actual Harry… y McGonagall, tan fuerte como lo había sido siempre en sus casi 70 años, lo abrazaba con un cariño que le desbordaba por los ojos a través de sus gafas cuadradas y lo cobijaba en su pecho, llena de orgullo como la gran leona líder de la manada Gryffindor. Fue un minuto, tal vez dos y Harry recobró la postura soltándose suavemente del reconfortante abrazo de su profesora.

-Ya todo está bien Harry, ahora es tiempo de seguir adelante.

-Profesora tengo que contarle a detalle, tengo que aclararle lo que me pidió el profesor Dumbledore, pero sobre todo, usted y todos tienen que escuchar, tienen que saber… de Severus Snape… Kingsley, hola camarada, qué bueno que estás aquí tú también, el Ministerio tiene que saber…

-Tranquilo Harry, siéntate hijo, vamos respira… todos escuchamos lo que le dijiste a Voldemort durante el duelo, pero definitivamente necesitamos la versión detallada.

Harry tomó asiento y respiró profundo, sabía que contaría por primera vez una historia que tendría que repetir en incontables ocasiones a partir de ese día, pero por el momento dar la versión oficial para los voceros del Ministerio, de la Orden del Fénix y de Hogwarts tenía que ser muy completa.

-No sé por dónde… (Harry miró el retrato del sonriente anciano de larga barba y cabellos platinos que lo observaba con el rostro lleno de orgullo y la mirada de complicidad que necesitaba para poner orden a sus ideas)… bien, ustedes saben que el profesor Dumbledore, al contrario de todo mundo, se dedicó a investigar acerca de las debilidades de Voldemort. No se concentró en su fuerza basada en el terror, la muerte y las artes oscuras, él investigó lo que lo hacía débil y consiguió mucha información, muchas armas que facilitarían una tarea que era sólo mía, que sólo yo podía terminar. Dumbledore me transmitió esa información y esa tarea la estábamos realizando la noche que él decidió morir...

... Sí, él ya había decidido morir esa noche (repitió ante las caras de sorpresa que esta frase ocasionó en los presentes), él así lo había planeado junto con Snape, eso lo supe aquí mismo, en el pensadero, gracias a los últimos recuerdos que dejó en mis manos Severus Snape antes de morir bajo la mordida de Nagini. Tom Ryddle temía a la muerte más que a nada y para vencerla llevó al máximo su maldad e inhumanidad, dividió su alma al máximo de lo que cualquier hombre lo hecho nunca y la separó en 7 horrocruxes. Para matarlo, yo debía destruirlos todos y esa era la tarea en la que Ron y Hermione me ayudaban, por eso vine buscando la diadema, esa era la tarea que me encargó Dumbledore y con la que Snape me ayudó hasta su último aliento, pero yo no sabía eso, yo le dije que era un cobarde… (esa última frase la dijo con un hilo de voz y apretó fuerte los ojos)… yo debía destruirlos todos, aunque al final uno de ellos fuera yo mismo.

Harry bajó la cabeza, tragó saliva y suspiró, miró las caras ahora casi transparentes de McGonagall y Kingsley y continuó su historia sin detenerse hasta darla por concluida, cerciorándose continuamente de la mirada de asesoría de su antiguo Director.

-Entonces tú, en realidad sí estabas muerto, bueno, la parte del alma que le correspondía a Voldemort.

-Cuando Hagrid me trajo aquí ya no lo estaba, pero Narcisa Malfoy me ayudó a que Voldemort y los demás mortífagos así lo creyeran y Hagrid, bueno, estaba tan deshecho que nunca se percató que mi cuerpo aún estaba con vida.

-Y Severus… entonces nunca nos falló… (McGonagall miró el retrato del ex Director con ceño) ¡Oh Albus! pero ¿Por qué no me dijiste nada? tú y tus eternos misterios, eres tan necio…

-No era a mí a quien correspondía aclarar las cosas Minerva, yo ya no era parte de la acción y Severus decidió brindar así sus servicios desde hacía mucho tiempo.

-Pero Harry ¿Cómo explicas lo que dices que pasó en esa "alucinación tuya" muchacho?, en King's Cross…

-No sé como explicarlo King, pero Dumbledore siempre me dijo que yo podía elegir y elegí morir para poder destruir a Voldemort y con eso, sin saberlo, logré por todos los que estaban aquí una protección igual a la del sacrificio de mi madre por mí. Luego, cuando tuve la oportunidad de volver a elegir, supe que tenía que regresar para terminar mi tarea y aquí estoy.

-Y aquí estamos todos los sobrevivientes gracias a ti Harry, el mundo mágico tiene la oportunidad de una nueva vida gracias a tus elecciones.

-Sí claro, pero Kingsley… yo… es decir… ha muerto tanta gente inocente y valiente ¡no es justo! La muerte de Voldemort no nos devolverá a Dumbledore, a Ojoloco, ni a Remus, a Tonks, a Fred… (Harry golpeaba el escritorio con los puños cerrados y se mordía los labios lleno de ira y de impotencia).

-Es cierto Harry, no regresarán, son grandes e irreparables pérdidas (le decía aquella voz de mujer dura, ahora serena y llena de ternura) piensa sin embargo cuántas vidas más ahora están a salvo y los que estamos vivos apoyaremos en todo a los que perdieron a un ser querido en esta cruel batalla.

-Oh sí, eso me recuerda… tengo que irme, tengo que ver a los Weasley, a "mi familia", yo debo irme con ellos ahora.

-Ve Harry, Arthur y sus hijos están en el Gran Comedor, te están esperando. Nosotros nos haremos cargo de que lo que nos acabas de contar se retransmita por completo a la Orden y lo que sea pertinente al Ministerio y a la comunidad mágica.

-Te lo agradecería King, no quiero contar esto una y otra vez… ah y profesora… (decía el chico mientras avanzaba hacia la salida, señalando con el dedo a un costado en la pared, junto al retrato de Dumbledore) me parece que en "ese espacio" hace falta un retrato, uno muy importante creo… ¿Usted está de acuerdo conmigo?

-Lo estoy Harry y me encargaré de que se coloque cuanto antes.

El niño que sobrevivió bajó con rumbo al Gran Comedor tan sumido en sus pensamientos que ni siquiera se puso la capa, simplemente avanzaba sin prestar mucha atención a los vitoreos y aplausos que hacían coro a su paso. En esos momentos sólo pensaba en unirse a los Weasley, en saber si Ron y Hermione verdaderamente ya estaban juntos como pareja, pero sobre todo, con un inquietante y creciente palpitar en el pecho, no podía apartar de su mente a Ginny.

-¡Harry! Vaya, creímos que te habías ahogado en la ducha, Neville bajó hace más de una hora (decía una sonriente pero evidentemente cansada y pálida Hermione, sus ojos castaños recorrían con emoción y amor fraternal el rostro de su mejor amigo y se dirigía hacia él mientras se soltaba suavemente de la mano de Ron).

-¿Todo bien hermano? ¿Hablaste con McGonagall? Espero que sí, tenemos que irnos ya a la Madriguera o mamá empezará a mandarnos vociferadores…

-Sí, hablé con ella y con Kingsley, ellos se harán cargo… (Harry logró llegar hasta sus amigos entre las miradas, susurros, aplausos y gritos de los presentes en el Gran Comedor, porque aún habían varias personas reunidas arreglando el colegio. El chico miró en ese momento el par de ojos azules que enmarcaban el triste rostro de su amigo que se protegía tras un intento de sonrisa, luego se dirigió directamente a Arthur Weasley)… yo, esteee, señor Weasley… quiero que sepa que lo siento tanto… no sé como decirlo, me duele, él era mi amigo… (Harry tragaba saliva, apretaba los puños y reprimía las lágrimas con dificultad).

-Lo sé Harry, gracias hijo (y rodeó fuertemente los hombros del muchacho con sus manos) ¿Contamos contigo para que nos acompañes a la Madriguera verdad? Tenemos que organizar su funeral, bueno, los funerales, porque también Remus y Tonks estarán donde mi muchacho, ya lo hemos platicado con Andrómeda y está de acuerdo.

-¡Teddy!... ¿Cómo está Teddy?

-A salvo, con su abuela.

-Bien, bien… pues entonces vamonos… y… ¿Cómo nos vamos?

-Red flu, varias familias regresaron de esa manera… McGonagall lo arregló (contestó Charlie Weasley a un costado de su padre, ahí estaban también Bill Weasley, Neville Longbottom, Dean Thomas y Luna Lovegood).

-Los veremos mañana entonces, es bueno ver que estás completo Harry (sonrió Luna con mirada tranquila hacia su amigo) voy a buscar a papá, Kingsley lo ha mandado ya a casa, él está bien.

-Y yo voy por la abuela antes que organice una segunda batalla o invente la décimo quinta versión de cómo su nieto enfrentó "en llamas" a la mascota de "Voldy", los veremos mañana.

-Mmm… Un momento… ¡Kreacher! ¡Kreacher! ¡Krea…! - ¡crac! ¿Llamó el amo Harry al viejo Kreacher? -Sí, ve directo a la Madriguera, tenemos cosas que hacer ahí.

Harry sentía una extraña presión en el pecho, no podía respirar con facilidad, por un momento pensó que se trataba de los polvos flu, pero ya una vez fuera de la chimenea de la Madriguera seguía sintiendo esa extraña presión, ahora acompañada de una especie de hueco en el estómago y una creciente taquicardia. Sus sentidos, que seguían notablemente alterados, le hacían escuchar los latidos de su corazón como a través de un amplificador.

-¡Harry querido! (el grito de Molly Weasley retumbó por toda la Madriguera) Por Dios santo, cielo ¿mira cómo estás? ¡Cuántas heridas!, hay que curarlas y tu cabello, pero si ni Charlie lo ha tenido nunca tan largo, tenemos que…

-Mamá… dale un espacio, déjalo respirar o no va a querer quedarse… Hola viejo, ¿Cómo está el héroe favorito de la familia?

-Hola George… señora Weasley, yo creo que bien pero… ustedes… (y no pudo decir más, la voz se le quebró notablemente y las piernas se le debilitaron ante los rostros de Molly, George y Percy Weasley que aparecía en esos momentos y no intentó disimularlo).

-Estaremos bien, supongo cielo, lo tendremos que superar juntos, mi muchacho es un héroe… pero vengan siéntense, coman algo.

Harry había tomado la mano de Molly Weasley sin darse cuenta y parecía aferrarse a ella sin querer soltarla, quería hacerle sentir que le dolía la muerte de Fred tanto como a ellos, a su familia, que Fred era uno de sus mejores amigos y que su muerte se había llevado con él un pedazo de su corazón. Molly le clavó los ojos con una mirada de comprensión y asintió ligeramente la cabeza, soltándole la mano y acariciándole el rostro con la ternura con la que una madre acaricia a uno de sus hijos.

-Siéntate cielo, tus cosas aún están en la habitación de Ron si deseas ir a cambiarte o a instalarte, ¿ya has pensado qué harás?

-No, en realidad no he tenido tiempo de pensar mucho que digamos, estaré aquí unos días si no tienen inconveniente y después creo que me iré con Kreacher a Grimmauld Place para ver cómo está la casa y arreglarla supongo, poner en orden papeles y todo lo que tuve que dejar "tirado" desde hace varios meses…

-Creo que es lo correcto Harry (comentaba Arthur Weasley), tienes que poner en orden tus pertenencias y empezar a edificar tu vida, no será un proceso fácil pero sabes que cuentas con nuestro apoyo para lo que necesites.

-Gracias señor, lo haré, hay muchas cosas que no tengo idea de cómo ponerlas en orden y es que el orden nunca ha sido una de mis características, pero creo que puedo empezar por lo que dejé aquí, si me disculpan, voy a subir para ver qué es lo que tengo en mi baúl y a ponerme de acuerdo con Kreacher.

-¿Quieres que te acompañe Harry?

-No gracias Ron, no es necesario, conozco muy bien el camino a tu cueva… no tardo, regreso enseguida.

Harry, aunque se sentía un poco tenso por la situación que atravesaban en esos momentos los Weasley, sabía que la Madriguera era el lugar en el que tenía que estar y de hecho era el único lugar donde deseaba estar, quería estar ahí, en donde sentía calor de hogar y con quienes él consideraba su familia y que lo acogían siempre como parte de ella.

Subió las escaleras brincándolas de dos en dos dirigiéndose hacia la habitación de Ron, iba algo distraído pensando en pedirle a Kreacher que fuera a hacer un inventario de Grimmauld Place, para saber a qué se enfrentaría cuando regresara a la casa que le había heredado su padrino y a la que le haría serias remodelaciones si pretendía establecerse en ella, empezando por deshacerse del horrible retrato de la "adorable mami de Sirius".

A unos pasos de la habitación de Ron, la puerta antes de llegar a ésta se abrió de golpe y en una fracción de segundo Harry se vio impactado con una ondeante cabellera rojo fuego aún húmeda por la reciente ducha. Su olfato de pronto se regocijó con ese aroma floral que tanto aceleraba su ritmo cardiaco, sus manos temblorosas detuvieron entre ellas a un ágil y menudo cuerpo que en estatura le llegaba a la altura del pecho, mismo que estaba a punto de explotarle de emoción… sus ojos se llenaron por completo con la imagen del rostro más hermoso que existía sobre la faz de la tierra, un pecoso rostro con grandes ojos castaños que le miraban con una expresión mezclada entre tristeza y emoción y que le regalaba la sonrisa más bella que el chico conocía.

Entonces Harry lo supo, esa presión en el pecho, el hueco en el estómago, la taquicardia, el cansancio, todo desaparecía, todo, incluso sus fuerzas, no pudo más, el mundo a su alrededor simplemente desapareció y no le importaba, el tiempo debió haberse detenido, no escuchaba nada más que su respiración agitada y la de ella. Era un ángel, "su ángel" que entre abría los labios para dejar escapar con un hilo de voz casi inaudible su nombre… - ¿Harry?… El chico se apoyo contra la pared, ¡cómo adoraba la manera en la que Ginny decía su nombre, cómo adoraba la manera en la que lo miraba!… adoraba cada parte de ella… - Regresaste… vivo… (Y como algo verdaderamente extraño en Ginny Weasley, un torrente de lágrimas empezó a brotar de sus grandes y expresivos ojos).

Harry se sentía completamente expuesto, sin fuerzas ni ganas para otra cosa que no fuera abrazarla y sin pensarlo más, así lo hizo. Tomó suavemente a la chica por la cintura con una mano y con la otra tomó su espalda, apretándola contra su pecho, empezando a llorar a mares él también, sin importarle contener más sus sentimientos… -Sí mi niña, regresé y no pienso dejarte nunca más, no podría, simplemente no quiero estar un día más sin ti.

Ginny alzó la mirada para encontrar esos ojos verde esmeralda que tanto quería, los vio inundados de lágrimas a través de las gafas redondas de Harry, aferró sus brazos alrededor de su cuerpo y con una inmensa sonrisa escondió la cabeza en su pecho.

-Perdóname Gin por todo este tiempo, perdóname por lo que sufriste por mi culpa, quiero compensarte todo, quiero recuperar cada minuto que pasamos separados, quiero… si tú así lo deseas aún, que regresemos y estemos juntos de nuevo (al chico le temblaban las manos, lo único que deseaba era besarla, sentir de nuevo la humedad de sus labios, pero creía necesarias las palabras para pedirle perdón).

-¿Perdonarte Harry? ¿Por haber dado la vida por todos nosotros, por haber terminado con Vol…demort? No seas melodramático Potter, no tengo nada que perdonarte, los dos sabíamos que yo iba a estar esperándote, sin importar cuánto tiempo te llevara terminar tu misión. Obviamente lo hice a regañadientes, pero he estado esperándote siempre, un poco más no iba a debilitarme.

-Es que tú nunca eres débil Gin, eres tan fuerte que tu solo recuerdo me mantenía en pie y me hacía retomar las fuerzas cuando éstas me abandonaban… tengo mucho que contarte Gin, quiero enterarte de todo, no quiero seguir ocultándote nada, nunca lo haré de nuevo.

-Tenemos tiempo Harry, ahora tenemos tiempo…

Y dicho esto Ginny lo miró con una fuerza hipnotizante que generó un torrente cálido que recorría las venas de Harry erizando cada poro de su cuerpo, sin más la apretó a su pecho, la alzó ligeramente haciéndola quedar en puntillas y la besó.

Los labios de Harry sentían de nuevo ese dulce sabor que tanto extrañaba, era como si el tiempo no hubiera pasado, como si apenas ayer la hubiera besado junto al lago o en algún rincón del colegio, sus labios encontraban rápidamente esa perfecta cadencia, sus brazos volvían a convertirse en el molde perfecto, ella estaba hecha a su medida.

Dos, tres minutos… cinco… Harry no sabía qué era el tiempo y no le importaba, no le importaba nada, sólo quería seguir así, con Ginny entre sus brazos, recuperando el dulce sabor de sus besos, sintiéndose por primera vez en mucho tiempo... feliz.

-Te quiero Ginny, te extrañé tanto, tienes que creerme.

-Pero si yo no he dicho lo contrario tonto… y más te vale que así sea grandísimo necio, no te esperé un año como para que regresaras y me salieras con que me habías olvidado o que andabas con otra, una dragona tal vez…

Harry sonrió pleno desde el fondo de su corazón, por primera vez en muchos días, era ese carácter de Ginny una de las cosas que más le gustaban de su chica, ninguno de los dos lloraba más, sus rostros estaban húmedos pero relajados y sus ojos tenían un brillo intenso. Harry bajó a la chica y la aflojó un poco de su abrazo para poder mirarla de frente.

-¿A dónde ibas antes de impactarte conmigo? ¿Qué no puedes llegar a ningún lugar sin tener que llamar la atención? Suerte que no venías bajo tu capa.

-Ah… iba a instalarme y pues bueno, lo siento mucho por el impacto señorita Weasley, pero así nos comportamos los personajes públicos, tal vez tenga que acostumbrarse a eso… ya que, bueno, pienso enterar a todo mundo muy pronto de la relación que sostiene conmigo… esta vez quiero que todo mundo sea testigo de que eres mi novia.

-¡Ya!... muy valiente el héroe ¿no?... eh, pues bien, ya quiero verte Potter, "al niño que vivió, sobrevivió y revivió", explicándole a Molly Weasley cómo es posible que todo Hogwarts y todos sus hijos sabían que éramos novios, excepto ella y papá…