Era el cuarto año de universidad de Yuri Katsuki y su vida había cambiado por completo el último año. Junto a su mejor amigo, Phichit Chulanont, se habían matado estudiando los últimos tres años en Estados Unidos para postular a una beca en Alemania, en una destacada universidad donde sólo admitían a los mejores estudiantes de medicina en el mundo.
Ambos se habían esforzado tanto por cumplir sus sueños, Yuri anhelaba ser el mejor Pediatra de Japón y Phichit soñaba con ser uno de los más destacados Neurocirujanos a nivel mundial, por lo que convenció al japonés de dar todo de sí para ser aceptados en aquél lugar. La mayor motivación de Phichit para ser aceptado en esa universidad era un profesor que impartía clases en el lugar, uno de los mejores Neurocirujanos en el mundo, un joven y talentoso chico ruso que a sus cortos años ejerciendo la profesión había llegado más lejos que muchos otros profesionales, tanto en investigación como en el éxito de cirugías que para otros Neurocirujanos parecían imposibles. Algunos decían que aquél chico, quien había aparecido de la nada, era una especie de ángel y que más que talento lo que el joven poseía era la venia y el don de Dios, otros rumores aún más fantasiosos se aventuraban a pensar que el joven era una clase de extraterrestre que había venido a la Tierra con conocimientos avanzados.
El Doctor Yuri Plisetsky era un enigma para absolutamente todos, principalmente por su gran talento y porque a pesar de que su cédula de identidad decía que tenía 30 años, su apariencia no reflejaba más allá de 20 años. Otro enigma en torno a él era que no tenía familia, ni esposa, ni nada. Una de las particularidades que se comentaban en los pasillos de los hospitales era que en cada lugar donde trabajaba el Dr. Plisetsky solían extraviarse un par de unidades de sangre, muchos creían que el chico tenía una enfermedad rara, que pretendía mantener en secreto y esa era la razón por la que robaba sangre, quizá también era la razón de su extrema palidez. Se podían decir muchas cosas sobre él, pero ninguna se acercaba a la realidad y ésta era que Yuri Plisetsky era un vampiro que había vivido más de 200 años en la Tierra, el gran secreto de sus talentos era el simple hecho de que había operado cerebros desde hace 2 siglos bajo nombres distintos.
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Ese año Phichit y Yuri habían alquilado un departamento juntos que se encontraba afortunadamente a unas 10 cuadras del campus. Era una torre de unos 10 pisos con pequeños departamentos que solían arrendar los alumnos de la universidad. En cuanto ambos llegaron pudieron notar que el edificio se encontraba lleno de vida y juventud, sin mencionar las fiestas que se daban casi todo el día. El departamento que compartían ambos era acogedor y tenía el espacio suficiente para que ambos vivieran cómodos, no era muy lujoso, estaba pintado de color celeste grisáceo, tenía dos habitaciones, un baño, una cocina del tipo americana junto a una pequeña pero acogedora sala de estar.
Para la suerte de ambos el piso donde estaban la mayoría de los alumnos de medicina era bastante tranquilo y es que según decían, si no eras literalmente un ratón de biblioteca era imposible aprobar las asignaturas, sobre todo con el terrible maestro de Neurocirugía, decían las malas lenguas que era el más exigente de todos.
-Teníamos que tomar Neurocirugía con ese profesor? - exclamó Yuuri con angustia mientras desempacaba sus cosas de una caja.
-Por supuesto, es el mejor de todos. Me esforcé 3 años para tener clases con él Yuuri, no me salgas con esas cosas ahora- musitó Phichit un tanto ofuscado, Yuuri siempre se abrumaba cuando otros comentaban que algo era muy difícil de aprobar, infravalorando sus grandes capacidades -No te preocupes, eres un genio. Yo soy quien debería estar preocupado- le sonrió y le palmoteó la espalda.
-Entiendo que tú tengas casi la obligación de tenerlo como profesor, pero yo quiero ser pediatra... Por qué no me dejaste tomar la asignatura con otro docente? - al terminar la frase Yuuri suspiró de frustración, Phichit prácticamente le había obligado a coincidir en casi todas las clases.
-Porque eres mi mejor amigo y no podría sobrevivir a ese reto sin ti- Le guiñó el ojo y con esa frase convenció a Yuuri por completo, si algo era primordial para ambos era el apoyo mutuo y la amistad.
-Está bien, si no puedes sin mí entonces aceptaré el reto... sólo espero que el profesor no sea tan estricto como dicen- Y aunque fuera así de terrible, si Phichit lo necesitaba para superarlo, Yuuri sin duda estaría a su lado. Después de todo de eso se trataba la amistad para ellos, ser incondicionales.
-Gracias! Prometo que iré a todas las clases extra de pediatría a las que quieras asistir-Phichit lo abrazó y sacó cautelosamente su celular para tomar una selfie, a Yuuri no le agradaban del todo debido a su personalidad un tanto tímida, pero su amigo siempre se las arreglaba para tomarse mil selfies con el -Whisky! - exclamó antes de tomar la foto, tomando a Yuuri desprevenido.
-Phichit! Luzco horrible, aparte en la foto sale todo el desastre de la mudanza- reclamo Yuuri al ver la foto en el celular de su amigo, en ella salía Phichit abrazándolo de costado, él con la mirada un tanto perdida y alrededor, en el suelo, un montón de cajas. El japonés intentó arrebatarle el celular a su amigo para impedir que la subiera a alguna red social.
-Yuuri, siempre sales bien y sobre el desorden es parte de la mudanza- musitó logrando zafar de los intentos de Yuuri por arrebatarle el celular, a una velocidad casi sobre humana subió la foto a todas sus redes sociales con hashtags alusivos a la mudanza, Alemania, su nueva universidad y sobre la amistad.
-Está bien, súbela. Pero no más selfies- Le advirtió Yuuri derrotado al ver que le era imposible impedir el posteo compulsivo de su amigo en sus diversas redes sociales. -Ahora ayúdame a desempacar, ni siquiera hemos armado las camas y ya se está haciendo tarde-
Después de unas cuantas horas y mucho esfuerzo, lograron desempacar y acomodar absolutamente todas sus cosas. Su nuevo hogar lucía completamente acogedor, la sala de estar estaba decorada al gusto de Yuuri, era absolutamente tradicional japonesa y tenía al costado derecho, una miniatura de un onsen del cual brotaba agua como adorno, se lo había dado su madre para que no extrañara tanto su hogar. Phichit por otro lado había decorado la cocina tal y como lo hacía su madre en Tailandia, la llenó por completo de condimentos de su país natal junto con unos banderines de colores que colgaban desde el techo.
-Estoy agotado- exclamó Yuuri recostándose en el futón de la sala de estar, cerrando los ojos y disponiéndose a descansar.
-Date una ducha, quiero salir a recorrer la ciudad- le replicó Phichit entusiasmado mientras se acercaba para tomar asiento a la altura de sus pies.
-Phichit, son las nueve de la noche y mañana tenemos clases a las ocho de la mañana! - Le reclamó el japonés levantándose del futón para sentarse en él -Además es la clase de pediatría, no quiero llegar tarde a mi asignatura favorita-
-Está bien- musitó el tailandés rodando los ojos hacia un lado -Pero después de clases saldremos a recorrer la ciudad quieras o no! -
-Trato hecho- Le contestó Yuuri con una sonrisa.
-A todo esto, con quien nos inscribiste a la clase de pediatría? - Preguntó curioso Phichit, mientras Yuuri acomodaba sus pies sobre las piernas ajenas.
-Con el Dr. Seung Gil Lee, es un pediatra que tiene estudios con un enfoque totalmente revolucionario. A pesar de que hasta el momento no es tan destacado, he leído todos sus estudios y me han gustado bastante, es completamente como veo la pediatría-
-Oh, sí... creo que he oído sobre él. Espera un momento, él tiene un estudio sobre Neurología infantil con mi ídolo el Dr. Plisetsky, no pudiste elegir mejor profesor-
-En serio? No he leído sobre eso, ya sabes que la Neurología no es de mis asignaturas favoritas, pero si tiene que ver con niños entonces lo leeré- exclamó Yuuri entusiasmado -Sabes, deseo con todo mi corazón que me él sea mi tutor de la práctica clínica en el departamento de pediatría-
-Te entiendo, yo ruego todos los días para que mi tutor sea el Dr. Plisetsky-
-Si sacamos las mejores calificaciones estoy seguro que nos enviarán con ellos- musitó Yuuri esperanzando, realmente deseaba tener a aquél doctor como su tutor. El Dr. Gil Lee era un pediatra joven apodado como "El nuevo Patch Adams", era extremadamente dulce con los niños y creía fervientemente en que los niños necesitaban estímulos para recuperarse pronto mientras estaban hospitalizados, como la interacción con animales, hacer de los exámenes y procedimientos un juego que incluso implicaba que todo el personal se disfrazara de algún motivo temático, incluso creía en la inclusión de terapias alternativas para tratar las diversas dolencias. Todas estas cosas hacían que Yuuri lo viera como una especie de ídolo y un modelo a seguir.
Después de unos minutos charlando, cada uno se fue a duchar por separado y más tarde, después de cenar, cada uno se fue a su cuarto con el corazón lleno de esperanzas puestas en el día siguiente, donde conocerían por fin a los doctores que tanto admiraban. La primera clase era la de Pediatría, la siguiente era la de Anatomía Patológica, luego seguía la clase de Cirugía y al final tenían la clase de Neurología y Neurocirugía. El cansancio los sumergió a ambos en un profundo y plácido sueño.
Al día siguiente, la alarma sonó a las 6 de la mañana en el celular de Yuuri, a pesar de que el campus quedaba a tan sólo 20 minutos a pie del lugar donde habitaban, el japonés quería estar seguro de que llegarían a la hora. Se levantó rápidamente y escogió un outfit sobrio para asistir a la primera clase que constaba de un chaleco a rayas color celeste con blanco y unos pantalones de tela de color café claro. Mientras llevaba sus vestimentas en la mano camino a la ducha, se paró afuera de la puerta de Phichit y comenzó a golpearla suavemente para despertarlo.
-Phichit, levántate o llegaremos tarde a clase- Exclamó en un tono elevado de voz sin obtener respuesta. Suspiró y golpeó la puerta más fuerte para lograr despertarlo -Phichit! -
-Ya voy! - Exclamó el tailandés con una perezosa vos mientras se levantaba a toda velocidad creyendo que se habían quedado dormidos o algo así, cuando estaba abriendo la puerta se le ocurrió mirar a su reloj de pulsera y al ver que eran las seis treinta de la mañana le dirigió una voz asesina a Yuuri. -Yuuri... son las seis treinta, no crees que estás exagerando? -
-No, qué pasa si sucede algo en el camino que nos retrase? -
-Dios, que cosa tan terrible podría pasar en veinte minutos de caminata? -
-No lo sé, perdernos o que nos roben, imagina si nos secuestran... podrían suceder demasiadas cosas ahora que lo pienso- exclamó un tanto angustiado mirando hacia el suelo.
-Yuuri, ve a tomar una ducha, prepara el desayuno y cuando esté todo listo ven nuevamente a despertarme. Me voy a dormir- Phichit rodó los ojos y luego rió mofándose de lo exagerado que era su mejor amigo.
-Pero...- replicó Yuuri, pero Phichit ya había cerrado la puerta frente a su cara. -Está bien- le contestó y continuó hacia la ducha.
Luego de que desayunaron ambos salieron con calma del departamento rumbo a la universidad, el camino era realmente hermoso, había árboles por doquier con las hojas comenzándose a tornar rojizas debido al otoño. Después de caminar los veinte minutos que les tomaba llegar al campus, entre risas y charlas acerca de sus expectativas llegaron a la universidad. Era absolutamente gigantesca, tenía al menos 10 edificios dentro, unos campos enormes de esparcimiento e incluso una laguna al centro de todos los edificios. El departamento de Medicina quedaba al final por lo que la decisión de Yuuri sobre llegar temprano era completamente acertada, la distancia entre la entrada y el edificio de medicina eran al menos unas quince cuadras, lo que aproximadamente les tomaba unos veinte minutos adicionales de caminata.
-Menos mal que no te hice caso acerca de salir a la hora justa, hubiéramos llegado tarde- Exclamó Yuuri con una expresión de "te lo dije" en la cara.
-Que sería de mí sin tí- le contestó Phichit sonriente con una expresión de "tenías razón". Ambos terminaron riendo y se apresuraron en llegar al aula 302 que se encontraba en el tercer piso.
Al llegar al ascensor éste se encontraba completamente lleno, por lo que prefirieron tomar las escaleras de emergencia. Preso de la emoción Yuuri subió corriendo las escaleras pasando a llevar sin querer a un tipo alto y rubio que subía frente a ellos, sin quererlo Yuuri botó el maletín que aquél tipo llevaba y rápidamente se devolvió a recogerlo.
-Lo siento, de verdad no me fijé- Musitó mientras alzaba la mirada y frente a él vio a un joven de cabellera corta y rubia, con una bata blanca, al parecer era un médico pero lucía extremadamente joven para serlo. Su expresión era completamente mustia y sus ojos esmeraldas se posaron sobre el japonés con una expresión de molestia.
-Ten más cuidado, las escaleras no son para andar corriendo o jugando como niñitos de primaria. Ya están en la universidad- Le regañó el joven, que tenía un acento extranjero, si no se equivocaba parecía acento Ruso.
-Lo siento- Repitió Yuuri observando al chico que parecía como un alumno más de la facultad, por una extraña razón no podía quitarle la mirada, aparte del aura misteriosa que rodeaba al rubio poseía una belleza inmensa, una belleza que jamás había visto. Se quedó mirándole con una expresión un tanto aturdida y sintió como su corazón comenzaba a latir con fuerza.
Phichit de inmediato se dio cuenta de quien se trataba, lo había visto en numerosas revistas de Neurología, era el Dr. Plisetsky. El tailandés tomó a su amigo del brazo e hizo una leve reverencia obligando a su amigo a seguirle para disculparse con el rubio.
-Lo sentimos mucho Dr. Plisetsky, es un honor conocerlo claro que lamentando las circunstancias- Phichit le estiró la mano para saludarlo mientras Yuuri caía en cuenta de el gran error que había cometido, le había tirado al suelo el maletín al profesor más temido de la facultad, definitivamente la suerte no estaba de su lado.
Yuri alzó una ceja observando detenidamente la mano del moreno, suspiró y la estrechó con fuerza para saludarlo. -Gracias- Musitó desinteresado. Sentía aún la mirada del chico que lo había chocado sobre él lo que comenzaba a inquietarlo. - ¿Que miras? - le dijo a Yuuri con una cara de intriga mientras el japonés se sonrojaba por completo. Sus agudos sentidos de vampiro le hicieron escuchar los fuertes latidos del chico, acaso se había dado cuenta de que era un ser sobrenatural?, imposible... entonces por qué lo miraba de esa manera?
-N-nada, nada... lo siento- se disculpó Yuuri desviando la mirada con timidez, se estaba comportando como un completo idiota. Pero no podía evitarlo, por una extraña razón se sentía un tanto adormecido por la presencia del Dr. Plisetsky y tampoco podía ignorar aquellas bellas y finas facciones que le adornaban el rostro.
-Eh, entonces con permiso- Musitó Phichit jalando a Yuuri del brazo para continuar subiendo las escaleras.
Mientras ambos chicos se alejaban, Yuri sintió un aroma embriagante que provenía del chico que llevaba un chaleco de rayas. Olía tan jodidamente bien y apetitoso que se vio en la obligación de tapar su nariz y bajar las escaleras para tomar el ascensor o en un par de minutos podía perder el control y lanzarse sobre su cuello. Se había alimentado hace tan sólo unas horas, como era posible que aquél humano despertara tanta hambre en él? Y lo más importante, por qué su olor era tan jodidamente irresistible?
