Era un hermosa mañana de 1800, el sol iluminaba el castillo en las afueras de Soshikikuroi, vertiendo su luz a todo su ancho y

Era un hermosa mañana de 1800, el sol iluminaba el castillo en las afueras de Soshikikuroi, vertiendo su luz a todo su ancho y largo paso por el castillo, incluso en aquella hermosa y alejada habitación con vista al jardín, aquella pulcra y radiante habitación en la que reposaba la más preciada joya de todo el reino, una hermosa princesa de largos cabellos oscuros como la misma noche, con unos ojos violetas que las mismas violetas envidiaban, y una piel tan blanca como las alas de un ángel celestial, y es que para cara habitante del reino eso era, un ángel que el cielo mando al reino para iluminarlo con su infinita belleza, no había quien negase tal cosa, decían que un ángel se enamoraría de ella.

Día con día el son entraba por las ventanas de su habitación hasta llegar a besar su rostro, avisándole que la mañana había llegado, y sus sonrisas esperaban para iluminar el día, y este día no era la excepción, como cada mañana su rostro era bañado por los rayos de luz, haciendo que abriera poco a poco aquellos hermosos ojos violetas, mirando el techo de su habitación, quedándose así por unos momentos, para luego incorporarse y quedarse sentada en su cama mirando la habitación detenidamente, para dejar su vista fija en una de las ventanas que daban hacia el espectacular jardín.

Mientras se encontraba mirando hacia la ventana del jardín, alguien tocaba a la puerta de la habitación, mas sus pensamientos tan profundos fueron que no le permitieron percatarse de el llamado a su puerta por lo la persona que se encontraba detrás de ella entro cerrándola tras de si, era una mujer de estatura media, cabello castaño, y ojos del mismo color, de piel blanca, y vestida de negro, un vestido negro muy sobrio.

-Princesa, discúlpeme, no la levante lo suficientemente temprano, soy una vergüenza como dama de compañía, no merezco el estar trabajando aquí, enseguida me iré – Decía muy rápido y nerviosa la castaña, dirigiéndose rápidamente a la puerta, siendo detenida por la dulce voz de su princesa.

-Miranda-san, detente- Al escuchar esto la mujer se detiene de golpe – Esta bien Miranda-san, acababa de despertarme, eso es todo – le comenta la pelinegra con una tierna sonrisa, la cual la castaña responde con otra sonrisa, y comienza a ayudar a la princesa a alistar todas sus cosas.

Después de un par de horas de haber ayudado a la princesa en todo lo necesario para arreglarse ambas bajaron hasta el comedor, donde ya una mesa servida les esperaba a ella y el joven rey, el cual se encontraba ya sentado a la cabeza de la mesa, al entrar al comedor, y verle fue hasta donde el y sonriéndole dulcemente mientras le daba los buenos días.

-Buenos días Komui-niisan- al escuchar la voz de su dulce hermanita voltea a verla, para levantarse enseguida e ir hasta donde ella para abrazarla.

-Lenaleeeeee-chaaaaaan, ¿como amaneció mi dulce princesa? – Decía efusivamente mientras le abrazaba.

-Bien, gracias niisan, ¿y que tal tu?

-Ahora que veo a mi Lenalee, perfectamente.

-jeje – Solo acierta a sonreír algo nerviosa. – Que dices si nos sentamos a desayunar.

-Por su puesto, mira pedí que te Jerry te preparara tu favorito, frutas rojas, té verde con un poco de miel, un café con leche y poca azúcar, y una gran rebanada de pastel de chocolate – Le comenta efusivo.

-Arigato, nisaan – Le contesta sonriéndole. Mientras el pelinegro le abría la silla que se encontraba al costado derecho de la de el, ofreciéndosela como cada día, a lo que ella sonrió sentándose, para ser acompañada a desayunar por su querido hermano como era costumbre cada día.

Al igual que siempre, el desayuno transcurrió tranquilo y animado entre las bromas de su querido hermano.

-Komui-san – Le llamaba un hombre rubio que se encontraba en una de las entradas al comedor.

-¿Si Reeves? – Pregunta este.

-Se le necesita para que tome unas decisiones de inmediato – Le explica el rubio un poco desalineado.

-Voy enseguida – Le dice este levantarse y acercarse a su pequeña hermana dándole un beso en la frente - Bueno Lenalee, debo irme pero nos vemos en el almuerzo como siempre – Le dice este mirándole a lo que la chica sonríe asintiendo, mientras el moreno salía del lugar junto con el rubio.

Un par de minutos después, la joven chica de ojos violetas había terminado su desayuno y salía del comedor, estando tan inmersa en sus pensamientos continua caminando que no se percato de la persona que se encontraba al frente de ella, chocando con esta, haciendo que se volviese a donde la chica.

-Disculpe Hime-sama no quise obstruir su paso – Dice haciendo una reverencia.

-No, fue mi culpa, Krory-san, yo iba distraída – Le indica la chica algo apenada.

-Debería tener mas cuidado princesa – Le dice este sonriente.

-Hai, lo tendré – Le contesta con una afable sonrisa – Nos veremos Krory-san – Le dice alegre la pelinegra haciendo una reverencia que el pálido hombre le contesta de la misma manera para tomar su camino – "Krory…sigo pensando que ese lunar blanco que tiene de tupe es un poco extraño, pero es increíble lo bien que va con su aspecto" – Piensa la pelinegra sonriendo – "Aunque casi todos le temen por como se ve, Krory es un hombre muy sensible y dulce que siempre ah estado a cargo de la seguridad de mi hermano y mía y eso se lo agradezco mucho" – Pensaba la chica mientras caminaba hacia el jardín deteniéndose cerca de la entrada al palacio como todos los días a admirar una enorme y hermosa pintura donde se encontraban ella y su hermano Komui ambos con una alegre sonrisa. Al ver el cuadro sonrío ampliamente con la mirada fija en este.

-Mirando de nuevo el cuadro Lenalee-Hime-sama? – Pregunta un hombre ya mayor de cabello rizado, crispo y grisáceo de las canas.

-Hai, como cada día – Dice esta sonriéndole para después volver la mirada al cuadro – Es increíble lo bien que pinta Tiedoll-san – Le comenta la pelinegra.

-No es gran cosa comparando con la belleza de la verdadera princesa – Le dice este a lo que la joven se sonroja levemente.

-Le agradezco el cumplido Tiedoll-san – Le dice cortes.

-Ni de que agradezca Hime-sama, el trabajo de un artista es ver la belleza del mundo, y es lo que hago, ver una de las grandes bellezas de este mundo; nuestra hermosa princesa – Le explica este sonriéndole, a lo que la pelinegra responde con una sonrisa y un leve rubor en las mejillas.

-Muchas gracias Tiedoll-san – Le responde esta siendo cuando fueron interrumpidos por un chico de cabello rizado recogido en una coleta baja que venia corriendo donde el.

-Tiedoll-san...Tiedoll-san – Le llamaba este mientras corría hacia el peligris.

-¿Que pasa Johnny? – Le pregunta volviéndose donde el chico que se para cerca de el haciendo una reverencia en saludo a la princesa.

– Buenas días Hime-sama –Le dice cortésmente a lo que ella contesta de la misma forma – Tiedoll-san el rey Komui-san le esta buscando – Le informa el chico haciendo que el peligris se pasara la mano por el rizado cabello mirando al cielo mientras suspiraba pesadamente.

-Bueno, si no queda más – Dice este resignado – Con su permiso Hime-sama – Dice haciendo una reverencia a la par del chico de coleta que la pelinegra responde de la misma manera, yéndose ellos por el lado contrario de donde se encontraba la pelinegra, la cual dio un último vistazo al cuadro y sonriendo salio al jardín.

Al salir al jardín sonrió al sentir los suaves rayos de sol en su rostro e inhalo profundamente el dulce aroma de las flores, sonrió ante esta sensación y sin pensarlo dos veces se dirigió hacia la parte lateral derecha del jardín yendo por un camino de piedra pulida hasta una hermosa reja de doble puerta agarrada de unas paredes de piedra y todo esto abrazado por enredaderas que caían como el agua en una cascada, pero la reja se encontraba cerrada con llave, como era de costumbre; pero de igual forma como era costumbre ella traía esa llave; la saco de el medio de su blusa; era una llave ya antigua, forjada con suma delicadeza y cuidado, con unos gravados exquisitos; la introdujo en a ranura de la reja y con esto abrió la reja de par en par entrando por el camino de piedra a un hermoso jardín de lleno de rosas de todos los colores; todas y cada una de ellas hermosas, enormes, unas abiertas, otras cerradas, pero todas y cada una de ellas hermosas como solo una rosa podía serlo.

Paseo por el jardín de las rosas durante horas, admirando cada ejemplar e impregnando sus pulmones de aquel delicado aroma. Mas sus pensamientos se vieron interrumpidos por una voz muy familiar para ella.

-¡¡Lenalee-Hime-samaaaaaaaaaa!! – Gritaba histérica buscando a su princesa una castaña.

-¿Miranda? – Se pregunto la pelinegra con una rosa en las manos aun sin ser cortada; en ese momento la castaña se posa ala entrada del jardín y al ver a la pelinegra dentro de tal jardín entra corriendo hasta donde la princesa haciendo una reverencia.

-Hime-sama, perdone, de nuevo la eh perdido, discúlpeme, de seguro ustedes necesito algo y yo en otro lugar sin poder ayudarle, soy un fracaso como dama de compañía, tendré que irme ahora mismo, y lo comprendo bien…-Hablaba sin pausa alguna y muy rápido la castaña.

-Miranda– Le habla la pelinegra interrumpiéndole.

-¿Si Lenalee-Hime-sama?

-No te preocupes todo esta bien, además, eres la mejor dama de compañía que puedo tener – Le dice esta sonriéndole, haciendo que con este gesto los ojos de la castaña se cristalizaran un poco.

-Gracias Hime-sama –Le dice esta sonriéndole

Continuaron unos momentos mas en el jardín cuando la castaña noto algo extraño en el rostro de la pelinegra.

-Pasa algo Hime-sama – Le pregunta esta algo preocupada.

-¿Eh?...no, yo…solo pensaba en algo – Dijo pensando durante unos momentos – Miranda…necesito me ayuden en algo.

-Desde luego Hime-sama.

-Miranda, quiero que me ayudes a escaparme esta tarde para dar un paseo por el reino.

-¡¡ ¿NANIIIIIIIIIIIIIII?! –Pregunta histérica por lo que la pelinegra le hace callar tapándole la boca con una mano (N/A: por si alguien no lo sabe, que si se dan los casos, nani significa "que")

-No grites Miranda. – Le dice esta.

-Pe…pero, como quiere que le ayude a escaparse, ustedes puede salir cuando ustedes guste.

-Si, pero no quiero salir con guardias, ni que toda la gente me habrá el paso al salir solo por que soy la princesa – Explicaba esta con un todo algo triste – Por eso te pido tu ayuda Miranda, te lo suplico. – Le decía con una mirada que nunca nadie antes ah podido resistir y al parecer esta no seria la excepción.

-Esta bien, le ayudare Hime-sama- Accedió esta.

-Arigato Miranda – Agradeció la chica abalanzándose a abarajarle – Pero Miranda, necesitare un atuendo menos llamativo – Le dijo esta – ¿Crees que puedas prestarme algo?

-Lo que ustedes guste Hime-sama – Le contesta la castaña, para irse ambas rumbo a la habitación de la pelinegra en la cual esta espero hasta que la castaña regreso con un par de vestidos en mano, destendiendoles en la cama de la pelinegra – Creo que son los que le pueden quedar Hime-sama – Le expone esta a lo que la pelinegra toma un vestido muy sobrio en color negro con detalles en violeta, con una falda no muy ancha, y un escote muy leve (como el que le pone Road cuando la vuelve muñeca).

-Usare este si te parece bien – Le dice la pelinegra.

-El que guste Hime-sama, le dice esta para después ayudarle a vestirse, al terminar la pelinegra fue hasta su armario tomando una de sus capuchas en negro poniéndosela.

-Bien, ahora debemos salir sin que nadie se de cuenta…

-¿Pero por donde? Hime-sama.

-Por el jardín de las rosas hay una salida oculta, es un poco incomoda por que es un poco estrecha pero saldremos sin problema. Vamos – al decir esto, la pelinegra y la castaña salieron a hurtadillas tratando de ni siquiera ser vistas, llegando hasta el jardín de las rosas sin problema alguno, al llegar allí la pelinegra abrió dejando entrar a la castaña para cerrar con ellas dentro y guardándose de nuevo la llave. Luego de caminas un poco llegaron hasta una pared de donde la pelinegra aparto unas enredaderas dejando ver una puerta bastante vieja la cual abrió dejando ver el paso a las afueras del castillo. Sin pensarlo dos veces ambas salieron por la puerta cerrándola a sus espaldas y alejándose del castillo lo más rápido posible pero sin parecer sospechosas. Al estar a una distancia prudente del palacio se levantaron las capuchas para verificar que no les hubiesen visto y/o seguido, que gracias al cielo no les paso, por lo cual volvieron a ponerse la capucha y a pasear por el reino.

Luego de andar de aquí para allá, riendo y bromeando hasta llegar al centro de la ciudad, un lugar muy concurrido, tal vez demasiado, por lo cual sin percatarse la castaña había sido separa del dalo de la pelinegra.

-Lenalee-sama, ¿Dónde esta? – Preguntaba esta preocupada mientras buscaba a su querida princesa entre toda la gente sin tener éxito alguno. Tranquila y alegre caminaba la pelinegra encapuchada entre la gente al no ser reconocida, sin darse cuenta que se había apartado de su dama de compañía.

-Miranda – Le llamo esta volviéndose en sus talones para darse cuenta de que su querida y un tanto nerviosa dama de compañía ya no se encontraba cerca de ella - ¿Miranda? –Preguntaba esta buscándole con la mirada sin éxito alguno. Mas tan ocupada se encontraba buscando a la castaña que relego su atención del camino mientras daba un par de pasos hacia atrás aun con su vista al frente sin percatarse de que alguien mas corría a toda prisa en dirección contraria a la que ella llevaba provocando así un choque con alguien dejándoles a ambos en el suelo algo aturdíos escuchando solamente la voces de unos hombres furiosos.

-No te vas escapar maldito estafador – Gritaba un iracundo hombre de al menos 1.95mts de complexión fornida acompañado de otros dos hombres de complexiones y estaturas similares. En el momento en que los hombres se acercaban la persona tirada en el suelo con la que la pelinegra había chocado con anterioridad se levanto precipitadamente arrastrándole a esta a un oscuro pequeño callejón cercano a ellos, topándole la boca con una mano para que no fuese a gritar, cosa que le helo la sangre a la pelinegra. Forcejeo por unos momentos hasta que ese desconocido le soltó, cosa que ocurrió luego de que aquel trío de hombres se pasara de largo. Al por fin estar libre se volvió frente a esa persona, la cual también se encontraba encapuchada mirando hacia los lados como buscando a alguien, para después volverse hacia la pelinegra.

-Disculpe, no fue mi intención – Le dice descubriendo a través de su voz que se trataba de un chico.

-¿Aquellos hombres estaban persiguiéndote? – Le pregunta esta dándole a conocer su dulce voz.

-Si, mi maestro les debe dinero y me dejo a mi como encargado – Dice resignado.

-¿Tu maestro te ah dejado pagando sus cuentas?

-Si, lo hace todo el tiempo, pero ya estoy acostumbrado, claro que nunca faltan personas como aquel trío que no soportan que les ganen en un juego de poker, solo por un par de trucos – Dice este con una risa un poco maléfica.

-"Vaya…este chico es oscuro" – Pensaba la pelinegra ante aquella risa – Y ¿quien es tu maestro?

-Lo más probable es que no lo conozcas, su nombre es…- Pero cuando el chico intenta terminar es interrumpido por la voz de uno de los hombres que le perseguía con anterioridad.

-Así que aquí estas – Decía este provocando que el chico se volviese solo para toparse con tremendo golpe en el rostro que le dejo tirado en el suelo. Al ver esto la pelinegra corrió hacia donde el chico quedando entre este y el trío de grandulones.

-Déjenle tranquilo – Les exigió esta.

-Pero miren nada mas, tiene que ser defendido por una chica jajaja – Dijo uno de los grandulones riendo y logrando con esta broma de mal gusto que los otros 2 riesen a la par. Luego de reír un poco grandulon del medio, el cual era el mismo de la broma, tomo a la chica con una mano de la muñeca y con la otra de la cintura mientras esta intentaba inútilmente safarse del patán– No te preocupes preciosa, cuando terminemos con ese enano, nos acompañaras tu – Le dijo este apenas logrando terminar para cuando recibió tremendo golpe del chico que con anterioridad havia golpeado, el cual le había separado de la morena gracias al golpe, encontrándose ahora de pie entre la chica y el trío de grandulones, ya con la capucha abajo dejando ver una melena corta pero abundante de color blanco como la misma nieve.

-A ella no la metas en esto – Les dijo con la voz iracunda.

-Pero miren nada mas quien vino por mas, con gusto nos encargaremos de ti enano – Dijo este antes de abalanzarse sobre el chico de cabello blanco el cual esquivo los golpes de los tres sin mucha dificultad respondiéndoles a cada uno de ellos. Entre patadas y puñetazos, algunos esquivados y otros no, tanto de parte de el como de los tres contrincantes logro dejándoles tirados en el piso, para volverse hacia donde se encontraba la morena sentada en el piso abajo mirando anonadada la escena con los ojos muy abiertos por la impresión. Al ver a la chica en ese estado se acerco donde ella.

-¿Te encuentras bien? – Pregunto este amable.

-Ha…hai…Gracias….-Dijo esta pero sin lograr terminar al desconocer el nombre de chico. Levanto el rostro topándose con un amable rostro de afable sonrisa.

-Allen… Allen Walker – Dice este sin dejar de sonreírle dejando ver solo uno de sus ojos cerrados pues su blanco cabello tapaba el lado izquierdo de su rostro, mientras le ofrecía la mano derecha para que se pusiera de pie, lo cual la morena acepto poniendo su mano sobre la de el y siendo impulsada hacia arriba por el chico, hasta quedar de pie.

-Gracias Allen – Le dice esta sonriendo, mas al tener aun la capucha arriba no dejaba ver su sonrisa.

-¿Y tu eres? – Preguntaba intrigado el chico.

-Lenalee…Lenalee Lee – Le dice esta sonriente quitándose la capucha dejando ver su hermoso rostro que haría que una muñeca de porcelana se pusiera celosa de tal belleza, dejando anonadado al chico de aquellos extraños ojos entre grises, azules y un leve toque de violeta.

CONTINUARA………