Prefacio...
Todo se consumía. Todo acababa como debió haber sido siempre. Esta vez estaba más preparada q nunca, pero ellos también lo estaban.
En esta ocasión no veíamos luz alguna de escape y me alegraba de una única cosa, q moriría con él amor de mi vida: Edward.
Aunque nuestro amor abarcaba más allá de la mortalidad, sabía que él y yo estaríamos juntos siempre e incluso después de nuestra próxima muerte...
¡Mi hija!.. Al menos tenía el consuelo que podría seguir viviendo, al igual que mi fiel amigo Jacob. No me preocuparía por ellos, porque ya deberían de estar muy lejos de esta masacre.
Tres vampiros saltaron hacia Edward, él se zafó de uno de ellos y contraatacó con todas sus fuerzas, mientras yo peleaba por salvar la vida de uno cuantos de mis amigos.
Pero era el Fin.
Observé por primera vez miedo en la cara inexpresiva de mi esposo y los dos solo tuvimos algunos segundos para despedirnos solo con nuestras respectivas miradas. Yo podría pasarme un siglo sin apartarme de su mirada, siempre parecía que ambos hablábamos y transmitíamos todo lo que sentíamos con solo una mirada.
Me distraje y luego sentí dolor proveniente de diferentes partes de mi cuerpo y era algo extraño para un vampiro, pero ya estábamos más que muertos...
Capítulo 1: Felicidad
Observaba el lugar donde mi hija había desaparecido y quería aun quedarme allí hasta su regreso. No podía creer que Renesmee hubiera crecido demasiado en estos últimos años y que quisiera tener un poco de privacidad. Creo que yo alguna vez también quise estar sola y la mejor opción fue que Renesmee se fuera a pasar algunas vacaciones con mi padre Charlie.
Mi comportamiento de estatua y de madre preocupada por su única hija no era tan bueno.
Tenía planeado seguir así todo un mes si por mí fuera ya que era sencillo para un vampiro, pero para Edward no le gustaba esa clase de comportamiento.
- Sra. Cullen- susurro en mi oído y yo aun no podía creer que sintiera corrientes eléctricas por todo mi cuerpo de vampiro - No se preocupe tanto, ella estará bien.
-Lo se - suspire llenando mis pulmones con aire innecesario - Lo que pasa es que... ya sabes es difícil dejarla ir. Eso es todo
-Solo serán algunos días - prometió Edward abrazándome para consolarme
- Si es verdad - coincidí con él mientras daba la media vuelta para observarlo
Aun era tan guapo, la inmortalidad era sencilla con él a mi lado. Lo amaba tanto y lo seguiría haciendo.
-¿Que piensas? - pregunto curioso
Levante ambos hombros para restarle importancia a mis pensamientos
- solo te diré que será mejor que lo leas por ti mismo - dije sin rodeos
Deje de abrazarlo y apreté un poco los diente para poder concentrarme. Aunque ya no era tan difícil. Me concentre y con un poco de esfuerzo empuje la pequeña tela elástica que cubría mi mente, hasta mantenerla lejos de mí.
Pensé en todos aquellos recuerdos que quería que el viera y pase una y otra vez las veces que siempre le decía: te amo.
Lo mire para ver su expresión y estaba fascinando como todas aquellas veces que hacía lo mismo. Me beso y me perdí en su beso tan maravillosamente delicioso. No me cansaba en pasar mi punta de la lengua por su labio que sabia deliciosamente.
-Guao- expreso Edward apartándose, estaba muy feliz por su descubrimiento
Yo me moleste por su repentina acción
Él me sonrió
- Bella, amor mío no te molestes conmigo - dijo de forma de disculpa
Lo mire aun sin comprender como sabia que estaba enojada. Ya que siendo vampiro era difícil saber como se sentía el otro.
- Tienes razón... es difícil saber como se sienten los otros pero recuerda que yo leo la mente - argumento Edward riéndose - Bella no te haz dado cuenta que tu escudo no te cubrió cundo te distraje
Volvió a sonreírme
Era cierto, esta vez mi escudo había quedado donde lo había dejado y no revoto como las otras veces en las cuales Edward me distraía con un beso.
-Vaya - expresé con asombro - Es cierto
-Creo que así será más fácil entenderte- comento con entusiasmo
- Ni lo sueñes- dije y volví a concentrarme en mi escudo para protegerme de los intrusos como mi esposo
Lo logre sin mayor esfuerzo poner mi escudo a su lugar de siempre.
Él simplemente torció su sonrisa y me volvió a abrazar.
- No importa en realidad - dijo muy cerca de mi oído- te conozco lo suficiente
-Eso espero - respondí
- OK!- dijo una pequeña voz detrás de nosotros y ambos sabíamos de quien se trataba - Mírate- señalo con espanto mi atuendo de pantalones desgastados y mi blusa de tirantes - Esto no puede ser posible, tienes todo un cuarto lleno de ropa y tu usas lo más horrible que encuentras.
- Alice... me gusta mi atuendo- le asegure
- Si me doy cuenta - cruzo sus pequeños brazos indignada
-Prometo que usare toda la ropa después - suspire
- Llevas diciendo eso mismo desde hace 6 años y la ropa sigue allí esperándote - me acuso enojada
-Alice...- protestó Edward
-¡SI, si!..Ya sé, ya se. - se fue de allí sin decir ni una sola palabra
En realidad me daba un poco de pánico toda esa ropa que se encontraba en mi armario.
- A mí me gusta cómo te vistes - dijo Edward pasando sus ojos de arriba hacia abajo por todo mi cuerpo con toda lentitud, lo cual me hizo sentir una sensación de que mis mejillas se sonrojaban lo cual ya nunca lo habían hecho.
Pero mi pensamiento fue interrumpido por una vocecita lejana.
-Eso es porque estas ciego de amor y no sabes nada sobre la moda - Alice le contesto a Edward desde la sala
Edward solo sonrió ante su pelea con su hermana
-Sabes Alice... a veces eres un pequeño mostrito, ¿ya te lo había dicho? - susurro mi esposo divertido
- Si, ya lo sabía- Alice respondió riéndose desde la otra habitación de abajo.
-Ven - Edward estiro su brazo- Vamos a cazar
- En realidad no tengo ganas Edward - dije un poco melancólica - pero... prefiero ir a nuestra cabaña. Solos
El tomo mi mano y salimos directos a nuestra cabaña. Donde todo era un sueño y no la realidad.
Mi felicidad era completa y me daba miedo que algún día alguien viniera a quitármela.
Por el momento solo pensaría en Edward y mi hija.
