Aviso:
*No se desarrolla en la trama canon de la serie/juego, pero si en el mismo universo.
*No viven en la misma ciudad que Keita, pero si en el mismo país, y probablemente bastante cerca.
*Hay personajes canon de la serie/juego pero no son protagonistas de este.
*Se utilizan nombres en japonés.
Gracias.
Todos los fenómenos inexplicables del mundo, son causados por Yokais. El "Yokai Watch" es un reloj que permite al que lo posee poder ver estos seres. ¿Cómo impactará tu vida al encontrarte con un Yokai…? Eso… Ni siquiera yo puedo saberlo.
- ¡Abuela, Abuela! ¡Conseguí un escarabajo enorme esta vez!
Genki Kazeki siempre fue un niño animado, lleno de vitalidad. O al menos era así desde que tenía memoria. El joven muchacho de catorce años había pasado casi toda su vida en un pequeño pueblo, criado por sus abuelos. Allí iba a la escuela, y ayudaba siempre que podía a sus ancianos tutores con las cosechas.
No es que los padres de Genki hubiesen muerto o algo así; los veía todas las vacaciones de Navidad y en las celebraciones familiares, pero eran unos adultos ocupados en los que no entraban dentro de sus planes tener a un niño. Genki sabía perfectamente que la primera intención de su madre fue darlo en adopción, pero sus abuelos se negaron rotundamente.
¿Triste? No mucho.
Él era feliz con sus abuelos, y no necesitaba a esos extraños en su vida más que para enviarle dinero de vez en cuando. No los odiaba, por supuesto, pero tampoco sentía más que aprecio por ellos.
La anciana se levantó de su cojín, en el que esperaba a su nieto tomando un té. Cada día Genki salía al bosque de al lado del pueblo para cazar bichos, o simplemente buscar animalillos. La mujer no podía estar más orgullosa de la fuerza de su pequeño nieto.
- A ver, a ver… ¡Vaya! –Examinó la caja en la que un escarabajo rinoceronte enorme correteaba de un lado a otro. –Parece que Tsuchinoko te ha acompañado al bosque esta vez.
- Mmmhm. Y también he estado buscándolo. –El chico se sentó al lado de su abuela, manteniendo la vista en un punto fijo. –El Yokai Watch… Pensé que Tsuchinoko me acompañaría hasta encontrarlo pero… No encontré nada.
- No te desanimes, Genki, algún día lo encontrarás.
- … ¡Sí! –Y dicho esto se levantó de un salto. -¡Voy a devolver el escarabajo! Sólo quería que lo vieses, abuela.
- Muy bien.
- ¡Cuando vuelva ayudaré al abuelo a hacer la cena!
- Como quieras, hijo. –Sonrió la mujer, cerrando los ojos, a lo que su nieto se iba corriendo. –Crece grande y fuerte… Genki.
A Genki le encantaban las historias sobre Yokai que sus abuelos le contaban cada noche antes de ir a dormir. Tsuchinoko, Honobono, Fuumin, Merramerion… Todos y cada uno de ellos realizaban una función en el mundo real, pero eran invisibles a los ojos humanos. ¡Sin embargo! Había una forma de poder verlos. Su abuela le contó un día sobre un reloj misterioso que permitía al que lo obtenía poder ver a estos Yokai, y hacerte sus amigos. Y ese era el motivo por el que Genki salía cada día a la montaña en busca del misterioso reloj.
Por eso le gustaba vivir aquí, también. Cuando hablaba de Yokais delante de sus padres, estos lo miraban con una mezcla de asco y extrañeza. Estaba seguro de que si vivía con ellos, jamás podría haber aprendido estas cosas tan maravillosas.
- Ah… Se está haciendo tarde. Siento haberte retenido tanto tiempo. Ya puedes volver a casa. –Murmuró dejando el bichillo en un árbol. Levantó la vista, y suspiró mirando al cielo. -…Hora de volver.
Por el camino no pudo evitar quedarse pensando. Su abuela siempre bromeaba con que esos ánimos eran porque un Merramerion debía estar siguiéndolo a todas partes. ¿Y si fuera cierto? ¿Y si algún Yokai lo tenía en su punto de mira y jamás se había dado cuenta? Le parecía muy triste no poder interactuar con ellos, por eso quería encontrar el reloj.
Con esto en mente llegó a casa con una sonrisa. Abrió la puerta de atrás, y se quitó los zapatos para no mancharle el suelo a la abuela.
- ¡He vueltooo! –Anunció, cruzando la habitación oscura, hasta la cocina. Era extraño, porque a esta hora solía estar todo iluminado. -¿Qué pasa? ¿Un Denpaku se ha llevado nuestra electricid…?
Y se detuvo de pronto al ver el cuerpo de una persona tirada en el suelo. Parpadeó un par de veces, con la boca entreabierta. ¿Eso era…?
- ¿A… buela? ¡Abuela! ¿Estás bien? –Enseguida soltó su red y caja en el suelo, y se tiró para darle la vuelta al cuerpo. Pero… Estaba frío. –Abuela, te has caído. ¿Estás bien? ¡Despierta!
Justo entonces la puerta principal se abrió, mientras una grave voz anunciaba con alegría que ya estaba en casa. Genki se quedó inmóvil unos segundos, aun con el cuerpo de la anciana en sus brazos.
- ¿Genki? –Cuando el abuelo cruzó hacia el salón sonrió, confuso. -¿La abuela se ha quedado de nuevo dormida en tus brazos? Debe haber sido Baku, ¿eh?
- ¡A-Abuelo…!
La risa del anciano se detuvo al oír la voz quebradiza de Genki, y en cuanto vio el rostro lleno de lágrimas de su nieto… Lo supo.
Los funerales nunca son fáciles, y mucho menos si son de un ser querido. Fumie Kazeki era una anciana querida en el pueblo, conocida por criar con su marido a un pequeño trabajador y alegre niño. Uno que en esos momentos tenía el rostro sin expresión alguna. Todos habrían esperado ver al pequeño Genki llorar como era inevitable, pero no cayó ni una lágrima de su rostro, ni tampoco salió una palabra de su boca, hasta que quedaron él y su abuelo a solas con sus padres.
Estos insistían que ese lugar ya no era seguro para su hijo, y que tarde o temprano él también moriría, y dejarían al niño con un trauma de por vida. Ante estas palabras no pudo hacer otra cosa que intervenir, en defensa de su abuelo.
- Quiero quedarme. –Soltó frunciendo el ceño, y poniéndose delante de sus padres. Ambos se le quedaron mirando con una ceja levantada. –La abuela se ha ido pero… Estoy seguro de que sigue con nosotros. –Pudo haberse detenido ahí, pudo haberse callado, y mirando atrás tal vez eso es lo que debería haber hecho, sabiendo cómo sus padres eran, pero… Siguió, con una pequeña sonrisa. –Además… Estoy seguro de que ahora es un Yokai muy bonito, que nunca nos dejará. Seguro que es un Tsuchinoko, porque siempre fue su favorito, y querría traernos suer-
Un sonido seco cruzó el tanatorio, llamando la atención de los pocos que seguían ahí. La mujer que se suponía que era su madre lo miraba con los ojos llenos de lágrimas, mientras que él se sujetaba la mejilla donde acababa de ser cacheteado.
- Ya tienes una edad para diferenciar los cuentos y la realidad, ¿no crees? –El chico no respondió. -Recoge tus cosas y despídete del abuelo, Genki. –Fue lo último que dijo antes de marcharse con su marido detrás.
Hubo un silencio en la sala durante un tiempo, hasta que el señor se agachó a la altura del niño.
- Genki… ¿Estás bien? –Preguntó, mirando a su nieto, preocupado.
- …
- ¡G-Genki! ¡Espera!
No le hizo caso, y salió corriendo de allí.
Corrió, y corrió hasta llegar al bosque del pueblo donde ni siquiera sabía donde había acabado. Una vez sol se tiró al suelo y empezó a llorar desconsoladamente, dando golpes al suelo. Era injusto. Era demasiado injusto. No quería irse… No quería dejar al abuelo solo… No quería vivir con esas personas.
Los gritos y berridos poco a poco se fueron convirtiendo en un suave sollozo, mientras se frotaba los ojos. Murmuró un par de improperios y fue a levantarse… Cuando notó algo en la tierra. El pico de una caja que sobresalía.
Con expresión confusa empezó a cavar un poco en el suelo, sacando la caja de tamaño mediano atada con una cuerda. Genki se frotó los ojos para ver mejor, y fue entonces cuando se dio cuenta de que su nombre estaba escrito en la caja con letra irregular en rotulador negro.
- ¿Huh…? Pero… -Miró a la izquierda, y luego a la derecha, pero no había nadie allí. –Esto… ¿Es para mí?
Lentamente empezó a desenvolver el paquete, cuando una luz brillante lo cegó por completo. Tuvo que cubrirse la cara con ambos brazos, y soltar la caja con un sonido de sorpresa. Cuando la luz se disipó, dentro de la caja sólo había una nota, un libro vacío y una especie de tableta electrónica. Decidió agarrar la nota, y en seguida notó su corazón dar un vuelco.
- Todos los fenómenos inexplicables del mundo, son causados por Yokais. El "Yokai Watch" es un reloj que permite al que lo posee poder ver estos seres. ¿Cómo impactará tu vida al encontrarte con un Yokai…? Eso… Ni siquiera yo puedo saberlo. Crece grande y fuerte, Genki. –Leyó en voz alta, mientras el papel en sus manos temblaba. –Espera… ¿El…?
Y entonces, se dio cuenta. En su muñeca derecha, ahí estaba. Un reloj enorme con un círculo en el centro. Lentamente movió un dedo hacia la pequeña cúpula, y esta se abrió. Si había un Yokai por ahí… Iluminándolo con el reloj se haría visible para él, ¿verdad…?
Tragó saliva, cerró los ojos y presionó el botón. Oyó un ruido extraño, y cuando abrió los ojos vio una luz azul saliendo del reloj pero además de eso… Nada.
¿Realmente era este el famoso Yokai Watch…? ¿Y si de verdad todo era un cuento…? Tal vez, incluso su abuela lo escondió aquí para él… Menuda decepción…
- Después de todo… Mamá tenía razón… -Murmuró, con una pequeña risa amarga. –Era todo… Mentira.
- ¡MERRAMERAION!
Y justo cuando iba a apagar el reloj, una voz hizo que diese un salto en el sitio del susto. Delante de él se encontraba un pequeño ser, parecido a un león de color rojo. Dio un par de puñetazos al aire, y de pronto se sintió con una energía enorme para hacer cualquier cosa que le propusiesen.
- ¡Merra, Merra!
- Merra… ¡Eres…! ¡De verdad eres Merramerion! ¡E-El Yokai!
- … ¿Merra?
El pequeño ser se veía sorprendido, como si no esperase que Genki pudiese verlo de verdad. Tanto él como el niño se frotaron los ojos, con sorpresa.
- ¡Merramerion!
- ¡Merra!
El león se lanzó encima de Genki, que abría los brazos con una enorme sonrisa. No podía creerlo. De verdad estaba aquí, y era tal y como la abuela lo había descrito. Puede… Que un poco más pequeño de lo que esperaba. ¡Pero aún así…! ¡Era Merramerion! ¡En carne y hueso!
- De verdad eres real… De verdad… -No pudo evitar emocionarse un poco, abrazando al Yokai. Tanto que este se separó para poder volver a respirar.
- M-Merra…
- Uh… A ver que dice el resto de la nota… -Giró el papel para encontrar unas últimas palabras. –Querido Genki, si has encontrado el Yokai Watch, de verdad has tenido mucha suerte. ¿Algún Tsuchinoko te ha seguido hasta aquí? –Comprobó a ver si había alguno alrededor, pero solo estaba Merramerion. –En cualquier caso, este reloj me perteneció a mí, y gracias a él conocí a tu abuelo. Es una historia bastante larga, así que te ahorraré los detalles. Sólo diré que pedí ayuda a un Yokai llamado Motemoten… ¡Y al final resulto que no lo necesitaba para nada! –Una risita escapó sus labios, antes de seguir. -Espero que tú también te hagas amigo de muchos Yokai, y vivas enormes aventuras. Te quiero mucho, Genki. Sé que harás un buen uso de este reloj… Abuela…
- ¿M-Merra?
El muchacho se giró para ver al Merramerion mirándolo con preocupación, y le dedicó una sonrisita.
- N-No pasa nada… ¡Estoy muy contento de haberlo encontrado! Y… Es normal echar de menos a la abuela. Pero estoy seguro de que ella no querría que esté triste, ¿no? –Y se volvió a la caja. –Uh… Pero para que es… Um… El álbum.
- ¡Merra, Merra!
- ¿Uh?
El Merramerion le estaba extendiendo una especie de chapita con él dibujado en medio. Parecía ser del tamaño perfecto como para poder introducirlo en el reloj.
- ¡Ah! Con esto puedo invocarte, ¿verdad? Entonces… ¿Somos amigos?
- ¡Merra, merra! –Asintió con fuerza el Yokai.
- ¡Estupendo! ¡Me llamo Genki!
- ¡Merra!
- Ah… Entonces puedo guardar las medallas aquí. –Sonrió, introduciendo la medalla en una de las páginas. -¡Genial! ¡Mi primer amigo Yokai! Y queda la tableta… Um… La vecina tenía una de estas cosas modernas pero…
- ¿Merra?
Genki le extendió el objeto al Yokai, pero este parecía tan confuso como él.
- Hahaha… Yo tampoco se…
- ¡GENKI! -La voz grave de un hombre llamo la atención de los dos, que se giraron confusos. Su abuelo había corrido hasta aquí… -Menos mal que te encuentro, Genki. Estaba muy preocupado… -El hombre se sentó con una sonrisa, alargando ambas manos hasta el rostro del chico. –Siento mucho lo ha que pasado…
Él parpadeó un par de veces, agarrándose la mejilla donde su abuelo le había colocado una tirita.
- Abuelo… -Hubo un momento de silencio. -…Son reales.
- ¿Um?
- Los Yokai… La abuela tenía razón… De verdad… Existen. –Sonrió, enseñándole el reloj, intentando evitar que un par de lágrimas se escapasen.
- Genki… -El hombre parpadeó un par de veces, examinando su muñeca con una sonrisa. Y sin decir nada más, lo tiró para un abrazo.
- Merra… -Merramerion se quedó unos momentos ahí parado, hasta que se fijó en un Tsuchinoko que venía acompañando al anciano, y también se había unido al abrazo. Pero prefirió no decir nada, y limitarse a sonreír.
- ¿Tienes todas tus cosas? No vamos a volver. –Soltó su padre.
- Lo sé…
- ¿Te has despedido del abuelo?
- Si…
- Entonces sube al coche, Genki.
- Bien…
Mientras sus padres hablaban una última vez con su abuelo, abrió la puerta del coche y dejó pasar a Merramerion antes que él. Luego subió, y cerró la puerta para ver desde la parte de atrás del auto a la pareja que se suponían que eran sus padres discutir con quien consideraba su padre de verdad.
- ¿Merra?
- ¿Um…? Si… Estoy algo triste, pero… Me alegra que el abuelo no esté solo. –Sonrió, encendiendo el reloj. Al lado de su abuelo se encontraba un Tsuchinoko con expresión furiosa. –Estoy seguro de que lo cuidará…
Genki hizo un par de movimientos, y con eso llamó la atención del pequeño Yokai Serpiente que hasta ahora daba saltos de furia. En cuanto tuvo su atención escribió con los dedos en la parte de atrás del coche "Estaré bien. Te quiero.". El Tsuchinoko pareció reaccionar, y empezó a caminar hacia el auto rápidamente, pero no tuvo tiempo de llegar hasta él, porque los adultos ya habían subido al coche.
- Abróchate el cinturón, Genki.
- Si…
Y con un último vistazo, vio como el Tsuchinoko se subía al hombro de su abuelo, que acariciaba al Yokai con una triste sonrisa.
Al menos… Se tenían el uno al otro… Y eso si que era una verdadera suerte.
- ¿A dónde vamos…?
- Ocsity. Está a un par de horas.
- …Mmm.
Y eso fue lo único de lo que hablaron en todo el viaje. Genki eventualmente se quedó dormido, de la mano de su nuevo Yokai, y apoyándose en su cabeza. Merramerion se aseguró de limpiarle el rastro de lágrimas que aún recorrían las mejillas del castaño, y acabó quedándose dormido también.
Hasta llegar a su nueva ciudad.
- Ummm... No me apetece cocinar hoy... -Una mujer rubia y bastante joven iba acompañada del que parecía su hermano pequeño.
El niño con ojos cerrados como si fuese un pequeño zorro, tenía la piel exageradamente bronceada, naranja como una zanahoria, y el cabello amarillo chillón. Cualquiera que viesen a esos dos por la calle los identificarían en seguida como una familia de Gyarus.
- Quiero hamburguesas. -Declaró el pequeño.
- ¿Hamburguesas? Mmm... ¡Ya se! ¡Vamos a pedirle a papá que nos lleve a ese restaurante tan famoso!
- ¡Sí!
Y así, de forma orgullosa, madre e hijo se fueron a comprar ropa como solían hacer cada tarde.
La familia Kitsu era conocida por ser un par de padres extremadamente jóvenes, que iban siempre a la moda.
Su hijo que ya tenía catorce años era de los más populares de su clase. Naoki era ese tipo de niño que todos intentaban impresionar para que les invitase a casa a comer, y así establecerlos como parte de su grupo de "niños guays". No era fácil ganarse el corazón de Naoki. Bueno, en realidad sí. Si le regalabas algo de ropa que estuviese de moda, considérate su amigo.
La familia de Naoki no es que fuese precisamente de las más ricas del mundo. De hecho, el sueldo de su padre no daba para mucho, y no ayudaba tener a una madre (y un hijo) compradores compulsivos. La mitad de las veces tenían que acabar devolviendo toda la ropa que compraban, o no conseguirían llegar a fin de mes.
Ese día era extraño. Naoki no tenía ganas de entrar a comprar ropa. De hecho, ni siquiera tenía ganas de ir a ninguna parte. Quería quedarse en casa como un nerd, jugando a su consola. No podía explicar cuando le venían ese tipo de comportamientos repentinos, pero tampoco se esforzaba en entenderlos. Eran cosas del cerebro y eso.
- Mamá. Voy a esperar fuera. -Soltó, en la entrada de la tienda. Tal vez así la mujer se daba más prisa.
- ¿Huh? Bueno... No tardaré.
Sin más, entró olvidándose completamente de su hijo al menos por un rato.
Naoki empezó a distraerse viendo los coches pasar. Una vieja con un bebé... Un grupo de chicas en un descapotable... Un crío durmiendo con tiritas en la mejilla... Sip. Se aburrió en seguida.
Volvió la vista hacia el resto de personas por la calle. Era divertido ver el tipo de gente que vivía en Ocsity. Un joven policía nervioso caminando en busca de criminales. Una parejita que disfrutaba de su primera cita, y buscaban que decirse el uno al otro. Un zorro de nueve colas, que corría hacia un callejón. Un anciano q...
- ¿Eh?
Naoki volvió la vista al callejón. Espera. Eso no podía ser... ¿Verdad?
Se tensó un poco, intentando buscar una explicación a lo que le parecía haber visto. Podía ser una mascota promocional, ¿no? O tal vez algún rarito en su traje de animal extraño.
Debía ser eso... TENÍA que ser eso...
Como si una fuerza extraña lo empujara, Naoki se acercó poco a poco al callejón. Nadie pareció percatarse de que esa cosa había entrado ahí. Pero él sí. No dudó mucho más y caminó hasta el final del callejón.
Y ahí estaba. De espaldas. Un enorme monstruo con nueve colas murmurando para si mismo.
- Bien... Otro corazón... Con este ya tengo 27 hehehe... Ya quedan menos de tres cuartos para poder subir de rango y así... Jejeje...
- ...
Naoki pudo haber llamado su atención carraspeando, o diciendo algo. Sin embargo, no se le ocurrió otra cosa que agarrar una de las colas y tirar con toda su fuerza.
- ¡WAAGH!
- ¡AAAAAAAAAAH!
Los dos seres empezaron a gritar, el primero de dolor, y el segundo del susto. Cuando terminaron, se quedaron mirando con horror.
El monstruo se agarraba la cola, y respiraba agitadamente con ese enorme hocico claro, repleto de colmillos.
- ¡E-Eres un monstruo! ¡D-De verdad!
- ¿Un monstruo? ¡ESPERA! ¡SE SUPONE QUE NO PUEDES VERME! -El zorro miró algo que llevaba en sus manos. -¡Oh no! ¡Se ha roto...! ¡Mierda!
- ¡SOCORRO! ¡MONSTRUO!
- ¡CALLA MOCOSO!
Colocó sus manos de uñas largas contra su boca para callarlo, eso sólo hizo al chico aterrorizarse aún más.
- P-Por favor no me comas. Soy muy joven y guapo. Por favor. No se lo diré a nadie.
- ¡No voy a comerte! -El zorro suspiró. -Escucha, enano. Simplemente pírate, olvídate de todo esto y no pasará nada más.
Naoki se le quedó mirando un rato. Y sin decir nada más, sacó su teléfono y le hizo una foto.
- Click...
- ¿PERO QUÉ HACES?
- Me pregunto cuanto valdrá una foto del monstruo... -Murmuró el rubio esbozando una sonrisa.
- ¿QUÉ QUIERES DE MI?
El pobre ser empezaba a ponerse nervioso. Si no actuaba pronto él... No. El mundo de los Yokais podía peligrar seriamente.
Agarró por la muñeca a Naoki, que volvió a empezar a gritar.
- ¡SUELTA! ¡VOY A LLAMAR A LA POLIC...!
Cuando se dio cuenta el monstruo le había colocado un reloj en la muñeca.
- Mira, te puedes quedar eso siempre que mantengas tu boca cerrada, ¿vale?
- ¿Eh? No lo quiero. Es muy feo. Toma tu basura. -Intentó quitárselo, pero le fue imposible. -¿Eh? ¡OYE! ¡QUÍTAME ESTO!
- Imposible. -El monstruo se encogió de hombros. -¿De verdad quieres quitártelo? Aún no sabes que hace ese reloj.
Naoki tragó saliva.
- ¿El reloj...?
- Ese reloj. -El zorro le señaló dramáticamente. -¡ES EL YOKAI WATCH!
El chico se quedó unos segundos mirándole.
- Ah. -Y procedió a volver a intentar quitarse esa cosa.
- ¡PARA! ¡TE HE DICHO QUE NO SABES LO QUE HACE!
- Pues habla de una vez.
- Con el Yokai Watch... ¡Podrás ver seres que jamás has visto en tu vida, y hacerte amigo de ellos! -El monstruo carraspeó. -¿Alguna vez te has preguntado el motivo por el que de pronto te entra un hambre voraz? O... ¿Por qué no tienes ganas más que de quedarte en casa jugando a la consola?
Naoki se quedó mirando al monstruo que sonrió, claramente complacido.
- ¿Cómo sabes...?
- Abre el reloj y apunta con la luz alrededor. Tal vez encuentres algo.
Y le hizo caso. Una pequeña luz azul iluminó al ser que puso una mueca de desagrado, y le señaló hacia una esquina. Lentamente movió su muñeca hacia donde el largo dedo con uña rosa apuntaba, y de pronto apareció. Una especie de murciélago con una manta enrrollada encima.
- ¡WAAAH!
- ¡AAAAAAAH!
El grito del pobre Naoki asustó al bichín que salió de allí pitando.
- ¿QUÉ ERA ESO?
- Eso... Era un Yokai.
- ¿Un Yokai...?
Se volvieron a quedar mirando un rato en silencio.
- Mi nombre es Kyubi. -Se presentó por fin el ser. De pronto, una polvareda morada lo rodeó y el monstruo de nueve colas desapareció. En su lugar ahora había un niño de la edad de Naoki, con una sonrisa traviesa. -Encantado de conocerte.
Todos los fenómenos inexplicables del mundo, son causados por Yokais. El "Yokai Watch" es un reloj que permite al que lo posee poder ver estos seres. ¿Cómo impactará tu vida al encontrarte con un Yokai…? O mejor dicho... ¿Cómo impactará la vida de tres jóvenes al conocerse gracias a los Yokai?
Para saberlo...
Por favor, disfruta de esta historia.
