Rose Weasley, una castaña de 15 años, estaba espiando tras la puerta de su cuarto, como sus compañeras hablaban de la serpiente que había engatusado a todas las chicas mayores de 14 de Gryffindor. Se referían a Scorpius Malfoy, el chico rubio que sedujo a todas esas chicas, pero lo extraño era que a Rose nunca se le acerco, y mas le valía no hacerlo pensó Rose, mientras sus compañeras hablaban…
-Casi todo gryffindor cae a sus pies, digo chicas, claro- oyó que decía Bianca su compañera de cuarto.
-si, yo ya fui su victima, y fue tan... lindo- dijo Cassandra, su otra compañera de cuarto, quien estaba profundamente enamorada de Scorpius, pese a que este la había tomado como juego.
-ya deja de babear, porque quedan solo dos chicas, después tendrá que ir para ravenclaw supongo, el chico fácil del momento...
-No lo llames así- Protesto la voz de Cassandra -El sabe como hacerlo.
-Queda una chica de séptimo, y... Rose, pero confió en que ella no caiga- murmuro Bianca sin tomar en cuenta el comentario de Cassandra.
Rose estaba todavía apoyada en la puerta, escuchando, pero ¿porque Scorpius la había dejado ultima?... "a lo mejor sabia que eras imposible" contesto una vocecita en su cabeza y ella sonrió.
Entro en la habitación y las otras chicas la miraron curiosamente.
-Rose- comenzó Cassandra con temor -Tu... tu eres casi la ultima.
-¿La ultima de qué?- pregunto inocentemente ella, como si no supiera nada del chico.
-No sabes que Scorpius Malfoy anduvo con todo gryffindor- salto Bianca, incrédula.
-Uhm...- murmuro y pareció meditarlo para después decir: -Ya me lo imaginaba.
-Pues si, y la ultima... creo que eres tu, el te utilizará te lo aseguro...
-Cálmense chicas, a mi no me gusta una pizca ese rubio, y si intenta hacer algo conmigo va a hacer algo mas que pagarlas- sentencio Rose muy decidida, dejando a las otras dos en silencio.
Pasaron 2 semanas y según las chicas, ya la tonta de séptimo había caído, ¿como es posible? se preguntaba una y otra vez Rose.
-Y
ahora te toca- dijo Bianca dándole unas pequeñas palmaditas en el
hombro, como señal de apoyo.
-Tengan calma- murmuro Rose y salió
a recorrer Hogwarts, a ver si se encontraba con el "domador de
chicas" como lo apodaba...
En unos pocos segundos, como
ella esperaba, apareció Scorpius...
-Malfoy- dijo Rose con
desdén.
Él suspiro, pensando en que hacer, era la prima de su mejor amigo…
-Weasley- respondió él, sin flaquear.
-¿Donde esta Albus?- pregunto Rose con naturalidad.
-Creo que en la sala común- respondió él, de lo mas natural, no seductoramente como lo hacia con otras chicas, eso saco de onda a Rose.
-¿Que pretendes?- soltó ella.
-Así que lo sabes - dijo Scorpius arrastrando las palabras.
-¿Crees que las chicas de mi casa son muñequitas de colección o algo así?- dijo Rose sin dejar el tono desafiante en su voz.
Él sonrió y eso molesto a la chica, quien pretendió irse, se dio media vuelta y dio unos pasos pero Scorpius la tomo por un brazo.
-Suéltame, no pretenderás abordarme por la fuerza y decir que fui tu último trofeo ¿no?
-Lo serás, algún día.
-Y que tal si le digo a Albus
-Él ya lo sabe, y también sabia que tarde o temprano llegarías tu, pero no le molesta, mas bien le divierte- dijo sonriendo Scorpius acercándose a Rose, sin soltar su brazo.
-Tu... nunca... tocaras... ni lo mas mínimo... de mi boca -dijo ella con los dientes apretados.
-¿Quieres apostar?- la desafío él
-¿Como te ha ido con mi prima lily?
-Yo no me intereso en pequeñas- contesto él con desdén.
-Uhm, yo pensé que te habías comido a todas las niñas de mi casa... ¡ya casi eras mi héroe!- dijo Rose con sarcasmo.
Scorpius cada vez respiraba más rápido, estaba furioso, FURIOSO.
-Mi querido Scorpius- continuo ella sonriendo -en esta vida se gana... y se pierde, y aquí y ahora tu perdiste.
Rose aprovecho el momento de debilidad de Scorpius y se zafo de el con mucha facilidad y se fue caminando de lo mas normal, lejos de el.
Rose Weasley le había ganado al mujeriego de Scorpius Malfoy
-Esto no terminara aquí, tu ganaste esta vez, pero estoy seguro de que habrá otra- murmuro Scorpius quien había comenzado a reír con los ojos fijos en donde había desaparecido la chica.
