Y allí estaba ella.

Encima a ahorcadas de una chica. Besándose y tocándose las tetas de una forma viciosa, mientras, un tío por detrás estaba embistiéndola de una manera brutal.

Solo se podían escuchar los jadeos de ese trío en toda la casa.

Ahora, la chica de debajo suyo le chupaba una de sus maravillosas tetas que tanto me hipnotizaban.

Y el chico le dio una cachetada en su culo precioso.

Ella giró la cara lo suficiente para que el chico la besara y continuara con su faena.

La chica de debajo, ágilmente, metió la mano entre sus sexos, que se rozaban, y comenzó a masturbarse.

Quise ir hasta el chico y decirle que me encantaría ocupar su lugar, pero no pensaba caer en las mismas redes una vez tras otra.

Cerré su puerta para no tener que escuchar los jadeos lascivos que salían de sus bocas, pero me di cuenta de que no era suficiente, así que decidí salir a la terraza.

Allí estaba Alice.

- hermano- me dijo Alice en tono cariñoso.

Nos miramos a la cara y no hizo falta tener que decir nada respecto lo que estaba pasando en esa habitación.

-Edward, no te pongas así, todo pasará a su tiempo- me dijo ella acariciándome el brazo.

Pero sabía que ella no tenía razón, sabía que lo nuestro nunca iba a funcionar: ella era ninfómana, yo un mujeriego y nosotros éramos primos.