¡Buenas! Hoy os vengo con un drabble sobre nuestro amado todomomo En realidad este es el inicio de una pequeña serie. Debo decir que los relatos no tendrán relación alguna entre ellos, pero los voy a subir todos aquí sobre todo por comodidad. Espero que os gusten, y cualquier cosa, comentadme. También se aceptan sugerencias

Como siempre, estos personajes no me pertenecen, son propiedad de Horikoshi. Si fueran míos estarían casadísimos.


Merienda

–Momo...

–¿Qué pasa...?

–¿Cuánto te queda...?

–Sólo unas páginas...

–Eso dijiste hace veinte minutos...

–Esta vez es de verdad.

–Eso dijiste hace media hora...

–Si me distraes tardo más.

–Eso dijiste hace cuarenta minutos...

–Dame cinco minutos más...

–Eso dijiste... –Todoroki no pudo acabar la frase, ya que fue interrumpido por la contraria.

–Me da igual lo que dije hace cuarenta y cinco minutos. Espera solo cinco minutos más.

El chico simplemente se encogió de hombros y soltó un suspiro, obedeciendo. Aquella tarde había ido a visitar a Momo por sorpresa, pero en vez de pasar una tarde tranquila con ella como había imaginado, ésta se había pasado todo el rato leyendo un nuevo tomo de enciclopedia que, para más fastidio, le había regalado él mismo. Ya había pasado una hora desde que llegó, hora que pasó a su lado en el sofá, mirándola y preguntándole a cada rato que cuándo iba a dejar de leer. Al principio le había pedido solo cinco minutos, pero obviamente, no fue así.

Lo que más le fastidiaba al joven además de eso, era que no le había mirado ni tocado después de abrir la puerta. Ni una mirada cómplice, ni un abrazo, ni un beso, ni una caricia, ni nada de nada. Absolutamente nada. Si le hubiese dado alguna de esas cosas, quizás no habría estado tan pesado y habría podido aguantar mejor la espera. Se sentía como un niño pequeño al que sus padres le hacían esperar en una tienda justo antes de llegar a casa.

Volvió a suspirar y cerró los ojos. Justo en ese momento escuchó un ruido sordo que provenía de su lado, donde se encontraba Momo. Por un momento pensó que había cerrado el libro, pero no quiso abrir los ojos para comprobarlo, ya que seguramente su cerebro se estaba riendo de él y en realidad la chica seguía leyendo.

Sumido en sus pensamientos estaba cuando sintió unos dedos ajenos en su rostro, acariciando su mejilla con ternura. En ese momento abrió los ojos, para ver a Momo mirándole con dulzura y se atrevería a decir que con cierta culpabilidad.

–Siento la tardanza, pero ya terminé.

Todoroki quiso hacer un gesto de indignación, pero le era imposible por la forma en la que ella le estaba mirando. Esa mirada le hacía sentir tantas ganas de abrazarla, que le hacía olvidarse de la indignación que sentía hacía menos de un minuto.

–¿Y no te vas a poner a leer nada más? –Fue lo único que consiguió decir para denotar su indignación, lo que causó que Momo riese de forma suave.

–Creo que no llevas instrucciones incorporadas... Así que no, no leeré nada más. Lo prometo.

Momo sonrió y se inclinó hacia él para poder besar sus labios de forma casta, separándose de ellos casi al momento.

–¿Qué es lo que te apetece hacer? –Preguntó, mientras que la mano que acariciaba anteriormente su mejilla su movía hasta llegar a su nuca, donde comenzó a juguetear con un par de mechones de cabello.

–Nada en especial...

–¿Quieres que primero merendemos?

–Hm... No.

–¿Entonces...?

Todoroki no dijo nada más, simplemente rodeó la cintura de Momo con los brazos y se echó sobre ella, apoyando la cabeza sobre su pecho cómodamente. La joven se mordió el labio inferior para ocultar una sonrisa y de inmediato comenzó a acariciar el cabello del chico con tranquilidad, apoyándose mejor en el respaldo del sofá para comodidad de ambos.

Y así estuvieron durante casi toda la tarde, Momo acariciando a Todoroki y éste, durmiendo plácidamente sobre ella.