De repente, aparece Puber!Austria con sus... ropas doradas y su pañuelo en el cuello. Suiza levanta las cejas porque él iba en otra línea, aunque... Están en la cama.
—Was... Österreich!
Austria parpadea un par de veces y se incorpora. El sonrojo de Suiza
—Qué está... ¿qué estamos haciendo aquí?
—E-Esa es... ¿Qué haces tú de este tamaño? —protesta un poco pasándose una mano por el pelo
—¿Por qué estoy... —mira alrededor—. En tú horrible cama en una habitación diminuta?—se levanta y se arregla la ropa, tan estirado.
—Porque eres... —se sonroja—. Mi esposo.
—Was? —se gira de golpe y le mira
Suiza se encoge de hombros aún sonrojado y levanta la mano enseñándole el anillo. Frunce el ceño, se sonroja, da un paso adelante, otro atrás, carraspea muerto de la curiosidad. Suiza le mira tratando de leer su reacción.
—No... no me interesan tus absurdas fantasías.
—Tú me lo pediste. A mí. Me lo... ¡No es una fantasía!
—Ja!
—Nein! Me lo pediste, tú a mí, en el matterhorn! Lo escalaste para mí y me lo pediste de rodillas un anochecer!
—Pfffff —es que se muere de la risa. Suiza le mira con el ceño fruncido y le rompe un poquito el corazón.
—¡No te rías de eso! ¡Lo hiciste! ¡Y yo te dije que sí y eres mi esposo!
—Ja, ja, claro y luego te tomé entre mis brazos y te besé entre sonidos de violines —ojos en blanco, pero no se atreve a mirarle.
—Nos besamos y te bajé cargado y... ¡No te atrevas a reírte de eso! ¡No es gracioso! ¡Si me quieres y te quiero y funciona! ¡Mejor que con Spanien!
—Has debido tener demasiadas noches de soledad con una cabra para creerte toda esa sarta de tonterías —replica aun sin mirarle, de hecho, dándole la espalda.
—¡No tuve que creerme nada! ¡Así fue! De hecho, a veces aún no me lo creo
—No me extraña, porque estás obviamente alucinando. ¿Para eso me trajiste aquí entonces? ¿Para propasarte conmigo?
—Nunca me propasaría contigo —susurra en respuesta. Se sonroja con eso... pero no contesta, porque ya le iría bien que lo hicieras—. Österreich... ¿Por qué me odias?
—W-Was?
—¿Por qué todo este tiempo me odias? —da un paso hacia él.
—P-Porque... —da un pasito atrás.
—Yo sé que Spanien y eso, pero... Me odias y e-es que yo no lo hago.
—Eres un cabrero maloliente y desgraciado que nunca ha estado ni va a estar a mi altura. Y que te fueras fue lo mejor que pudo pasarme.
—¡No soy un cabrero! ¡Y te casaste conmigo! —es que se le encoge el corazón como cada vez que le dice algo así. Sonríe de lado de nuevo un poco más en control de la situación.
—Ah, ¿sí? ¿Y por qué yo no tengo un ridículo anillo de matrimonio?
Se le acerca levantando las cejas y le toma del brazo buscándoselos donde sí que debería tenerlo, pero no... Porque es del siglo XVII y ahí no tenía. Suiza traga saliva buscando casi hasta su codo. Desesperado.
—Au! ¡Me estás haciendo daño! —protesta, aunque es mentira.
—Nein! ¡Deberías tenerlo! ¡Con mi nombre! ¡El mío tiene el tuyo!
—Qué ridiculez. No es como que me importen tus fantasías unilaterales hacia mí.
—¡No. Son. Unilaterales! —es que le falta el aire al sentirlo, esa opresión en el pecho, como tantas veces lo sintió antes...
—Si así te sientes mejor en tu fantasía —gesto pomposo de desinterés
—¡No es una fantasía! Es... Tú... ¡Me quieres! ¡Y me lo pediste tú!
—Desde luego que yo no te pedí nada.
—¡Eso es lo que crees ahora, pero sí me lo pediste! —chillonea mirándole porque le DESQUICIA su personalidad en esta época—. Y pensaste además que te diría que no.
—Que me ibas a decir que no —le mira de arriba abajo y sonríe de lado. Suiza se sonroja un poco más—. Fíjate en las cosas que quieres de mí, tan desesperadamente como para inventar algo así.
—¡No quiero nada desesperadamente! —asegura en un chillidito rabiante.
—Desde luego que sí y ni siquiera es por lujuria —se sonroja un poco al decirlo.
—¿Qué no es por lujuria? También te acuestas conmigo, idiota, no creas que no.
—Ah, así que también fantaseas con eso —le acusa sonrojándose más y negando con la cabeza reprobatoriamente—. Tschk tschk tachk tschk.
—Nein! ¡No fantaseo con nada! —bueno, el sonrojo de este no podría ser peor pero toma aire profundamente y le mira a los ojos tratando de contar hasta dos mil sin ahorcarle, se pasa una mano por el pelo suponiendo qué es lo que debería de decirle, pero no quiere hacerlo—. ¿Por qué habría de inventarme todas esas cosas y venir a decírtelas a ti? Mejor podría decirte cosas más útiles como que estoy con alguien más, ¿no crees?
Austria levanta las cejas con eso y deja de sonreír por un instante... aunque enseguida vuelve a hacerlo, de un modo aún más cruel y burlón.
—¿Quién más iba a querer estar contigo?
Suiza aprieta los puños y frunce el ceño.
—No seas ridículo —gesto de desprecio porque le ha dolido.
—Bueno, pues… quizás nadie. Quizás nadie más quiera estar conmigo, pero tú sí has querido y estás aquí y ya podrías ser menos idiota por una vez y mejor preguntarme las cosas que sí quieres saber.
—Was? —le mira.
—Como por qué me fui de casa, o por qué no volví. Y la respuesta va a gustarte.
Austria frunce el ceño y se humedece los labios porque SÍ lo quiere saber, pero lleva desde entonces convenciéndose a sí mismo que no le importa. Suiza se humedece los labios y se sienta en la cama.
—Me fui por tonto, porque pensé que estabas demasiado acostumbrado a que yo hiciera miles de cosas y me echarías mucho de menos y no sabrías hacer nada así que irías atrás de mí a pedirme que volviera.
—Ja! —grita tan triunfante sin poder evitarlo porque... es pequeño y estúpido. Suiza le fulmina porque le ha costado decirle eso.
—¡Tú eras también un tonto! Uno idiota que creía que estaba a su servicio
—Eso hubieras querido, verme arrastrándome por ti.
—Nein, solo hubiera querido que vinieras tras de mí como habría hecho cualquier persona normal, y que habláramos y me convencieras de que las cosas no eran tan malas... Seguramente hubiera vuelto.
—Ah, ¿así que no eran tan malas? ¿Y si lo sabías porque no volviste?
—Sí, sí eran malas. Pero eran malas arreglables si tu aceptabas también que eran malas y que tú no... —suspira y se pellizca el puente de la nariz—. ¿Por qué no has venido por mí nunca?
—Porque no voy a rebajarme por un cabrero desgraciado y pobre como tú —fíjate como volvió cuando empezaste a tener dinero nada más, dice Prusia
—¡No me llames cabrero! —protesta y aprieta los ojos—. ¿Ni siquiera sabiendo que nadie te quiere más que yo en todo el mundo, aun siendo un idiota insoportable como eres?
—Was? —se sonroja de nuevo sin haberse esperado esa confesión.
Suiza se sonroja más aún y se mira las manos sin saber si debió decirle eso no. Había puesto todas las cartas sobre la mesa. TODAS. Y ahora quedaría a merced del austriaco.
—¿P-Porque me dices...? ¿Qué estás intentando con todas estas ridiculeces? —frunce el ceño, desconfiado.
—Nada, Österreich. Contigo no se logra nunca nada cuando estás así.
—Pues así es el único modo en el que estoy —se cruza de brazos.
—Ja. En esta época eres insoportable e imposible y la verdad me caes mal.
—¿Y qué época prefieres? ¿La edad media cuando dormíamos juntos y Vater estaba vivo? MAL por ti.
—Nein, prefiero cuando eres mayor.
—No soy mayor que ahora.
Suiza bufa y le mira de reojo.
—¡Pues algún día lo serás! ¡Y serás más listo que ahora, mira que con todo lo que te he dicho hoy sigues siendo tonto!
—Lo único que me dice todo eso es que definitivamente quieres confundirme para algo o perdiste completamente la cabeza.
—Nein. Lo que quiero es que te olvides un rato de que me odias y solo... Estemos bien.
—Estemos... bien —repite incrédulo.
—¡Ja! ¿No te gustaría estar bien conmigo al menos... Un rato?
—¿Bien cómo?
—Pues bien, como... Estamos ahora. Bien.
—Está bien, tienes cinco minutos —se cruza de brazos y levanta la barbilla esperando que haga algo.
—C-Cinco minutos para...
—Convencerme, mostrarme como es... lo que sea que vayas a hacer.
Suiza traga saliva y da un paso a él pensando que vale, quizás en cinco minutos pueda... Quizás... Mostrarle algo. Sube una mano y vacila un poco antes de ponerle un mechoncito tras la oreja.
Traga saliva y se tensa un poco más pero a base de pura disciplina mental es que no se aparta y de repente repara en algo importante.
—Tu voz es distinta.
—¿Lo... Es? Más grave. Soy mayor
—E-Es más grave, ja.
Suiza se encoge de hombros.
—¿Te gusta?
Se sonroja un poco porque sí le hace parecer más maduro y masculino.
—No te creas que no eres feliz conmigo... —carraspea un poco y gira la mirada pensando para sí un "creo"—. Nos entendemos bastante bien.
—¿Cómo? Si no nos hablamos
—Vamos a volvernos a hablar, obviamente. Aún va a tardar, y yo voy a pasarlo muy mal...
Ojos en blanco de Austria en respuesta.
—Was?! —protesta irritado.
—Si te refieres a ahora solo porque estás diciendo estas cosas, está aún por ver.
—Nein, pero ya estaría bien que estuviéramos mejor. ¡Solo he dicho por un rato! Después, cuando TÚ crezcas... Nos vamos a llevar bien.
—Lo dudo mucho si no cambias tu actitud.
—¿Qué actitud? ¡Te dije que te quiero más que a nadie!
—Nein, me refiero a tu actitud por las cosas... importantes de la vida —se sonroja de nuevo.
—Eres idiota. ¿Por qué? ¿El dinero?
—Ja —ojos en blanco.
—Eres tan superficial e idiota —se cruza de brazos y le mira a los ojos.
—No es ser superficial saber que es mejor ser noble que desgraciado.
—O rico que pobre. Ja. Eso lo sé.
Gesto pomposo con la mano de "ahí lo tienes". Suiza se encoge de hombros y hace los ojos en blanco.
—Cuesta tiempo HACER dinero.
—Eso dices tú. Será que no sabes hacerlo tan bien —se acerca a algo que hay por ahí para verlo con desinterés.
—Hoy se hacerlo mejor que mucha gente, pero ha tomado tiempo.
—No que yo. Siempre he sido más rico que tú.
—Tú no sabes hacerlo. Sabes casarte con alguien rico, que no es ganarlo, es como heredarlo.
Gesto con la mano igual de desinteresado. "Minucias"
—Hace años que hago más dinero que tú.
Se ríe burlón.
—Aunque te rías.
—¿Cómo? ¿Vendiendo tu queso?
—Guardando dinero. De los demás. Y cobrándoles por cuidarlo.
—¿Por qué alguien querría que tú guardaras su dinero?
—Porque yo sé cuidar dinero mejor que nadie y sin preguntarles de donde lo han sacado.
—¿Y? Eso solo te pone a la altura de una hucha de barro en forma de cerdo.
Suiza hace los ojos en blanco.
—¡Otra vez eres un idiota! Obviamente les devuelvo un poco más del dinero que me dieron a guardar.
—Eso suena súper beneficioso, desde luego —tan sarcástico.
—Entre más dinero guardo, más te devuelvo si lo quieres. También entre más tiempo lo guardo más dinero te devuelvo —suspira —. Mira, puede que ahora mismo no sepas realmente la utilidad del dinero...
—Hablo para ti.
—Ah... También presto dinero. Si te hace falta... Pero te cobro por prestarlo.
—¿Sabes? —busca una monedita en su bolsillo y se la echa a los pies—. Guárdame eso hasta que sea un millón.
Suiza mira la moneda y frunce el ceño.
—Por primera vez en tu vida... No necesito tu moneda.
—No es una limosna, te he dicho que la conviertas en un millón.
—En cinco minutos es difícil... Pero sí que te la convierto en un millón —la mira en el suelo.
—Veámoslo.
—Österreich no soy mago, no puedo aparecer un millón de monedas aquí. Puedo ir al banco y te abriré una cuenta nueva y te devolveré esto cuando tenga un millón, eso te lo aseguro. Pero quizás, mira... Tú que eres el maestro de la ostentación podrás valorar ciertas cosas que traigo encima que son caras.
—Justo eso te he pedido que hagas.
—Vale, vale. Mira, ven... Tú que siempre me críticas por no traer joyas... A ver si te gusta esto.
Levanta la nariz e igual se acerca. Suiza se quita su reloj y se lo tiende. Austria estira la mano para tomarlo con cierta cara huelepedo como su padre y es que aun siendo el reloj súper sobrio, es claramente de oro y tiene un par de piedras.
Lo examina inclinando la cabeza sintiendo la correa tibiecita porque la llevaba en la muñeca. Suiza le mira a los ojos y se sonroja un poco.
—¿Te gusta?
Se humedece los labios y hace un bufido con la nariz de "no está mal".
—Quédatelo.
—Was? —le mira a los ojos con la boca abierta, porque ya se lo estaba tendiendo para devolvérselo.
—Te lo regalo.
—P-Pero... —lo atrae hacia sí otra vez y ahora sí puedes ver en su cara que la frase sigue con "tiene que ser muy caro".
—Eres mi marido. Puedo darte eso y otras cosas... Pero no quiero que sientas que te estoy comprando.
—¿Qué quieres a cambio entonces? —le mira aun apretando el reloj en su mano.
—¿Qué me darías?
Vuelve a mirar el reloj y se humedece los labios.
—No es tan valioso.
—Qué ya no sabes reconocer el oro de verdad con tantas cosas doraditas que tienes en casa?
—No tiene apenas incrustaciones y el diseño es muy austero, solo vale lo que vale el oro.
—Si no te gusta puedes devolvérmelo — Suiza hace los ojos en blanco.
—Dices que me lo regalas, pero que no quieres comprarme... y ahora quieres que te lo devuelva —Lo aprieta con fuerza en la mano con eso y vacila
—Nein. De hecho no quiero que me lo devuelvas, lo que quiero es que te guste. Suena. Llévatelo al oído.
—L-lo hago —responde y un segundo más tarde se da cuenta—. Quiero decir que lo oigo.
—Si lo usas no dejará de sonar jamás.
—¿Y si no?
—Si no se apagara, como yo cuando... Bueno...
Austria le mira esperando esa metáfora.
—No estás.
—¿Y lo que quieres es que... esté?
—¿Eres idiota a esta edad o solo te haces?
El moreno frunce el ceño.
—Ya Te he dicho que te quiero! Ya te he dicho que me fui y fue un error... Que estando casados ¡¿Y aún me lo preguntas?!
—Schweiz... no te voy a querer solo porque me des un reloj.
Oh, pero qué manera de romperle el corazón. Es que hasta se le humedecen los ojos de golpe.
Le mira, tan duramente igual.
—Ya... Ya lo sé —traga saliva y se revuelve un poco.
—¿Entonces qué haces?
—Y-Yo... Yo solo... Te regalo mi reloj —traga saliva—. No lo tires.
Y es que maldita sea lo tierno y dulce que le parece esa estúpida petición. Aprieta los ojos sin poder evitarlo y la verdad es que no sabe qué hacer, siempre lo desarma con eso y más de este tamaño que no está nada acostumbrado.
Suiza le mira solo un poco más hecho bastante polvo y gira la cara pensando que esto es siempre un desastre, porque es siempre una pelea injusta en esta época.
—Ya sé que no vas a quererme... Solo explícame cómo dejaste de hacerlo. Porque antes, cuando éramos pequeñitos, si me querías. Nein?
—Creo que será mejor que esta conversación acabe aquí —aprieta otra vez los ojos.
Suiza suspira y se echa de espaldas en la cama. Ahora Austria largo de aquí que quiere hacerse bolita unos minutos.
—Es siempre muy bonito estar muy seguro de que yo te quiero y seguirme diciendo que tú a mí no... ¿Verdad? —protesta repentinamente. Austria se detiene un segundo en la puerta antes de cruzarla.
—No he seguido diciendo eso.
—Ah ¿no? ¿Y qué has dicho entonces?
Ahí es que sale cerrando la puerta suavemente y dejando un silencio dramático. Suiza mira la puerta que le rompe aún más el corazón haciéndose bolita.
Nooooooo ve por éeeeel. Un Inglaterra pequeñito vestido de demonio le dice en su oído.
El agobio aplasta contra la cama, porque además el carbón se ha llevado su maldito reloj que ni quiere, y es que quiere sacudirle y arrancarle la cabeza.
Austria se hace bolita sentándose en el suelo junto a la puerta mirando su reloj y lo bonito que es en realidad, porque nunca ha visto uno igual.
¿Cómo coño podía hacer que le quisiera otra vez? ¿Cómo podía dejar de quererle el muy idiota? Y cómo podía dejarle otra vez igual que la última vez con ese estúpido silencio imbécil. Quizás debía dispararle en la cabeza o de menos meterle un buen susto. Saca su arma y de golpe se levanta de la cama para hacer... No sabe ni que mierda hace.
—Österreeeeeich! —grita todo todo enojado.
Austria da un salto aun sentado en el suelo. Suiza casi se le cae encima, tropezándose con él. Así que solo se hace bolita pequeñito protegiéndose con los brazos por instinto. El helvético hace todo lo posible para no lastimarle, soltando la pistola que cae dramáticamente por allá y además el muy idiota se agobia cuando le ve hecho bolita.
—Österreich! ¿Estás bien? ¿Te lastimé?
Austria sigue medio agazapado, tirado del todo y trata de hacer recuento de daños. Suiza se pone de rodillas frente a él tocándole suavemente la cabeza, el menor se suelta un poco, moviéndose para incorporarse, aun con el reloj en la mano.
—¿No te habías ido? —pregunta suavecito.
—¿¡Qué haces!? —levanta las cejas con eso y le mira.
—Vengo a... Vengo por ti. No puedes irte así otra vez, ¿qué haces tú?
—¡Irme!
—Pero... ¿Por qué? —le toma de los hombros, Austria le mira, nervioso, pero no se aparta—. ¿Qué más quieres que te diga? ¿Qué otra maldita cosa necesitas para convencerte de que irte es imbécil?
El moreno se lleva las manos a la cara y se deja caer sobre su pecho porque es pequeño y estúpido y no sabe qué hacer en realidad... y todo esto es muy raro. Suiza le abraza contra si con cierta fuerza hundiéndole la nariz en el pelo. (Cierta... Había puesto mucha, y lo degrade a bastante... Y terminó en cierta).
—No te entiendo nada de nada a esta edad, ¿por qué eres tan reverendamente malo?
Austria se queda ahí, haciéndose bolita sobre él porque le ha dado un reloj y le ha dicho cosas muy complicadas. Es que le va a decir que le quiere otra vez en tres... Dos...
Y le va a hacer llorar porque se vuelve chibichibi cuando está con él.
Nuuuuu llorar noooo
Pues es queeeee mira qué cosas le diceee.
Es que Suiza va a hacer lo que siempre conseguimos que no haga, que es llorar por él a la vista de todos. (Suele llorar cuando ya es muy noche muy noche y está muy solito en su cama)
Es que él es muy fuerte cuando puede controlar la situación aunque sea mala, pero si Suiza se pone de repente a ser bueno y a querer que baje la guardia... no es tan fácil mantenerla en alto, pero es peligroso bajarla y lo lleva hasta el extremo de quebrarlo
En general Suiza no suele conseguir que la baje, más que cuando lo consigue. Es decir, cuando LO CONSIGIE. Después de un rato va a levantarle en brazos y llevarle a la cama para hacerse un capullito con él cómo cuando eran pequeños
Como ahora. Eso sí que lo agradece
Y no dudes que en diez minutos más estén hablando los dos en sajón antiguo como micro Chibis.
Sí. Eso lo hace sentir seguro.
Créeme Austria que no podrías estar más seguro en ningún sitio que aquí.
Bien que lo sabe, seguro si Suiza le pasa las manos por el pelo acabe dormido en cerocoma.
Suiza se va a tardar un poco más porque necesita mucho a este Austria así. Y si se le abraza un poco y le habla bonito es que va a quererlo alargar todo lo que pueda.
Solo has tenido que destruirlo para volverlo a montar... como siempre.
Y es que además lo queriendo terror es el posible eventual día de mañana... Qué pudiera seguir así y que mañana volviera a no quererle.
Nah, creo que podemos devolverte al adulto. Que va a ocupar toda la cama en cuanto te descuides y que es menos dulce que este peeeero, es el tuyo de verdad.
¿Es menos dulce? Nah, es igual de dulce.
No le abraza así como este pequeñín asustado
Nah, le braza de otra forma.
¡Ah! ¡Algo importante! Suiza le pone su reloj a chibi Austria antes de que crezca. Se lo va a robar al adulto de vuelta.
Nooo que ladrón. Malas influencias inglesas.
No, es que no lo va a usar. Seguro se lo dará a Deutschland.
No, lo va a guardar y tal vez se lo ponga a veces como joya... igual que todos sus relojes
¡Dejará de funcionar!
Que están sincronizados, pero quien sabe si dan la hora. Mejor, así no mete ruido.
Pero es que al chibi si le gustabaaaaa. Sí, pero de hecho iba a hacer lo mismo, no usarlo diario.
No como Suiza que va a guardar esa monedita, a visitarla y usarla de moneda de la suerte quizás. Porque este día ha ido bien al final
Lo siento, Austria es esencialmente el mismo en todas sus edades.
Seh, en realidad a Suiza le gusta. Suiza que es esencialmente el mismo en todas SUS edades. Un dulce.
Aunque chibiSuiza con Austria es distinto, ¿no?
ChibiSuiza con Austria mayor creen que no es dulce? ¿O no tanto? Austria mayor suele desarmarlo súper rápido.
Es distinto de como es chibiAustria con Suiza.
Es que Austria a cualquier edad irrita a Suiza.
Sí. Salvo de chibichibi.
Sí. ChibiSuiza con Austria más mayor... Es que suele tener un montón de aguante creo yo. Lo desarma rápido pero... Solo si quiere. Puede darle lata bajita la mano mucho rato y hacerlo protestar y protestar.
Aaaah, sí. Bueno, como con Suiza adulto.
Es que no sé por qué dices que chibi es distinto.
Me refiero a que es distinto chibiAustria con Suiza que ChibiSuiza con Austria.
Austria adulto está más en control que Suiza. En general aunque... Depende de lo que digan. Hoy la frase que mató a Suiza fue la de "no voy a quererte porque me des un reloj" Lo hizo chibi en nueve palabras, pero no siempre si es chibi tiene tan buen tino.
No, no, Austria en realidad está en control de la situación, pero como chibi con el adulto es un DESASTRE porque la situación no le sale como quiere o como espera, así que se le va de las manos.
Es que puede írsele y que Suiza controle un poco o írsele y que pase esto.
Sí, pero por eso, con ChibiSuiza Austria lo controla PERFECTO.
Sí, Suiza no controla bien a Austria. Pierde la seguridad con rapidez... A veces, aunque sí no hubiera dicho esa frase. Suiza puede permanecer más estoico y no creerle todo pero hay ciertos puntos débiles. Creo que esta fue fuerte de Austria. Dijo la frase correcta en el momento correcto.
Lo que pasa es que pedirle que no lo tirara también presionó el botón correcto pero solo funcionaba después que Austria le hubiera tratado de herir por todos lados.
Sí. Hay un punto en que Suiza tira la coraza y le pide algo muy muy sincero y traslúcido y le toca a Austria el botón correcto
Nah, en realidad Suiza no lleva coraza en todo el tiempo, pero que no se la ponga a pesar de todas las puyas es lo que acaba por desarmarlo.
No, pero suele haber un comentario que es como el... Eso, el comentario súper sincero e inesperado cuando lo más lógico sería actuar más cerrado.
Exacto. A pesar de que Austria sabe perfecto que lo ha destruido hace un segundo.
Sí, no suele reaccionar agresivo ni enfadarse cuando está así ni protegerse de ningún modo con Austria. De ahí que Austria, si de verdad quiere, puede matarlo. No hay un doble discurso con Suiza cuando llegan a ese punto, no es capaz de protegerse con una mentira, no hay cara a la galería.
Sí, y controlarlo perfecto que es justo lo que relaja tanto a Austria de Suiza.
Y aún así... Suiza siempre tiene esa distorsión de la realidad de que Austria le destruye a propósito, cuando en realidad solo le desarma un poco. De hecho ahí se nota muy bien que Austria sí que le quiere porque Suiza sí le desarma.
Si no lo fuera Suiza podría defenderse un poco mejor porque estaría más seguro de Austria.
