El Arte de Vivir

Antes de comenzar me gustaría hacer una pequeña aclaración: Los personajes de Hetalia no me pertenecen a mí, sino a Hidekazy Himaruya. Yo simplemente he querido hacer esta historia sin ánimo de lucro y con el único fin de entretener.

Nombres empleados: Male!Belarus: Nikolai, Female!Lithuania: Helena, Male!Ukraine: Dmitri, Fem!Poland: Jánica, Fem!Russia: Anya

NOTA IMPORTANTE: Este fanfic está hecho en un AU (Universo alternativo) en el que los personajes no representan naciones, sino que son humanos corrientes y estudiantes en una escuela de artes.

Espero que les guste.

Capítulo 1: París, París

Aquel día era un día nublado pero a la vez cálido, en el que la suave brisa arrancaba sin compasión las anaranjadas hojas de los árboles propias del mes de Octubre. Un día de diario cualquiera que poco o nada tenía de especial: Los trabajadores marchaban a su puesto laboral, algunas madres llevaban de la mano a sus hijos de camino al colegio, los establecimientos comenzaban a abrir como siempre y los estudiantes asistían con calma a sus respectivas escuelas.

De todas las escuelas que se encontraban en San Petersburgo, una destacaba de sobremanera, una se alzaba poderosamente pero a la vez con gracilidad casi a las afueras de la ciudad: La escuela de arte: "Nuevas Artes". Un lugar de renombre que encantado acogía a estudiantes de los lugares más diversos del mundo interesados en aprender cualquier rama relacionado con lo artístico.

"Nuevas Artes" sobresalía por su estructura arquitectónica, un tanto distinta a las del resto de edificios de la ciudad: Destacaban en el exterior del mismo su corte modernista, su fachada casi totalmente acristalada y su gran jardín perfectamente cuidado y ornamentado con alguna que otra fuente. En el interior, destacaba con sus pasillos decorados con réplicas de los cuadros, fotografías y esculturas de varios artistas famosos, con sus aulas abarrotadas de caballetes y batas de arcoíris que en un principio fueron blancas, otras con estanterías llenas de recipientes, vasijas y grandes paquetes con masa de cerámica, otras con paneles blancos, focos de luces de distintas intensidades y repisas para varias cámaras fotográficas… Todo lo necesario para que los alumnos pudieran expresar toda su creatividad.

A pesar de que la palabra "creatividad" suena como a "explosión de colores" o algo similar, los pasillos de la escuela eran extremadamente calmados. Un ambiente de paz y tranquilidad que servía de inspiración para los jóvenes artistas que dominarían el mundo el día de mañana. Así el silencio reinaba la mayor parte del tiempo.

La mayor parte del tiempo…

_ ¡Ya he llegado! ¡No os preocupéis más por mí, ya no tendréis que echarme más de menos!

Gritó estruendosamente Jánica de pronto mientras entraba a toda prisa por la puerta de entrada de la escuela.

A pesar de su escandalosa entrada, no recibió vítores ni aplausos de bienvenida como ella se esperaba. Más bien recibió lo contrario: Caras de absoluta extrañeza, murmuros que contenían la palabra "loca" o frases como "¿Y esta quién es?", algunos siseos demandando silencio y gestos de desaprobación ante su indumentaria, estos sobretodo por parte del sector femenino estudiantil, y es que, todo había que decirlo, la forma de vestir de la polaca era un tanto peculiar y estrafalaria. Aquel día la chica había optado por vestir una camisa de manga francesa de color grisácea con algunas cuentas que se asemejaban a pequeños cristales brillantes, y una falda de color rosácea con mucho vuelo y hecha casi en su totalidad de tul. Un vestuario más propio para una fiesta que para asistir a clases.

Jánica advirtió esas miradas y puso las manos en sus caderas. Ella sabía de sobra lo que pasaba: La tenían envidia. Tenían envidia de su increíble estilo y gusto por la moda, aunque… ¿cómo no tenerlo si ella era una de las mejores alumnas de Corte, Confección y Moda? Debía ser espectacular, justo tal y como lo era ahora, al menos eso era lo que ella pensaba.

La polaca, poniendo mala cara porque al parecer nadie la recibía como ella merecía, frunció su ceño algo molesta y caminó unos pasos hasta la gente que murmuraba sobre ella, sin embargo, antes de que pudiera replicarles nada a los pobres estudiantes, sintió cómo unos brazos la aprisionaban en un fuerte abrazo.

_ ¡Jánica, has llegado!

La rubia en un principio se sorprendió ante aquel ataque tan inesperado, pero pronto se relajó al comprobar que se trataba de Helena, su mejor amiga de toda la vida. Habían pasado juntas el colegio, el instituto y ahora estudiaban estudios superiores también. Correspondió su abrazo sin demorar más mientras en su rostro aparecía una enorme sonrisa.

_ ¡Vaya, por fin alguien que me recibe bien en esta escuela!

Ante esta afirmación Helena solo pudo reír ligeramente. Jánica tenía ciertos aires de "diva" y creía que todo el mundo debía estar pendiente de ella. Aun con todas sus peculiaridades y manías, la lituana la quería mucho.

Tras un par de minutos se separaron.

_ Bueno, cuéntame, ¿cuándo has llegado?

_ Acabo de llegar, iba a quedarme un día en mi casita descansando pero luego me dije: "Por favor, cómo no voy a ir a ver a mi querida Helenita, no, no, tengo que ir a verla pero ya" Y aquí estoy.

_ Me podías haber avisado de que venías hoy, te hubiera ido a buscar al aeropuerto con mi coche…

_ Antes prefiero ir a pie que montar en tu coche, querida. _Helena, ante esta declaración, cruzó sus brazos sobre el pecho y miró mal a la polaca, cualquiera que hablara mal de su coche recibía este gesto. _Oh, vamos, no te ofendas, es solo que, tu coche es como que muy viejo.

_ ¡No es viejo! E-es solo de segunda mano.

_ Pues eso mismo. _Dijo Jánica intentando picar a su amiga, había echado de menos eso durante su ausencia.

_A-al menos yo me he sacado el carné… Pero bueno, ya dejemos de hablar de mi coche. _Dijo Helena tras un suspiro y queriendo zanjar el tema. _ ¿Qué tal por París?

_¡Súper bien! ¡No tienes ni idea de cómo es todo allí, Helena! Las calles están llenas de tiendas de ropa de marca, tienen lo último en tendencias y la gente va, como que, muy arreglada a todos lados. ¡Es simplemente maravilloso! ¡Bueno, y ni te cuento las clases! Esas sí que son clases. Tienen máquinas de coser que no se atascan, miles de telas para elegir, hilos de diferentes texturas y colores, millones de muestras de botones, y maniquíes de diferentes medidas para hacer ropa para el tipo de modelo que quieras. La verdad es que es una maravilla. ¡Oh, oh! Y la ciudad es preciosa. Subí a la Torre Eiffel, es simplemente magnífica. Luego, aparte de entretenerme en París, también visité el Palacio de Versalles y el museo del Louvre. La Mona lisa es un cuadro pequeño, yo creía que era más grande, la verdad es que me ha decepcionado un poco. ¡Y ni te cuento ya sobre…!

_ ¡J-Jánica, más despacio, más despacio! _Cortó de repente Helena a su amiga al ver el entusiasmo que había adquirido de repente la rubia. Entendía que estuviera emocionada, pero había llegado un punto en el que había hablado tan rápido que apenas entendía nada.

_ Oh, lo siento, es que es solo recordar la experiencia y me emociono. _Dijo Jánica riendo ligeramente.

_ Ya lo veo, ya. Tendrás que estar agradecida a la escuela por haberte dado esta pequeña beca para estudiar 2 meses allí.

_ ¿A la escuela? ¡A la escuela nada! ¡Gracias a mí y a mi increíble talento diseñando!

_ Sí, pero si la escuela no te hubiera dado la oportunidad no hubieras podido ir a París en este momento. _Recalcó Helena.

_ Ay, Helena, eres como que, un poquito aguafiestas, siempre quitando el mérito a los demás. _Dijo Jánica haciendo un gesto aburrido con la mano en el aire. La verdad era que la lituana llevaba razón, pero eso nunca lo admitiría frente a ella. _ Y… hablando de méritos. Se me acaba de ocurrir un proyecto por el que seguro me dan otra beca.

_ ¿En serio? ¡Qué rápido te llega la inspiración! _Exclamó bastante asombrada la lituana. _¿En qué estás pensando?

_ En hacer una colección completa para vestirte, querida. ¿Has visto los trapos que me traes? _Dijo Jánica mientras señalaba la indumentaria de su amiga.

_ ¿Q-qué tiene de malo lo que llevo? _Preguntó Helena mirándose a sí misma una y otra vez. Era un poco insegura en lo que su aspecto se refería.

_ Que no resalta nada tu figura. El jersey con la camisa me gusta, pero es demasiado ancho, ¡y te he dicho miles de veces que dejes de ponerte pantalones vaqueros! ¡Luce esas piernas que tienes mujer!

La lituana se sonrojó estando un poco avergonzada ante el griterío de Jánica. Tal fue éste que tuvo que taparla la boca por unos segundos hasta que se calló. Siempre le decía lo mismo, que debería llevar ropa un poco más femenina y que debía mostrar más sus piernas. Pero… a su criterio no iba tan mal: Helena usaba aquel día un jersey de color negro por el cual sobresalía el cuello y los puños de las mangas de la camisa blanca que llevaba bajo éste. En la parte inferior unos pantalones vaqueros ajustados que, a su parecer, sí resaltaban sus piernas.

_ Yo creo que voy bien…

_ A ver, no es que vayas mal, pero si tuvieras un poquitín más de estilo podrías ser tu propia modelo y posar para tus propias fotografías.

_ ¿Y-yo? No lo creo, me gusta más estar tras el objetivo cuando se trata de trabajos serios.

_ Hablando de eso, ¿para cuándo una exposición?

_ Pues cuando mis fotografías sean lo suficientemente buenas como para que el profesor decida que es el momento de exponer… _Dijo la lituana con cierto dejo de tristeza en su voz, la fotografía le encantaba y en las clases no es que fuera mala ni mucho menos, pero tampoco era la mejor alumna, sino, ¿por qué no la habían propuesto para hacer ninguna exposición o algo similar?

_ Tú tranquila, ya verás como pronto llega tu momento de gloria. _Intentó animarla Jánica mientras pasaba uno de sus brazos sobre los hombros de la chica y comenzaba a caminar junto a ella por los pasillos de la escuela. _ ¡Vayamos a la cafetería, allí te contaré más detenidamente todo todito lo que me ha pasado en París!

Helena asintió pasándosele ya la pequeña depresión que acababa de tener y caminó junto a Jánica hasta la cafetería de la escuela, lamentablemente, su caminata fue interrumpida debido a un pequeño choque que tuvieron.

_ ¡Auch! ¡Cuidado! _Exclamó una conocida voz femenina con acento ruso.

_ ¿Estás bien, сестра (*)? ¿Qué ha pasado?

_ ¡P-perdón! ¿Estáis bien?

Preguntó Helena rápidamente al ver que había chocado con Anya. La joven rusa portaba en sus manos un enorme cuadro sobre el cual se podía distinguir el paisaje de un bosque muy detallado. Tras ella caminaba Nikolai, el cual la estaba ayudando a llevar el cuadro ya que pensaba que debido a la magnitud del mismo a la chica le sería imposible llevarlo hasta la sala donde se impartían clases de Pintura.

_ да(*), да... El cuadro ha sobrevivido, así que no pasa nada. _Dijo Anya dejando el cuadro en el suelo y sonriendo un poco más tranquila a Helena.

_ ¿Qué pasa, Anya? ¿Por qué te paras? _Preguntó Nikolai dejando el cuadro en el suelo y ya dándose cuenta de que se habían chocado contra la lituana y la polaca. Frunció el ceño especialmente al ver a esta última. _ Oh... sois vosotras. Molestando, como siempre.

_ Vaya, vaya, pero si es el pequeño Nikolai. Tan malhumorado como siempre. _Dijo Jánica intercambiando miradas de desagrado con el chico. _ Y nuestra querida rusita, cuánto tiempo, ¿no?

_ Para mí se ha pasado rápido. Demasiado rápido... _Dijo Anya con cierta acidez en sus palabras. No había que ser muy inteligente para darse cuenta de que entre Anya, Nikolai y Jánica se había formado un ambiente de hostilidad. La verdad era que no se llevaban muy bien.

_ E-em... dicen que el tiempo es relativo, así que mejor dejemos esas cuestiones a los físicos, ¿d-de acuerdo? _Dijo Helena intentando disipar aquella tensión que se había formado recientemente.

_ да, mejor dejemos esas preguntas para otros. ¿A dónde ibais? _Preguntó Anya ya más alegre al hablar con Helena.

_ Íbamos a tomar un café. Como Jánica acaba de volver quería que me contara cosas de su viaje a París y demás.

_ ¡Oh! ¡Yo también quiero escuchar qué tal te fue por allí!

_ ¿Tú? ¿Desde cuando te interesa algo de lo que hago, rusita?

_ Desde que sé que te han dado la beca. Quiero enterarme de cómo van las cosas porque quiero optar a ella también al año que viene. Además... Tengo curiosidad por saber cómo es París.

_ сестра, no te preocupes, cuando nos casemos te llevaré de luna de miel a París si es lo que quieres. _Habló de repente Nikolai con una seriedad que daba miedo.

_ Q-qué gracioso, брат(*), de verdad, tienes unas cosas... _Dijo riendo un poco nerviosa la rusa, en el fondo ella sabía que lo que decía su hermano iba totalmente en serio, pero le quitaba hierro al asunto. _ Entonces, ¿podemos acompañaros a tomar un café?

_ ¡Claro! Por mí no hay ningún problema. _Se apresuró a decir Helena, cuya idea de pasar aunque fuera un rato compartiendo un café con Nikolai y charlando con él se le hacía la cosa más maravillosa del mundo.

_ Supongo que... no importa. Venid si queréis. Pero no te hagas ilusiones, Anya. Al año que viene seré yo quien consiga la beca de nuevo. _Dijo Jánica sonriendo con cierta soberbia.

_ Eso ya lo veremos, ya lo veremos. _Respondió Anya mientras reía un poco. _Adelantáos vosotros, yo iré en cuanto deje mi cuadro en la sala de pintura, ¿ да?

Y así, antes de que Nikolai pudiera protestar y decidiera acompañarla durante el resto del trayecto, Anya cogió el cuadro con un poco de dificultad y marchó hacia el aula en cuestión.

Al bielorruso no le quedó otra que acompañar a Jánica y a Helena hasta la cafetería. Algo en este corto paseo le hizo extrañarse a la polaca, y era el hecho de que su amiga no paraba de ponerle ojitos a Nikolai y de intentar mantener una pequeña conversación con él, a pesar de que el chico solo le contestaba con monosílabos o con ligeros gestos de cabeza.

_ ¿Sabes? Te podías haber quedado más tiempo en París. Hemos estado tremendamente a gusto sin ti. _Dijo de repente Nikolai, ignorando ligeramente a la lituana. Le interesaba más meterse con Jánica en ese momento.

_ Permíteme que lo dude. Esta escuela sería un auténtico aburrimiento sin mí. Es más, ¿sabes quién la hace aburrida hasta puntos, como que, totalmente mortales? ¡Tú! _Contestó la polaca siguiendo aquel juego de insultos y frases hirientes.

_ Tonterías. Admite que no te han dejado estudiar más tiempo allí porque tus trabajos no eran lo suficientemente buenos. Decidieron no mantenerte la beca por más meses porque no eres lo suficientemente talentosa.

_ Al menos mis trabajos son lo suficientemente buenos como para mandarme fuera un par de meses. No se puede decir lo mismo de OTROS. _Recalcó la chica la última palabra mientras le miraba con una expresión de ira.

_ A saber qué trabajos has hecho para ir. Jánica, los trabajos de los despachos y bajo la mesa del director no cuentan.

_ ¡Qué has dicho! ¡Eres un...!

_ ¡E-Ey, mirad, la cafetería, vamos a buscar un sitio donde sentarnos! _Exclamó rápidamente Helena al ver que aquella discusión estaba empezando a llegar a mayores. La verdad es que una pelea entre Jánica y Nikolai le aterraba de sobremanera, no quería ni pensar cómo acabarían si peleaban algún día.

La lituana, tras calmar a los dos estudiantes, les condujo hasta una mesa grande y que estaba vacía.

_ B-bueno, ahora iré a ordenar los cafés. No tardaré nada.

_ Déjalo, iré yo. No soportaría un solo minuto a solas con Jánica.

Y dicho esto Nikolai se dirigió hacia la barra a pedir las bebidas. Una vez que el bielorruso se fue Helena se desplomó sobre la silla suspirando pesadamente.

_ O sea, tiene un humor peor que el del año pasado. Está como que, muchísimo más insoportable, ¿no crees? _Comentó Jánica mientras se sentaba al lado de su amiga.

_ ¿Tú crees? Yo le veo igual que siempre...

_ Como sea, menos mal que ya no estás enamorada de él, Helena.

_ S-sí, menos mal. _Contestó riendo extremadamente nerviosa la lituana.

_ Bueno, y hablando de eso, cuéntame más sobre ese chico con el que te ves últimamente.

_ E-el chico dices, pues... em... N-no hay mucho que contar sobre él, la verdad.

Helena quiso dejar el tema lo más rápido posible. A decir verdad, no había ningún chico. Había mentido a Jánica diciendo que ya no estaba enamorada de Nikolai para que dejara de echarla en cara que ese amor no iba a ninguna parte, que ya era hora de que se buscara un chico que la quisiera de verdad, que Nikolai era un idiota y muchas cosas más. Así pues Helena fingió que estaba interesada de otro chico.

En ese momento y para fortuna de Helena, llegaron casi a la vez Anya y Nikolai, este último portando cuatro cafés. Los dejó encima de la mesa y se sentó en una de las sillas pegándose mucho a su hermana mayor.

_ ¡сестра! Tienes pintura en la cara. _Dijo el bielorruso de pronto mientras cogía delicadamente el rostro de Anya y se acercaba peligrosamente a ella. _Ay que ver qué descuidada eres, yo te lo quito.

_ N-no hace falta, Nikolai, si me voy a manchar de nuevo dentro de nada.

Sin embargo, las réplicas de Anya fueron totalmente ignoradas por su hermano pequeño, el cual lamió la yema de su dedo pulgar y lo pasó por la mejilla de Anya, justo en el lugar donde se hallaba una pequeña gota de pintura de color azul. Tras retirar la pintura depositó un pequeño beso en la mejilla de Anya, bueno, más bien que en la mejilla se podría decir que casi en la comisura de los labios de la rusa.

Ante este gesto extremadamente cariñoso Helena apartó la mirada, incapaz de soportar la imagen del chico de sus sueños besando a otra que no fuera ella.

_ Agh, eso es, como que, totalmente desagradable. Que sois hermanos... _Dijo Jánica al ver las muestras de afecto.

_ ¡Medio hermanos! _Recalcó Nikolai.

_ ¿Medio hermanos?

_ Pues claro, Anya, Dmitri y yo tenemos distinto padre. ¿Por qué crees que tenemos distinto apellido si no? De vedad, rubia y tonta, vaya topicazo.

_ ¡Como si tú fueras más listo que yo! Simplemente no lo sabía.

_ Pues ya lo sabes. Así que no pasa nada. ¿A que no, сестра?

_ C-claro que pasa, Nikolai. _Contestó Anya alejando ligeramente su silla de la de su hermano. _Aún compartimos sangre, así que...

_ ¿En qué estás trabajando ahora, Anya? _Preguntó de pronto Helena. No quería seguir hablando más de aquel tema, hacía que su corazón le doliera en demasía.

_ Oh, pues en el cuadro que llevaba antes. Llevo con él desde... mediados de Julio o así. Todo el verano con él. Estoy intentando que quede perfecto, quiero presentarlo para que me den la oportunidad de dar clases en el extranjero en Abril.

_ ¿Dar clases en el extranjero? _Preguntó Jánica.

_ ¡да! La escuela mandará a dos alumnos destacados al extranjero a dar clases durante cuatro días en otra escuela. Pueden presentarse alumnos de todas las ramas artísticas así que... ya podéis ir preparando un buen trabajo.

_ V-vaya, este año parece que a la escuela le va bien económicamente hablando. Si puede permitirse pagar la beca de Jánica y además a mitad del curso enviar a dos alumnos fuera aunque solo sea por cuatro días...

_ Con lo que pagamos por estar aquí lo raro es que no hagan más actividades como esas. _Espetó Nikolai, al cual parecía dolerle en el alma todo el dinero que tenía que pagar por estudiar lo que más le entusiasmaba en el mundo: La escultura. _ Sea como sea Anya ganará este año, así que no os molestéis ni en participar. Su cuadro es una obra de arte. Ha estado tan ocupada con la pintura que no ha tenido tiempo para posar para mí ni una sola vez. ¿Vedad?

_ C-claro, no he posado para ti porque he estado ocupada. _Dijo Anya no muy segura de sus palabras. La verdadera razón por la que no había posado para Nikolai era porque él quería que posara para él desnuda.

_ ¿Y por qué no usas los modelos que hay en la escuela? Que para eso les pagan, para que posen.

_ Ninguno tiene el cuerpo que tiene Anya. No es comparable.

Dicho esto Nikolai palmeó el muslo de Anya y dejó reposando allí su mano derecha. La cual fue subiendo por su pierna poco a poco pretendiendo llegar a la "zona prohibida" de la rusa. Anya, en cuanto notó el lascivo tacto del bielorruso, sintió un tremendo escalofrío recorrerla enteramente y se levantó de su silla más rápido que un rayo.

_ ¡M-me tengo que ir a terminar el cuadro! El profesor me dijo que me iba a dar algunos consejos para que la pintura no se mezclara y demás. ¡Hasta luego!

Y dicho esto Anya salió corriendo de la cafetería. Jánica vio aquella escena con una cara de estupefacción impresionante. Si aquello no era incesto que le robaran su bolso favorito allí mismo. Pero pronto su expresión cambió a una de extrañeza al observar las facciones del rostro de Helena. La joven lituana parecía muy triste y no había tomado ni un sorbo de su café y eso que era su favorito. Pronto, las ideas se le aclararon en la cabeza a la rubia y descubrió lo que realmente pasaba allí.

_ … ¡Oh... Dios... Mío! ¡Helena! ¡Tú sigues enamorada de este idiota! _Exclamó Jánica a todo grito. Fueron tales sus voces que el resto de los estudiantes que se encontraban tomando algo en la cafetería se giraron y miraron hacia ellos.

Helena no sabía dónde meterse, estaba avergonzada hasta extremos inimaginables, solo quería que la tierra se la tragara. Finalmente, no sabiendo qué responder ante las declaraciones de Jánica y temiendo la reacción de Nikolai, salió corriendo de la sala.

_ Y yo que pensaba que esto ya lo había superado... _Dijo tras un suspiro Jánica. _ Que sepas que esto es por tu culpa, Nikolai. Ah, y tú pagas.

_ ¿¡Cómo que yo pago!? _Preguntó Nikolai de mal humor, mas ya era tarde, Jánica salió corriendo detrás de su amiga. _¡Maldita sea, siempre me hacen la misma!

_ Oye, no sabrás por casualidad donde está el aula de escultura, ¿verdad?

Una suave y casi inaudible voz interrumpió a Nikolai, el cual había empezado a mascullar maldiciones en su idioma natal. Quien le había formulado aquella pregunta era una muchacha delgada, de cabellos rubios y lisos, de ojos azules y con expresión seria.

_ Sigue el pasillo de la derecha. En la última clase es donde se enseña escultura.

_ Gracias.

La chica en cuestión se alejó del bielorruso y siguió sus indicaciones. Por otro lado Nikolai se quedó ligeramente extrañado ante la presencia de la joven. Nunca la había visto por la escuela, al menos no en su clase. ¿Quién podría ser?

Mientras tanto, Jánica se encontraba deambulando por los pasillos de la escuela y gritando el nombre de la lituana intentando encontrarla, mas no fue capaz de localizarla y, al cabo de una media hora se cansó y decidió dejarlo estar. Como no tenía otra cosa mejor que hacer y no le apetecía dar clases pues estaba cansada por el viaje se marchó de la escuela.

Hasta que, de este modo, el día pasó. Helena, una vez que se calmó, volvió a su clase cámara en mano y continuó con su proyecto. Al menos no compartía clase con Nikolai, no tendría que soportar la vergüenza de verle tras el numerito que había montado Jánica. Aunque, la verdad, todo el mundo sabía que Helena estaba perdidamente enamorada de Nikolai, solo que no se hablaba mucho de ello.

Cuando acabaron las clases recogió sus cosas y salió de la escuela dirección a la parada de autobús. No solía llevar su coche a la escuela ya que aparcar por allí costaba dinero y la economía no estaba como para desperdiciar ni una sola moneda, de modo que cogía el autobús: Barato, rápido y no tenía problemas para aparcar. ¿Qué más podía pedir?

No tardó más que un par de minutos en llegar a la parada, pero, justo antes de llegar, todo su cuerpo se paralizó por completo al contemplar una figura. Alguien que al parecer también esperaba el autobús: Nikolai.

¿Pero qué hacía el bielorruso allí? Su casa estaba en la dirección contraria, o al menos así lo creía la chica... Helena maldijo internamente y, tras calmarse un poco, caminó hasta quedar al lado del joven.

_ H-hola, Nikolai.

_ Hola.

_ Mmm... ¿Qué haces aquí? Es la primera vez que te veo esperando el autobús.

_ Anya y yo nos hemos mudado con mi hermano y él vive lejos. Por eso cojo el autobús.

_ ¿Dmitri está aquí? ¿Cuándo ha vuelto de Moscú?

_ Hace un par de días. Quería pasar más tiempo con ellos y por eso nos hemos ido a vivir todos juntos.

_ Y-ya veo... ¿Y entonces, si os habéis ido a vivir todos juntos, dónde está Anya?

_ No lo sé. Quizás se haya quedado en clase acabando su cuadro. Y ya deja el tema.

_ D-de acuerdo. _Dijo algo extrañada la lituana ante la respuesta de Nikolai. _ Bueno, pues... me alegro de que ahora cojas el autobús, así podré estar contigo más tiempo, y podremos hablar más y...

_ Sí, sí, sí. Claro.

Nikolai cortó a Helena en mitad de la frase y rápidamente sacó de su mochila unos cascos, su MP3 y comenzó a escuchar música. Con ese gesto lo decía todo, iba a ignorar a la lituana. Helena por su parte simplemente suspiró con cierta resignación, ya estaba acostumbrada a este tipo de trato. A pesar de que se conocían desde el primer día de instituto Nikolai no había demostrado mucho cariño hacia ella.

En esto llegó al autobús y ambos subieron en él, para alegría de la chica Nikolai se sentó a su lado, aunque siguió sin dirigirla la palabra. Pero a Helena esto no le importó demasiado, puede que no hablara con él, pero al menos podía admirarle desde cerca. Discretamente y a través del reflejo del cristal de la ventana del autobús, la lituana podía observar a Nikolai. Era simplemente perfecto, un chico de ensueño. No sabía cómo no podía tener a todas las chicas de la escuela detrás de él, más bien parecía que las asustaba o algo así, aunque aquello era beneficioso para ella, la verdad.

Unos quince minutos después el autobús paró y Nikolai se levantó de su asiento dispuesto a bajar.

_ ¡H-hasta mañana, Nikolai!

Se apresuró a decir Helena al verle levantarse. Solo recibió como respuesta un leve movimiento de mano por parte del chico. Tras esto se bajó y caminó hasta la casa de su hermano.

El edificio era un poco viejo y, a decir verdad, era algo pequeño, pero al menos era acogedor, al menos así lo quería creer Nikolai. Antes de entrar en casa, decidió coger el correo. Frunció el ceño al comprobar que todo lo que tenían era publicidad de un nuevo supermercado que había abierto y un par de facturas del tipo: "2º aviso: Luz" "1º aviso: Agua"

Nikolai hizo rodar los ojos y arrugó las cartas en su mano. ¿Por qué se empeñaban en mandarles cosas como esas? ¡Si siempre pagaban! Puede que no a tiempo, pero siempre pagaban.

Deshaciéndose de estos malos pensamientos por fin se decidió a entrar en casa.

_ Dmitri, los pesados de la luz han vuelto a enviar un aviso. Creo que deberíamos pagarlo y... ¡TÚ!

_ ¡Hola a ti también!

Una palabra: Jánica. Nikolai pensó que aquello era una pesadilla. Su mayor enemiga en su casa. ¿Qué diablos hacía en su casa la polaca? Aquello no podía estar pasando, pero sí, estaba pasando...

Notas de la autora

сестра: hermana

да: Sí

брат: hermano