¡Mamá! ¡Mamá, despierta! – Gritaba Henry mientras zarandeaba a Regina.
¿Qué? ¿Qué ocurre? – Preguntó ésta sobresaltada al ser despertada con tal brusquedad.
Creo que… estabas teniendo una pesadilla o algo. Estabas inquieta y murmurabas cosas.
Los ojos de Regina se abrieron como platos al recordar lo que estaba soñando, esperaba que Henry no hubiera escuchado nada que no debiera.
- No te preocupes, cariño. Estoy bien. – Sonrió intentando tranquilizar al pequeño.
- ¿Seguro? – Preguntó no muy convencido de que fuera cierto.
- Segurísimo. – Volvió a sonreír mientras acariciaba el pelo de su hijo con mimo.
- Está bien… - Sonrió. - Bueno me voy, he quedado con Violet.
Y salió veloz por la puerta de la habitación. Regina suspiró profundamente mientras se volvía a recostar en la cama, bocarriba. Mirando al techo blanco e impoluto.
- ¿Qué significará ese sueño? – Preguntó para sí misma con preocupación.
No es la primera vez que le pasaba. Ya había tenido el mismo sueño alguna que otra vez.
Era de noche y se encontraba en el porche de su propia casa. Notaba la brisa acariciar su rostro y cerraba los ojos un instante sintiéndose plenamente feliz. Justo en ese momento, unas manos le rodeaban la cintura desde atrás pero nunca conseguía ver quién era.
Movió la cabeza hacia los lados, intentando borrar los recuerdos de su mente y se puso en pie. Era hora de empezar el día.
Mientras tanto en el Granny's…
- ¿Cómo estás Emma? – Preguntó Snow apoyando su mano en el hombro de su hija.
- Hola, mamá. Estoy bien. – Sonrió de forma poco convincente. Mary Margaret se sentó frente a ella.
- Sé que algo te preocupa así que ya sabes, ¡desembucha! – Contestó graciosa.
- No es nada de verdad, confía en mí.
Cuando Emma se ponía en plan cabezona, no había manera de sacarle las palabras y eso era algo que Snow sabía muy bien, así que no insistió. Ya se lo contaría cuando quisiera hacerlo.
Mientras se tomaban el café llegó Garfio, que fue directo a Emma para darle un dulce beso en los labios.
- Hola amor. – Sonrió.
- Hola… - Contestó ella sin mucho entusiasmo. – Tengo que ir a trabajar, se me hace tarde. Perdonadme. – Se levantó de la mesa y fue veloz hacia la puerta. No le apetecía tener a nadie incordiando sobre su estado de ánimo.
- ¡Pero…! – Gritó Regina al chocar frente a frente con Emma que no la vio llegar.
- ¡Lo siento! – Se disculpó rápida y con un sonrojo extraño en sus mejillas.
- ¡De verdad Swan, haz el favor de mirar por dónde vas! - Y sin más dilación se introdujo en la cafetería.
Emma gruñó molesta y siguió su camino. Hoy sería un día duro.
Cuando llegó a la comisaría, se sentó directamente en su silla, echó mano de un montón de papeles que tenía sobre el escritorio y comenzó a leer, pero después de intentarlo durante un rato se dio por vencida. No era capaz de concentrarse. Aquel sueño… La había perturbado más de lo normal.
- Venga Emma… No es para tanto, deja de darle vueltas. – Dijo en voz alta a ver si así era capaz de olvidarlo, pero fue en vano.
La imagen de Regina frente a ella, de espaldas y sus propios pasos acercándose decidida por detrás, estaba muy presente pero más lo estaba aún, el sentimiento de felicidad que sentía en aquel sueño y eso, justamente eso, es lo que no la dejaba tranquila aquella mañana.
El sonido de unos golpes en la puerta le sacaron de su ensoñación de manera brusca. Alzó la mirada y de nuevo volvió a notar como sus mejillas ardían.
- Oye Emma, tan solo quería disculparme por lo de antes. He sido un poco brusca contigo. – Se disculpó Regina mientras entraba.
- No… No pasa nada Regina, no te preocupes. La culpa fue mía. Ni siquiera te vi llegar.
Ambas sonrieron.
- ¿Te encuentras bien? – Se atrevió a preguntar finalmente la morena.
- ¿Por qué todo el mundo se empeña en preocuparse por mí hoy? – Contestó molesta.
- ¡Oye! – Alzó la voz molesta. – Tranquilízate, ¿quieres? – Dijo mientras apartaba su pelo hacia un lado, perfectamente peinado y brillante.
- Mira Regina, no tengo un buen día. Es mejor que te vayas. Agradezco tu disculpa. – Y volvió a coger el montón de papeles intentando ordenarlos un poco.
- Sí, será mejor… - Se dio la vuelta con una mueca molesta en el rostro. - ¿Has visto a Henry hoy?
- No, no lo he visto. – Su corazón comenzó a golpear con fuerza su pecho. - ¿Pasa algo? – Preguntó preocupada.
- No, nada. Está con Violet según me dijo antes de marcharse, pero pensaba que tal vez se había pasado a saludarte antes.
Ambas se quedaron en silencio unos segundos mientras sus miradas se clavaban en sus ojos. Emma notó como un escalofrío le recorría de pies a cabeza e inmediatamente después, disimulando, volvió al trabajo. Finalmente, Regina desapareció de la sala.
- Pero, ¿qué te ocurre? – Se preguntó la salvadora confusa.
Continuará…
