Los personajes son creación de J.K. Rowling y los tomó prestado sin fines de lucro.
Recomendación: Viajante, Los Daniels.
Viajero
Por Tlacuilo
Se supo de un viajante con un interno dolor
Mordida fina y muy severa.
Se supo de un viajante con un interno dolor
Mordida fina y muy severa.
El viajante, Los Daniels
El hombre se sacudió los restos de ceniza de la túnica negra y luego caminó al interior del lugar suspirando y sintiendo que sus fosas nasales se llenaban del aroma de ese sitio, uno al que podía por fin llamarle hogar, ese que compartía con su pareja y prometido. Siendo dos veteranos y sobrevivientes de la guerra se entendían y se apoyaban, aunque en su forma bizarra de demostrarse su amor, con insultos y sarcasmos. Severus se despojó de la túnica y se quedó en camisa y pantalón ambos de un material muy suave y delgado que se pagaba a los músculos no exagerados, pero marcados del pocionista. Con tres años de ser amantes Sirius y él ya se entendían sin hablar y compartían silencios cómplices. Subió por las escaleras que llevaban a las habitaciones dejando que su lívido se alimentara de los recuerdos, las caricias y besos de su amante para que al tenerlo de frente pudiese devorarlo a gusto y por supuesto dejarse devorar por él. La habitación que compartía con Sirius era la del centro del pasillo, pues esta era la más iluminada y grande.
Severus caminó despacio recordando la emergencia de su ahijado y por la que él había salido de Hogwarts...
Al verlo llegar por la chimenea y nada más las llamas verdes se disiparon, Draco prácticamente cargó a Severus llevándolo al salón donde los esperaban Harry, Narcissa y Lucius. Severus entró jalando a su padrino.
–Buenas tardes Severus. –saludaron los tres.
–¡Vamos padrino revisalo dice que le dolía! –gritó Draco asustando a los presentes.
–Draco, por favor. Comportate.
Trató de calmar a su hijo, Lucius. Severus no era un experto, pero había estudiado los embarazos masculinos y al saberlo Draco no quiso que nadie más atendiera a su esposo, toda la familia estuvo de acuerdo, pero Severus nunca se imaginó que su ahijado fuera un futuro padre paranoico que se preocupaba hasta por que Harry no se acabara sus antojos. Harry sonrió como disculpandose con el pocionista.
–Ya estoy bien...
–Es mejor que te revise. –cortó Draco.
–Draco, a ver permiteme revisar a tu esposo.
Severus a pesar de todo entendía que su ahijado tratara como algo que se fuese a romper al chico-que-vivió-y venció, ellos no lo habían tenido fácil cuando se enamoraron y fueron pareja, pues en plena invasión de la mansión por Voldemort y con Harry buscando los horocruxes tuvieron que dejarse de ver y estar con la sosobra de no saber si él otro aún vivía o no. Y cuando todo finalmente terminó creyeron que ya no habría trabas, sin embargo después los rencores y prejuicios los llevaron a casi separase, si no fuese por la tozudez del gryffindor ellos no estarían casados y esperando al primer nieto de un Lucius y una Narcissa más que felices y orgullosos. Esa relación entre familias ayudó a que Severus y Sirius terminaran por estar juntos. Harry se recostó en la otomana, pues los tres Malfoy no se perdían de cualquier revisión del moreno, pues este siendo algo penoso no mostraba nunca su barriga desnuda –a menos que los médicos se lo pidieran–. Severus hizo una floritura y una especie de manta quedó sobre el abdomen de Harry, en esta parecía estar todo el avance del embarazo. Minutos después y con un casi histérico Draco, Snape se levantó:
–Ya puedes cubrirte Harry. –El moreno obedeció y sintió la mano cariñosa del rubio menor acomodando la camisa.– Pues me temo que solo ha sido una patada del pequeño heredero Malfoy, claro que se parece a ciertos gryffindor o sea que es muy inquieto y le ha pegado en el riñón a su padre.
–Mi pequeño travieso. –sonrió Harry acariciando su tripa.
–Lo que recomiendo, son masajes para que el pequeño se acomode o cambie de posición.
De eso a que los Malfoy se la pasaran hablando del no nato se llevarían toda la tarde y Severus aprovechó esa salida y regresó a su casa.
Y ahí llegando hasta la puerta que lo separaba de su amante Severus sintió un escalofrió de anticipación. El profesor abrió quedándose tan petrificado como si el basilisco lo hubiese atacado.
Sobre la cama que compartía con Sirius y en la que dormían y se amaban con la misma entrega en cada una de esas ocasiones, Sirius el hombre que le dijo tantas veces que lo amaba y que deseaba compartir el resto de su vida con él... se besaba con una mujer.
Severus no supo que hacer, toda su vida de espía no lo había preparado para una situación como esa, quería destrozar algo o correr y llorar por primera vez en su vida adulta, y los movimiento y gritos de la pareja no lo dejaban pensar, sacó su varita y...
–¡Petrificus totalus!
Viendo a las dos figura quietas y semidesnudas se dio cuenta que esa acción no resolvía el problema no sabia que hacer y optó por salir lentamente del lugar y bajar por las escaleras se quedó sentado en uno de los escalones. Se tomó la cabeza con las manos y se preguntó miles de cosa buscando la explicación a esa traición. Sirius seguía siendo un codiciado heredero, pero creía que él tenía todo la lealtad de ex león, incorporándose y buscando sentir más dolor –el suficiente para darle valor de abandonar esa casa, los recuerdos y las ilusiones perdidas– se levantó y corrió hasta uno de los espejos de la sala mirándose y enumerando sus defectos desde su cabello lacio y negro –sin grasa–, esos ojos negros tan comunes, la nariz y esa piel pálida que no se bronceaba por más que pasease en el sol, todo eso aunado a la edad... Severus sonrió de lado y exhaló aire tratando de calmarse, se acercó a la chimenea y tomando polvos los lanzó gritando la dirección de su trabajo: Hogwarts. Llegó a su despacho y cerró de inmediato la chimenea evitando las visitas incomodas, no le agradaba, pero tendrían que enviar una nota en lechuza, pues si lo hacía por la chimenea no podría soportar dar explicaciones. Severus escribió a Lupin, sabiendo que si se lo pedía a los Malfoy en vez de retirar el hechizo cruciarían a Sirius.
Remus:
Date una vuelta por la casa de Black, necesita un poco de ayuda.
Att. Snape.
Severus aún tuvo la fuerza de ir a la lechuzería, mandar la nota y regresar a sus habitaciones. El pelinegro se tumbó sobre uno de los sillones y apareciendo vino y una copa se dispuso a dejar que su decepción y tristeza, buscase una forma de salir
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Subió los escalones de dos en dos y corrió hasta la habitación principal de la pequeña casa Black/Snape –como solían llamarla Harry y él–, la nota en si era muy extraña, pues Severus no era muy afecto a mandar estas y mucho menos pidiendo ayuda para su pareja. Remus se quedó parado y de pronto todo tuvo explicación, lo ojos de su amigo se veían desesperados y la hermosa mujer a su lado se sonrojó ante el escrutinio.
–Finite incantatem. –prácticamente susurró el rubio.
No había que ser un genio para notar el gesto molesto y decepcionado de Remus, más Sirius no tenía tiempo de darle explicaciones a su amigo, debía ir con Severus, salió corriendo y sin pensar demasiado las cosas se desapareció...
Para Remus fue todo una odisea buscar las partes de su amigo, junto con el servicio de emergencias de San Mungo. Con este internado en dicho hospital, Harry se enteró de lo sucedido. Draco ni siquiera se molesto en ir a San Mungo dejando que su madre acompañara a Harry, pues el rubio menor no dejaba solo a su moreno a menos que fuera muy necesario. Remus conversaba con Harry que se rascaba la nuca en señal de nervios o enojo.
–¿Y quien era ella?
–Que se conocieron está tarde en...
–¿Si?
–El callejón Diagon, cuando veían juntos un aparador.
–¡¿Y eso fue suficiente?! –exclamó Harry.
–Calmate Harry puede afectarte. –tranquilizó Narcissa.– Y si me permiten decirlo mi primo siempre fue bastante coqueto.
–Pero ama a Severus ¿O no? –preguntó el de ojos verdes.
Los mayores no respondieron, pues ni ellos sabían o estaban seguros de eso, no cuando Sirius había sido infiel en la casa que compartía con el profesor.
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Entre ensueños Sirius se preguntaba por que su ego le jugó esa mala pasada, el sentirse admirado no era algo nuevo y sin embargo esta vez lo había seducido y como adolescente cayó en la tentación, algo que le estaba costando su vida entera, pues su persona amada jamas perdonaría algo como eso y lo sabía no en vano lo conocía desde los once años, un hueco –que no tenía nada que ver con escindirse– se agrandaba en su pecho. Su cerebro se puso a idear la forma de recuperar a Severus o morir en el intento.
¡Hola!:
Será cortito y espero que les guste, ya que he dejado mucho tiempo el mundo de Harry Potter abandonado.
