Prefacio: El tiempo lo cambia todo.
El viento soplaba fuerte, meciendo las copas de los árboles y el césped. La brisa envolvía a ambos cuerpos rígidos, sorprendidos. Al parecer ninguno esperaba mirarse ahí, en ese lugar y justo en ese momento.
Siempre había sido así para ella; estar en el lugar equivocado, y en el momento equivocado. Lo único que le quedaba era adaptarse a la situación, y luchar para seguir adelante... Pero en esta ocasión lo que quería era todo lo contrario: Huir y retroceder, no haber llegado hasta ahí. Desaparecer, o que fuera tragada por la tierra.
Se arrepintió de no haber escuchado a sus amigos, porque ellos le habían advertido sobre eso, y estaban en lo correcto. Le habían dicho que Haku había cambiado completamente.
Jamás se hubiera esperaba su rencuentro de esa manera. Todo era diferente, el tiempo había sido el culpable. Y ahora ella no podía hacer nada. Aunque le parecía ilógico lo que ocurría, pues su amigo había sido una buena persona… ¿Qué lo hizo cambiar? Se preguntó.
No soportaba más, quería marcharse, pero no podía. Tenía miedo. Miedo al que una vez fue su héroe. Él, era diferente en su apariencia. No parecía el mismo. Se le veía mas grande, espalda ancha, largas piernas y músculos… ya era todo un hombre, bastante apuesto, por cierto; Había madurado.
Pero lo más cambiado era su mirada… Fría y sin sentimiento alguno. Aun más seria de la última vez que ella le había mirado. Una mirada sobretodo acecina, envuelta de asombro y de ira. Ansiosa por buscar sangre.
¿En que se había convertido su amigo? Era la pregunta de la chica de cabellos marrones. ¿Qué era él?
Con dificultad, ella apartó la mirada, intimidada por aquellos ojos verdes. Suspiro y cerró con fuerza sus ojos, dejándose caer al suelo lleno de forraje verde. Pegó sus piernas a su pecho y las rodeo con ambos brazos. Las lágrimas no se retrasaron mas, fluyeron como nunca. Un sueño, solo un sueño… esperaba que se tratara solo de eso. Se pellizco varias veces para despertar… pero nada.
Todo había cambiado, Kohaku parecía ser otra persona. Una mala. Aquellos recuerdos de su infancia se quebraron como si se tratase del cristal. No los necesitaba, solo le causaban mas melancolía; Saber que una vez lo tuvo todo, y en solo minutos lo perdió… Y lo peor de todo, quizá para siempre. Ni siquiera soportaba la idea.
Aun no quería aceptar que había perdido a su amigo.
Esperó... Sabía perfectamente que todo había acabado. Solo esperaba a que su muerte fuera rápida y sin dolor. Que Kohaku tuviera piedad y no la lastimara tanto.
No le iba a guardar rencor a su acecino. Simplemente no podía, porque le amaba… pero a la vez le temía. Le amaba demasiado, y morir en manos de él, comenzaba a parecerle algo bueno… si, tal vez estaba loca, pero así es como pensaba.
Se resignó, sabía que iba a morir y ya no tenia miedo.
Entonces, al percatarse de que nada ocurría, decidió abrir los ojos…
