Ni Itachi, ni Konan, ni ningún otro personaje me pertenece. Todos son obra de Masashi Kishimoto.
Si el papel se moja, se destruye
Se repetía mentalmente tantas veces como le era posible. Ella no podía llorar. No debía ser débil. Ella debía continuar con lo que Yahiko había iniciado, lo que Nagato continuó, y por lo que ambos dieron la vida.
Pero aun así, aunque sabía su objetivo y estaba dispuesta a cumplirlo a cualquier costo, no podía evitar sentirse sola. Ellos… ellos le hacían mucha falta. Sin quererlo se había acostumbrado demasiado a estar al lado de Nagato. A confiar ciegamente en él, a tenerlo como algo que jamás se iría. Porque desde el día en el que Yahiko murió, Nagato se había convertido en su todo.
Y ese día, ella lo había perdido para siempre. Ahora sólo quedaban los cuerpos inertes de sus amigos, recordándole que ya no podrían apoyarla más. Estaban ahí, descansando y dejando todo el peso en sus hombros.
Ella ya no tenía nada.
Si el papel se moja, se destruye
Seguía repitiéndose. Pero no podía evitar pensar si realmente tenía alguna razón para vivir. Estaba segura de que aquel chico crearía la paz que sus amigos tanto anhelaron. Dejó en él todas sus esperanzas.
Ella ya no era necesaria. Y pensó que su vida no servía de nada.
¿Qué hacía ella ahí? ¿Por qué no podía marcharse de aquella cueva que por tanto tiempo fue el escondite de Akatsuki? ¿Por qué no podía enterrar los cuerpos de sus amigos?
Ella estaba sola.
Y por primera vez en mucho tiempo, tuvo miedo. Ella sabía como afrontar todo; era una excelente kunoichi que había aprendido por las malas. Pero siempre tuvo a alguien a su lado. Siempre había alguien ahí, recordándole que no estaba sola, y que a pesar de todo, tenía a alguien con quien contar.
Se arrodilló frente a los cuerpos de sus amigos, sin sabes qué hacer, qué decir, qué pensar. Tomó la rosa de su cabello y la colocó sobre Nagato. Su cuerpo se paralizo al notar lo frío que estaba. Al constatar que estaba muerto. Entonces, y sólo entonces, se permitió llorar.
Apenas notó el chakra que se acercaba a ella. O talvez no le importó. Era obvio que tenía que ser alguien como Kisame o Zetsu, pidiéndole el cuerpo de Nagato. Aun así se apresuró a secarse las lágrima, mientras se prometía mentalmente no volver a mostrarse así… débil.
Se dio la vuelta, y por pura inercia se lanzó hacía él.
Porque ella ya no quería perder a nadie más.
Itachi se dio el lujo de desmayarse. Por alguna razón, se sentía seguro en los brazos de Konan.
Abrió los ojos lo más lentamente que pudo, intentando retrasar lo inevitable. Negro. Apretó los puños lo más fuerte que pudo, preguntándose a sí mismo porqué había regresado al escondite. Talvez lo mejor hubiera sido morir; lo mejor para él, para su hermano, y para el resto del mundo. Porque él ya no era necesario.
Él estaba ciego.
Una parte de él se sintió débil, triste: porque siempre se había esperado algo de Uchiha Itachi. Pero por otro lado, por primera vez en su vida, él elegiría que hacer, aunque fuera sólo la opción de vida o muerte.
Por un momento creyó que podía ver mucho más que cuando podía ver.
Él podía elegir.
Con dificultad pudo sentarse, e intentó recordar —por décima vez— cómo es que había sobrevivido. Por un momento cruzó por su mente que, talvez, Sasuke jamás quiso matarlo de verdad. Y sonrió por la idea.
Sasuke. Su hermano. Esperaba que en estos momentos, el rubio estuviera trayéndolo a la aldea, el lugar donde debía estar. Porque Sasuke aún no lo perdía todo, no como él. Su hermano aún podía continuar con su vida. Ser feliz. Él sabía que había dejado ir su oportunidad hace mucho.
Apretó sus puños, y sólo entonces pudo darse cuenta que estaba vendado. Volteó a un lado suyo, extendió un poco sus manos y pudo sentir el frío cuerpo de una persona. Obviamente era un akatsuki, ya que la textura de la capa era inigualable. La persona estaba inerte, y por la frialdad de su cuerpo pensó que estaría muerta, pero en ese momento sintió su respiración.
Subió un poco para poder tocar su cara, y sintió lo que obviamente eran lágrimas. Un piercing cerca de los labios, y el cabello suelto. Con su otra mano tomó una de las de la chica, sólo para tomar su pulso.
—Konan —susurró.
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1/3
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Creo que por alguna razón seré yo la que llene el fandom de ItaKonan, en lugar de su verdadera fan... En fin, éste fic es un regalo para Pame, ¿por qué? Lo olvidé, se lo debía hace bastante xD Tres capítulos, uno cada día. Ya tengo el fic terminado dentro de mi pc, así que no habrá espera. Perdón por el OoC, ninguno de los personajes se presta para casi nada, pero si creen que algo está completamente irrealista no duden en decirmelo.
