-La señora Hooch hace sonar el silbato y… ¡comienza el partido!- Vocifera Lee Jordan desde su puesto como locutor en las gradas. Los profesores a su izquierda charlan con tranquilidad entre ellos. Su voz se extiende por todo el campo gracias al magnetófono mágico y llega clara y limpia a oídos de todos los espectadores.

Aquella mañana se enfrentaban dos casas muy diferentes: Hufflepuff y Slytherin. Y no sólo eran disímiles en su forma de pensar, sino también en su estrategia de juego y, por así decirlo, su punto de vista frente a las trampas. Por todos es sabido que las serpientes no tenían escrúpulos en utilizar métodos poco ortodoxos para ganar. Los jugadores del equipo de Hufflepuff siempre soportaban el juego sucio del resto de casas con dignidad e indiferencia.

La falta de armonía entre los dos equipos se reveló desde el instante en el que echaron a volar. Los dos buscadores, Malfoy y Summerby, se colocaron en lo alto de los extremos del campo, vigilando el juego de sus compañeros y a la vez buscando la snitch dorada.

-Tamsin Applebee de Hufflepuff se dirige con la quaffle hacia los aros, Pucey se la arrebata gracias a una certera patada en el costado, maldito tramposo…- "¡Señor Jordan!" protestó la profesora Mcgonagall.- Pucey lleva la quaffle, se dirige hacia los aros, se la pasa a Bole y… ¡diez puntos para Slytherin!

Un griterío de elogios y a la vez de lamentaciones llenó las gradas del campo. Los Slytherin agitaban bufandas, banderas y silbaban con entusiasmo. Fleet, el guardián de Hufflepuff, masculló algo ininteligible, pero en su rostro se vislumbraba la cólera que sentía en ese momento por los cazadores del equipo contrario.

En las alturas, Draco no lograba ver el destello de la snitch por ningún lado. Habían tenido mucha suerte, aquel día no había ni una sola nube en el cielo.

"Por la cara de inútil desconcertado que tiene Summerby deduzco que él tampoco ha visto la snitch." Pensó Malfoy mientras vigilaba los movimientos del otro buscador. El chico llevaba diez minutos dando vueltas por el campo sin saber qué hacer y si seguía así durante todo el partido estaba claro quien sería el vencedor.

Desde allí la voz de Jordan le llegaba rota y apenas comprensible. Agudizó el oído y escuchó lo siguiente:

-¡Crabbe y Goyle han rodeado a O'Flaherty! ¡Se va a caer de la escoba! –Un murmullo asustado recorrió las gradas.- […] ¡Vaya, esa chica no se corta un pelo! ¡Señora Pomfrey, las partes nobles de Crabbe van a necesitar hielo urgentemente!.

Draco maldijo lo inútiles que podían llegar a ser Crabbe y Goyle. Ni frente a una muchacha de 1.50 de altura lograban su propósito. Entonces, un repentino movimiento de Summerby le puso en acción. El buscador de Hufflepuff se dirigía rápidamente hacia arriba, como una flecha cortando el cielo en dos. Ambos tenían la misma escoba, lo cual era una clara desventaja para Draco, puesto que iba detrás de Summerby y no podía aventajarle en rapidez.

-¡Vaya, parece que los buscadores han localizado la snitch! ¡Summerby va en cabeza!- Gritó emocionado Jordan.- Cadwallader acaba de ganar 10 puntos para Hufflepuff ya que Bletchley estaba demasiado ocupado mirando a las musarañas. ¡Lo siento, colega!

Summerby ya casi rozaba la snitch con las yemas de sus dedos y Draco, alarmado, le empujó hacia la derecha, provocando una ligera desorientación a su contrincante. Pero no fue suficiente para quitárselo de en medio. Parecía que el buscador de Hufflepuff estaba empeñado en ganar el partido. Un zumbido pasó rápidamente cerca del oído de Draco y giró la cabeza justo a tiempo de ver como una bludger le asestaba en la espalda a Summerby, seguramente lanzada por Crabbe o Goyle. La víctima del ataque detuvo el vuelo y gimió de dolor.

Entonces el Slytherin se lanzó a por la snitch, y cuando digo que se lanzó, lo digo literalmente. Con la snitch en su mano, resbaló de la escoba y cayó al vacío. Los gritos estallaron en las gradas. Inexplicablemente, antes de que pudiera tocar el suelo, su escoba se hallaba debajo de él, conduciéndolo hasta el centro del campo con calma.

-¡Slytherin gana!- Así finalizó Lee el partido.

El equipo de Slytherin se fue con sonrisas triunfales y miradas de desprecio hacia los Hufflepuff. Todos lo espectadores se preguntaban como había sido posible que la escoba de Malfoy le hubiese salvado de esa caída mortal. Porque… ¿eso era válido en un partido de quidditch?


Más tarde, en los vestuarios de Slytherin.

-¡Malfoy, ha estado de puta madre!- Dijo Pucey encantado.- ¿Cómo conseguiste que tu escoba reaccionara de esa forma?

Draco se ató los mocasines y le dirigió una mirada enigmática y a la vez de censura. Estaba claro que no se lo iba a decir. Guardó el resto de sus cosas en la bolsa, cogió su escoba y salió del vestuario. Mientras caminaba por los terrenos hacia el castillo, recordó como había aprendido aquel encantamiento.

Fue dos meses atrás, era de noche y se encontraba en la sala común aguantando a Pansy, que aquel día se encontraba especialmente irritante. La aguda voz de aquella mujer le enfermaba y no se podía concentrar en el libro que tenía en las manos. En resumen, estaba aburrido, muy aburrido. Pensó que sería agradable salir a volar con la nimbus 2001, así que se deshizo de los brazos, las piernas, los pechos y los labios de Parkinson y se largó.

En los terrenos la brisa le reconfortaba, el aire era sano, no como en la sala común de Slytherin. Gracias a Zabini la estancia siempre estaba infestada de humo azulado procedente de sus cigarrillos o puros, lo que le diera por fumar. Draco mentiría si dijese que nunca le había aceptado uno de esos pitillos, porque Salazar sabía que eran deliciosos.

Hundido en aquellos pensamientos irrelevantes, llegó al campo de quidditch y se elevó con la escoba. Lentamente dio un par de vueltas al campo y luego practicó algunas tácticas. Draco volaba tan rápido, que no se daba cuenta de que la ligera brisa ya no era tan ligera. Cuando intentaba perfeccionar el amago de Wronski, una fuerte ráfaga de viento le hizo desconcentrarse y cayó de la escoba. Sacó con rapidez su varita e hizo aparecer un montón de colchonetas en el suelo. Murmuró un "accio escoba" y se levantó. En ese momento, llegó hasta sus oídos un débil carraspeo, muy suave.

Era la pequeña de los Greengrass, su nombre se parecía a Estonia o Astonia o Antonia o… algo así. La reconoció porque Daphnne siempre subía al tren de Hogwarts con ella. También iba a Slytherin ya que su corbata vestía los colores verde y plateado y el escudo de la casa se distinguía en su chaqueta. Estaba sentada en un rincón del campo, con las piernas cruzadas al estilo indio. Se levantó con toda la elegancia que caracterizaba a ella y su hermana y se dirigió hacia él.

-Hola, me llamo Astoria Greengrass, no hace falta que tú me digas tu nombre, sé quien eres.

Mientras lo decía alzó su mano pero, al ver que Draco no se la estrechaba, la bajó. Parecía tener muy poca edad, trece o catorce años, y su altura comparada con la de Draco era casi desternillante. Sus ojos verdes le miraban con astucia y un brillo en sus pupilas le decía que aquella niña era una Slytherin de pies a cabeza. Además, era de la familia de los Greengrass, así que no la echó del campo, al menos, no inmediatamente.

-¿Y qué quieres?- preguntó Draco.

-Quiero entrar en el equipo de quidditch.

Lo dijo con tamaña seguridad, que Draco no pudo ni reír. Se quedó callado, mirándola de pies a cabeza.

-Lo siento, Astoria, las plazas están llenas, prueba el año que viene.- Consiguió decir al fin.

La muchacha le miró con fastidio mientras se recogía el castaño cabello en una coleta y, a continuación, dirigió sus ojos hacia la escoba de Draco. Recordó como se había caído de la escoba y pensó que en los partidos no parecía tan torpe.

-¿Sabes? Creo que te puedo ayudar con el problema que has tenido esta noche. Existe un encantamiento que hace que un objeto esté contigo siempre y si te alejas, te persigue hasta que te encuentra. Es muy útil si tienes algo de mucho valor y no quieres perderlo. Una joya, dinero o… un secreto.

-¿Cómo se hace?

¿Aquel hechizo sería considerado válido en quidditch? Mejor que nadie supiera de su existencia. Sí, así no podrían saber que encantamiento era, y por lo tanto, tendría que ser válido.

-Tienes que tocar con la punta de la varita toda la extensión del objeto que desees mientras pronuncias "fideliis permuta". Para deshacerlo sólo necesitas un corriente "finitem incantatem". Te aconsejo que lo hagas justo antes de empezar el partido y lo deshagas justo al finalizar, en los vestuarios y de forma no-verbal.

"Caray, esta chica es inteligente, me preguntó si tendrá madera de jugadora."

Unas voces le sacaron despiadadamente de sus recuerdos. Agitó la cabeza para despejarse y se escondió tras unos árboles no muy altos para poder observar a placer. Allí, en un claro rodeado de arbustos, vio a Granger, al pobretón y a Potter y su novia, la pequeña comadreja. Su tono de voz era tan alto que había llegado hasta él a más de veinte metros. Parecía que Ron Weasley y Granger estaban discutiendo muy acalorados. Escuchó un fragmento de la pelea.

-¡Al menos yo me beso con alguien! ¡Tú sólo tienes para besar las cartas del imbécil de Krum!

El pelirrojo le gritaba casi en la cara y ella le miraba con unos ojos desbordantes de ira.

-¡Él me quiere!- protestaba ella.

-¡No seas ilusa, Hermione! ¡Estuvo contigo para acercarse a Harry! ¿Quién iba a estar con una comelibros?

El pelirrojo la señalaba acusadoramente con el dedo índice en alto. Entonces ella se acerco y le pegó con toda la mano abierta. Luego salió pitando de allí, con las lágrimas cayendo en su camiseta.

"Auch, eso le ha debido hacer daño." Pensó Draco.

Se alejó lentamente para no ser descubierto. La muchacha avanzaba corriendo hacia el castillo a mucha distancia de él.


Ya en las mazmorras, Draco se sentó en uno de los sillones de cuero de su sala común. Estaba cansado, pero sabía que el resto de los Slytherin –Zabini sobretodo- querrían hacer una fiesta esa noche por la victoria frente a Hufflepuff. Bueno, y si hubieran perdido también habrían hecho una fiesta de consolación, que narices.

Observó al grupo de chicas arremolinadas junto a la ventana, era el grupo de Pansy pero… que raro, la propia Pansy no estaba. Decidió ir a preguntarles por la morena a las chicas. Eso no significaba que se preocupara por la pesada de Parkinson, sino que si no estaba con sus inseparables amigas era por otra de sus estúpidas ideas o porque estaba con un tío, una de dos.

Cuando se estaba levantando para interrogar a aquellas víboras, Pansy apareció triunfal por la puerta seguida de Blaise. Ambos tenían pintada una sonrisa de superioridad en la cara. La chica agitó su bolso y se escuchó claramente el tintineo de botellas de cristal.

-¿Es alcohol? ¿De dónde lo habéis sacado?- preguntó Nott mientras bajaba por las escaleras.

-Pues claro que es alcohol, idiota.-Respondió Zabini.

-Hemos sacado un poco de las cocinas, otro poco de objetos confiscados de Filch y tal vez nos hayamos colado en dos o tres despachos. No os podéis ni imaginar cuantas botellas de whiskey de fuego tenía escondidas en su armario Mcgonagall.- Dijo Pansy con risa de caballo.

Entre los dos sacaron todas las botellas y las colocaron encima de la mesa central. En total había treinta. Draco se sorprendió al ver algunas que no conocía.

-No todas son mágicas, hay bastantes muggles. Esta por ejemplo, es… vodka.- Zabini la destapó y le dio un buen trago.- Wow, es bastante fuerte.- masculló entre tosidos.

-Bueno, las dejaremos aquí por ahora, vamos a comer, los jugadores debéis estar muy hambrientos, ¿no?- Dijo Tracey, una de las amigas de Pansy, mirando a Draco.

-Tranquila Tracey, no hace falta que me hagas la pelota. Si te quieres aprovechar de mí esta noche sólo dilo.

Le guiñó un ojo descaradamente y salió con Zabini y Nott por la puerta. Blaise tenía su cara de "conspiración", así es como la llamaban Malfoy y Nott. La ponía siempre que manejaba una idea perversa entre manos.

-Escuchad tíos, ahora que no están las chicas podemos hablar de una cosa. ¿Qué os parece si traemos carne de otras casas esta noche? Estoy harto de las mismas tetas de siempre.

-Sí, ya sólo nos queda Bulstrode. Merlín nos libre.- resopló el rubio.

-¿Pero estáis mal de la cabeza? Las tías de las otras casas nos odian, no van a querer venir ni por trescientos galeones.- Nott se dio golpecitos con los dedos en la sien mientras negaba con la cabeza.

-Da igual, Theo, podemos convencer a algunas Hufflepuffs, serán tontas, pero están muy buenas.

-Malfoy, ¿te crees que van a venir a celebrar su propia derrota? ¡Venga ya!- Le contestó Nott.

-¿Es que no me has oído? Son tontas.

-¡T-O-N-T-A-S!- Deletrearon a la vez Malfoy y Zabini.

Cuando llegaron al gran comedor, la mayoría de los alumnos ya estaban comiendo. Se dirigieron a sus asientos en la mesa de Slytherin. Draco tuvo que soportar otra horrible comida ya que desde su posición veía claramente los besuqueos de la Weasley y de Potter.

-Uff, mirad a esos dos.- Les masculló Draco a los Slytherin.- Son completamente asquerosos, me quitan el apetito.

-Sí, pero esa traidora a la sangre está como un quesito. Podríamos invitarla esta noche.- Zabini se relamió los labios. No le quitaba ojo de encima a la pelirroja.

Draco fantaseó con la posibilidad de joder a Potter tirándose a su novia, pero enseguida se esfumó ese pensamiento. Era una estupidez.

-Zabini, una cosa es una cosa, pero invitar a… esa. Dejar que pise nuestra casa es arriesgado, es una Gryffindor.- Dijo Nott.

-Lo único que tenemos que hacer es cambiar la contraseña después de la fiesta y asunto arreglado. Además estará borracha, ¿crees que se va a acordar de algo?

-Siempre va acompañada de Potter o de la sangresucia. Y ellos si que no pueden venir.- Le advirtió Draco.

-¿Por qué no? ¿Te da miedo un bajito pringado? ¿O tal vez temes a ese ratón de biblioteca?- Se burló el moreno.

El rubio le ignoró y siguió comiendo. Mientras Nott y Zabini charlaban, él estuvo pensando a que chicas invitar. ¿Tal vez Chang? ¿O quizá Lovegood? Esa loca siempre le había dado morbo. Las hermanas Patil no serían mala idea. Y había visto a Lavender Brown bailar, sólo Merlín sabía lo bien que se movía aquella mujer.

Miró de nuevo hacia la mesa de Gryffindor, la sabelotodo estaba sola. "Vaya, la han dejado ahí, es triste hasta comiendo, por Salazar." Y era verdad, se llevaba el tenedor a la boca despacio y tragaba a duras penas. Hermione levantó la mirada y le observó fijamente durante unos segundos, luego se puso en pie y se fue. "Seguro que se va a la biblioteca, sola, a leer. Parece que la pelea con el pobretón le ha dolido de verdad. Fracasada."

(Cinco horas después)

Estaba frente al espejo, abotonándose su traje de cachemir traído directamente de Milán. Se planteó no ponerse corbata, pero arruinaría el efecto del contraste entre la camisa negra y la corbata color verde botella. Estaba radiante, increíble, sublime.

Bajó a la sala común y miró a las chicas. Daphnne llevaba puesto un vestido azul sencillo con una bonita caída, su pelo rubio estaba medio recogido con un pasador. Pansy en vez de vestido, parecía que se había puesto una camiseta larga, estaba seguro de que si se agachaba se le vería todo. Tracey iba de blanco, sus enormes pechos estaban apretadísimos contra la tela. Bulstrode, como siempre, llevaba el uniforme.

No se veía a Zabini ni a Nott por ninguna parte, pero todo el equipo de quidditch estaba allí. Le dieron la bienvenida con elogios y felicitaciones por haber ganado el partido y le sirvieron en un vaso algo llamado coñac. Aquella bebida sabía a ángeles, un calor se extendía por su pecho cuando la bebía. Ese líquido estaba hecho para él.

La música estaba a cargo de las mujeres, y sonaban en el aire The Weird Sisters, con su canción "Do the Hipogriff". Ya estaba pensando en acercarse a Tracey cuando aparecieron por la puerta Nott y Zabini con bastantes chicas. Draco reconoció a Hannah Abbott –"vaya, pues si que son tontas, sí"- las hermanas Patil, Brown, Chang, Clearwater, Alicia Spinnet y…-"oh, no, Merlín…"- Ginevra Weasley y Hermione Granger.

-¿Pero que narices haces aquí con traidoras a la sangre y la sabelotodo? ¿Eres tonto o qué?- Le recriminó Malfoy.

-¡Que querías que hiciera, estaban todas juntas, si dejaba a Granger se lo diría a los profesores!

-Relájate Malfoy, no sea que te de un infarto y tenga que venir tu escoba a salvarte.- Se burló Hermione.- Voy a ponerme una copa, aparta.

La pelirroja y ella se sirvieron vodka en un vaso, y las demás hicieron otro tanto.

-Vaya, ¿te ha pasado algo hoy, Granger? Te veo demasiado rebelde.- Le dijo Draco maliciosamente.

-¿Sabes qué, Malfoy? Que esta noche no tengo ganas de discutir contigo, así que porqué no te vas con Parkinson o alguna y me dejas en paz.

-¿Tiene algo que ver con el hecho de que Weasley no ve en ti el mínimo interés como mujer?

Una risa sarcástica recorrió el cuerpo de Malfoy. Hermione le miró con odio, pero no dijo nada. "¿Cómo puede saber eso?" Pensó la chica.

-Sí, he presenciado la pelea de esta mañana. Qué puedo decirte sobre ella, Krum tenía el cerebro lleno de paja, así que no creo que te diera besitos para acercarse a Potter, no es capaz de maquinar un plan tan elaborado (capta mi ironía) como ése. Pero de todas maneras, no sé que le harías para que un jugador de quidditch tan famoso cayera en tus redes. Un filtro de amor, ¿tal vez?

-Yo no hice nada, Malfoy. Sabes perfectamente que él fue quien se quiso acercar a mí. Si no lo hubiera hecho él, probablemente no le hubiese dirigido la palabra nunca. No soy como tus "amiguitas". No soy una buscona. –dijo mientras miraba de arriba abajo a Pansy ataviada con su mini-vestido.

-La verdad es que no sé que pretendes hacer aquí. Mira a tu alrededor, Granger, las fiestas en Slytherin no son como las de los perdedores de Gryffindor. Nuestras "fiestas" son en realidad una orgía. A no ser que Crabbe o Goyle tengan el estómago suficiente como para liarse contigo, creo que esta noche te vas a aburrir un poco.

-Eso ya lo veremos, Malfoy.- Se bebió de un trago lo que le quedaba en el vaso y se dirigió directamente hacia donde estaba Nott.

"Pero qué…" Pensó el rubio. "Creo que intenta probarse a sí misma, pobre indigna."

Todos estaban bailando en parejas, Zabini con la comadreja, Brown y Pucey, Bulstrode y Goyle, Nott y Granger… Cogió de la mano a Tracey y bailaron acarameladamente durante unos minutos. Quería mojar, por Morgana, hacía semanas que una chica no tocaba sus sábanas. Pero no con Tracey, era demasiado fácil y repetitivo. Su mirada se posó en Granger inconscientemente. No había nada tan difícil como intentar enrollarse con la sabelotodo.

"Draco… ¿qué coño estás insinuando? El coñac te nubla los sentidos, deja de beber." –Se dijo a sí mismo.

Pero la realidad era que allí estaba Granger, con su culo apretado en los vaqueros muggles, sonriendo achispadamente a Nott. Su pelo enmarañado le llegaba casi por la cintura y seguía sin intentar arreglarlo. Bajó la mirada, los pechos de Tracey parecían muy jugosos y turgentes desde ese ángulo –desde ése y desde todos, la verdad-.

-Tracey, ¿qué te parece si subimos a mi habitación?

-Me encantaría, Draco.

Cuando echó un vistazo a la sala común antes de irse, Granger le observaba sin reparos apoyada en el hombro de Nott. Él le lanzó una sonrisa torcida de superioridad y subió las escaleras.

"Maldita sabelotodo." Fue el último pensamiento que le dedicó a Hermione, al menos por esa noche.


Fin del primer capítulo; ¿Os ha gustado? ¿Os ha parecido horrible? Si tenéis alguna sugerencia o pregunta, ¡ya sabéis! Decírmelo en un review :)

¡Y gracias por leer!