LOS ADULTOS AUN SABEN SOÑAR Y CREER

Un gran edificio se alzaba en medio de la ciudad, la belleza de esa estructura lograba dar un toque de distinción y elegancia. El guardia regordete que se encontraba en la entrada del estacionamiento de ese edificio sonrió al notar el auto que había llegado a ese sitio, un hermoso Mustang Shelby Cobra de color negro adornado con algunas franjas azul rey en el capón y puertas de la máquina de cuatro ruedas. De este auto bajo una joven mujer de 29 años, su piel perlada contrastaba con sus largos cabellos azabaches, sus ojos eran cálidos a pesar de parecer dos posos oscuros sin fondo alguno, su alta figura era remarcada por su esbeltez.

-Buenos noches Don Gera- saludo la chica sonriente sosteniendo entre sus manos unas cuantas carpetas -¿Cómo ha estado?

-Pues mas o menos hija- respondió aun sentado en su silla –estas reumas que no me dejan descansar, veo que te dejaron demasiado trabajo- comento mirando las carpetas coloridas que llevaba en sus manos

-Si, ayer me desviví terminado el trabajo para la presentación de hoy- dijo dejando salir un sonoro suspiro

-¿Sirvió de algo?- pregunto mientras se acomodaba en su silla

-Claro que si, fue un gran éxito, logramos unos contratos millonarios que nos mantendrán ocupados durante una eternidad- comento sonriente

-Eso significa que tendrás mucho trabajo durante los últimos dos años- aseguro Don Gera

-En realidad no es mucho- contradijo –son unos contratos que duraran por lo menos unos meses, estamos a prueba

-Pero con tus capacidades, esa prueba se volverán años y con eso un muy merecido ascenso- dijo mientras tomaba el vaso que había dejado en el suelo, soplo un poco para poder dar un sorbo de su café –creo que es momento de que te digan Gerente General a que te llamen Asistente a secas.

-Si usted lo dice, entonces lo creeré- soltó un largo suspiro –bueno Don Gera, ire a mi departamento para descansar un poco y darme un buen baño

-Claro hija- animo a la chica –por cierto, una cosa mas- la joven detuvo su paso y miro hacia donde se encontraba el señor –en tu casa deje unos libros que tal vez te interesen

-¿Libros? ¿de que?- pregunto con cierto deje de esperanza

-De brujas, dragones y leyendas… los que te gusta leer- dijo mientras soltaba una sonora carcajada

-Gracias- respondió mientras comenzaba a correr por las escaleras que daban acceso a la puerta del recibidor de ese edificio.

Cruzo la sala mientras saludaba a la recepcionista que se encontraba tecleando algo en su computadora y atendía el teléfono que se encontraba sonando y daba a entender que no iba a darle tregua alguna. Subió al elevador y presiono el botón plateado impreso con el numero 19, poco a poco el ascensor fue subiendo piso tras piso lentamente, deteniéndose de vez en cuando para que algunas personas subieran o bajaran al llegar a su destino. En el piso numero 10 subió un joven de cabellera rubia ceniza y ojos achocolatados, equiparando la misma altura de la joven, que en esos momentos le ganaba por unos centímetros extras con la ayuda de sus zapatillas de tacón, saludo a la joven, esta apenas respondió con una sonrisa forzada, el joven sin embargo tomo eso como una invitación a una charla que solo mantendría él, pues la joven lo único que hacia era ignorarlo por completo, desviaba la mirada hacia la pequeña pantallita que indica el numero de piso en el que iban , aun le faltaban algunos dos pisos para que por fin bajara de ahí, no sola, pero pronto estaría en su departamento.

Cuando por fin llego a su destino iba acompañada del joven que aun se encontraba parloteando acerca de algo que ella solo se dedicaba a ignorar, se detuvo frente a su puerta marcada con el numero 19- 8

-Oye, Scarlet- detuvo el joven antes de que abriera por completo la puerta de su departamento –me preguntaba, ya sabes… ¿si tienes libre el sábado en la noche?, para ir a cenar o al cine o a caminar… lo que quieras- invito tímidamente

-Lo siento Jonathan- respondió de inmediato mientras giraba la llave para abrir su puerta y adentrarse a su departamento –pero tengo mucho trabajo

-Pero hoy es jueves- respondió el joven mientras detenía de nuevo el andar de la joven que dejo a puerta abierta invitándose a pasar el solo –Aun falta mucho para que llegue el sábado, así que no creo que tengas mucho trabajo

-Lo siento, pero por si no lo has visto aun tengo trabajo- contra ataco mostrándole las carpetas que traía consigo –Así que, no es que te eche pero quiero comenzar a trabajar desde hoy- dijo encaminándose hacia la puerta

-Veo que han crecido muy bien tus flores- comento mientras se encaminaba hacia el pequeño macetero que se encontraba cerca de la ventana

-Lo se, pero en verdad quiero comenzar a trabajar desde hoy- apuro la chica mientras comenzaba a impacientarse. Un frio aire se coló por la habitación enfriándola por completo, alejando sutilmente al joven que se encontraba observando las calles que se comenzaban a iluminar con la luz artificial

-¿Cómo que de repente el clima cambio? ¿No lo crees así?- le pregunto mientras la observaba

-Mas o menos- respondió molesta –debe de ser una falla del aire acondicionado, del clima yo que se- explico –lo único que sé son dos cosas… la primera es que estoy muy cansada y la segunda es que quiero terminar con el trabajo que traigo conmigo

-Claro, entiendo- respondió Jonathan quien camino hacia la entrada, pero unos paso antes de llegar se detuvo -¿Qué tal si te invito a cenar? Hay un restaurante muy bueno que recién acaba de abrir y…- sin llegar a terminar la frase una fuerte ráfaga fría lo arrojo al suelo de manera violenta, la joven cerró los ojos por la fuerza con el que el aire se había adentrado en la habitación

-¿Estás bien?- pregunto sin interés Scarlet quién observaba al joven en el suelo

-¿vistes eso?- pregunto temeroso –No me vas a decir que eso fue alguna descompostura del aire, eso fue cosa de la naturaleza- explico mientras se ponía de pie –Scarlet…

-Ya lo vi, ya te escuche- respondió mientras lo tomaba del brazo –ahora, como te lo había dicho, no es que te corra de aquí, pero tengo muchas cosas que hacer

-Pero… ¿Qué pasa con la cena del sábado?- siguió preguntando cuando se encontró fuera de la habitación de la joven

-Te dejo un mensaje por el celular, buenas noches- sentencio mientras cerraba la puerta antes de que siguiera hablando

-Pero no se si tienes mi numero- contesto en voz baja, dirigiéndose a su departamento cabizbajo.

La chica cerró muy bien la puerta y camino hacia su sala esquinera de color negro, se dejo caer en el mullido sofá para descansar de la "platica" que había tenido con su molesto vecino, lo que más le había molestado era que se había invitado él solo a pasar al interior de su intimidad. Se quito las zapatillas con la ayuda de sus pies, dejo salir un largo y sonoro suspiro. En la otra esquina del sofá se encontraba observándola con una gran sonrisa en su rostro un joven. Sus cabellos eran cortos y blancos cual nieve que recibe los primeros rayos del sol, su piel era pálida y sus ojos azules, aun mas que el cielo en la mañana y el mar al mediodía. Su cuerpo se encontraba muy bien formado y su rostro era atractivo. Su chaquetilla negra hacia contraste con su camisa roja que apenas se podía observar por debajo de esta, sus jeans se encontraban algo desgarrados en la pierna derecha y sus tenis negros se encontraban con una fina capilla de hielo dándole un estilo de Rock Star. Un joven maduro pero con la experiencia de la vida. Se acerco un poco más a la chica que se encontraba recostada, con sus ojos cerrados, disfrutando el momento de paz que estaba viviendo.

La mano de él viajo hacia los cabellos que permanecían en el rostro de Scarlet, pero no los pudo quitar, pues ella coloco su antebrazo en su rostro, impidiendo que la luz de la habitación le diera en los ojos directamente. Se dedico a observarla mientras esperaba a que se pusiera de pie. No tardo mucho cuando la joven se incorporo colocando la espalda rectamente para descansar un poco, el joven se puso de pie, se arrodillo para quedar a la altura de ella, el sonrojo tiño el rostro del chico, quien no se esperaba la siguiente acción de la joven, la cual se acomodo quedando su rostro a escasos centímetros del de joven, sus alientos se podían entremezclar y sus labios estaban a puntos de rozarse. Scarlet dejo salir de nuevo otro suspiro y se puso de pie, el joven de inmediato se hizo a un lado, dejándose caer en el suelo

-Creo que… tomare un largo baño- anuncio la chica quien se encamino hacia su habitación

-Ve, tomate todo el tiempo que quieras… aquí estaré… esperando- respondió aun sentado en el suelo –No espero que respondas, pero al menos algo, no sé, algo que me diga…- suspiro derrotado, clavando la mirada en el suelo fijamente –que puedes sentir mi presencia. Algo.

Pues a pesar de que se había mantenido cerca de ella, desde que había llegado a su hogar, Scarlet no había sentido y visto que había alguien mas en su departamento. El joven siempre permanecía detrás de ella, cada vez que podía, cada vez que su trabajo le permitía visitar a la humana. El nombre al que respondía, conocido por los humanos era el de Jack Frost, el cual se encargaba de controlar el invierno, aquel que era el guía de los marineros cuando se enfrentaban a lo desconocido, aquel que según las leyendas, era otorgado como soberano mientras Odín se tomaba un largo descanso. Aquel, cuyo nombre real era casi desconocido por muchas personas… casi por nadie.

Comenzó a caminar por la habitación, observando aquellas paredes beige, las cuales se encontraban adornadas por algunos cuadros, miraba con atención como un cuadro mas había sido colocado, remplazando a otro que se encontraba ya descolorido por el paso del tiempo. Este cuadro plasmaba un lugar temido y tétrico para la mayoría de los humanos, pero para la joven a la cual seguía como si se tratara de su fiel sombra, era algo encantador, algo que la atrapaba en todos los sentidos de la palabra. Un cuadro que describía el tan temido Inframundo. Sonrió para sí mismo mientras se dirigía hacia el balcón, en el cual se encontraban aquellas flores que adornaban el cuarto. Miro hacia la ciudad que ya se cubría por el manto de la noche y sus calles se encontraban completamente iluminadas por la luz artificial. Desvió de nuevo su mirada hacia el interior de la casa cuando escucho como la cortina del baño era corrida y la joven se dedicaba a salir de ahí dando por terminado su baño, su mirada viajo hacia el pequeño comedor que se encontraba detrás de la salita, sobre ella se encontraban aquellos libros que el guardia le había dejado, la única persona que consideraba que era buena gente con su protegida.

Observo como el traje lujoso había sido remplazado por un corto short y una blusa holgada y desgastada, ocultando su cuerpo a la vista de todos. Se dirigió hacia la cocina para poder prepararse algo de cenar, pasando por alto los libros de la mesa. Jack se acerco a ellos, mirando la portada del que se encontraba encima, miro para ver donde tenía posada la vista Scarlet, al verla despreocupada hizo acto de presencia. Movió ligeramente el libro que se encontraba encima para que cayera al suelo, este acto llamo por completo la atención de la joven, la cual dejo de hacer lo que estaba haciendo para recogerlo, sonrió al recordar que habían sido dejados ahí por Don Gerardo, comenzó a hojearlo mientras volvía a su antigua tarea.

-¿Cómo te fue ayer?- pregunto Maya a su amiga que se encontraba sentada en su oficina tecleando sin parar -Scarlet… hazme caso por favor

-Fue un completo infierno- respondió acomodándose los delicados lentes -¿recuerdas que te dije que el jueves invadió mi espacio personal Jonathan?

-Si- respondió de inmediato la joven pelirroja –de hecho, creo que lo echaste del lugar de una manera sutil que el pobre no entendió

-Bueno, pues estuvo terco llamando y llamando a la puerta. La quería tirar a golpes

-¿De verdad?- pregunto sorprendida – ¿O estas exagerando?

-Es un decir- respondió mientras volvía a su tarea –tocaba cada 5 minutos, apenas y me daba tiempo de respirar

-¿Entonces?- pregunto de nuevo Maya -¿Cómo le dijiste que te dejara de molestar?

-De hecho puse música a alta volumen- respondió –el volumen de "que se jodan, no quiero escuchar ni mis pensamientos"

-¿No se molestaron tus vecinos?- pregunto mientras reía ante la explicación de su amiga

-No- respondió de inmediato –de hecho, la mayoría de los vecinos odian a Jonathan, por ser un metiche

-Te pasas de la raya- respondió -¿arreglaron el sistema de aire en tu edificio?

-Dicen que esta en perfectas condiciones- respondió mientras cesaba de nuevo su trabajo para ponerse de pie y dirigirse a los archiveros de su oficina –a pesar de que mi departamento, la mayor parte del tiempo se enfría mas de lo normal. En algunas ocasiones se siente como si estuviéramos en pleno invierno

-¿Estás segura que no había un panteón antes de que se construyera el edificio? Yo preguntaría para salir de dudas- pregunto un tanto preocupada

-Por supuesto que no- respondió de inmediato –Maya, no hagas esas suposiciones, no es nada del otro mundo, es un problema con el sistema de enfriamiento.

-¿Sistema de enfriamiento?... no estamos hablando de motores o de maquinaria. Scarlet, por favor, cámbiate de casa- pidió –yo que he ido, me he percatado de que pasan cosas muy raras ahi…

-Basta, deja de decir estupideces- respondió riendo –no pasa nada, no hay ninguna clase de fantasma en mi casa

-si tu lo dices- respondió Maya –deberíamos irnos ya, casi es hora de la junta

-Claro- acordó Scarlet, se puso de pie y apago la computadora. Maya se detuvo unos pasos antes de salir por la puerta -¿Qué te pasa?- pregunto Scarlet ante la actitud de la joven

-No vas a dejar las flores fuera de la ventana, ya sabes…- Scarlet la miro extrañada –tú siempre dices que las dejas fuera para que las hadas las cuiden cuando no estás tú

-Maya- llamo la joven seriamente –creo que… creo que es hora de crecer por completo y dejar de creer en todo eso, en hadas, magos, dragones…

-A bueno- respondió, solo le basto unos segundos para poder comprender lo que su amiga haba dicho -¡Tú que siempre has creído en todo! ¡Tú que hasta ahora tus 29 años y tres meses aun crees en Santa Claus, ósea, en Papa Noel!

-Cállate ya, de perdido baja a voz- regaño en voz baja al darse cuenta de que la secretaria que le ayudaba se encontraba a lado de ella -¿me necesitan para algo?

-Arquitecta, le mandan a llamar para la junta, al igual que la arquitecta Maya…

-Si, ya vamos saliendo para allá- en su voz se podía escuchar un ligero timbre de nerviosismo, tomo del antebrazo a su amiga sacándola a jalones de su oficina.

Un pequeño intruso que no había sido notado por nadie en ese momento salió volando de ahí con un rumbo desconocido para los humanos que habitaban en esa enorme ciudad. Traspaso con una gran velocidad los cielos que se encontraban medio cerrados por la nubosidad que había. La pequeña avecilla de pecho amarillo vatio sus alas imitando a las de un hermoso colibrí que se dirigía de flor en flor en busca de su alimento.

La gran nube que tapaba el sol fue atravesada de un momento a otro, se mantuvo ahí, suspendida apenas con unos pocos aleteos, miro aquellas nubes que desfilaban frente a ella, hasta que decidió que era hora de bajar y acudir a donde se dirigía con gran presura. Bajo en pico hasta disminuir un poco la velocidad con sus alas, las cuales ya se encontraban cansadas de tanto batir en el cielo.

El paisaje había cambiado drásticamente, la gente de la ciudad junto con su bullicio había quedado muy atrás, ahora solo se podía observar un hermoso bosque, libre de cualquier contaminante, libre de los humanos, simplemente libre.

El agua reflejaba aquel sol radiante como si de un espejo se tratara, las aves volaban libres en aquel espacio, los arboles se mecían libremente con el gentil viento que había en ese lugar. Pero eso poco le importo a esta pequeña avecilla que prefirió seguir su camino que detenerse a beber un poco de aquella agua. Frente a ella, a pesar de que aun faltaba un poco más de medio camino, se podía ver con mucha claridad una hermosa formación rocosa, la cual se podía observar desde cualquier punto. Los ventanales ovalados permanecían sin vidrios que impidiera el paso del viento. En uno de los tantos balcones se encontraba una mujer de bellas facciones cubierta por un vestido que pareciese hecho de hojas y pasto de la naturaleza, sus largos cabellos verdes esmeraldas caían como cascada, dejando sentir apenas al suelo el roce de estos. Sus ojos cual rubí observaban algún punto en especial de aquel enorme campo que aun parecía normal a la vista de cualquier que pisare por primera vez. Escucho aquellos aleteos que se encontraban a sus espaldas.

La pequeña avecilla se ilumino con una luz cegadora para dar paso a una forma humana, dejando detrás aquellas plumas y aquel pico para dar paso a una joven, sus plumas amarillas ahora se habían convertido en aquel vestido corto que dejaba ver desde las rodillas una que otra cicatriz, tal vez producto de alguna resortera de algún niño travieso, sus pies se encontraban descalzos y sus pequeños dedillos algo disparejos. Su corta melena rizada guardaba alguna que otra hoja en ella, se acerco unos pasos a la mujer que se encontraba frente a ella, esperando a que su presencia fuese requerida.

-¿Qué es lo que pasa Michelle, pequeña gorrión?- pregunto aquella mujer, su voz se asemejaba a la tranquilidad del viento. La joven se puso de pie

-Majestad Terra- respondió aquella chiquilla –perdimos a uno más.

-Lo sé- respondió tranquilamente mientras volvía al lugar en el que se encontraba mucho antes de que aquel pequeño gorrión apareciera –las tierras del norte, están comenzando a secarse…- achico la mirada, como si viera desde ese lugar aquel sitio tan lejano –pero aun no se ha perdido nada

-¿Qué quiere decir majestad?- pregunto mientras seguía al reina dentro de aquel palacio

-La luz aun no se ha apagado- menciono cuando se detuvieron frente a un enorme manto de estrellas que yacía en el suelo –aun no se ha apagado por completo

-Esta… parpadeando- respondió Michelle -¿quiere decir algo?

-Cuando una luz parpadea, significa que aun se puede hacer algo- intervino una voz masculina que llamo la atención de las dos personas que se encontraban ahí.

-Jack Frost- llamo la reina al joven que se encontraba recargado en la entrada de ese gran salón –Regresaste

-Siempre vuelvo- dijo orgullosamente mientras se acercaba a donde las damas se encontraban -¿Tanto revuelo por una lucecilla?

-Es una luz- respondió Michelle

-Déjenme ver, lo más seguro que es un…- pero las palabras del joven murieron en su boca al reconocer aquella luz que parpadeaba insistentemente.

-¿Pasa algo Frost? ¿O es que se te congelo la lengua?- pregunto a burla la pequeña gorrión pero no recibió respuesta alguna de él, quien solo miraba a la reina

-¿La conoces? ¿Conoces a la persona a la cual le pertenece esa luz?- pregunto la reina, aunque muy en el fondo ella ya conocía la respuesta. Solo esperaba a que el joven que se encontraba frente a ella le diera por confirmado su respuesta.

-Scarlet…- susurro –La conozco desde que es una niña

-¿Te ha visto?- pregunto aquella reina que camino de regreso a donde se encontraba anteriormente –Dime Frost…. ¿te ha visto en este tiempo?

-No- respondió seriamente, siguiéndola a donde se dirigía –Ha pasado muchos años desde a ultima vez que me vio. Era apenas una niña

-¿Ya no te vio? ¿Desde hace cuanto?- insistió mientras lo veía fijamente

-Desde los 6

-Perdió la ilusión muy pequeña- respondió con notable nostalgia

-Fue un error de los que trabajan aquí- respondió sarcásticamente el chico que apoyo su espalda en el barandal

-¿Qué es lo que te molesta? ¿Frost?- siguió presionando aquella mujer de sangre real, el joven solo mantenía la vista fija en el piso

-Nada- respondió después de unos minutos que le parecieron eternos, casi como la vida que había llevado existiendo

-¿Tanto te afecta que se pierda la luz?- pregunto de nuevo –Es solo una luz mas, una luz que se perderá, pero que en algún tiempo volverá a encenderse… en otra persona, pero se volverá a encender

-¿Cuánto tiempo pasara? ¿Días? ¿Meses? ¿Años? ¿Siglos?- alzo la mirada, una mirada que en solo unos pocos minutos había perdido todo brillo, toda picardía –No será lo mismo, una luz no suplanta a otra, nunca lo hará

-Aun no me respondes pequeño- miro fijamente a Jack -¿Tanto te afecta que se pierda la luz de….? ¿Cómo la llamaste?... ¿Scarlet?

-Si- respondió después de ver que la mirada de la reina permanecía intensa, esperando a escuchar las palabras correctas de él –Así es, para mi seria uno de los peores errores, nunca podría sustituirse con otra

-Ya veo- respondió seriamente, volviendo la mirada hacia el punto que nadie más que ella podía ver en esa tierra –Entonces solo tienes una cosa que hacer… y no hay que perder tiempo, si es que quieres ayudarla

-¿Qué se puede hacer?- pregunto sin poder ocultar la esperanza de poder salvar aquella luz

-Sabes que soy uno de los pilares- hablo, el joven asintio –tengo la autoridad para poder mandarte al Mundo de los Humanos

-¡No puede hacer eso Majestad, es contra las reglas!- intervino la pequeña gorrión que aun permanecía ahí, sin ser notada por ellos

-No es contra las reglas- respondió de inmediato mostrando una elegante sonrisa en su rostro -no cuando una persona ha creído sin necesidad de ver, con todo el corazón, con todas las fuerzas que le dan su fé

-¿Qué es lo que vas a hacer?- pregunto inquieto

-No Jack- respondió -¿Qué es lo que vas a hacer tú?- pregunto al joven, quien sonrió.