El Caso del Carnaval Criminal

Una Historia de Zootopia

Estaba soleado y claro, la hierba pisoteada y salpicada de huellas, crías de todo tipo corrían alegremente y el aire estaba lleno de globos, música y el olor de tartas y pasteles de embudo y otras delicias de dudoso valor nutricional. Todo era como debería ser en la feria del condado.

Nicholas Piberius Wilde entrecerró los ojos en la luz del sol, tratando de ver la pantalla de su teléfono celular con claridad y asegurarse de que ninguno de los conejos diez metros delante de él quedara fuera de la foto que estaba tratando de tomar.

"Bueno todo el mundo, ahora a sonreír y digan '¡Whisky!'"

"¡Whisky!" dijeron doscientas ochenta y un voces, y el zorro dio un toquecito en el ícono de la cámara en la pantalla de su teléfono e inmortalizó la imagen de la familia Hopps, todos juntos en la puerta principal de la feria.

Tan pronto como Nick había tomado la foto, una ráfaga de conejitos corrió en todas direcciones para unirse a la diversión entre las tiendas multicolores y puestos de golosinas. Cuando los conejos se disiparon, tres permanecieron de pie en casi la misma pose en que habían estado para la foto: el señor Stuart Hopps y su esposa Bonnie, y la hija, Judy Hopps.

"Esto se verá bien en el fondo de escritorio de tu computadora," dijo Nick mientras tocaba la pantalla de su celular un par de veces y enviaba la foto al teléfono de Judy.

"Y ésta se verá bien como fondo de mi teléfono," dijo Judy mientras sacaba su teléfono, abrazando a Nick y estirándolo más cerca de sí. "Sonríe para la cámara, guapo."

Nick sonrió mientras Judy apretó la mejilla contra la suya y tomó una foto de los dos con la feria como el fondo.

"Voy a imprimir esta y enmarcarla para que vaya en mi pared," dijo Judy feliz mientras guardó su teléfono y tomó el brazo de Nick. "Vamos, Nick, a pasarla bien."

Stu y Bonnie Hopps miraron con sonrisas en sus rostros mientras su hija y el zorro se mezclaron entre muchedumbre de la feria.

"¿Quién habría pensado hace diez años... que digo, incluso hace un año, que veríamos algo así?" dijo Stu al ver a su hija con una mezcla de orgullo paternal y asombro.

"Ciertamente tú no, pastelito," dijo Bonnie riendo mientras caminaban de brazo hacia su puesto de comidas, donde vendían deliciosos bocadillos hechos de frutas y verduras cultivadas en la granja familiar.

Había sido una enorme sorpresa la primera vez que el matrimonio Hopps vio a Judy bajando del tren tomada de la mano de un zorro. Nick se volvió muy querido entre los hermanos y hermanas menores de Judy con sus historias divertidas y travesuras. Stu se hizo Fan Número 1 de Nick casi inmediatamente, principalmente por la capacidad del zorro para sentarse y escuchar sus ocurrencias durante horas y horas, añadiendo divertidas bromas a cada tanto, y por su asombrosa habilidad con los naipes, que dejaban atrás hasta a Stu.

Eran las primeras vacaciones que Judy había tomado desde que se convirtió en oficial de policía asignada al Precinto 1 en Savanna Central, Zootopia. Ella había planeado tomar sus vacaciones en su ciudad natal de Bunny Burrow, tomándose el tiempo para relajarse y descansar con su familia y al mismo tiempo presentarles a Nick. Todo resultó mucho mejor de lo que esperaba y ella sentía que los viejos prejuicios que sus compueblanos tenían contra otra gente de ciertas especies pronto serían consignados a los libros de historia.

Había pasado una semana y media desde que Judy y Nick llegaron a la madriguera de su familia, y hoy Judy estaba con ganas de pasar un día divertido de juegos en la feria con su familia y con Nick.

"¡Que adorable pollito de peluche!" dijo Judy cuando sus ojos vieron a un pequeño polluelo amarillo de peluche que era un premio en uno de los juegos.

"¡Un paso al frente, amigos! ¡Prueben su suerte! ¡Tres intentos por un dólar! ¡Denle al blanco con los dardos!" bramó el dueño del puesto, un alegre jabalí gris con ropa de colores y un sombrero a rayas.

Judy estiró de la mano a Nick y se dirigió hacia el puesto de juego, buscando monedas en el bolsillo.

"Mira como clavo el dardo justo al medio," dijo ella con confianza mientras pagó al propietario y tomó tres dardos. Ella había practicado mucho con su padre cuando era niña y estaba segura de darle en el blanco con puntería perfecta.

"Hmmm... apuesto a que no podrás dar en el blanco en tu primer intento," susurró Nick con una sonrisa juguetona.

Judy sonrió, siguiendo su juego.

"Apuesto a que sí puedo. Podría hacerlo con una mano atada a la espalda y las dos orejas cubriéndome los ojos," ella le siguió la corriente.

"No sucederá, linda," bromeó Nick.

"¿Qué vamos a apostar, Wilde?" dijo Judy.

"Oh, no sé. ¿Qué tal un pastel de moras contra...?"

"Jaja, ¿pastel de moras? Estás perdiendo tu toque, encanto."

"Jeje," se rió Nick e inclinó el hocico más cerca de ella. "Pastel de moras contra... mmm, quizá... ¿una cita?"

Judy sintió que su corazón dio un salto y sus mejillas se sonrojaron al oír la última palabra. Nick se dio cuenta.

"Pero claro, si no quieres apostar..."

"¡Oh, sí que quiero!" dijo Judy. "Si no le doy en el centro en el primer intento, comemos pastel."

"Y si lo logras," dijo Nick, "te invitaré a una noche tan romántica que ni Cupido y Afrodita podrán superarla."

"¡Hecho!" dijo Judy, sintiendo que su corazón se hinchaba de emoción. "Está bien, aquí va."

Judy agarró el dardo y cerró un ojo, estudiando su objetivo. Luego, con un solo movimiento, ella arrojó el dardo con todo.

Un golpe certero... que aterrizó en el círculo exterior.

"Rayos," dijo Judy en voz baja.

"¡El primer disparo es siempre de práctica, señorita! ¡Muéstranos tu habilidad!" dijo el jabalí alegre.

Judy apuntó y lanzó su segundo dardo, que aterrizó en el segundo anillo de la diana.

"¡Así se hace, señorita! ¡La tercera es la vencida!" dijo el jabalí.

Judy respiró hondo y se concentró en el objetivo. Luego se echó ligeramente su tercer y último dardo, que voló recto hacia el centro... solo para desviarse en el último segundo y clavarse debajo del segundo dardo.

"¡Bien, buen intento, señorita! ¡Y aquí está su premio!"

El jabalí tenía en sus pezuñas una pequeña muñeca de Gazelle.

"¿Eh?" Dijo Judy. "Pero yo…"

"¡Adelante, señorita! Todo el mundo es un ganador jugando a los dardos del Viejo Todd! ¡Un paso al frente, amigos! Prueben su suerte, todo por un dólar, a llevarse premios fabulosos... "

Judy sonrió mientras se alejaba del juego con su pequeña muñeca de Gazelle.

"Sé que Garraza se volverá loco cuando vea a esta muñeca. Creo que se la daré como recuerdo. ¿Imaginas la cara que pondrá, Nick... Nick?"

Judy se detuvo y miró a su alrededor. Nick no estaba por ningún lado.

"¿Eh? ¿A dónde fue?"

Entonces sintió un leve toque en el hombro. Se dio la vuelta y su nariz chocó levemente contra la nariz tibia de su querido zorro. Su mirada se encontró con los ojos verdes de Nick.

"Entonces, ¿qué va a ser, Zanahorias?" dijo Nick con voz suave. "¿Cena romántica a la luz de las velas en el Bistró del Bisonte? ¿O una noche de cine y un paseo por el parque?"

"¿Qué tal un pastel de moras y limonada en el corredor del frente de mi casa mientras observamos la puesta de sol, Romeo?" rió Judy mientras abrazaba alrededor de la cintura a Nick. "He perdido la apuesta."

"Yo diría que fue una situación de ganar o ganar," dijo Nick mientras caminaban.

"¿Y en dónde te metiste tú, señor furtivo?" preguntó Judy.

"Es curioso que lo preguntes," dijo Nick, sosteniendo algo en frente de Judy. Era una magdalena de zanahoria decorada.

"¿Para mí?" dijo Judy con deleite. "Oh, Nick, ¿por qué te molestaste?"

"Porque sé que son tus favoritas y sé que sencillamente no los hacen así en ninguna parte más que en la feria, ¿estoy en lo cierto?"

"Definitivamente," dijo Judy y extendió la mano para tomar la magdalena, sólo para darse cuenta que su mano sostenía a la muñeca Gazelle.

"Oh, ¿puedes sostener esto por mí, por favor?" dijo Judy mientras le daba la muñeca a Nick y tomaba la magdalena.

"¡Que linda! Apuesto a que Garraza daría todas las rosquillas de una semana por esta muñeca."

"Lo mismo pensé yo," dijo Judy mientras comía su magdalena.

"Hace un rato solo tenías ojos para el pollito de peluche."

"Este fue un premio de consuelo," dijo Judy. "Una de mis hermanas de seguro ganará el pollito."

"Muy probable," dijo Nick.

"¡Juuu-dyyy!" dijo la voz de Stu Hopps en un puesto cercano. "¡Judy-Dudy! ¡Un poco de ayuda!"

La familia Hopps tenía un puesto de comida cada año, y cada año hacían excelente negocio. Toda la familia se turnaba en el puesto para que todos pudieran disfrutar de la feria y también ayudar con el negocio familiar.

Judy y Nick caminaron hacia el puesto donde Stu y dos de las hermanitas más pequeñas de Judy trabajan alegres.

"Judy, tu madre y yo queremos entrar en la casa de los horrores por un tiempo," dijo Stu. "¿Podrías atender el negocio hasta que volvamos?"

"Claro, papá," dijo Judy. "¡Vamos Nick, esto será divertido!"

Mientras que los padres se fueron a divertirse, Nick y Judy y sus dos hermanas se encargaron del puesto. Se sentaron en taburetes y recibieron a los visitantes de la feria. Repartieron refrigerios, tomaron el dinero, muchos rostros conocidos fueron recibidos y sonrisas intercambiadas.

"Regreso en un momentito," dijo Nick después de aproximadamente media hora en el puesto. "Tengo que cuidar de algunos asuntos."

"¿A dónde vas, tío Nick?" preguntó la hermana menor de Judy.

"Sólo voy a ir a buscar algo de allí, cerca del granero. Te veo en un minuto."

"No te olvides de lavarte las manos después de haber terminado tu asuntito," susurró Judy con una sonrisa pícara.

"Jaja, lo tendré en cuenta," respondió Nick.

Mientras Nick se mezcló con la multitud, Judy miró todo a su alrededor y pensó en lo bueno que se sentía estar en su ciudad natal, con su familia, disfrutando de unas merecidas vacaciones, y tener a Nick para disfrutar con ella.


Nick se acercó al puesto del Viejo Todd y se puso en la fila. Frente a él había un pequeño cordero con su cuidadora, una señora San Bernardo con un bolso de color turquesa.

El cordero tenía mucha habilidad, Nick se dio cuenta, ya que los tres dardos aterrizaron justo al medio de la diana.

"¡Buen tiro, amiguito!" alabó el jabalí.

"¿Viste eso, Nana?," dijo el cordero a su cuidadora.

"Sí, por supuesto, mi cielo. ¡Eres muy bueno!" dijo la amable niñera.

"Judy podría tomar lecciones de ese cordero," pensó Nick mientras el Viejo Todd el jabalí dio al cordero un peluche de pollito amarillo, igual al que Judy quería.

"¡Un paso al frente, amigo! ¡Todo el mundo gana en lo del Viejo Todd! ¡Ven a probar suerte, es sólo un pesito!"

Nick pagó al jabalí y agarró los tres dardos.

"Lleva a casa un premio, ¿verdad?" dijo el Viejo Todd.

"¡Ya lo creo!" dijo Nick, cerrando un ojo y mirando su objetivo.

"¿Qué tal un bonito oso de peluche para los pequeños? ¿O tal vez una caja de corazones de caramelo para su novia?"

"Estoy pensando que el polluelo de peluche va a ser justo lo que me vendría bien."

"¡Buen ojo, hijo! Ahora, ¡muéstranos tu habilidad y dale al centro con esos dardos! "

Nick lanzó su primer dardo a la diana y, para su sorpresa, vio que aterrizó justo en el centro.

"¡Has estado practicando, hijo! ¡Pero apuesto a que no aciertas dos veces!"

"Los rayos nunca aciertan dos veces el mismo lugar, pero yo... sí... ¡puedo!"

El segundo dardo de Nick aterrizó justo al lado del primero.

"¡Válgame, tenemos un profesional aquí! Se me agotarán los premios antes de que pueda decir 'Eureka!'"

"¡Eureka dijo Arquímedes y descubrió el desplazamiento!" dijo Nick mientras arrojó su último dardo a la diana y lo clavó justo entre los otros, desplazándolos ligeramente.

"¡Nunca he visto tanta destreza, hijo! ¡Elije tu premio, te lo has ganado!"

En breve, Nick caminaba de regreso triunfante con el pollito de peluche en sus manos. Vio a Judy y sus hermanas sentadas en el puesto de comida y sigilosamente se acercó desde atrás.

"Hola, conejita," susurró Nick, haciendo saltar ligeramente a Judy. Sus hermanas rieron.

"¿De vuelta tan pronto?" dijo Judy. "¿Te colaste en la fila, o corriste al bosque?"

"Pero señorita Hopps, sabes que sería incapaz de tales hazañas," dijo Nick con una mirada astuta. "Ah, por cierto... ¿qué es eso en tu regazo?"

"¿En mi regazo?" Judy miró y casi saltó de nuevo.

En su regazo estaba el pollito de peluche.

"Qué... oh... ¡es tan adorable! Nick... ¿cómo?"

"Digamos que puedo escribir esa página obligatoria en mi diario," dijo Nick con una sonrisa. "'Hoy he ganado un premio para mi chica en la feria del condado'. Cliché, lo sé, pero así soy yo."

"¡Eres la persona más tierna del mundo, Nick! ¡Ven aquí!"

Judy lo abrazó con fuerza, dándole un beso en la mejilla.

"Esa también la puedes escribir," susurró Judy. "'Mi chica me dio un beso en la feria del condado'..."

"... 'delante de sus padres'," Nick completó, y Judy se dio cuenta de que su madre y su padre acababan de volver de la casa de los horrores y habían sido testigos de su arrebato de afecto.

Ella se sonrojó y trató de actuar natural, mientras que sus hermanas se rieron de la escena. Nick actuó fresco como una lechuga mientras el Sr. y la Sra. Hopps regresaron a su puesto.


Era el turno de las pequeñas hermanas de Judy para divertirse. Las dos conejitas se llamaban Isabela y Bianca. Caminaron de la mano con Nick, cada una sosteniendo una de las manos del zorro, mientras sus ojos se deleitaban con las atracciones de la feria. Judy caminaba junto a ellas. Sonrió para sí misma, pensando en lo maravilloso que era que sus hermanas le querían tanto a Nick.

"¡Vamos al carrusel!" dijo Isabela. "Judy, ¿vienes con nosotras?"

"Sí, ¿por favor?" dijo Bianca.

Judy sonrió feliz y asintió con la cabeza.

"¡Claro, niñas! Póngase en la fila y nos subiremos."

Nick tomó una fotografía de Judy y sus hermanas en el carro tirado por un caracol de madera, justo antes de que el carrusel empezara a girar y la música comenzó.

Mientras las niñas se divertían, Nick miró a su alrededor, curioseando por los otros juegos. Estaba revisando el juego de echarle al agua al payaso cuando de repente sus dedos del pie sintieron algo en la hierba.

"Hmm..."

Nick recogió algo de la hierba y vio que era un dardo. De hecho, era el mismo dardo del Viejo Todd. Nick miró a su lado y vio que estaba justo detrás de la carpa del Viejo Todd.

"Alguien tiró un dardo y se pasó por el otro lado de la carpa," dijo Nick a sí mismo y dio un paso hacia adelante para ir a dar al Viejo Todd su dardo.

Entonces, se dio cuenta de algo. En la parte trasera de la tienda, había un agujero circular.

"Hmm... quizá... pudiera..."

Apuntó y tiró el dardo hacia el agujero, pero inmediatamente se dio cuenta de que le salió bajo el tiro.

Pero entonces... algo peculiar pasó. El dardo se desvió hacia arriba en el aire y voló directamente a través del agujero, como magnetizado.

"¿Eh?"

Nick se quedo mirando. ¿Se lo habría imaginado?

"No. Imposible."

Volvió la vista hacia el carrusel. Judy y sus hermanas se reían alegremente mientras que disfrutaban de su paseo.

"Me pregunto…"

Con cuidado, Nick se acercó a la parte trasera de la tienda y se asomó por el agujero.

Podía ver al Viejo Todd charlando alegremente con un niño cerdo y el padre. El cerdito lanzó los dardos a la diana. El chico se perdió dos y aterrizó uno cerca del centro y ganó un muñeco de peluche como premio. A continuación, un perro joven se acercó. Y entonces, Nick se dio cuenta de algo.

El Viejo Todd movió con su pie algo debajo del mostrador de su puesto... un interruptor. Y algo pareció encenderse cerca de Nick. Tras una inspección más de cerca, vio la parte posterior del tablero de dardos y notó un dispositivo eléctrico oculto detrás de él.

"¿Eso es... un imán?"

Y lo era. Un electroimán estaba instalado a la parte posterior del tablero de dardos, y cada vez que el Viejo Todd lo encendía, los dardos del jugador volaban en línea recta al centro y aterrizaban justo al medio. Nick recordó el dardo que había tirado a través del agujero en la carpa, y efectivamente, lo vio en el suelo, a los pies del electroimán.

"Pero... ¿por qué manipular el juego para hacer que los clientes ganen?"

Podría haber varias razones. Tal vez tenía demasiados premios y necesitaba regalar algunos. O tal vez quería conseguir que los clientes se entusiasmen con la "suerte de principiante" y así hacerlos jugar más rondas. O tal vez sólo quería ser amable con las crías y darles más oportunidad.

Nick pensó mientras observaba a un niño oveja fallar cada tiro, un muchacho Chihuahua acertar tres dianas perfectas, y un caballo se perdió uno de tres.

"¡Nick!"

De pronto sintió dos manitas tibias en sus hombros y se volvió para mirar a los ojos de color púrpura de Judy, que estaba radiante después del paseo con sus hermanas.

"¿Qué miras, curioso?" rió Judy.

"Eh... nada, simplemente miraba el juego de dardos."

"¿Tío Nick, podemos comprar algodón de azúcar?" preguntó Isabela, tomando al zorro de la mano.

"¿Y limonada también?" preguntó Bianca.

Nick sonrió con calidez y asintió la cabeza, acariciándoles las cabecitas y poniendo los pensamientos de dardos e imanes en el fondo de su mente.

"Claro, niñas. Yo invito. Vámonos."

"¡Viva!"


Era de tardecita. La mayor parte de los visitantes de la feria habían visto y hecho todo lo que habían querido. Y fue entonces, cuando Nick y Judy estaban paseando juntos y charlando alegremente, que una voz suave los llamó.

"¿Buscan emoción y maravillas más allá de sus sueños más insólitos?" dijo la voz de una panda con maquillaje exótico a la entrada de una tienda decorada con lunas y estrellas. "Entren a un mundo de maravilla y misterio, de trances hipnóticos y hazañas mágicas. Madame Mística les mostrará lo que hay más allá del velo de la realidad."

Judy miró de reojo a Nick.

"¿Qué dices? ¿Probamos?"

"Sí que sí," dijo Nick.

Pero justo en ese momento, Stu apareció de la nada y se precipitó hacia ellos.

"¡Ahí estás, Nick! ¡Te he estado buscando!" dijo el padre de Judy. "¿Te importa darme una mano? Necesito ayuda para alzar las partes del quiosco en el camión."

Nick sonrió y miró a Judy. Stu miró tímidamente a su hija.

"¿No te importa si me lo tomo prestado por un minuto, o sí, Judy-Dudy?"

Judy sonrió.

"Claro que no, papá," dijo ella. "Adelante, Nick."

"Cuéntamelo después," dijo Nick mientras se alejaba con Stu.

"Claro," dijo Judy y entró a la carpa de Madame Mística.

El aire estaba cargado con el olor de incienso y hierbas en el interior, había una plataforma que servía de escenario y algunos asientos de madera para el público. Había algunos visitantes de la feria sentados y esperando el espectáculo. Judy se sentó junto a una de sus vecinas, Nana Bernardina, que era una niñera y había sido una niñera desde que Judy tenía memoria. Ella estaba cuidando de un cordero, que estaba sentado a su lado esperando con impaciencia el espectáculo.

"¡Y ahora, mis queridos, comenzaré con maravillosos actos de misterio!" dijo Madame Mística mientras caminaba en el escenario. "El mundo de la realidad y el mundo de las maravillas están divididas por un fino velo. Y algunos de nosotros tenemos la capacidad de empujarlo a un lado..."

Ella hizo un gesto con su mano y de repente estaba sosteniendo un ramo de flores. El público aplaudió.

"Las fuerzas místicas controlan este mundo, y si aprendemos a darles forma..."

Ella agitó la mano alrededor del ramo.

"¡Podemos hacer del mundo lo que queramos!"

Con un movimiento, el ramo desapareció. Y, de repente, todos exclamaron con asombro. A la derecha de Judy, una oveja joven estaba sosteniendo el ramo. Ella no sabía cómo llegó hasta allí.

"¡Sorprendente!" dijo la chica oveja.

"Y ahora, para mi siguiente acto voy a necesitar un voluntario del público. Y veo una muy elegante allí mismo. Vamos, querida."

Nana Bernardina se puso de pie y se dirigió con entusiasmo al escenario. Judy felizmente aplaudió con la multitud mientras la anciana San Bernardo se acercó al escenario.

"Siéntese en este taburete, querida, y dígame su nombre."

"Todo el mundo me llama Nana Bernardina."

"¡Que encantadora! Ahora, mira de cerca a este reloj," Madame Mística tomó un reloj de oro de su bolsillo y lo balanceó frente a Nana Bernardina," y concéntrate... con mucho cuidado... oye el sonido de mi voz... y sólo el sonido de mi voz..."

El público contempló como Madame Mística agitó la mano y Nana Bernardina de repente cerró los ojos y pareció dormirse.

"Ahora, querida, recuerda cuando era una joven cachorra. ¡La diversión y juegos y bailes que disfrutabas!" dijo Madame Mística. "Comparte con nosotros, querida."

De repente, Nana Bernardina, sin abrir los ojos, se levantó y bailó perfectamente y sin perder el paso, a la vez cantando alegremente. El público aplaudió, sorprendidos de cómo la vieja Nana se movía como una cachorra joven. Era una vista increíble.

Madame Mística miró su reloj y lo metió en el bolsillo, y luego le dijo a Nana que se sentara.

"Ahora, se despertará cuando cuente hasta tres, querida, y se escucharan aplausos. Uno, dos, tres…"

Nana Bernardina abrió los ojos. Todo el mundo aplaudió y aplaudió y la chica oveja incluso arrojó su ramo de flores en el escenario. Judy aplaudió felizmente, preguntándose sólo por un momento fugaz si cuándo Nana Bernardina había acordado ser parte del espectáculo.


Judy respiró hondo mientras ella y Nick se sentaban en el corredor del frente para ver el atardecer. Sorbían limonada y admiraban los campos de zanahorias a la luz del sol poniente.

"Es como regresar a mi infancia," dijo Judy. "Todas las noches tranquilas con mis padres después de un largo día ayudando con el trabajo en el campo."

De repente, sintió una mano tibia que envolvía la suya. Ella giró la cabeza para encontrarse con la mirada de Nick, que brillaba en la luz tenue del sol entrante, con un aura de paz y serenidad que la hizo sonreír felizmente.

"Entonces, ¿cómo fue el misterioooso viaaaje al muuundo de la maaagia?" dijo Nick, agitando su mano de forma esotérica y haciendo reír a Judy.

"Fue divertido. Ella es bastante buena actriz. Incluso la vieja Nana Bernardina hizo un muy buen acto de ser hipnotizada por ella y bailó como una liebre de marzo, que es bastante alucinante para su edad."

"Hipnotizar no es tan difícil."

"¿Cierto, señor psíquico?" preguntó Judy con una sonrisa.

"Es bastante sencillo. Todo lo que necesitas es un poco de habilidad... "

Nick la miró fijamente a los ojos, encantándola por completo con su gran mirada color esmeralda.

"Buenos reflejos…" dijo Nick en voz baja.

Judy sintió la mano de Nick acariciándola suavemente detrás de la oreja. Se sentía muy bien y le dio una sensación relajante.

"Mmmm... que agradable," dijo.

"Y puedes hacer que cualquier persona haga lo que le ordenes," dijo Nick. "Sólo hay que hacer que suceda."

Judy cerró los ojos y sintió las bellas sensaciones de las caricias de Nick. Él la tocaba con dulzura. Ella fue dominada por la agradable sensación.

"Mmm... Nick..."

Ella sintió que su rostro se acercaba al de él. Más y más cerca. Sus labios se separaron... sabía que no resistiría, y ella no se habría resistido por nada en el mundo.

"Para esto no hace falta hipnotizarme, amor," susurró Judy.

"Pero lo hace más divertido," dijo Nick con voz romántica.

Sus narices se tocaron. Ella se rió. Sus labios se acercaron, más cerca, una pulgada de distancia… un milímetro... tan cerca...

"¡Judy! ¡Nick!" dijo la voz alegre de Bonnie Hopps. "¡La cena está lista!"

Nick y Judy abrieron los ojos sorprendidos por la súbita interrupción.

"Ah... eh... ¡Ya vamos, mamá!"

"¡De inmediato, Señora Hopps!"

Se miraron el uno al otro y de pronto le vieron el lado divertido. Rieron y luego se levantaron y se fueron juntos al comedor para unirse a la familia para la cena.


Era cerca de la medianoche cuando Stu Hopps finalmente se levantó de la mesa después de un animado juego de naipes con Nick.

"Bueno, Nick, si hubiéramos estado jugando por dinero, yo sería un conejo en bancarrota," se rió Stu.

"Le enseñare toda mi estrategia en las próximas vacaciones, Señor Hopps," dijo Nick.

"Debes venir a pasar con nosotros las fiestas de fin de año," dijo Stu. "Los campos están cubiertos de nieve en el invierno, vamos a cantar villancicos con los vecinos, es una tradicional Navidad familiar."

"Una definitiva y una mente," dijo Nick, levantándose y estirando los brazos.

"Papá," dijo Judy, entrando a la sala con su pijama de color rosa con dibujos de zanahorias en las mangas. "¿Sigues siendo dueño de la casa, o es Nick el nuevo propietario?"

"Que simpática," dijo Stu. "Voy a aprender una cosa o dos de Nick durante las fiestas de fin de año, Judy. Y ya veremos si alguien me gana a un juego de póquer nunca más."

"Stu, mi cielo," dijo Bonnie Hopps, entrando en la sala con su camisón y dos tazas de té caliente. "Hora de acostarse. Judy y Nick tienen que estar en la estación de tren mañana para el tren del mediodía."

"Han sido unas espléndidas vacaciones, Señora Hopps," dijo Nick. "Me gustó mucho estar con ustedes y conocer a la familia y su pueblo."

"De hecho, estábamos haciendo planes para que Nick pase aquí las fiestas de Navidad y Año Nuevo," dijo Stu, dando una palmadita en la espalda de Nick.

"Eso oí," dijo Bonnie con mirada pícara. "Bueno, una taza de té y a la cama. Aquí tienes, Nick, es mi mezcla especial."

"Gracias, Señora Hopps," dijo Nick, aceptando la taza de té.

"Buenas noches y dulces sueños. Vamos, pastel de zanahoria, a dormir," dijo Bonnie, tomando de la mano a Stu.

"Buenas noches a todos," dijo Stu. "Nos vemos mañana."

Stu y Bonnie fueron a su alcoba, dejando a Judy y Nick solos. Los dos se miraron y sonrieron. Habían disfrutado de su tiempo junto a la familia y ahora era hora de volver a Zootopia y prepararse para reanudar sus vidas como oficiales de policía en el Precinto 1.

"Mis padres te adoran, Nick," dijo Judy, tomando su mano y sentándose con él en el sofá cercano. "Papá nunca invitaría a alguien a pasar las fiestas con la familia, a menos que realmente le cayera bien."

"Me alegro de oír eso, Zanahorias," dijo Nick.

"Y la mezcla especial de té de mi madre es su tesoro más valioso," dijo Judy. "Ella sólo lo prepararía para alguien que realmente aprecia."

Judy se acercó a él en el sofá, sintiendo su calor cerca de ella.

"Te veo convirtiéndote en un pariente favorito aquí, Señor Wilde," dijo Judy suavemente.

"Nada me gustaría más, Señorita Hopps, que ser ese pariente favorito," dijo Nick, frotando su nariz en la cabeza de Judy con suavidad.

Se sentaron en silencio durante un rato, ambos disfrutando del calor del otro.

"Bueno, es hora de ir a la tierra de los sueños," dijo Judy. "Mañana es otro día."

"De aventuras y alegría," dijo Nick, rimando con su frase.

"Qué poético, Señor Encantador. ¿Es genético?"

"No sé. Tendremos que averiguarlo, ¿no?" dijo Nick, dándole un guiño.

Judy se sonrojó y se rió.

"Oh, Nick, eres un pillo y lo sabes."

"Mm... lo sé."

"Tendré que tener cuidado contigo, Señor Pillo," dijo Judy.

"Admítelo, soy adorable," dijo Nick.

"¿Tengo que hacerlo?" dijo Judy. "Mm…"

De repente, ella se acercó a él y le dio un dulce beso en los labios, dejándolo con una expresión de sorpresa.

"Sí. Sí, lo sé."

Nick se sentó allí sorprendido por un momento, disfrutando de la sensación del beso de su conejita.

"Jiji, deberías ver tu cara. Voy a tomarte una foto y la subiré para que todo el mundo pueda ver."

Nick sonrió y recuperó su expresión serena.

"Ahora sí que voy a tener dulces sueños," dijo.

"Apuesto a que sí, encanto," dijo Judy. "Bueno, nos vemos en la mañana, soñador."

Se abrazaron con cariño y se dieron las buenas noches. Judy fue a su habitación con sus hermanas y Nick fue a la habitación de invitados al final del pasillo.


El reloj marcó el mediodía cuando el tren entró en la estación de Bunny Burrow. La familia Hopps, todos los doscientos ochenta, estuvieron presentes para despedir a Judy y Nick.

"Les llamaremos más tarde, cuando lleguemos a casa," dijo Judy, abrazando a su madre y su padre. "Gracias por todo."

"Voy a estar contando los días, Judy-Dudy," dijo Stu.

"Buen viaje, cariño," dijo Bonnie.

Luego se volvieron hacia Nick. Nick sonrió con calidez y extendió su mano, pero se sorprendió cuando los conejos se acercaron a él y lo abrazaron con afecto.

"Te estaremos esperando para las fiestas, Nick," dijo Bonnie.

"No me lo perdería por nada del mundo, Señora Hopps," dijo Nick.

"Cui...cuida a nuestra pequeñita, Nick," dijo Stu, con la voz entrecortada de emoción. "Cuida a nuestra Judy."

"Lo haré, Señor Hopps. Lo prometo," dijo Nick, conmovido por las palabras de Stu. "Voy a mantener ambos ojos en su rabito en todo momento."

Un poco tarde se dio cuenta de lo raro que podría haber sonado eso, pero afortunadamente nadie más se dio cuenta. El tren sonó su silbato y Nick y Judy agarraron sus maletas y se embarcaron.

"¡Adiós! ¡Nos vemos pronto!"

Todo el mundo los despidió cuando el tren cerró sus puertas y comenzó a moverse, lentamente aumentando la velocidad en dirección a Zootopia.

"Ahh... que buenas vacaciones," dijo Nick mientras él y Judy se pusieron cómodos en sus asientos.

"¿Así que mantendrás ambos ojos en mi pequeño rabito de algodón en todo momento, Señor Wilde?" dijo Judy con una sonrisa fresca, sus ojos pícaros.

Nick saltó en su asiento.

"¿Escuchaste eso?"

"Cada palabra. Y francamente..." dijo Judy, frotando la parte inferior del hocico del zorro con su mano y mirándole a los ojos. "Nada me gustaría más."

Ella se arrimó a él cómodamente mientras el tren avanzaba con rapidez sobre los campos. Las ventanas mostraron el cambio progresivo de terreno, de tierras de cultivo a densos bosques y colinas. Nick observaba el paisaje mientras Judy dormía cómodamente abrazada de él, acurrucada a su cuerpo tibio.

Algunas personas que caminaban por el pasillo notaron a la joven pareja. Sus reacciones fueron variadas: algunos sorprendidos al ver a una coneja y un zorro juntos, otros sonriendo con alegría a la vista de ellos, sintiendo que poco a poco el mundo se estaba moviendo hacia adelante y dejando atrás los viejos prejuicios.

El tren viajó en dirección a Zootopia, llevando a Judy y Nick de vuelta a esa ciudad a la que habían ayudado tanto, una ciudad a la que iban a seguir ayudando, con sus labores como oficiales de policía, y con su ejemplo, siendo los mejores amigos y joven pareja.