Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer... yo sólo juego con ellos con mucha ilusión y sin ánimo de lucro... mi único pago son vuestros comentarios Aviso: Ésta es una recopilación de 3 O.S. navideños que escribí estas pasadas fiestas... os los pongo juntos porque los escribí como un regalo a mis lectoras... Espero que os gusten Summary: Están próximas las fiestas y Alice está obsesionada por tenerlo todo listo para celebrar la Noche Buena en familia adecuadamente.
~ La Nazi Navideña ~
{ O.S. de Noche Buena }
En la casa de los Cullen no había un momento de descanso. Se acercaban las fechas navideñas y nadie paraba quieto, aunque no por voluntad propia. La instigadora de toda esa actividad no era otra que la duendecilla de la familia. Necesitaba que todo estuviera perfecto para estas fiestas y no paraba hasta conseguirlo. Cada año llevaba su locura navideña un poco más lejos.
_ ¡No, lo estáis haciendo mal! - gritaba Alice a punto de estallar -. ¡Esos adornos deberían estar más altos! - exigió señalando desde el centro el salón.
Emmett se estiró un poco más para colocarlo donde le indicaba. Pero lo hizo con tan mala gana que se resbaló de la escalera y se cayó de cabeza. La suerte quiso que se llevara detrás toda la tira de adornos que estaban colocando.
_ ¡Mierda, Emmett! - gruñó Alice -. Ahora te va a tocar hacerlos de nuevo.
Parecía un general dirigiendo a sus tropas, plantada de esa manera dando órdenes hacia todos lados. Parecía estar en todas partes. Llevaba días sin parar de ir de acá para allá, en una actividad frenética para que todo estuviera preparado. No dejaba un detalle por supervisar y ya tenía a su familia un poquito más que harta.
Casi se podía oír refunfuñar por lo bajo a sus hermanos, que se esforzaban por estirarse y colocar las estrellas de colores aun más elevadas. No había consultado a nadie antes de reclutar a toda la familia para adornar la casa para las fiestas, pero era algo bastante frecuente.
_ La nazi navideña esta se está pasando un rato largo - se quejó Emmett por lo bajo.
_ ¡Te he oído, Emmett! - saltó Alice enfadada -. Y no soy ninguna nazi.
_ No, nazi de alemanes malos no… Nazi de mandona de narices - señaló Rose.
_ Mira que eres cruel conmigo - gimoteó Alice casi a punto de llorar -. Es sólo que me gusta la Navidad.
Siempre tenía que estar organizando algo y enrolaba a toda la familia en sus movidas. Al menos el resultado siempre era espectacular y lo disfrutaban juntos, pero este año con la Navidad se estaba pasando. Era como una fiebre para ella y sus parientes intentaban salir huyendo a la menor oportunidad.
_ ¡¿Dónde creéis que vais? - dijo Alice cortando el paso a sus hermanos -. Aun no hemos terminado de adornar el comedor y luego nos queda el exterior de la casa.
Tenía una estampa que daba miedo. Estaba plantada justo a la salida de la puerta trasera, evitando que nadie pudiera salir por allí. Todos habían intentado escaquearse en un momento o en otro, pero no habían tenido éxito. La visiones de Alice la ponían sobre aviso antes de que pudieran dar un paso.
_ ¿Qué tienes en la mano, Alice? - le preguntó curioso Jasper.
_ ¿De dónde has sacado eso? - le preguntó Rose enfadada -. Te tengo dicho que no rebusques en mi armario, cotilla.
Alice se quedó mirando lo que sostenía sin entender a qué venía la regañina.
_ Rose, ¿es lo que creo que es? - intervino con mala cara Emmett.
_ Vale, no es una nazi… es una dominatrix navideña - respondió Edward con un escalofrío -. Vamos de mal en peor.
_ Alice, ¿qué haces con mi látigo favorito en las manos? - insistió Rose -. Estaba escondido en…
De repente se quedó callada sin querer continuar, cosa muy rara en ella. Jasper se quedó mirándola con los ojos muy abiertos, sin poder creerse lo que notaba con su poder. Parecía que Rose estuviera sintiéndose avergonzada por algo. Hasta Emmett parecía un niño pequeño pillado haciendo una trastada.
Edward por su parte estaba echándose las manos a la cabeza, intentando dejar fuera todos los recuerdos y pensamientos que le llegaban de sus hermanos. Su cara de asco dejaba claro que no le gustaba nada lo que estaba viendo.
_ ¡Oh, no! - dijo Edward de repente -. Preferiría no haber visto eso.
_ No sabía que teníais una habitación secreta escondida en el fondo del armario, Rose - dijo Alice tan tranquila -. Es muy interesante. Oye, para que usas…
_ ¡No tenías derecho a entrar ahí! - gritó Rose fuera de sí, cortándola en seco -. Vamos, Emmett. Me va a tocar buscar otro sitio y volver a montarlo todo bien lejos del alcance de esta entrometida.
_ Sí, por favor - pidió Edward -. No quiero estar cerca la próxima vez que tengáis una sesión de D/s. Es superior a mis fuerzas.
_ Umm, la verdad es que puede ser interesante - intervino Jasper dejándolos a todos con la boca abierta -. No me mires así, Alice… ya te explicaré a qué me refiero.
_ Para, no quiero saberlo - dijo Carlisle llegando junto a sus hijos.
_ Alice, ¿qué haces con ese látigo en la mano? - dijo Esme curiosa.
Luego se giró, haciéndose una idea de lo que estaba pasando allí. Todos sus hijos apelotonados en la cocina, con Alice cortando la salida a los demás en postura amenazante. No le hicieron falta las miradas de súplica de los demás para ayudar.
_ ¿Ya habéis terminado con las luces navideñas? - le preguntó a Alice, interviniendo como buena madre para salvar a sus hijos.
Esme entretuvo a Alice pidiéndole un informe completo de los avance en los arreglos navideños. Con lo que la distrajo lo suficiente como para que se apartara ligeramente de la puerta. Esa fue la señal que todo esperaban para salir en desbandada, incluido Jasper. Ninguno quería que la nazi navideña incluyera más cosas a sus ya sobrecargadas listas de tareas.
Cuando Alice se quiso dar cuenta, estaban las dos solas en la cocina. Sus ayudantes se habían escapado sin perder un segundo. Se quedó callada, decepcionada por su huida. Se sentía traicionada por su familia. La habían dejado tirada con todos los preparativos y casi no le quedaba tiempo.
_ ¿Qué te pasa, hija? - le preguntó Esme -. Pareces triste.
En años pasado Alice siempre había puesto mucho empeño en celebrar por todo lo alto las Navidades, pero este año se estaba pasando. Tenía a todos locos arreglando la casa hasta el más mínimo detalle, cumpliendo con la tradición. Incluso había elaborado el menú perfecto para la cena de Noche Buena, esperando que Esme lo preparara.
Siempre le habían gustado mucho las fiestas y no perdía ocasión de organizar cualquier evento, pero esto era demasiado incluso para ella. Nadie en la casa iba a aprovechar ese banquete humano, ya que todos eran vampiros y no querrían pasar el mal trago. Tenían pensado salir a cazar algo para celebrarlo como siempre.
_ Nadie quiere ayudarme - se quejó Alice poniendo morritos -. Y yo sola no puedo con todo. Tiene que estar todo perfecto o no vendrá.
_ ¿Quién, cariño? - le preguntó Esme confusa.
_ Papá Noel - dijo ella en un susurro.
La pobre Esme se quedó confundida tras la confesión de su hija. No se esperaba eso precisamente. Como vampira le era imposible negar la existencia de lo sobrenatural, pero la figura de Papá Noel era una invención publicitaria. No sabía cómo explicarle a su hija ese pequeño detalle sin ponerla más triste aun.
_ Piensa que no soy una niña buena y por eso siempre me trae carbón - dijo Alice poniendo morritos -. Quiero verle para explicarle que no es culpa mía. Seguramente no viene porque tiene miedo de los vampiros. Por eso intento que la casa parezca la de unos humanos. Todo tiene que ser perfecto o no vendrá.
Esme no salía de su asombro ante la ingenuidad de su querida hija. Ya tenía planes de pillar a sus traviesos hijos por banda y hacer que se tragaran el carbón de dulce que siempre le ponían a Alice en su calcetín. Sin saberlo habían provocado que la locura de la pequeña duendecilla fuera a peor año tras año.
_ Ya verás como este año no te traen carbón. Seguro que tendrás algún regalo superespecial - intentó consolarla Esme.
_ ¿Estás segura, mami? - dijo Alice poniéndose aun más mimosa.
_ Estoy segura. No te preocupes, cariño - le respondió acariciándola suavemente.
Con eso Alice se echó en brazos de su madre, como si fuera una niña pequeña y se encogió entre sus brazos. En su rostro, oculto contra el pecho de Esme, brillaba una sonrisa maliciosa. Podía ver las intenciones de su madre para ajustarles las cuentas a sus hermanos y ellos no podrían defenderse.
Había conseguido vengarse de todos por escaquearse de esa manera de las tareas asignadas. La habían dejado colgada con un montón de cosas por hacer y eso no se le hacía a ella… al menos no sin consecuencias nefastas.
Y encima Alice tendría un regalo adicional en su calcetín. Ese colgante tan bonito que había visto semanas atrás sería suyo. Se sentía triunfal. La Navidad saca lo mejor de nosotros mismos… para bien o para mal.
~ FIN ~
N/A: Espero que os haya gustado este relato... Animaos a dejadme vuestra opinión en un review... Recordad que los coments son el único pago de los escritores aficionados como yo
Tengo escritos 2 O.S. navideños más... los iré subiendo aquí mismo, pues los escribí todos juntos como un regalo a mis lectoras... Nos vemos pronto con el 2º OS: "Soledad" Besos a todos
