Notas de la autora: Bien, pues gracias por leer esto, espero sinceramente que disfruten de este fanfiction. Es el tercero que hago en honor de este personaje que me mantiene tan obsesionada, Beyond Birthday. Me divertí mucho al escribirlo y espero que ustedes al leerlo. Estuve revisando el calendario del año 2002 y quería que la historia ocurriera en domingo… pero era ¡MARTES 13! Mejor aún. Esté oneshot es una especie de "especial", junto con el de Gothic Lolita, de un fanfic más largo que hago; digamos que estos dos son la parte censurada o lo que no mencioné en este fanfic mayor que se llama Engullir.

Advertencias: Lemon, Sadismo, Muerte de un personaje, Drogas.

Recomendaciones a la lectura: Pues he visto que muchos recomiendan canciones; en este caso, no es por ser copiona, ustedes escuchan lo que quieran… pero si pudiera recomendar algo, sería cualquier canción del grupo Noisuf-X; tenerse una buena lista de reproducción tal vez les haga sentirse en ambiente, pues, durante la escritura, la mayor parte de mi tiempo estuve escuchando canciones de ese grupo.

Agradecimientos: Nuevamente a las mismas personas, por que sin ellas seguiría siendo más diminuta de lo que soy.

Comencemos.


Martes 13

Su compañera y mejor amiga había salido de viaje; estaba sola en su habitación. Hoy debía de levantarse temprano para el trabajo, un martes 13. No es que fuese supersticiosa, pero algo le pintaba que no iba a estar bien ese día. No tenía muchas ganas de trabajar, pero debía hacerlo. Para empezar, apagó el despertador con pereza, froto sus ojos, se puso las pantuflas para ir a su baño, tomo su toalla… como de costumbre, prefería escuchar los mensajes de su contestadora por la mañana que por la noche. Y escuchó.

–Backyhard, Backy… cariño, sé que esto es más difícil para ti que para mí... pero siento que lo nuestro no es lo mismo de antes, no me siento cómodo con está relación, no creo que esto vaya a alguna parte. Ayer conocí a una persona muy especial… y me deja muy confundido, nunca me había sentido así. Por tu bien, creo que debemos terminar —dijo una voz masculina, en un tono como si quisiera no lastimarla, pero por el simple hecho de hacerlo por teléfono sería doloroso. Continuó—. No creo que lo entiendas, ni espero que lo entiendas… pero me di cuenta de que lo que quiero no es una mujer.

Colgó y ella se quedo petrificada… ¿Qué rayos? ¿No quiere a una mujer?... Eso se entiende de muchas maneras, pero definitivamente dedujo "Ayer tuve sexo con un hombre y me gustó mucho más que hacerlo contigo". Rodó los ojos. Así que tal vez las supersticiones sean ciertas…

—Es oficial, no voy a ir a trabajar hoy. Creo que… mejor renunciaré —dio un suspiro; no sabía cómo expresarse—. Pero eso lo haré mañana.

Abrió la llave del agua caliente hasta que se llenó la bañera. Se deshizo de todas sus prendas en el proceso; se sumergió, comenzó a bañarse con lentitud, pensando en mil cosas. Sobre si realmente le había cambiado por un hombre, sobre si tal vez ella era mala en el sexo. Se sentó abrazando sus rodillas húmedas, escondió su rostro en ellas; tenía ganas de llorar, pero nada… no salía nada.

El agua comenzaba a enfriarse, sería mejor salir. El teléfono comenzó a sonar, le dejó hacerlo hasta que se pusiera la contestadora. Escuchó el mensaje mientras se vestía y secaba el cabello, escuchaba con atención la nueva llamada.

—Señorita Bottomslash, ya son más de las 10 y usted no se ha reportado al trabajo ni ha llamado informando de que faltará por enfermedad. Quedará amonestada; por eso mismo, no se le pagarán las horas que se supone debe de trabajar hoy; asimismo se descontarán 20 dólares de su pago total de la semana, a no ser que presente un justificante médico.

Rodó los ojos nuevamente cuando colgaron, dio un suspiro. Terminó de alinearse, tomó su billetera, sus llaves y celular, el cual apagó —no quería llamadas. Ya lo encendería en cuanto necesitara comunicarse con alguien.

Se arregló muy seductoramente: zapatos de tacón; una falda que llegaba a sus rodillas, o un poco más arriba, de color negro; una blusa con escote en la espalda y también en el frente, negro. Su peinado era recogido y algunos mechones a lado del rostro, con curvas que daban sensualidad. No llevaba sombra, pero si un buen rímel; delineador; con sus labios rojos y tez clara daba una impresión de erotismo total.

Salió del departamento. En la esquina tomó un taxi y le pidió al conductor que le llevase a un centro comercial. Se distrajo mirando hacia fuera mientras escuchaba una agradable música ambiental…

Somersault —murmuró… ése era el nombre de la canción. El hombre no iba con prisa; no había tráfico pesado, cosa que tanto al conductor como a la pasajera les hacía ponerse de buenas. Movía sus dedos sobre el descanso conforme el ritmo que tenía la melodía, sin parar hasta que llegó a su destino. Se bajó y pagó una vez desalojado el taxi. Lo primero que quería era desayunar una buena taza de café y pan tostado… no. Eso lo hacia todas las mañanas. Hoy su novio se había declarado gay, hoy faltaría al trabajo y hoy rompería su dieta.

Entró a un restaurante no muy costoso, pidió café… ¿descafeinado…? No, mejor un cappuccino vainilla, huevos fritos, jugo de naranja y un postre delicioso que había visto en el menú… apostaría que tendría por lo menos unas 1000 calorías. Pero, ¿qué importaba? Se comió todo eso, sin remordimiento, sin prisa, disfrutando cada mordida, cada trago. Cualquiera podría ver que esa mujer estaba tranquila y sin preocupaciones, aunque en realidad extrañaba a su ex-novio.

—Estúpido Francis.

Tal vez su ex-novio debió de estornudar en ese momento. Continuó comiendo hasta que se sintió incómoda, como si tuviera una mirada encima. Se giró lenta y sutilmente para ver si alguien le miraba. Pero nada… un hombre con una laptop y un manos libres hablando —tal vez un hombre de negocios—, un joven distraído comiendo un pastel mientras leía un diario… A su costado estaban unas señoras de edad avanzada, parloteando cosas típicas, sobre lo orgullosas (o desilusionadas) que estaban de sus hijos.

Nada extraño. Y eso era extraño, por que se seguía sintiendo observada. Pero igual y eran ideas suyas. Terminó su comida; no esperó la cuenta, solamente hizo una cuenta mental de lo estimado que sería el total y dejó efectivo sobre la mesa. Se puso de pie para continuar con su día, yendo a ver tiendas enteras, probándose millones de cambios de ropa de los cuales no compraría nada.

Hasta fue a ver una película cursi al cine, pero tampoco le ponía atención. Se sentía vacía… Se quedó dormida en el cine, despertándose cuando los créditos comenzaban a salir.

—Patético —dijo adormecida. Había pagado nada más para ir a dormir en un asiento.

Ya era de noche y no había comido; qué más daba, no tenía hambre. Ir a pie tal vez le haría sentir mejor. Era verano, esas noches eran calurosas hasta más no poder. Mientras caminaba sintió un escalofrió recorrer su espalda; de nuevo era esa misma sensación de ser perseguida por alguien. Se giró y nada: parejitas melosas, un par de ancianos tomándose de las manos, un grupo de amigos riendo… y más atrás, un muchacho escuchando música por audífonos, que miro su reloj como si estuviese esperando a alguien. Iba bien vestido (aunque su postura estaba un poco encorvada); una playera negra de cuello de tortuga, un saco que, por la luz, parecía ser del mismo color, jeans azul oscuro que parecían ser nuevos y unos tenis Converse. Una combinación entre casual y formal… se veía bien.

Se interesó por el muchacho, pero siguió; tal vez era un poco mayor para él—él debía de tener unos 20 o 24 años, por mucho. Continuó; no obstante, la sensación de ser perseguida no se le quitaba. Tal vez debía tomar un trago… para su buena suerte, estaba a dos pasos de un antro. Un ligue de noche le haría sentirse mejor.

Entró a la barra de lleno, miro la puerta de la entrada y vio a un grupo de chicos entrar. Dio un suspiro y se relajó. Hizo llamar de inmediato al barman.

—Una de vodka —el hombre asintió y le dio la espalda para prepararlo.

Ella se giró sobre su asiento para mirar a todos los presentes. Pronto su vista se clavó en una mujer rubia vestida de rojo, con minifalda… pensó en pagarle a su novio con la misma moneda, pero de inmediato expulsó eso de su mente. ¿Involucrar los sentimientos de otra persona en sus problemas personales…? No: lo que menos quería eran problemas.

Recibió la copa de vodka; más tardo el barman en servirla que ella en beberla hasta el fondo.

—Otra, por favor —sintió que las burbujas le marearon un poco; no importaba, ella podría beber más y estar sobria.

Dejándola sola un momento y recorriendo la vista un instante por el lugar, estaba el muchacho de antes sentado solo en una mesa. No apartaba la vista de Backyhard. La miraba de una forma inusual, cualquiera diría que se la quería tirar. No era muy común en él eso de peinarse, pero él ya conocía a Backyhard, cosa que ella no sabía. Él, en cambio, sabía el tipo de hombre que le gustaban a ella; unos lentes de contacto grises, cabello oscuro, la frente despejada (pero con algunos mechones de cabello que caían a los lados), raya en medio, tez blanca y una postura formal.

Un mesero notó que no apartaba la vista de la mujer y se acercó al caballero.

— ¿Le gusta? —preguntó sin disimulo. Era común que los meseros ofrecieran a sus clientes drogas para las chicas, de esa forma se ganaban más dinero y los hombres terminaban felices.

—Sí —dijo sin apartar la vista de la chica. Del bolsillo de su saco sacó un sobre que contenía un par de pastillas con drogas —Pónselas en el siguiente trago y ése te lo pago yo. Infórmale que yo invito.

El joven asintió y cumplió el cometido; quería una gran propina esa noche. La mujer bebió la bebida con agrado; buscó al joven con la mirada y era exactamente el que le gustaba. No esperaba que se fijase en ella, tal vez por eso se sentía perseguida. Terminó la bebida en tres tragos. Él se puso de pie y caminó hacia ella.

— ¿Quieres bailar? —le dijo, galán. Esperaría que la droga comenzara en algunos minutos más, pero si se movía, los efectos iniciarían más rápido. Backyhard tomo la mano del muchacho y ambos se dirigieron a la pista. Era música electrónica, popular entre los jóvenes… para ser más exactos: Cyber goth. La música era ensordecedora, prendida; las luces pasaban en segundos de ser rojas, a verdes, a azules, a moradas, en flashes que hacían que uno se sintiera más en ambiente; ocasionalmente se expandía el humo por el suelo. Ambos bailaban juntos, dejaban que el ritmo les entrara por los oídos y se difundiera por sus venas, creando los movimientos tan propios y excitantes que el género les ofrecía. El ritmo iba en aumento y los movimientos en las caderas y tórax de ambos también incrementaban.

El espectáculo comenzó cuando Backyhard perdió la conciencia. Ya no sabia qué era realidad y qué era fantasía, comenzó a tener una ola de sensaciones. Se abrazó al hombre cuyo nombre desconocía y lo besó, divertida; comenzó a reírse sin poder controlarlo siquiera y él se rió también, no de la situación, ni del beso… sino de ella. La tomó por la cintura y ella a él por el cuello; le besó el cuello y labios en varias ocasiones. Aunque era relativamente temprano para una noche de antro, la cosa estaba prendida. Eran a penas las 10, pero, si no se apuraba, los efectos de la droga pasarían.

La tomó por una mano, la haló entre besos y caricias hacia afuera del lugar, riendo apenas. No salieron directamente a la calle, sino a un estacionamiento. Miró todos los autos hasta hallar el propio. La hizo subir a la fuerza, pero ella se reía divertida —claro, era por culpa de la droga. Encendió el estéreo y con música del mismo género manejó hacia fuera. Una vez que cruzó la flecha de salida pisó el acelerador a fondo. La mujer no tenía sentido de lo que hacía; mientras manejaba él, ella comenzó a tocarle el entrepierna y reía, juguetona.

Tenía prisa por llegar; pareciera que él ya conociera todo el camino. No prestó atención a las tonterías que ella decía. Cuando finalmente llegaron, estacionó el auto a unas cuadras de la casa; antes de bajarse siquiera, de un bolsillo del saco, sacó un cubre bocas. Parecía que en sus movimientos no le interesara la mujer drogada, como si tuviera una misión. De la cajuela sacó una maleta. Se la echó al hombro como un niño de primaria y también la cargó a ella por la cintura. Dejaba que le guiara.

—Oye… dime, ¿cuál es tu nombre? —preguntó la mujer.

El sonrió, divertido.

—Beyond… Beyond Birthday —ella se rió, por supuesto. Le tomó por la mano y sin darse cuenta ella misma permitió entrar al vampiro a su casa. De esta forma, Backyhard cavó su propia tumba.

Una vez dentro del apartamento, Beyond dejó la maleta en el suelo y se arranco el cubre bocas de la cara, solo era para evitar ser reconosido, aunque a esas horas no habia mucha gente mejor evitarnos posibles problemas. Era un departamento no muy grande, limpio y ordenado, una decoración sencilla, no había cuadros pero sí algunas fotos, de su compañera y ella, de sus respectivas familias, sus salidas a bares, vacaciones entre otros. De su bolsillo sacó una pastilla más y se la metió a la boca; tomó la cara de la chica para besarla con lujuria, de esta forma ella se vio obligada a tragarla. Entrelazó sus dedos con los de una mano de ella para llevarla hasta su habitación.

Habitación que por cierto, parecía aniñada, no era la primera vez que la visitaba Beyond, pero sí que había peluches para ser una mujer de esa edad. La arrojó con violencia contra su cama y le sonrió siniestramente; nuevamente debía esperar a que la droga hiciera efecto y, ¿qué mejor forma si no era con un poco de sexo casual? Fueron rápidos, como si la música del antro se repitiera. El cuerpo de la muchacha había caído de una forma muy provocadora; la falda se le subió hasta cerca de Unos 15 centímetros arriba de la rodilla… con las piernas entreabiertas dejaba mostrar ligeramente su ropa interior: unas bragas deportivas negras. Con esa primera vista quería él ver más; acarició sus piernas por dentro hasta llegar a su intimidad; le besó en el cuello y deslizó su mano por su espalda para alcanzar su glúteo. En aquel momento solamente se pudo imaginar que en nada aquella mujer estaría muerta; su sangre mancharía su piel blanca y quedaría preciosa, como Blanca nieves… piel blanca como la nieve… y labios rojos como la sangre… mejor dicho, de sus labios brotaría la sangre.

Este pensamiento le hizo querer ir más rápido. Se deshizo de la blusa de ella. Le observo medio desnuda, con sus pezones escondidos debajo de un brasier de telas negras… él dio una lamida entre sus senos y mordió un pezón por enzima de la ropa interior. A este gesto ella reaccionó, arqueando su espalda.

—B-Beyond… —pronunció ella. Le abrazó el dorso, con movimientos torpes le quitó el saco al hombre que tenía encima. Él era perfecto y no iba a dejar muestras de ADN en ella, un condón seria suficiente. Ella estaba apenas empapándose cuando los pensamientos de que ese cuerpo tan lleno de vida en cuestión de horas o minutos estarían muertos, esperando podrirse, le provocaron a Beyond la erección necesaria para violarla: ella apenas lo sintió; no esperaba complacerla, si no complacerse. Abrió las piernas de ella; movió su ropa interior, pero no se la sacó; para cuando la violó, ella comenzaba a gemir su nombre, gritarlo; con todo, aunque le encantaba escucharla pidiendo más, tuvo que amordazarla con la funda de una almohada para no llamar tanto la atención. Suficiente iba a ser con un asesinato; sería algo incómodo que alguien se entrometiera pidiéndoles silencio.

Tomó un brazo de ella, donde notó que portaba un reloj. Sonrió y se lo llevó a los labios; se dio el lujo de morderlo con fuerza y ella gritó de placer —la droga definitivamente le hacia perder la cabeza entre lo que era dolor y satisfacción. Mordió más de una vez, manchando el rostro de la mujer y el de él con la sangre de aquel brazo. Cuando se sintió al punto del orgasmo llevó un dedo de ella a su boca; lo mordió con una fuerza tan brutal que lo arrancó por completo. Ambos llegaron a la cúspide.

Ella, agotada, cerró los ojos, cayendo inconsciente; temblaba. Beyond sacó el dedo arrancado de su boca, jugo un poco con el pellejo para después meterlo nuevamente a su boca lo mascó un poco, como si se tratase de un chicle. Se acomodó la ropa, completamente satisfecho. Ahora bastaría con poner las manos a la obra. Volviéndose a la maleta que tomó del auto, sacó sus herramientas de trabajo. Dos trapos: con uno envolvió la herida del dedo, para que no se desangrara, y con el otro envolvió el brazo; sacó un martillo y comenzó a golpear con "cuidado". La superficie no era muy cómoda, mejor cargó a la mujer para tumbarla en el suelo. Ahora se sentía mejor; martilló un par de veces más, pero el brazo solamente se puso morado. Reviso su reloj. 11:00 y al paso que iban no se iba a desangrar a tiempo. Él debía de salir del lugar para antes de las 12:00. Fue a la cocina, buscando un cuchillo.

—El más grande —mencionó. Estaba en un cajón. No era un cuchillo normal, era más un machete, así sería mucho más rápido. Escuchó a la victima gemir, la droga se pasaba… más rápido.

Corrió y de un solo golpe en el codo había arrancado casi todo el brazo, aunque necesitó un poco más: otros dos golpes con el machete y retiró el brazo. La victima volvió a quejarse, le amarró ahora bien la boca con el saco que antes él traía puesto… ya no le importaba mucho la prenda; al fin y al cabo, todo él estaba lleno de sangre. Se fue entonces contra su pierna, la cual demoró un par de golpes más para ser retirada.

Ahora, a todo esto debía correr; tenía apenas 40 minutos más para limpieza y preparación de la habitación. Cuando menos Backyhard era cuidada, todo estaba limpio… mas la bañera… la bañera tenía agua. Él no lo pensó ni dos veces; allí podría arrojar una de las extremidades, pero cuidado… se detuvo justo antes de lanzar el brazo. Las mordidas dadas tenían los dientes bien marcados, podrían arrestarlo si encontraban a la persona por el registro dental. Cambio de planes: tomó la pierna y la sumergió en el agua. No le tomó ni un segundo teñirse de rojo carmesí.

Beyond llevó a su cabeza sus dos manos y desalineó su cabello con prisa, dándole un toque más macabro que lo usual… si alguien viera esa mirada escondida debajo del fleco, definitivamente saldría corriendo. Tocó su rostro y sus manos estaban empapadas en sangre, así que su rostro también se batió. Dirigió su mirada a la agonía de Backyhard. Su nombre y sus números habían desaparecido ya. Sonrió, complacido por la escena. Ahora sería la cosa de poner manos a la obra, vería si podría romper su propio record limpiando.

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—12:00… ya es miércoles 14. Y terminé a tiempo —dijo el muchacho, ya afuera en la calle. Sonrió y soltó una tremenda carcajada, una endemoniada carcajada… ni el mismo demonio podría reír como él.

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Gracias a todos por leer. Espero que lo sigan haciendo, porque la verdad por ahora estoy inspirada… seré franca: a esta hora debería de estar durmiendo, pero es que no me puedo ir a dormir cuando estoy inspirada. Estoy contenta con el resultado….

Tengo deseos de también hacer el último día de Believe Bridesmaid, pero… esperaré hasta que surja alguna idea de cómo él abrió las puertas de su casa a Beyond.

Bien, recibiré gustosa las agresiones, ovaciones y colaciones (¿qué? Ando de poeta)

Por favor, ¡comenten! ¡Feliz 2011!