Tal vez solo había derramado demasiadas lágrimas, tal vez solo se había cansado de ser herido de ese modo, una y otra vez, ¿acaso su amor hería?, con la brisa suave sobre sus cabellos, con el dulce sabor del agua sobre sus labios resecos, sus pasos se cansaban, se cansaban de seguir sin un rumbo, sin una salvación que alcanzara el roce de su mano, sus lágrimas se perdían con el aire, volando libres sobre ese cielo oscurecido por la noche, se tambaleaba apenas, aun sin tener conciencia de su futuro, una sonrisa quebradiza se formaba en su rostro, distinta a la dulce que solía mostrar, era una sonrisa llena de incertidumbre, llena de un amor agridulce.
-Yo te amaba, yo en verdad te amaba…Haru-dijo entrando a la penumbra, a lo más hondo y oscuro de sus miedos, sus pies ya sentían el frío del agua contra su piel, de la bruma del mar, de su dolor más grande.
Sus manos temblaban al momento de tomar el símbolo de su falso amor, de la persona a la cual le entregaría vida y…muerte, sus dedos deslizaron casi con asco su anillo de bodas, lejos de su vista, haciendo que el mar se tragara ese dolor, lo lanzo lejos, a las profundidades del océano.
Cierra sus ojos con cansancio, tan solo quiera decir adiós.
Sus manos estrujaron con fuerza aquella hoja que estaba tendida en su mesa, no lo aceptaría, las cosas no eran así de simples, él no quería decir adiós a lo que habían formado en una vida juntos, él no se atrevía a hacerlo, él era cobarde con sus sentimientos, un completo bastardo.
-Makoto-murmuro con rabia, con angustia, ¿Por qué ahora?, se froto las cienes adolorido, ¡¿Cómo fue que se enteró?! Tomo su celular marcando rápidamente, esperando impaciente la contestación del otro lado.
-¿Haru?-la voz del pelirrojo se hizo presente en aquel segundo, sus dientes se presionaron unos sobre otros, respiro hondo antes de mandar todo al diablo.
-Makoto ya lo sabe Rin, me acaba de pedir el divorcio-una risilla se hizo sonora del otro lado.
-¿En serio?, se ha tomado su tiempo Haru, todo un año-dijo suspicaz, el pelinegro se levantó iracundo tumbando la pequeña mesa de la sala contra el suelo.
-¡No me jodas Rin! ¡¿Se lo dijiste verdad?!-grito ya con histeria, el silencio se hizo notar en la línea del otro lado.
-…Haru, puede que seamos amantes pero no soy estúpido como para hacer eso-sentencio el pelirrojo dando por terminada la llamada.
Cuantas veces se quiso hacer el ciego ante lo evidente, ¿Cuántas?, sus ojos se paseaban entre las fotografías, cada una más hiriente que la otra, siempre quiso pensar que era solo su imaginación pero…, él no era tonto, no podía engañarse a si mismo de ese modo tan cruel, Haruka no le amaba, él siempre lo supo, se cegó, se dejó llevar por todo lo que sentía, por todo ese amor…que ni si quiera podía ser correspondido con gentileza.
Tomo las fotos entre sus manos, las lágrimas las empapaban, era momento de acabar con eso de una buena vez, era suficiente dolor como para ser soportado, miro al anillo que yacía intangible en su mano, se atrevió a dar un pequeño beso de despedida a aquel objeto, a una fantasía que quería dejar en el olvido, metió las imágenes en un sobre depositándolas sobre la mesa junto al fin de su relación, los papeles del divorcio, de su separación definitiva.
Escribió una pequeña nota junto a ella, suspiro apenas tratando de controlar su respirar para poder decir lo que sentía en aquellos momentos.
-Haru, sé que no me puedo precipitar más con esto pero realmente…, creo que fue demasiado para mí, para ambos, por favor solo….solo firma los papeles, no hay nada más que tengamos que hablar, se cómo fueron las cosas así que no me llames, no quiero volver a verte…nunca-
Ni siquiera fue capaz de voltear la vista al dejar la nota sobre la mesa, decidió simplemente salir de ese lugar, de esa casa, del lugar en el que ambos habían compartido tanto…y tan poco a la vez, quiso gritar de rabia, de dolor, de sufrimiento, su corazón se apretujaba con dolor, empezaba a dejar un vacío que él no quería sentir pero que ya existía desde hace mucho, sus pasos se precipitaban a medida del día, sim rumbo, sin lugar al cual ir, unas frías gotas de lluvia le traspasaban la ropa, le empapaban por completo, confundían sus lágrimas en lluvia, varios recuerdos le sacudieron como un tenaz escalofrió, aquel día, aquel maldito día en que le propuso matrimonio a Haru, aquel día en que se sentía confuso y perdido por hacer eso, solo por egoísmo, solo porque deseaba a Haru solo para él, porque le amaba, porque ese sentimiento necesitaba de posesión, de cariño.
Se había limitado, se había acorralado el solo, ¡ ¿Pero por qué le acepto?! , ¿Por qué le jugo de esa manera si no le amaba?, golpeo sus manos contra las paredes de una lejana casa, el aire frio le petrifico con la lluvia.
-¡Te odio Haruka!...te odio-grito al viento, a los truenos de la lluvia, se arrodillo al suelo, sollozaba con fuerza, se cubría el rostro con vergüenza, con ira, el había sido un estorbo en todo eso, el había sido el error en la vida de Haruka, solo él.
Solo el había entregado amor, solo él creía que todo estaría bien, solo él quería sacar adelante su matrimonio pero…ya no podía, ya no quería hacerlo.
Quería ser fuerte para Haruka pero la verdad era que…era débil.
Ya no puedo amarte, Haru-chan.
