Miraculous Ladybug no me pertenece, es propiedad de Thomas Astruc.
Secreto.
Las pisadas en el tejado la alertaron, provocando una sonrisa en su rostro.
La escotilla de la habitación en penumbras se abrió e hizo un leve ruido al cerrarse nuevamente.
Silencio.
Marinette se movió a un lado de la cama, dejando un hueco vacío y seguidamente las sábanas de su cama se levantaron.
Ahora en vez de uno, habían dos cuerpos en aquella cama.
Momentáneamente la estancia se iluminó de un tono verdoso, y a los pocos segundos se volvió a establecer la oscuridad de la noche.
Los ojos azules se encontraron con los verdes teniendo un brillo de complicidad.
-Te estaba esperando, gatito. -su sonrisa seguía enmarcada en sus labios.
-Aquí me tienes, my lady. -quien imitó su gesto, pícaro.
Y siendo rutina, los amantes dieron rienda suelta a su amor.
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Su madre la despertó zarandeándola suavemente mientras repetía su nombre.
-Marinette, vas a llegar tarde a clases si no te levantas ya.
La joven respondió con un gruñido, desperezándose, cosa que provocó una risita divertida en su progenitora.
-Algún día de estos te enfermarás, ya te he dicho miles de veces que no dejes la ventana abierta y sin la persiana bajada.
-Lo siento mamá, intentaré acordarme de cerrarla. -se disculpó aún sabiendo que no era verdad.
-Está bien. Por cierto, últimamente he notado que tienes ojeras, ¿te encuentras bien? ¿Tienes problemas? -inquirió con preocupación.
-No pasa nada, mami, solo tengo un poco de insomnio por las noches. Tengo que presentar un trabajo muy importante y los nervios no me dejan dormir. -se excusó.
Más tranquila, la dejó arreglarse y se dirigió a la cocina para preparar el desayuno.
Marinette aparentaba ser una chica normal, pero guardaba algún que otro secreto, como por ejemplo, que cuando la ciudad de París estaba en peligro se convertía en la afamada heroína Ladybug; y que desde hace un tiempo, su compañero de batallas recientemente descubierto como Adrien, la visitaba cada noche para demostrar a su ahora novia el amor que profesaba por ella.
Pero claro, eso era un secreto entre ellos dos del que solo era testigo la luna.
Bueno, y tal vez sus pequeños amigos los kwamis, pero ssh, sus portadores no se habían percatado de ello.
End.
Bueno, es un pequeño drabble que se me ocurrió, ya que hacía un largo tiempo desde que subí algo por aquí.
Espero aunque sea haberte sacado una pequeña sonrisa :)
Hasta la próxima,
Yuuki Ackerman
