Bienvenidos, les presento otra secuela, a trabajar.

Capítulo 1: La primera metamorfósis.

"¡Aaaarrrrrggghhhh!" – Blu estaba sufriendo cambios que lo mataban de dolor.

"¡Hey!" – le gritó una guacamaya hembra escarlata – "¿Estás bien?"

Blu en lugar de contestarle, por estar fuera de control, intentó atacarla, pero ella lo esquivó, tomó una piedra y le propinó un fuerte golpe en la cabeza.

"¡Oh dios mío!" – gritó la hembra horrorizada – "¡Lo maté!"

Se arrodilló junto al cuerpo inmóvil de nuestro héroe azul, y se dio cuenta de que estaba respirando.

"Uf… menos mal, sigue vivo" – suspiró la chica, quien inmediatamente, y con bastante esfuerzo, logró levantarlo y lo llevó a su madriguera.


Mientras tanto…

"¡Lo hiciste increíble!" – exclamó Perla, respirando agitadamente luego de aquella sesión de sexo que había compartido con Iván – "Pero… ¿me dejaste embarazada?"

"No sé…"

"¿Fue adentro?"

"Sí, adentro"

"Entonces quizás esté…"

"Shh, no sigas, que sea una sorpresa" – susurró Iván, y se quedó dormido junto a su nueva esposa.


A la mañana siguiente…

Jill, la guacamaya escarlata, despertó y vio que Blu seguía durmiendo como un bebé. Le causó gracia y no pudo evitar reír un poco. A su lado estaba Laura, su hija, que también seguía dormida.

"Laura, despierta" – le dijo ella, moviéndola – "Laura"

La pequeña no se despertó.

"Maldición… ¿por qué siempre las madres deben encargarse de todo?"

Jill batió sus alas y se dirigió al árbol más cercano para buscar el desayuno. Al cabo de unos minutos volvió con frutas envueltas en una gran hoja. Blu y Laura seguían durmiendo. Se hartó de eso, así que despertó a Laura moviéndola bruscamente.

"¿Mmmmm?" – gimió Laura, somnolienta – "¿Qué pasa?"

"Es hora de desayunar" – le dijo.

"Ah… bueno…" – murmuró, luego emitió un fuerte bostezo – "¿Qué trajiste?"

"Tu favorito y mi favorito, mangos"

Laura se puso de pie y vio a Blu.

"¡Por las plumas de San Volador!" – gritó asustada – "¿Pero quién es este sujeto?"

"No sé… lo encontré anoche" – contestó Jill, tratando de mantener la calma.

"¿Y qué hacías afuera de noche? Mamá, sabes que es muy peligroso, hay depredadores y aves pervertidas en todos lados" – comentó Laura, preocupada por su madre.

"Es que lo vi tan… triste…"

"¿Triste? ¿Por qué?"

"No sé, no le pregunté, es que cuando quería hacerlo me atacó"

"¡Ah, te ataca y encima lo traes aquí! ¡Esto es genial!" – Laura se enfadó.

"Tranquila, estoy segura de que no era su intención" – dijo Jill, bastante optimista.

"¿Así que estaba muy triste y lo trajiste aquí?" – preguntó Laura, aún tenía sus dudas sobre este extraño.

Jill miró a Blu.

"Que sujeto tan extraño" - opinó Laura - "Su cuerpo es raro"

"Mmm… tienes razón, mira sus garras y sus plumas, no es normal"

"¿Será un extraterrestre?" – Laura también tenía sus dudas.

"No digas tonterías, hay que despertarlo"

Jill se acercó feliz a Blu y lo empujó suavemente. Él se estremeció visiblemente, murmurando: "¿P-Perla?"

"No, yo soy Jill. Es hora de levantarse"

Blu parpadeó varias veces con sus ojos totalmente negros y vio dos aves frente a él.

Laura se echó hacia atrás y se pegó a la pared.

"¡Dios mío! ¿Qué eres? Mamá, ¿has visto sus ojos?"

Blu sintió vergüenza, era un fenómeno, se dio vuelta y se quedó en silencio.

"Va a tomar algún tiempo para acostumbrarse, Laura. Sé que da miedo, pero por favor, trata de aceptarlo, es por su bien" – dijo Jill, cariñosa.

Laura calmó sus nervios poco a poco, pero estaba preocupada por esas inmensas garras que se veían más afiladas que un cuchillo.

"¿Cómo te llamas?" – preguntó Jill, interesada.

"Blu" – la voz de nuestro héroe contenía mucho miedo.

"Ah, Blu, bonito nombre, yo soy Jill, y ella es Laura, mi hija"

Jill notó que Laura no decía nada, así que le pisó la pata de una forma discreta.

"Ejem… yo soy Laura, un placer…"

"¿Nos cuentas qué te pasó?" – Jill se sentó frente a Blu.

"No… es una historia muy larga... y muy triste…" – murmuró Blu, mientras que algunas lágrimas caían por sus ojos.

"Cuéntanos, quizá podamos ayudarte" – suplicó Jill.

"Bueno… mi esposa había sido secuestrada por unos contrabandistas y un halcón, cuando la salvé, descubrimos que había perdido su embarazo por el maltrato que recibió, nos separamos. Unos meses después me suicidé por el dolor que sufría, pero mágicamente volví a la vida pero en esta forma extraña, y aquí estoy…" – Blu relató su historia brevemente.

Silencio…

Más silencio…

"¡JAJAJAJJAA!" – Laura estalló en risas – "¡Te has dado un buen golpe en la cabeza!" – exclamó, Jill le pisó la pata otra vez – "¡Ay ay ay!"

"¡Laura, cállate!" – exclamó ella – "¡Es una historia muy interesante!"

Laura no dijo ni una palabra al oír eso.

"¿Y cómo se llamaba tu esposa?"

"Perla"

Jill se quedó pensando.

"Lo peor de todo, es que ahora ella cree que estoy muerto y mis hijos también. Tengo que reunirme con ellos"

"¡Espera, pero todavía no nos conocemos ni nada de eso!" – exclamó Jill.

Blu suspiró.

"De acuerdo, ¿qué quieres saber?"

"¿Qué edad tienes?" – preguntó Jill, Laura la miró como sorprendida.

"La verdad… no lo recuerdo…" – contestó él – "¿Tú?"

"Veintidós" – contestó ella, sonriendo.

"Ah, todavía eres joven"

"Tú también pareces joven, de mi edad"

"Mamá, ¿podemos hablar un segundo a solas?"

Antes de que Jill pudiera contestar, Laura la tomó del ala y se la llevó.

"¿Pero qué pretendes?" – preguntó Laura.

"No te entiendo"

"¡Oh, vamos, mamá! ¡Le has preguntado su edad!"

"¿Y qué?"

"¡Te gusta!"

"Te equivocas, que sólo le pregunte su edad no quiere decir que me guste"

Y así ellas dos siguieron con su bla bla bla… bla bla bla, y más bla.

Salteémonos el bla bla bla de Laura y Jill.

"No quiero interrumpirlas, chicas, pero necesito encontrar a mi esposa, ¿alguna idea de dónde estoy?"

"En Río de Janeiro" – contestó Jill.

"Amh… ya sé que estamos en Río de Janeiro" – dijo Blu, y Jill se sintió torpe – "Me refiero en qué parte de la selva nos encontramos"

"¡Ah, estamos al norte!" – Jill se apresuró a contestar – "¿Quieres un poco de esto?" – le preguntó, ofreciéndole uno de los mangos que había traído.

"Gracias" – dijo Blu – "Ahora necesito saber como voy a volver con mi esposa"

"Oh... supongo que eso es un misterio…" – murmuró Jill – "¿Tienes alguna idea?"

"No lo sé…"

Pasaban las horas, y Blu seguía pensando como iba a explicarle a Perla de su regreso. Era algo imposible de explicar.

"¿Qué demonios haré?"


Aquí termina este capítulo.

Hasta la próxima.