-Inuyasha
¡Allí! Con esa simple palabra mi vida se arruinó, mi corazón se rompió y de paso la casi completa perla de Shikon también.
En resumen, íbamos por el bosque Sango, el monje Miroku, Shippou, Kirara, Inuyasha y yo. Ya era tarde por lo que tuvimos la grandiosa idea de prender una fogata y dormir. Como siempre Miroku, Shippou e Inuyasha fueron por la madera y Kirara encendió el fuego. También como siempre Inuyasha se quedó a hacer guardia mientras el resto ibamo a dormir. Pero cuando me estaba quedando dormida vi a lo lejos una super serpiente blanca voladora que de inmediato reconocí como un recogedor de almas, los mejores amigos de mi antiguo yo. Inuyasha lo escuchó y se levantó de inmediato, al igual que yo, y como Sango, Miroku y Shippou nunca dormían cuando se supone que debían, vinieron con nosotros.
Seguimos a Inuyasha a través del bosque hasta llegar a un claro en el que se encontraba Kikyo. Inuyasha la vio, y creo que por poco y no se ponía a gritar como chica de la emoción, lo cual me irrito. Uff, sí, que emoción.
Y bueno, con eso me dí cuenta que había estado a obscuras (no literalmente, claro).
