Bad Romance
A South Park fanfiction
By : X-SweetNicotine-X
Resumen: ¿Era mucho pedir que aquellos ojos fríos y profundos lo mirarán solo a él? Lo quería para él. ¿Era eso tan malo? No pudo evitar enamorase, aunque desde el principio sabía que lo suyo sería un "mal romance"
Disclaimer: Los personajes de South Park no me pertenecen, son propiedad de Trey Parker & Matt Stone. Los artistas y/o marcas mencionados tampoco son de mi propiedad.
Warning: Contendio yaoi o slash (boyxboy)
xoxo
El sol le daba los buenos días al pequeño pueblo montañés conocido como South Park, era un lunes para ser exactos, eran las siete de la mañana y los rayos del sol comenzaban a destemplar la nieve que se había juntado en las aceras la noche anterior. En algunas casas comenzaban a levantarse con el sonido del despertador, el otras el aroma del café ya había hecho su propio trabajo, a algunos los despertaban los gritos histéricos de sus hermanas, mayores o menores según sea la casa de la que se hable; pero en una modesta casa del llamado gueto, una despeinada Carol, se dirige escaleras arriba para despertar al único de sus hijos que aun no está peleando en la cocina por alcanzar algo de desayunar. Se detiene frente a la puerta de su habitación, y una rubia exuberante con un conjunto de lencería blanca, le sonríe coqueta desde el poster pegado en la dichosa puerta.
-¡Kenny!- golpea levemente la puerta- ¡Kenny! ¡Vamos hijo no alcanzarás ni un vaso de jugo para el desayuno! ¿Kenny?
Al no recibir respuesta alguna, se decide a entrar, abre lentamente la puerta, pero no alcanza ni siquiera a mirar un poco, cuando una mano se posa sobre su hombro sobresaltándola.
-Ya te oí mamá, no tienes que seguir gritando…-
-¡Kenny! ¡No aparezcas así!- Lleva ambas manos a su pecho.
Basta una inspección rápida para saber que su hijo va llegando a casa, es decir, el cabello desordenado, pantalón algo abajo, bóxers a la vista, chaqueta mal abrochada, todos eran signos de que su pequeño niño de diecisiete años había pasado la noche, por milésima vez, fuera de casa y en compañía de Dios sabe quién.
-¿Dónde has estado?-
-Por allí…- Se encoje de hombros para restarle importancia al asunto y su madre ladea la cabeza en señal de desaprobación.
-Ve a darte un baño rápido que tienes escuela, te guardare un waffle- Lo besa suavemente en la mejilla antes de desaparecer nuevamente escaleras abajo.
El rubio le dedica una sonrisa cansada y entra a su habitación, encontrándola igual de desordenada que como la dejo el sábado antes de salir, rápidamente se deshace de su chaqueta, la lanza al rincón de la ropa sucia, se sienta en su cama para quitarse los zapatos, los avienta a otro rincón y comienza a desabrochar lentamente su camisa.
-¡Agh! Maldita perra… - Maldice al notar que los rasguños en su pecho todavía arden- Si se siguen notando para mañana no podre ir a casa de Butters…- Con algo de resignación toma de su pequeño armario unos boxers limpios, unos pantalones de mezclilla obscuros y rotos de ambas rodillas y una playera negra ceñida al cuerpo y se dirige al baño a empezar otro lunes.
No era secreto para nadie que Kenny McCormick le hacía "visitas especiales" a algunos de sus compañeros, cada día iba a una casa diferente y no lo hacía exactamente por dinero, simplemente le gustaba disfrutar de la compañía, aunque claro está que si le daban algo a cambio él no lo rechazaba. Tenía toda una agenda por así decirlo:
Los domingos los pasaba en alguna fiesta salvaje con Bebe o con Clyde, dependiendo de si los padres uno o de otro estaban o no de viaje de negocios.
Los martes iba casi siempre a visitar a Butters, sus papás tenían sesiones de pareja con el psicólogo y algo de ternura no le venía nada mal después de los desenfrenados fines de semana.
El miércoles Kyle tenía que ir obligatoriamente a las juntas de su iglesia, por lo que aprovechaba para visitar a su buen amigo Stan, que últimamente estaba tan desesperado por no hallar la manera de decirle al pelirrojo sus sentimientos, y como él ya sabe, la desesperación de da un sabor único a los besos.
Los jueves, si le tocaba trabajar ese día, le daba una visita rápida a Tweek en su cafetería, el sabor a café que tenía el escandaloso rubio simplemente lo enloquecía, y si Tweek no tenia turno esa semana, se pasaba a la casa de Wendy, porque había algo en sus piernas que siempre lograba hacerlo caer.
Los sábados siempre esperaba a que alguien lo llamara, una fiesta en el infierno era perfecta para pasar un buen rato con Damien, o si la paga era buena podía ir a casa de Cartman a "explicarle alguna tarea", o si Stan simplemente se sentía algo solo, él podía hacerle compañía todo el día.
Porque tampoco era un secreto para nadie, bueno cierto pelirrojo no tenia porque darse por enterado, que Kenny McCormick no podía decirle que no a Stanley Marsh. Nunca. Así Stan lo llamara en martes o en jueves, Kenny cancelaba todos sus planes para ir con él, el verdadero secreto estaba en el porqué…
Y así pasaba casi todos los días, fuera de casa en compañía de Dios sabe quién. Casi todos los días, por excepción de los lunes, los lunes eran especiales, toda esta odisea de no llegar a casa había comenzado un lunes, el primer lunes del semestre, cuando Stan Marsh les pidió a sus amigos que lo acompañaran a su primer entrenamiento de Americano del semestre, aquel fue día en que los ojos azul intenso de Kenny habían visto sin playera al más perfecto de los cuerpos; piel blanca y suave a la vista, un abdomen firme, marcado leve y deliciosamente, brazos trabajados terminados en unas manos fuertes, hombros anchos y espalda bien trabajada, cabello negro y lacio, enmarcando aquel hermoso rostro de labios finos, de pómulos y nariz perfectos y de ojos profundos. ¡Dios! Aquel bello cuerpo solo podía pertenecerle a algún Dios.
Ese había sido el lunes en el que el rompecorazones de Kenny McCormick se había enamorado, por primera vez en toda su miserable vida, el rubio había sentido su cara enrojecer como farol de navidad y las mariposas en su estomago casi lo hacían devolver el jugo de esa mañana, el colmo fue cuando aquel Dios griego se había acercado a las gradas a saludarlos a Kyle y a él, se veía tan sexy con la piel perlada en sudor, que el pobre rubio había tenido que salir corriendo al baño más próximo a arreglar sus pantalones, que de un instante a otro parecían apretarle demasiado.
Y tan pronto como Kenny se había enamorado, sus esperanzas de ser correspondido habían sido destrozadas el sábado siguiente en la fiesta de Token, donde se había enterado de que el pelinegro parecía estar enamorado… de él no, eso le había quedado claro cuando lo había visto desaparecer escaleras arriba en compañía de otro de sus amigos.
Kenny no lloro, ni bebió de decepción hasta quedar inconsciente, simplemente se fue temprano a su casa, dejando sorprendidos a más de la mitad de los invitados de la fiesta, subió en silencio hasta su habitación, puso el seguro al cerrar la puerta, aventó sus botas para nieve tan lejos como pudo, y luego de intentar y fallar miserablemente en romperse ambas manos contra una pared, simplemente encendió un cigarrillo y se prometió a si mismo que no volvería a enamorarse, promesa que luego de unos días de estar encerrado en su habitación, sin salir ni siquiera para comer y con su madre tocado la puerta a cada instante para saber si seguía con vida o para avisarle que sus amigos estaban ahí preguntando por él, decidió cambiar, si no podía tener a aquel pelinegro para él, tendría a quien se le diera la gana para llenar ese lugar vacio…
Así había comenzado a volverse la puta del pueblo, hacia lo que se le diera la gana con quien se le diera la gana, de un día para otro le había cerrado a Cupido la puerta en la cara y había dejado al amor fuera de su vida, y al mismo tiempo su habitación comenzó a llenarse de cosas nuevas.
Tenía un celular nuevo, un muy útil regalo que le había dado un muy inteligente príncipe infernal, un iPod cortesía de su mejor amigo, una consola de videojuegos con tele incluida pagada con la culpabilidad del culo gordo, unos vans nuevos elegidos por Bebe, alguna que otra playera o camisa elegidas por Wendy, discos y posters de Sex Pistols, Muse y Dir en Grey por cuenta de Clyde, además de que almorzaba todos los días en la escuela algún delicioso postre con una tasa del mejor café de Starbucks cortesía de los siempre lindos Butters y Tweek. Y con el dinero que a veces le daban compraba sus cigarros de la semana, cerveza o vodka si le alcanzaba o si lo necesitaba.
Termino de bañarse y corrió de vuelta a su cuarto para terminar de arreglarse, le dedico una sonrisa igual de coqueta a su puerta, con su dinero había comprado el poster de tamaño real de Lady Gaga que siempre le gusto de la tienda de discos del centro, por que las rubias con buenas piernas y lindas caderas siempre le iban a gustar.
Entro a su cuarto buscando algunas curitas para los rasguños de su pecho y para el raspón que se hizo en el baño mientras buscaba su desodorante y cepillaba sus dientes al mismo tiempo, encontró unas de colores chillantes que le había robado a su hermanita, se las puso rápidamente, peino su cabello como mejor se le daba: su fleco hacia adelante, algunos mechones enmarcando su cara y su barbilla, y el resto levantado en una especie de mini mohicano que se había inventado, delineo sus ojos con el delineador que Wendy y Bebe le obligaban a usar, acomodo el arete en su labio inferior y cubrió la mitad de su cara con un pañuelo naranja con cuadros negros, se puso un poco de perfume, se colgó una cadena del cinto de remaches que nunca dejaba, se coloco un par de guanteletes negros, ni loco salía sin ellos, con el frio que hacía le dolerían las manos cuando quisiera prender un cigarro. Se puso su infalible chamarra naranja, que ahora tenía peluche negro dentro y alrededor del gorro y una estrella negra también, que el mismo le había bordado en el brazo izquierdo; se miró satisfecho al espejo, tomo su pequeña mochila que no se había usado en todo el fin de semana, guardo su celular y cartera en sus bolsillos y bajo corriendo.
Tenía menos de diez minutos para salir rumbo a la escuela o no llegaría a la primera clase, entro a la cocina casi chocando con Kevin, quien le seco dedo, haciendo que el rubio arrugara la nariz al bajar su pañuelo, prácticamente se atraganto con el waffle, su madre le alcanzo un vaso de leche que tomo de dos sorbos y él la besó en la mejilla mientras le desordenaba el cabello a Karen, y antes de que su hermanita le alcanzara a gritar algo, salió de la casa.
Así empezaba otros de sus jodidos lunes, con un frio del carajo y él arreglado lo mejor posible para ir a ver a su pelinegro, quien seguramente ni siquiera lo miraría, pero aun así él se quedaría a verlo entrenar americano después de clases.
oxox
N/A: Gracias a quienes se tomaron el tiempo de leer esto… ¿Alguien sabe de quién está enamorado Kenny? Para dudas y comentarios, saben que los reviews nunca están de más! xoxox
