** NOCHE DE COPAS **
Por JulietaG.28
Disclaimer: Nada me pertenece. Todos los personajes de Captain Tsubasa son propiedad de Yoichi Takahashi y SheiShua. Ésta historia es solo por entretener.
Dedicada a Vale Misaki
—1. El bar—
— París, Francia. Viernes.
— Le Fumoir Bar.
El ambiente era relajado. El aire estaba cargado de su típico aroma a cigarrillo y alcohol. Sobre la pista de baile y como era costumbre en aquel bar, la gente se divertía bebiendo, charlando o bailando al ritmo del jazz. El «Le Fumoir Bar», era sin duda un lugar tanto elegante y tranquilo como divertido. Su clientela, variaba desde los turistas que lo advertían en su camino al museo de Louvre hasta personajes tan conocidos entre los parisinos, como algunos —si no era que a veces, todos— miembros del equipo local de futbol soccer, el París Saint Germain. Cada viernes como aquel, era frecuente encontrar entre los cómodos lugares del bar, a Pierre Le Blanc, Loui Napoleón y Taro Misaki, degustando un rico coctel, charlando e incluso a veces, bailando con alguna hermosa chica —ya fuera fan del equipo o una acompañante exclusiva—.
Justo en esos momentos, Pierre Le Blanc pedía otra ronda —la quinta de la noche—, para él y sus amigos, quienes estaban ahí con un solo propósito: animar a Napoleón, quien esa misma tarde había roto con su novia. La camarera que siempre les atendía y que era fiel fan del PSG, acudió rápidamente a la barra para solicitar otra ronda de Cosmopolitan para los jugadores. Y tan pronto como avanzaron a por la octava ronda, los muchachos estaban ya lo bastante animados y ebrios para que Napoleón, olvidara sus penas.
«Caldonia» comenzó sus primeros acordes y Pierre y Napoleón se pusieron de pie en compañía de hermosas señoritas, para usar los pies y mover los cuerpos en la pista. Taro, de repente abandonado, optó por salir y tomar aire, relajando los músculos y la mente de los efectos del alcohol. Acababa de ponerse de pie, cuando sus orbes chocolate enfocaron a la barra, dónde una radiante señorita miraba atentamente el móvil, ignorando por completo la bebida frente a ella. El castaño sonrió y no lo pensó dos veces antes de acercarse a la barra.
:-:-:
Jaqueline Balizari, italiana de nacimiento; era una chica de tez bronceada, alta hasta el 1.70 que le permitían los tacones y delgada como una muñeca; sus cabellos castaños rozaban su cintura, cayendo con gracia y elegancia en naturales caireles y sus ojos avellana impactaban a quiénes miraba, tanto por su claror, como por su calidez y dulzura.
Aquella noche, luego de un agotado día de trabajo —en que las noticias anunciaron un importante suceso en su labor—, la chica se encontraba en la barra del bar, revisando Facebook y bebiendo el Gimlet que hacía ya diez minutos había ordenado. Acababa de responder el último mensaje del chat que sostenía con su hermano mayor, cuando un joven carraspeó a sus espaldas. Girando en la silla que ocupaba, Jaqueline se encontró con joven rubio y oji verde, alto, fornido, bastante apuesto; que sostenía un Martini en la mano derecha y la observaba sonriente y galante. La castaña, rodó los ojos.
— He notado que estás sola— comentó el rubio con voz grave— Me he tomado la libertad de traeros un Martini—
— Gracias, pero…— respondió.
— No agradezcas— la cortó el oji verde— Me llamo Lionel. Un placer conocerte… ¿Ah…?— resignada a tener que sostener presentaciones con aquel joven, Jaqueline abrió la boca para responder, cuando una voz junto a Lionel, la hizo callar.
—Mon amour, lamento la tardanza— se disculpó el recién llegado. Al girarse, Lionel se encontró con el delantero del PSG, Misaki Taro, quién miraba a la chica que había seleccionado para flirtear, con una sonrisa boba en los labios. Jaqueline, sonrió al advertir al castaño de mirada soñadora y convencida de que podría resultar de buena ayuda seguirle el rollo, se apresuró a responder.
— Pensé que no vendrías…— susurro apenada.
— Demasiado tránsito, nena. Perdóname— siguió el japonés, divertido por que la castaña hubiera decidido continuar con su farsa.
— Oye tú— lo llamó Lionel con intenciones de hacerse escuchar. Taro se giró sin prisa y lo miró, como quién no comprende lo que está sucediendo.
— ¿Sigues aquí? La chica está acompañada, anda a contar moscas— lo cortó de tajo, sin dejarse amedrentar— Y no olvides tu Martini, ¿eh?— le advirtió. El rubio parpadeó perplejo antes de darse la vuelta y marcharse completamente humillado.
En la barra, Taro tomó asiento en el taburete junto a Jaqueline y miró a la chica con una cómplice sonrisa. La italiana correspondió, sin animarse a hablar y advirtiendo entonces el aroma a licor que despedía el castaño. «Vaya obviedad, si ha estado sentado allá enfrente desde hace un rato» se recordó.
— Dos Black Russian— pidió Taro al barman, al cabo de un segundo. El cantinero, obedeció y dada la poca población en la barra, sirvió las bebidas antes de los dos minutos. Taro acercó una a la castaña a su lado con delicadeza.
— No es de mi agrado— refutó ella.
— Claro que sí— aseguró el chico— Has tenido un Gimlet olvidado por minutos, no estás para algo ácido. Pero el Ruso Negro es dulce como tu cara de ángel, te gustará— explicó y le guiñó un ojo antes de coger su propia bebida. Jaqueline lo miró atónita un segundo, antes de tomar la copa y dar un sorbo al coctel. Taro, sonrió abiertamente.
— ¿Estando en el tránsito, puedes apestar a vodka?— cuestionó Jaqueline al cabo de un momento.
— ¿Mirando el móvil, puedes advertir a los demás en la barra?— respondió el castaño.
— ¿Cómo…?—
— Me has mirado cuando tomé asiento y yo te he mirado todo el rato luego de ello— se explicó sin mirarla. Jaqueline mantenía la mirada fija en él, sin comprender exactamente porque no se ponía de pie y se marchaba de ahí— Y bien ¿no me vas a agradecer?— le cuestionó el japonés.
— ¿Eh?
— Acabo de salvarte de un posible violador en potencia— se mofó.
— ¿Violador en potencia?-
— Ajá. Apuesto a que ese tal Lionel era un audaz violador que está despegando en su carrera— afirmó el castaño— Soy tu héroe. Agradéceme, pues. Puedes empezar con un «Me has salvado, estoy agradecida» o si lo prefieres un «Te debo la vida, apuesto y valiente caballero»— el japonés no pudo evitar reír con sus propias palabras, mientras la italiana componía una mueca indignada.
— Jamás diré eso— lo retó ella.
— No esperaba que lo hicieras— aceptó Taro. El alcohol que antes solo había hecho hormiguear su cuerpo, comenzaba a aflorar y a difuminar su característica timidez— Aun así, puedes devolverme el favor, diciéndome tu nombre…
— Y ¿quién dice que tú no eres otro violador en potencia?— bromeó ella.
— Créeme, yo no. Pero puede que tú sí, arriesguémonos—
— ¿Yo? ¿Violadora?
— Eso mismo— acotó él— Así pues, para que creas que me arriesgo a ser secuestrado y violado por una chica con cara de ángel, comenzaré yo. Me llamo Taro, Taro Misaki— se presentó el japonés con una dulce sonrisa en los labios— Ahora te toca a ti.
— No te lo diré— sentenció Jaqueline bebiendo del Black Russian y sin dignarse a mirar al castaño.
— Ese nombre no me gusta— se enfurruñó el chico— Venga, pretty girl. ¿Cómo te llamas?
— ¿Pretty…? ¿Girl…?
— Significa «niña bonita». ¿No sabes inglés básico?
— Sé inglés— inquirió molesta.
— Ya, si no me quieres decir tu nombre, entonces serás «pretty girl», hasta nuevo aviso— dictaminó Taro con aplomo.
En esos momentos «Jumping At The Woodside» comenzó a sonar y el público —que desde hacía noches había encontrado aquella melodía encantadora— se unió a la pista para comenzar a bailar.
— ¿Bailas jazz?— preguntó Taro, arqueando una ceja.
— Obviamente— acotó la castaña. Sin respuesta alguna, Taro la tomó de la mano y la arrastró a la pista donde la melodía los envolvió y ellos se desenvolvieron en la danza. Una tras otra, la música seguía corriendo y Jaqueline comenzaba a encontrar encantador, el haberse topado con Misaki.
Cuatro piezas más tarde, cansados y acalorados, optaron por coger aire y descansar. Se acercaron a la barra, pidieron dos copas de Gimlet —que en esa ocasión la chica aceptó por lo refrescante y lo ácido de la bebida— y no conformes con aquello, se miraron cual cómplices de alguna travesura y salieron del bar.
París se mostraba fresco y relajado, la gente escaseaba a esas horas pues el reloj estaba a dos minutos de dar las 2 de la madrugada. Consciente de la hora que se cernía sobre ellos, Taro comenzó a idear la ida que debían emprender.
— ¿Has venido en auto?— le cuestionó a la italiana.
— No. En taxi. Faltaba rato para las 11 cuando llegué, no esperaba que se hiciera tan tarde— explicó la castaña. Por su mueca de preocupación, Taro supo que le alteraba la ida de vuelta a casa
— Vaya suerte— aseguró él, bastante sonriente— No me siento bien, creo que en realidad estoy más ebrio de lo que creía. No creo poder conducir… Permite que me cobre el agradecimiento por lo de Lionel…— comenzó a decir— Llévame a casa— le pidió. Jaqueline lo observó, con los ojos grandes como platos y solo entonces recayó en el hecho de que el castaño parecía tambalearse al estar de pie.
— Ni en sueños, te pido un Uber y te vuelves a tu casa— aseguró con convicción.
— ¿Y si ataco al chofer? Uno nunca sabe, un ebrio es capaz de todo— bromeó él y tomándola de la mano, la condujo al estacionamiento subterráneo del bar, hasta detenerse frente a un Porsche 911 plateado, del año. La italiana no pudo ahogar la sorpresa:
— ¿Qué edad tienes?— inquirió, curiosa.
— 25. ¿Por qué?— el castaño sonreía. No era la primera vez que le cuestionaban por su edad. Claramente, no aparentaba tener más que la edad de un adolescente.
— Y yo que te echaba encima al menos 20— rió Jaqueline.
— Ya, me veo joven. Lo soy. Pero no tanto—
La italiana no observó con cuidado. El castaño parecía, sin duda alguna, un joven bastante pintoresco. Además de todo, no era tan joven como ella lo pensaba e incluso le llevaba un año de edad.
— Venga, sube— la instó Misaki. El japonés había abierto las puertas y se dirigía al lado del copiloto. Un segundo después, arrojó las llaves a la chica— Hey, que los autos no se mueven solos— la llamó, al notar que la italiana ni siquiera se movía. Insegura y completamente convencida de que estaba algo más que loca, Jaqueline subió justo cuando Taro terminaba de programas —no sin muchos esfuerzos— el GPS del carro.
— Bien, sigue el GPS y llegaremos sanos y salvos— le dijo.
— Pero…
— Nada, venga vamos, entre más te apures más pronto te desharás de mí— con un suspiro de resignación la chica encendió el auto y lo sacó del bar. Apenas superaba los 40 km/hr, pero Taro lo atribuyó a que se trataba de un auto ajeno a ella y que hasta ese momento, no se conocían más que por un breve encuentro en el bar.
El trayecto indicado por el GPS, era sencillo. Jaqueline seguía la misma ruta todos los días de camino a casa y es que el hogar del chico se hallaba a 20 minutos de su departamento. Durante el viaje, Taro se acomodó plácidamente en el asiento del copiloto y para no poner nerviosa a la chica, cerró los ojos fingiendo dormir; al cabo de un par de minutos, la farsa se terminó y el castaño cayó como todo ebrio en brazos de Morfeo.
Más tarde, cuando Jaqueline llegó a su destino, se encontró con una dulce imagen. El castaño dormía y su rostro de adolescente, asemejaba entonces el de un crío de edad escolar. Sin atreverse a despertarle duramente, pidió internamente que Misaki no viviera por encima del segundo piso o que el edificio contara con ascensor. Se sacó el cinturón de seguridad, bajó con cuidado y abrió de nuevo, del lado del copiloto, repitió el proceso y en el acto el castaño despertó lo suficiente para ayudarla. Fuera, Taro se apoyó en la chica para ingresar al edificio.
— Taro ¿dónde te cargas las llaves?— le cuestionó.
— Eh… sí… las… las llaves— suspiró él. Sacando el llavero del bolsillo de sus jeans, el chico entregó las llaves y fue guiado por la castaña hasta su departamento. Dentro del edificio, Jaqueline se sorprendió de advertir un interior rústico y al tiempo elegante, como si se tratara de un hotel de alto rango. El casero, le indicó amablemente el piso y número del hogar de Taro y la ayudó a llegar hasta el elevador, dónde ella le despidió. «Apartamento 3- 62» se recordó mentalmente.
Cuando el ascensor se detuvo en el primer piso un hombre ingresó y fijo su vista en la chica tan linda que ahí encontró. Taro se irguió en su 1.75 y bajó el brazo de los hombros de la chica a su cintura. Un piso más arriba el hombre bajó. «Pareja de enamorados» se dijo. Ya en el tercer piso y presa de la inconsciencia que amenazaba con derrumbarlo, Taro carraspeó para hacerse escuchar.
— No vayas a dejarme las llaves ¿eh?
— ¿Qué?
— No sé dónde vives y no puedo llevarte. Pero no quiero que te pase algo, por favor, llévate el auto. Si gustas, puedes dejarle en el bar mañana o puedes llamarme, mi número está en la guantera. No te niegues, por favor o conduciré ebrio solo para llevarte— le susurró. Jaqueline no añadió nada, simplemente asintió con la cabeza. Frente a la puerta que marcaba un 3-62, Jaqueline abrió y ambos ingresaron.
Al entrar, encontró una habitación ordenada y limpia. La sala, la cocina, todo parecía estar ordenado y en condiciones. Taro la guió a la segunda puerta en el interior y al abrirla encontró una recámara igual que las otras, ordenada, limpia y con aroma a chocolate. Dejó al chico en la cama, que se quedó en la misma posición y seguro permanecería así lo que restaba de madrugada.
— Gracias por una bella noche, pretty girl— le dijo Taro entre suspiros de cansancio.
— Gracia a ti Taro. Te devolveré tu auto mañana— le dijo ella.
— No te apures. Ve con cuidado— murmuró el castaño con los ojos cerrados, como si hablara entre sueños. Jaqueline sonrió y se acercó. No había posibilidades de que se cruzara de nuevo con él. Besó su frente con ternura. Taro abrió grandes los ojos y sus orbes chocolate se fusionaron al instante con las avellanas de ella. Sonriendo y volviendo a cerrar los ojos, Taro suspiró.
— Por cierto— le llamó Jaqueline dirigiéndose a la puerta— Me llamo Jaqueline…
Apunto estaba de salir y cerrar tras de sí, cuando Misaki pegó un salto y quedó sentado en la cama.
— ¡Hey! ¡Pretty girl! ¡Esa falda que llevas…! ¡Es tan sexy…!— exclamó como bobo y un segundo después cayó de espaldas contra el colchón. Sin poder evitarlo, Jaqueline sonrió divertida y cerró la puerta antes de abandonar aquel lugar.
Continuará…
N/F:
* Ningún personaje de Captain me pertenece. Todo es de Yoichi y SheiShua.
* Noche de Copas es la primera entrega de la colección **Mundial de Locos** (detalles en mi perfil) perteneciente al apartado -Rumbo al Mundial-.
* Jaqueline Balizari es un OC propiedad de JulietaG.28.
* Cocteles: Cosmopolitan (vodka, hielo, jugo de limón y arándanos), Gimlet (vodka, hielo, jugo de lima), Black Russian (vodka, hielo, crema de café).
* Banda Sonora: Caldonia (Woody Herman), Jumping at the woodside (Count Basie).
JulietaG.28
Última actualización: Marzo 10, 2015.
