CAPÍTULO I: EMPEZÓ CON UNA FIESTA
Y Harry volvió a tropezar. Por primera vez en su vida, Harry se sintió feliz en Privet Drive cuando su primo le invitó a jugar aquel partido de beisbol. Y al principio todo iba bien.
Hasta el primer bolazo. A partir de ahí, el partido se convirtió en un intento constante de golpear a Harry con la bola, o de hacerle tropezar cada vez que corría por las bases, o impedirle coger la pelota cuando era golpeada con un bate...
-Y el pequeño Harry vuelve a batear. ¿Qué pasará ahora? - no sabía por qué no abandonaba aquella estupidez. Corrió hasta la primera base, la pisó y siguió corriendo, instantes antes de que el que estaba ahí para frenarle recibiera la pelota. A lo mejor incluso conseguía la carrera.
Sorteó la segunda base y los inútiles intentos por tirarle al suelo, y llegó casi sin dificultades a la tercera base.
Y cuando estaba apunto de pisar la cuarta, la bola se estrelló contra su espalda y lo hizo caer hacia el frente. Duddley se acercaba riendo mientras Harry se arrastraba por el suelo, intentando alcanzar la última base.
Pero una patada en el estómago se lo impidió, poniéndolo boca arriba. Después, una bota pisó su pecho con fuerza, arrebatándole todo el aire que había en sus pulmones.
-Vamos ya, gran D. Una cosa es reírnos un rato, y otra es pasarnos como lo estamos haciendo.
-¿Hay algún inconveniente? - preguntó su primo con furia a uno de sus amigos, que empezaban a formar un corro alrededor del joven mago.
-No, no... - el aspecto de su primo era amenazador. Había empezado a practicar boxeo, algo que podía percibirse al ver sus increíblemente musculosos brazos, y cualquier puñetazo que propinara podía haber mucho daño.
Y Harry fue levantado y sujetado por dos amigos de Duddley, momentos antes de que su primo propinara el puñetazo más fuerte que nunca antes hubiera recibido. Se dobló por el dolor, y después recibió otro puñetazo en el rostro, que le hizo trastabillar hacia atrás antes de caer al suelo.
Se llevó la mano a la nariz y comprobó que estaba sangrando.
-¿Has tenido ya suficiente? - preguntó otro de los compañeros a su primo.
-No, le voy a hacer pagar todo lo que me ha hecho... - pero antes de que Duddley le volviera a golpear, algo ocurrió. La mirada de Harry estaba fija en el cielo, así que no pudo ver nada de lo que estaba ocurriendo, pero de pronto una mano rodeaba su brazo y lo ayudaba a levantarse.
-Hola – saludó un chico que parecía tener su edad. Llevaba el cabello castaño corto y rebelde, y vestía con una camiseta ancha y totalmente negra de manga larga y unos vaqueros.
Pero quien le ayudaba a levantarse no era aquel chico, sino una chica de la misma edad, de cabello largo y oscuro, pero sin llegar al tono azabache del de Harry. Llevaba una camiseta de manga corta ajustada y unos vaqueros negros.
-Me llamo Steven, y ella es Marta. Es un placer conocerte – continuó el chico.
-Yo me llamo Harry, encantado – le dirigió una sonrisa a Marta mientras se colocaba las gafas con la palma de la mano -. Gracias por ayudarme.
-No hay de que, Harry Potter – aquello le hizo paralizarse durante un instante. ¿Habían dicho Potter? ¿Acaso le conocían?
Se intentó tranquilizar a si mismo recordando lo mal que hablaban sus tíos de él, y pensó que en Privet Drive debía ser tan famoso como en el mundo mágico.
-Por cierto, ¿sois nuevos aquí? No me suena haberos visto antes, y además nadie de por aquí le hace frente a mi primo.
-Sí. Desde... - de pronto la mirada de Steven se tornó triste, pero continuó hablando – la muerte de nuestros padres, hemos estado buscando casa. No tenemos mucho dinero, y pensamos que una pequeña casa en un barrio alejado de la ciudad a lo mejor era barata. Y lo fue.
-Conseguimos independizarnos, y de momento nos va bien – continuó explicando Marta -. Mi hermano trabaja durante el verano de camarero en un restaurante de lujo, y le pagan bien. Yo me encargo de las tareas del hogar.
-¿Y qué hacéis a lo largo del año? - quiso saber el joven mago.
-Buena pregunta. Éste es nuestro primer año solos, así que no sabemos lo que hacer. Pero hemos conseguido una beca para un internado, así que no tenemos que preocuparnos de nada, ni comida, ni estudios – siguió hablando Steven.
-¿Y en qué colegio? - no sabía por qué, pero Harry cada vez quería saber más.
-No es muy conocido. No importa, la verdad. Estoy seguro de que nadie en Privet Drive lo conoce...
-Bueno, Harry, ha sido un placer conocerte – interrumpió Marta con una sonrisa –. Ya quedaremos otro día. Nuestra casa es el numero dieciocho – y se despidió con un pequeño beso en la mejilla, cosa que provocó un cierto rubor en Harry, pero se apresuró a devolverlo.
-De acuerdo. Nos vemos – pero para cuando quiso darse cuenta, ellos ya estaban bastante lejos de él.
Empezó a caminar hacia su casa, con las manos en los bolsillos. Su forma de moverse era despreocupada, ignorando todo lo que ocurría a su alrededor.
Un grupo de varias chicas estaban tumbadas sobre una pradera con pequeños bikinis que apenas eran capaces de cubrir sus recién desarrollados cuerpos.
Harry sintió de pronto un vacío en el estómago, y mariposas bailando en su interior. Cuando vio como una levantaba la pierna y empezaba a darle la crema solar, Harry supo que lo estaban provocando. Y cuando una de las chicas lo llamó, estuvo a punto de negarse.
Pero, al fin y al cabo, no importaba demasiado que lo utilizaran como conejillo de indias para seducirle. Así que corrió hacia ellas.
-Hola, chicas – saludó, intentando fingir superioridad y arrogancia.
Una de ellas se rió, pero después otra le miró fijamente y le hizo un gesto con la mano. Era la que le había llamado anteriormente.
-Perdona, es que queríamos saber si un chico tan... guapo como tú... - sus labios se habían colocado a escasos centímetros de los del joven mago, que empezaba a temblar. Nunca se le habían dado bien las chicas, y aquellas, que debían ser universitarias, peor todavía – tenía algo que hacer esta noche.
-¿Ppp-por qué? - intentó preguntar Harry, aunque no sabía si le habían entendido bien.
-Es que, no sé, vamos a ir muchas chicas, pero faltan los chicos, solo irán tres o cuatro. Tal vez nos vendría bien que venga más gente, por eso de cuantos más mejor – esta vez la chica que había hablado se había mantenido callada hasta el momento. Llevaba las dos piezas del bañador de color negro, bastante ajustado, y su cabello moreno caía liso sobre su piel tostada por el sol.
-Por supuesto. Nos vemos... esta noche.
Intentó apresurarse y salir corriendo, pero una mano se lo impidió. Algo sujetaba su muñeca, y cuando se giró vio a una de las chicas de pie, frente a él. Se sorprendió al ver que era más alto, pues debía tener tres o cuatro años menos que ella.
-Te olvidas de dos cosas. La primera es que la fiesta es en el número doce, a las doce y cuarto, y la segunda es un regalo por asistir a la fiesta – la chica se pegó a él todo lo que pudo, y después le besó. Aquel era su segundo beso, aunque pensándolo bien, él nunca había besado a nadie. Le habían besado a él. Y aunque en esa ocasión, como en la anterior, disfrutaba del beso, él no lo correspondía.
-Gra... gracias – murmuró.
-¿Por qué eres tan tímido? - la chica no se apartó, y a pesar de haber dejado de besarle, siguió pegado a él.
-Esta en mi naturaleza... - replicó él, intentando separarse.
-Pues espero que esta noche puedas mantener tu naturaleza a raya – contestó ella, con un deje pícaro en la voz antes de volver a pegar sus labios a los del joven. Esta vez no fue largo como el anterior, sino algo fugaz y rápido, tan repentino que sorprendió a Harry, y que acabo antes de que se diera cuenta de lo que había ocurrido -. Por cierto, me llamo Lara. Recuérdalo, y nos vemos esta noche – se alejó entre risas.
Harry no cabía en si de gozo. Empezó a correr, agitando los brazos, dejando que el viento azotara con fuerza su rostro. No le importaba lo que la gente pensara de él, aquel verano podría ser interesante.
-¿Qué estabas haciendo, Steve? - Marta parecía ligeramente irritada. Un vaso de cristal se levantó solo en el aire, y voló hacia su hermano, que no tuvo más remedio que interponer una bandeja de plata que había a medio metro, alzándola como un escudo -. ¿Por qué le salvaste? - esta vez no fue un simple vaso, sino una silla la que voló hacia él, pero una mesa de madera la frenó.
-No iba a dejar que siguieran abusando de él. Vamos, Marta, estoy seguro de que tú también lo has notado – argumentaba Steven frente a su hermana, mientras convocaba los diversos objetos de la casa para protegerle de la ira de su hermana -. Si llega a liberar su poder hoy, aquellos chicos hubieran muerto.
-¡Para eso estábamos ahí! ¡Para contener su poder! - la ira cada vez crecía más dentro de la chica, e incluso llegó a enviarle un cuchillo.
-¡NO HUBIÉRAMOS PODIDO! - estalló finalmente Steven -. Ni siquiera sé si hubiéramos sobrevivido. Ese chico tiene un poder asombroso.
Marta estaba dispuesta a atacarle de nuevo, pero se contuvo. ¿Qué estaba haciendo? Aquellos ataques de rabia... si pasaba eso en Hogwarts y su hermano no estaba allí, alguien podría resultar herido.
Steven agitó la mano derecha y todo volvió al mismo estado en el que estaba antes de que empezara la batalla. Nada fuera de su sitio, nada roto, como si nada hubiera pasado.
-Para alguien que se fija en mí – refunfuño Marta, refugiándose entre los brazos de su hermano.
-No te preocupes, Marta – Steven acarició su cabello liso -. En Hogwarts todo cambiará para bien. Solo tienes que esperar dos meses.
La música estaba muy alta para su gusto. La única bebida que había era cerveza con alcohol, y debía ser el único varón allí, porque lo único que veía era una enorme masa de chicas bailando obscenamente, con prácticamente nada de ropa cubriendo sus cuerpos.
-¿Te lo estás pasando bien? - preguntó una voz conocida a su espalda. Era Lara.
A Harry le costaba creer lo que le estaba pasando. Solo tenía dieciséis años y ya estaba en una fiesta con chicas universitarias, que además eran todas muy atractivas. Incluso una de ellas le había besado.
Parecía irreal que aquel paraíso abriese sus puertas para él, al menos durante esa noche.
-Bueno, de momento no he tenido el placer de conocer a tus amigas – Harry se dijo a si mismo que tenía que perder la timidez de una vez -. Aunque contigo tengo más que suficiente.
Lara dejó escapar una carcajada, que apenas se escuchó entre todo el barullo. Después, se acercó al joven y le besó de la misma forma que la última vez que lo había hecho, fugazmente. Aunque Harry sintió una ligera corriente eléctrica atravesar su espina dorsal, mientras sus labios, de sabor salado como el mar, se volvían a separar.
-Parece que has hecho caso a mi consejo – en la mano tenía una cerveza. La apuró y la dejó sobre la barra, donde ella y Harry se encontraban -. Eso está muy bien. Creo que has ganado un premio.
-¿Y cuál es ese premio? - quiso saber el joven, pero de pronto la puerta de la casa, no muy lejos de donde estaban, se abrió repentinamente, y varios policías entraron, desplegándose por toda la sala y apuntando con las pistolas a todo el mundo.
Harry no tuvo más remedio que alzar las manos, mientras intentaba apartar de él toda bebida alcohólica disimuladamente.
La música cesó de repente. Harry nunca llegó a saber si era producida por un DJ, o por un simple reproductor, aunque se inclinaba más por la segunda opción debido a que no había visto a nadie en algún lugar elevado, donde según las películas que había visto, estaban los DJ.
Le pareció extraño el haberse puesto a pensar en algo como aquello en esos momentos, en los que los policías apuntaban una y otra vez a todo el mundo con las armas.
-¿Es normal que ahora no me divierta? - preguntó Harry a Lara en voz baja, con ironía.
-¡¿Qué estáis cuchicheando?! - quiso saber uno de los agentes de la ley.
-Solo me decía que la fiesta ya no era tan divertida ahora – contestó Lara, con una sonrisa.
-Qué gracia... - dijo el agente con ironía.
No sabía por qué, pero el joven mago notaba como su sangre recorría sus venas, caliente como el fuego de un dragón. Se vio a si mismo con la varita alzada, apuntando al guardia, y después conjurando cualquier maldición ridícula pero a la vez molesta. El tragababosas que utilizó Malfoy contra Ron en segundo podría servir, o alguno con efecto laxante... muchas podrían ser efectivas y a la vez divertidas.
¿Pero en qué estaba pensando? Si aquello le hubiera ocurrido dos horas antes, no pensaría tanto en atacar con maldiciones a los policías sino más bien en como salir de aquel lío.
Aunque la sonrisa despreocupada de Lara le hizo replantearse seriamente el continuar siendo aquel nuevo chico que gustaba a las chicas, salía de fiesta con universitarias, y posiblemente sería popular dentro de poco tiempo.
Hola gente!! Aquí está finalmente. Me pasé una semana desarrollando gran parte de la trama, y escribí los dos primeros capítulos demasiado rápido para tener algo de margen a la hora de publicar. Intentaré colgar dos capítulos a la semana, aunque no prometo nada.
Me gustaría pediros, al igual que pone en mi perfil, que si leéis esta historia, dejéis reviews, porque cuantos más reciba, más me animo, y al menos sé si mi historia gusta o no, para poder continuarla como hasta ese momento o corregirla.
He de advertir que la historia va a tener bastantes momentos subiditos de tono, e incluso escenas de desnudez, pero en ningún momento se va a narrar el sexo explícito, porque el fic está orientado a gente de alrededor de trece años en adelante.
Sin más que decir me despido!! Vuelvo a suplicar que dejéis reviews, me haríais el hombre más feliz del mundo (tal vez no tanto, pero sí que me haría ilusión)
