Y ahí estaba yo, de nuevo esperando el momento en el que pudiese hablarte y ver tu cara… no sabes cómo aún lo deseo a cada momento.
Me senté en aquella banca, viendo cómo cambiaba tu expresión con rapidez mientras peleabas y le tirabas insultos a Kon.
Suspiré. ¿Acaso yo ni siquiera te servía para pelear a veces? "No", me dije. "Lo que sucede es que no sientes lo mismo que yo y no estás pendiente de mí todo el día…No sabes lo que es sentir tantas cosas a la vez por alguien que sabes que nunca se fijará en ti"
Miraba tu cara incrédula, imaginándome qué pasaría si dirigieras tu mirada hacia mí en ese preciso instante… ¿Cómo reaccionaría?, definitivamente no con toda naturalidad… cada día la iba perdiendo y sentía que mis miradas hacia ti eran cada vez más obvias.
Por un instante pensé que eso sería algo bueno porque existía la posibilidad de que te dieras cuenta de que…
"¿Pero qué me está pasando? Creo que si te lo dijera en la cara… ni siquiera ahí te lo creerías. No puedo esperar a que te des cuenta solo pero tampoco puedo decirte a la cara porque…soy una cobarde"
Pasaron unos cuantos días y ya sentía que me estaba enfermando… que no podía con todo esto.
—¿Rukia? —me dijiste mientras intentabas descifrar qué era lo que estaba escondiendo—. Estás extraña… ¿Te pasa algo? ¿Estás enferma?
—No pasa nada—mentí—. Estás en mi habitación y quiero que salgas.
Tus labios dibujaron una línea recta e inexpresiva… en tus ojos no había rabia más bien era como si… como si estuvieses muerto por dentro.
Me dolía el corazón verte así porque a pesar de que yo sabía que no me querías de la misma manera que yo te quería a ti… te preocupabas de mí porque te había encariñado conmigo después de tantas aventuras juntos y sobre todo porque… porque eras mi amigo.
En realidad no pedía mucho… yo sólo pedía una sonrisa tuya y tu amistad. Eso me bastaba para sobrevivir, no para ser feliz pero sí para sobrevivir.
Hoy me acompañaste a caminar por la misma plaza… y nos sentamos en aquella banca cerca del gran árbol que allí había.
—Eh…
—No digas nada—te dije mientras ponía uno de mis dedos sobre tus labios. Sentía que se me erizaba la piel al tacto—. Sé lo que me vas a decir. Sólo quería decirte que no te preocuparas… Así soy yo, es mi forma de ser. No significa que esté triste o que necesite algo. En serio.
Asentiste y me miraste como si quisieras transmitir mil cosas que no comprendí y de pronto, como si me estuvieras leyendo la mente tu rostro se iluminó y esbozaste una sonrisa.
Te levantaste de la banca y esperaste a que te siguiera.
Me levanté con pesar y te dediqué una sonrisa verdadera. La sonrisa más verdadera que le podría haber dedicado a alguien.
Yo sabía que lo más probable era que nunca me miraras como algo más… sabía que para ti siempre iba a ser simplemente Rukia pero aquel día uno de mis sueños más preciados se había cumplido: Habías sonreído para mí y sólo para mí.
