Los tonos anaranjados del firmamento y la suave brisa cálida dieron comienzo a la primavera en la región de Teselia. Estaba ya atardeciendo cuando ella llegó a Ciudad Mayolica, lugar de inolvidables recuerdos y reflexiones.
El reloj marcaba las siete cuando Touko cruzó el límite que cortaba la Ruta 4 y se adentró a la concurrida ciudad. Las luces que se encontraban a los costados de las calles comenzaban a intensificarse a medida que la luz del sol iba apaciguándose. Iba a comenzar a oscurecer y ella aún no tenía planes para pasar la noche.

Aquél olor primaveral traía hermosos recuerdos a la mente de Touko. El metro batalla, el Estadio, el Gimnasio Pokémon, donde ella había conseguido su medalla Voltio hacía ya dos años, el centro Musical Pokémon, y el pequeño Parque de Diversiones anexado a la ciudad, donde se hallaba la magnífica Noria.
La Noria. ¿Por qué para ella significaba tanto? Tal vez el simple hecho de ver los paisajes de la Región le resultaba hermoso.
Pero no, había algo más. Un día, hacía ya dos años, ella había hablado con alguien, aunque ella no recordaba con quién. Aquélla persona era la dueña de una parte de su corazón, pues él (o ella) había cambiado completamente su vida. ¿Le daría el tiempo para subir a la Noria una vez más? Quería revivir las sensaciones de aquél día.
Touko corrió hacia el parque de diversiones, intentando hacer que el tiempo corriera más lentamente y la Noria no cerrara.
Un conjunto de sentimientos comenzó a formarse en su estómago, pero ella iba a evitarlo, después de haber pasado por tantas situaciones, no se podía permitir ser débil. Ni tampoco dejar que las personas se dieran cuenta de su sensibilidad.
La vista de la Noria se hacía cada vez más cercana, las formas comenzaban a definirse y el tumulto de gente comenzaba a disiparse.

De pronto, lo notó.
Una persona estaba parada en la entrada de la Noria, mirando hacia su alrededor. Un joven de cabello largo y verde, vestido de blanco y negro. Aquella persona…¿Por qué le resultaba tan familiar?
—To-Touko— susurró él, cuando notó la presencia de la muchacha— Al fin…Al fin te he encontrado—

Los ojos de la muchacha se iluminaron, había recordado quién era él. ¿Cómo podía haberlo olvidado? ¿¡Cómo olvidar a aquél que había penetrado en su corazón y había logrado que ella reflexionara sobre el mundo!? ¿¡Cómo olvidar a aquél del cual ella se había llegado a enamorar!? No lo sabía, pero había sucedido.
Ahora, dos años después, él se encontraba frente a ella de nuevo, en el mismo lugar donde ella había encontrado sus sentimientos. N había regresado, estaba allí, y la estaba buscando.
¿Pero cómo olvidar a N? Aquél cuyo ideal era liberar a los Pokémon, crear un mundo en el cual ellos lograsen vivir en Armonía, lejos de los humanos. Aquél cuyos enigmas habían penetrado en la mente de Touko, quien no sabía qué pensar sobre él, aunque estaba segura de que en el fondo, él no era una mala persona.
Y es cierto, aquél joven había sido controlado por su padre, Ghechis, el líder del Equipo Plasma, el cual se dedicaba a robar los Pokémon de la gente, con el fin de "liberarlos". N no era malo, él solo seguía su corazón, aunque se encontrase manipulado por Ghechis. Touko recordaba sus batallas contra él, sus palabras, y la forma en la cual él se dirigía hacia sus Pókemon.

N era una persona muy compleja, aunque libre y soñador. Su ideal de vida natural y pacífica le otorgaba un matiz misterioso, el cual Touko no conocía totalmente.
Pero la incógnita era simple, ¿Qué hacía él allí? ¿Por qué la estaba llamando? ¿A qué se refería con sus palabras? La emoción llenó su estómago, pero ella no iba a dejar que él lo notase.
—¿N?— preguntó ella, intentando contener las lágrimas.—¿Tu qu-qué haces aquí?
—Buscándote— respondió con una sonrisa—¿Cómo no buscar a la persona que cambió mi ser? Han pasado dos años, lo sé, pero mis sentimientos no han cambiado en lo absoluto. Aquélla batalla que perdí contra ti, ¿Sabes todas las cosas que he aprendido tan solo luchando contigo? Ahora entiendo, Touko, que los Pokémon no sufren en las batallas. Ellos son felices, pues cuando están equilibrados con sus entrenadores, y estos presentan una amistad pura y sincera con ellos, estos disfrutan de batallar junto a sus entrenadores. Tal vez esté exagerando cuando hablo sobre mis ideales, o tal vez me deje llevar en mis palabras, pero no importa ya, pues he aprendido de ti tantas cosas, tantas inseguridades han sido aclaradas gracias a ti. ¿Tienes idea de lo que he pasado hasta ahora? ¿Todo lo que sufrí? ¡Mi padre no entiende, no logra entenderme y tan solo quiere usar a los Pokémon como objetos para el mal! Aunque ya se ha aclarado, todo ha salido bien Touko, las aguas ya se han calmado gracias a una entrenadora que ha aparecido este año. ¿Sabes? Ella me recordaba a ti. Pero nadie puede igualarte, Touko, nadie es como tú. Fuiste la primera en cambiarme, en modificar mi visión, en abrirme los ojos hacia algo que va más allá de mí: El amor de los humanos hacia sus Pókemon. ¿Cómo pude haber sido tan ciego? No lo sé —hizo una pausa mientras meneaba su cabeza en gesto de negación— Pero…pero lo que sí sé, es que ya no estoy ciego. Ahora lo entiendo todo, y es gracias a ti. — Terminó su frase extendiendo una mano hacia la muchacha— ¿Subes conmigo a la Noria?

Touko bajó la cabeza y asintió suavemente. Ahora había recordado hasta el más mínimo detalle.
Hacía dos años que ellos no se veían, pero podía recordar como él le hablaba en esos momentos, y como era su pensamiento. Ella sabía bien que no podía fiarse de él tan solo por las palabras que le acababa de decir, pero algo en su interior le decía que la mejor opción era subir con él. Era esa misma sensación que había hecho que ella se subiera con él dos años atrás. Algo le decía que junto a él, todo iba a estar bien.
La muchacha extendió lentamente su mano para estrecharla con la de N. Él la guió hacia una cabina de la Noria, en la cual ambos se sentaron juntos.
Algo avergonzada, Touko soltó la suave mano de N, para arrinconarse en un costado de la cabina.
— ¿Qué sucede?—preguntó N, acercándose nuevamente hacia ella. — ¿Hay algo que te molesta?
—Cuando te conocí—comenzó Touko— me hablaste de tus ideales, de tu supuesto mundo. Estabas a cargo del Equipo Plasma, ¿Cierto? Me hablaste de las batallas, del sufrimiento de los Pókemon. ¿Cómo es que tan repentinamente has cambiado tu pensamiento? Recuerdo que luchamos varias veces. ¿Tu recuerdas ello? Aunque odiabas las batallas Pókemon, igualmente luchaste contra mí, ¿No es esa una forma de contradecirte? ¿No estabas haciendo sufrir a tus Pókemon, como decías? Yo…yo realmente he sentido algo al estar contigo, pero no soy alguien débil, ¿sabes? He ganado la Liga Pókemon, te he derrotado, a ti y a tu Zekrom, y he intentado contra toda inseguridad, creerte. ¿Eres la buena persona que aparentas ser? Quisiera decir que sí, N, pero yo no sé prácticamente nada sobre ti, nunca me lo has dicho. ¿Cómo puedo confiar en alguien como tú, si ni siquiera se tu nombre? No puedo dejarme llevar por ti. ¡Soy una persona fuerte, lo soy! y tú también lo eres, pero sigues otro camino, ¿cierto?—inevitablemente, comenzó a llorar—Tú…tú has logrado hacerme reflexionar, lograste que yo me replanteara algunas cosas sobre mí y sobre los Pókemon, pero no puedo evitar pensar que tú eres mi enemigo.
—Lo sé—dijo N, con un dejo amargo en su voz— Pero yo no soy tu enemigo. Yo he cambiado bastante gracias a ti. Y si quieres saber más sobre mí, te lo diré, pero no aquí.
— ¿Y dónde piensas hacerlo? ¿A caso quieres volver a verme?—escupió Touko secándose las lágrimas.
—Sí.

N se levantó bruscamente y abrazó a Touko. Esta se resistió, pero pronto se vio atrapada en ese cálido abrazo.
Las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos, pero esta vez logró contenerlas. N la abrazaba con fuerza, y ella logró notar que ahora era él el que estaba llorando sobre ella. Touko pasó un brazo por la espalda de N, acomodándolo en su pecho. ¿A qué se debía esto? ¿Tan repentinamente? La Noria ya estaba terminando su recorrido, pero parecía que a él no le importaba, solamente quería encontrarse en los brazos de Touko.
—Durante dos años…te busqué—susurró N, mientras calmaba sus lágrimas—Ahora no dejaré que te vuelvas a ir
—Fuiste tú el que huyó— dijo Touko, aunque no dejó de abrazar al muchacho— Tú te fuiste.
La Noria se detuvo, estaban de nuevo en tierra firme.

N se separó de Touko y ambos se bajaron de su cabina. Él la miró por unos instantes, pero ella intentó evitar sus ojos. N tomó su mano e intentó guiarla con él, pero ella se soltó y salió corriendo.
¿Qué había sido todo eso? Esa pregunta estaba ahora en su mente. Sabía que acababa de encontrarse con N, de quien ella estaba enamorada, y al parecer él también de ella. Pero eso no significaba nada, ¿Acaso él no era su enemigo? ¿No se habían enfrentado varias veces? Y ella lo había vencido. Pero…¿Vencerlo qué había significado?

2

La noche ya se había instalado en el firmamento de Ciudad Mayolica, la brisa había calmado y Touko seguía sin un lugar en el cual pasar la noche. Ese día había sido muy largo.

Caminó lentamente por las ya vacías calles de la ciudad. El eco de sus pies resonaba en sus oídos. Estaba acostumbrada a la soledad, aunque aun así, extrañaba la compañía de sus amigos. ¿Qué será ahora de Cheren y de Bianca? ¿A caso la profesora Juniper no había dicho que Cheren era ahora líder de un Gimnasio Pokémon? Ella no podía creer todo lo que se había perdido en esos dos años de búsqueda, pues Touko se había dedicado a completar su Pokédex, viajar a otras regiones y ganar batallas pokémon, pero… ¿Cuánto había dejado de lado por ello? Tan solo había hablado con Cheren y Bianca dos veces desde que su viaje a otras regiones había iniciado, y esto le infringía un profundo dolor en su ser. Pero las cosas no estaban tan mal, tal vez ellos estaban bien sin ella, o tal vez ya la olvidaron…pero era mejor no pensar en ello. Había estado lo suficientemente ocupada como para verse con ellos, y aunque los extrañara, ella debía ser fuerte, resistir, luchar.
Un ruido se sintió en los alrededores. Seguramente habría sido alguna persona que aún se encontraba rondando en la calle, o un Pókemon salvaje. ¿Por qué debía preocuparse por ello? ¿Acaso no había pasado por situaciones más abrumadoras y lúgubres? Siguió caminando e ignoró que el ruido se hacía cada vez más intenso.
De pronto, dos personas vestidas de negro salieron de detrás de un edificio. ¿Quiénes eran? En su pecho, se podía ver la particular insignia del Equipo Plasma, ¿Pero N no había dicho que "las aguas ya se han calmado"? ¿A qué se había referido? ¿El Equipo Plasma se había desintegrado? Si eso era así, la situación actual no era muy coherente, pues aquellas personas tenían aquél logotipo inconfundible del Equipo Plasma, al cual ella pensó, nunca volvería a enfrentar.
—Esta es— afirmó una de las personas— Ésta es la que se encontraba junto al Traidor N.

Touko tomó una Pokébola entre sus manos. Si algún miembro del Equipo Plasma se atrevía a intentar lastimarla, ella contraatacaría.
Efectivamente, los miembros del Equipo Plasma invocaron a sus Pókemon. Un Seviper y un Zangoose. "¿Solo eso?" Pensó Touko, mientras sonreía triunfalmente.
— ¡Ve, Serperior!—gritó, mientras lanzaba su pokébola en dirección a sus enemigos.

3

Se respiraba un ambiente tenso. Touko estaba dando todo su potencial, y al parecer los miembros del Equipo Plasma también. Después de una lluvia de ataques de Zangoose, Seviper había rematado con "Cargatóxica" de parte de Seviper.
Serperior se había debilitado, ¿Cómo era posible? Touko sabía que había entrenado perfectamente a su Serperior desde que la profesora Juniper se lo otorgó cuando era solamente un Sniivy.
De pronto, se dio cuenta de algo importante. Serperior era el único Pokémon que llevaba consigo desde el día anterior. Sus otros Pokémon se encontraban descansando en un Centro Pokémon, pues la idea de Touko no era principalmente seguir luchando, sino recorrer los lugares que habían marcado sus inicios como entrenadora Pokémon. ¿Cómo podía haber sido tan necia? A veces se sorprendía a ella misma.
Movió negativamente su cabeza, intentando generar intriga. Tal vez había alguna forma de ahuyentar a los miembros del Equipo Plasma sin necesidad de seguir luchando.
— ¿Qué pasa, pequeña?— dijo uno de ambos miembros, con un tono burlón en la voz. — ¿Te has quedado sin Pókemon, novata?

La rabia comenzó a invadir su ser. Nadie la llamaba novata y vivía para contarlo. Touko comenzó a correr en dirección hacia los miembros del Equipo Plasma, pero Zangoose se interpuso.
— ¡Liquídala, Zangoose!—ordenó— ¡Usa "Cola Férrea"!
Touko se quedó paralizada. El ataque que estaba a punto de recibir podía causarle mucho daño, e incluso dejarla inconsciente. ¿Qué debía hacer ahora? Si no hubiese sido tan necia, no se encontraría en estas condiciones.
Fue entonces cuando una sombra se interpuso entre Zangoose y ella. Algo acababa de salir de entre unos arbustos y ahora estaba sirviéndole de escudo a Touko.
— ¡Corre!—dijo la sombra— ¡Escapa ahora!