Este pequeño Fic está inspirado en las canciones "Miezaru Ude" (el brazo invisible), "Hiiro no Fuusha" (el molino rojo) y "Sajin no kanata he" de REVO.
Yo a Revo lo conocí mucho antes de Shingeki, cuando hizo una colaboración con Yuki Kajiura para crear "Dream Port" donde compusieron "Sajin…" (Amé que Revo hiciera que Yuki Kajiura cantara, desde ahí se robó mi corazón). Revo en su proyecto "Sound Horizon" (mucho antes de Linked) hacía como obras de teatro musicales, muy hermosas. Entre ellas está "Roman", donde viene Miezaru y Hiiro.
Para que las/los "laurant" (así se hacen llamar los fans de Revo y que pueden llegar a ser una pesadilla) no empiecen con sus cosas: repito que está inspirado. No es exacto, no es plagio, no es copia ni nada de eso; es más, ni siquiera sigue al pie de la letra la lírica. Solo me inspiré y ya.
Los diálogos estarán en francés. Me disculpo de antemano por la gramática, sé francés básico e hice mi mejor esfuerzo por escribirlo bien. Y no pienso traducirlos porque le quitaría el encanto.
Disclaimer: Les recuerdo que esto es un FanFiction por lo cual los personajes pertenecen a su creador: Hajime Isayama.
Si sientes que mi imaginación no te agrada, hay un mundo afuera por descubrir :)
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CAPÍTULO 1. MIEZARU UDE.
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Ah, este brazo invisible de un dolor que quema
Fantasma de dolor que solo con licor puede dormir…
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Se escuchó una voz cuando los estruendos de los cañones callaron:
-Suivez à Levi lieutenant!
Se libraba la primera Guerra Mundial. Y como todos los hombres que cumplían los requisitos para estar en el campo de batalla, se encontraba un hombre de baja estatura, tez blanca, cabello negro y semblante malhumorado, dirigiendo un grupo de soldados. Él luchaba por su patria: Francia.
La guerra nunca es como lo cuentan en las historias. En el campo de batalla no hay distinción entre hombres, mujeres, niños e indefensos sin arma. Solo importa la victoria y en segundo término la supervivencia. Y la batalla en donde se encontraba, la victoria era un honor que perseguía sin importar perder la vida. Prefería morir antes que ser vencido en batalla. Le prometió a su esposa llegaría con la victoria, no con la derrota. No permitiría fallarle a su mujer. Y tampoco se fallaría a sí mismo.
El teniente Levi se quedó hasta atrás vigilando que todos sus subordinados entraran al bosque para correr de manera más segura hacia la trinchera más cercana y desde ahí seguir con el combate. Cuando se cercioró de esto, él también corrió al bosque para cubrirse en una madriguera natural y recargar su arma; tenía que protegerse en el trayecto. Pero no pudo hacerlo a tiempo. La bala de un cañón cayó cercana al lugar donde se encontraba, haciendo que por el fuerte estruendo y el polvo que salió disparado hacia él, soltara el arma de fuego y ésta saliera disparada por los aires.
Inmediatamente se puso en pie. Tendría que correr sin arma de fuego hasta la trinchera con sus subordinados para reorganizar la formación de batalla. El que esa bala de cañón llegara a ese lugar indicaba que estaban perdiendo terreno. Y eso significaba una derrota que no estaba dispuesto a aceptar.
Comenzó a correr con los sentidos ensordecidos por el estruendo. Y en medio del bosque crepuscular, sus pasos se toparon de frente con un hombre alto, rubio, ojos de color azul y ceja prominente. Tenía el rostro igual que él, impregnado de suciedad, sangre, sudor y pólvora. Eran iguales, dos hombres que luchaban por la victoria y supervivencia. Pero no estaban en el mismo bando que anhelaba los más altos laureles. Y su uniforme lo delataba. Era un alemán; era el enemigo.
Aunque ambos estaban en la misma situación, sin armas de fuego, no por ello significaba una tregua. Eran enemigos. Ambos eran cabezas de ejércitos totalmente opuestos. Y ambos lucharían por lo suyo. Ambos sacaron una daga que escondían en sus fundas pendientes en el cinto de su pantalón. No cederían el paso a su contrincante.
Y fue así como en el bosque crepuscular de las bestias antiguas dos hombres estaban reunidos en el campo de batalla:
El guerrero dorado.
El guerrero oscuro.
¿Quién es el agresor? ¿Quién es la víctima? Eso se decidiría en una batalla cuerpo a cuerpo, midiendo sus habilidades. Una larga batalla teniendo como fondo cuerpos apilados. El cansancio era algo que pasaba en segundo término, al calor de la lucha que estaban librando. Era todo o nada. Era la vida o la muerte. Y ninguno de los dos aceptaría la segunda opción. En un movimiento rápido, una hoja filosa brilló de un hermoso color rojo en los últimos destellos del sol.
La daga se clavó por en el antebrazo por encima del codo y arrastró el filo hasta volverlo a sacar.
-¡Aaaaaaaah! –El guerrero oscuro gritó.
Levi gritó de dolor: le habían desgarrado por completo la conexión que tenía el músculo del antebrazo con el codo. Al saberse victorioso, el guerrero dorado se alejó del sitio. Ambos estaban solos y en la condición en que había dejado a su contrincante no le permitiría sobrevivir en medio del bosque, sin atención.
Moblit, uno de los subordinados del francés llegó a su rescate. En medio de su dolor y semiinconsciencia, recordó la primera vez que hizo el amor con su esposa.
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Despertó asaltado por la pesadilla de sus recuerdos. Para él, había sido un golpe bajo a su hombría el haber sido herido en medio del campo de batalla. El sol le caló la vista. Cerró los ojos, recordando las palabras que le dieron antes de ser enviado de regreso a casa:
"-Tu n'est pas necesaire. Tu est un nuisance. Retour où votre femme."
Fue la sentencia que escuchó Levi por parte del Comandante Carlo Pikel. Levi deseaba regresar a su casa con orgullo de victoria y no de la manera deplorable en la que llegó: sin un brazo. Por el sangrado imparable y las profundas heridas tuvieron que amputárselo.
La muerte hubiese mucho más noble y honrosa que la situación en la que se encontraba. Enfureció en demasía. Se entregó al vicio del alcohol al sentirse un inútil. Todos los días llegaba sin dinero porque el poco que conseguía lo gastaba tratando de enmendar el dolor de saber que una daga le arrebató la gloria de la batalla.
Su esposa, una mujer alta, cabello castaño y grande sonrisa trataba de comprenderlo. Intentaba día tras día hacerle ver que estaba vivo y eso era todo lo que necesitaba para ser feliz. Intentaba decirle que ella hacía el esfuerzo de comprender su dolor. Pero ella siempre recibía rechazo y reproches de su marido.
-Merde! Tais-toi! Tu est une douleur dans le cul!
Aun así, ella no dejaba que eso le afectara. Trataba de reanimarlo con seducciones. Levi se sentía patético como esposo. En la cama, sentía que ya no satisfacía bien a su mujer. Ya no podía estar sobre ella, ahora solo estaba abajo.
Y así pasó un tiempo. Levi viviendo entre pesadillas, gastando el dinero en alcohol y solo llegar a casa lloriquear por la pérdida de su brazo, soltando blasfemias y deseos de venganza contra su agresor. Pateaba con fuerza y agresividad todo lo que encontraba a su paso hasta llegar a la mesa donde seguía bebiendo. O en su defecto, a la cama donde se tiraba a dormir. En algunas ocasiones, Hanji tenía que cargarlo porque se quedaba tirado en el piso. Hasta que un día su desgraciada vida se hizo más desgraciada.
Hanji ya no podía soportarlo. Lo amaba y podía soportar todas sus borracheras pero… Ya no podía seguir en la misma situación. Tomó su decisión. La guerra tenía poco de haber terminado, así que habría más oportunidades de encontrar trabajo y apoyo en medio de la reconstrucción de la ciudad más cercana y grande. Hizo su maleta y espero a que llegara su esposo de donde fuera estuviera.
Levi llegó a casa bebiendo los últimos mililitros de contenido de una botella de alcohol. Abrió la puerta y avanzó directo hasta sentarse en un sillón desgastado. Fue entonces cuando Hanji, bajó la maleta al suelo se posicionó frente a él. Quería decirle algunas cosas antes de partir.
-Où démons que tu vas, puante?
Dijo Levi con bastante molestia y lentamente, con la lengua dormida. Aventó la botella vacía, haciendo que se estrellara contra la pared.
El olor a alcohol le llegó profundamente a sus pulmones. Hanji le miró con mucha compasión y tristeza, eso molestó a Levi. Si apenas se iba a poner en pie para detener esa mirada, sus piernas ya estaban afectadas por el alcohol y cayó como muñeco de trapo en el suelo. Hanji se agachó para mirarlo de frente, con ojos compasivos.
-Le plus souvent tu est tres agressif et j'ai peur que un jour tu me tues… ça c'est porquoi… Au revoir; non… Adieu, je vous aime pour l'eternité…
Le dio un tierno beso en la frente. Para Levi era totalmente irreal lo que vivía. Hanji tomó la maleta y dio tres pasos hacia atrás hasta quedar a un costado de la puerta; entonces pronunció algo antes de darle la espalda:
-Levi, Je t'aime mais… Tu ne seras pas un bon père pour l'enfant dans mon ventre.
A esas palabras, Levi se sorprendió. Intentó con todas sus fuerzas decirle a su cuerpo que reaccionara, se pusiera en pie y evitara que diera un paso más hacia afuera. Pero estaba demasiado borracho. El alcohol le traicionó los sentidos y solo alcanzó a ver con sus ojos borrosos y cerrados la figura de Hanji partiendo de su vida.
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Habían pasado tres años desde que aquella daga le quitó su brazo y con ello se había llevado sus ganas de vivir. Arrastrado por su oscuridad, ahora estaba sin trabajo y sin su amante. Las pesadillas seguían asaltándolo por las noches. Antes solo era la recreación del olor cuando aquel filo se tiñó de rojo con su sangre, llevándose su orgullo de soldado. Cuando su esposa lo dejó, se añadieron las pesadillas del dolor de haber perdido a su amor. Hasta el gato lo había abandonado. Se fue intoxicando día a día de una amargura que circulaba por sus venas.
No tenía el valor de confrontar a sus demonios. Por eso bebía, tratando a través del alcohol drogar sus sentidos y espantar sus fantasmas. Él mismo se había encerrado en un abismo de oscuridad.
Estaba sentado en una de las mesas de la taberna, oculto hasta el fondo embriagando sus dolores. Cuando una figura entra directo a la barra y le es servida su bebida.
-Bienvenue Erwin –lo saludó el cantinero al darle su dosis alcohólica.
Ese hombre estaba de espaldas pero era totalmente reconocible que se trataba de aquel que le arrebató su brazo y con ello perdió el amor de su esposa y a su hijo.
"Tuez-le!". Le gritaban sus demonios internos. Con su brazo entero, sacó la daga que siempre cargaba en la mínima esperanza de encontrar a su agresor y hundirla en su carne para arrebatarle la vida.
En silencio se acercó a esa espalda y subió su mano para tomar vuelo, para de esa manera lograr su objetivo. Pero falló. Su movimiento fue bloqueado de un solo golpe. La embriaguez continua le había hecho débil y torpe.
Cuando aquel guerrero dorado se puso en pie, Levi se quedó mudo por la fuerte impresión que se llevó. Después de tanto tiempo deseando una venganza con sus propias manos, se percató que el destino ya lo había hecho por él. El alemán, que ahora sabía de nombre Erwin, había perdido también su brazo derecho y algo más: un ojo. Su cara estaba llena de cicatrices, dolor y tristeza. Ese hombre, de frente mostraba notoriamente que él también tenía una vida desgraciada al igual que él.
Al igual que aquella vez que se vieron en el campo de batalla, ambos se contemplaron. Pero ahora ya no eran enemigos, sino hombres tratando de sobrevivir a sus desgracias. Ambos eran iguales, eran unos infelices.
Levi comprendió que él mismo había sido el segador de su propia muerte en vida. Una vida que al igual que el espacio de su brazo invisible, se había quedado vacía.
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Mientras tanto en cierto centro nocturno de París, una mujer con su voz de soprano iniciaba su performance, el momento más aclamado de la noche.
Cantaba unas líneas mientras su vestido rojo, al igual que su cabello café atado en una alta coleta estilizada en rizos y adornada con flores rojas, se movía con gracia al avanzar desde el telón hasta el punto central del escenario, para quedar frente al público:
Gira, gira sin detenerte Moulin Rouge… Que haces crecer a las hermosas flores…
Danza, danza sin detenerte Moulin Rouge… Que dispersas a las hermosas flores…
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Merci beaucoup!
