¡Hola a todos! Que bueno que es estar con ustedes otra vez, y con un nuevo proyecto. Cabe aclarar, que esto se debe por algo especial: ¡Hoy es el cumpleaños de una persona muy querida!
Ya sabes que te quiero y blah, blah, blah. ¿Para qué aclararlo? Como sea, espero que te guste mi regalo; mira que fue hecho con mucho amor.
Disclaimer: Ningún personaje que aquí aparezca o sea mencionado me pertenece, todos son propiedad de su respectivo autor: Yoshihiro Togashi.
Advertencia: Shonen-ai.
Tranquilidad.
Era lo único que había en esa noche de brillante luna llena.
Esta era ya la tercer semana que permanecían en Isla Ballena, desde el momento que arribaron, y aún tenían algunas semanas más para descansar; y era, además, la segunda vez que optaban por acampar en el bosque. Dejando que sus siluetas sean apenas iluminadas por la pequeña fogata.
—Killua.
—¿Sí, Gon?
—Hay más estrellas que el día anterior.
—Oh, es verdad…
Gon sonrió, cruzando los brazos por sobre sus rodillas, y elevar su dulce mirada al firmamento. —Parece que el cielo brilla con mayor intensidad que en otras ocasiones. ¡Eso es algo nuevo! Nunca lo había visto.
"Hmm" fue lo único que Killua alcanzó a decir, torciendo la boca en una mueca de disgusto, sin saber cómo seguir con la conversación; siendo sincero consigo mismo, no tenía los ánimos para cuestionar si había o no más estrellas de lo normal. Tenía demasiados problemas como para preocuparse por algo tan simple, tonto, e insulso.
«La subasta —pensó—; es nuestro principal objetivo. » En su mente, resonaban las palabras del padre de Gon; una y otra vez; junto con la cantidad de dinero que debían obtener para, siquiera, conseguir una sola copia del videojuego.
—Oye Killua…
El albino, al oír que decían su nombre, todos sus pensamientos pasan a un segundo plano. Olvidándose de todo lo demás y centró sus intensos ojos azules en el rostro curioso de su mejor amigo.
—¿Uh? ¿Qué quieres?
Gon sonrió, sin embargo la expresión de su rostro terminó por cambiar. Siendo reemplazada por un entrecejo fruncido y los labios apretados; una mueca de disgusto que no iba con él, o al menos eso pensaba el Zoldyck.
—¿Gon, qué…?
—¿Qué crees que sucederá con nosotros cuando muramos? —preguntó de repente, llevando una de sus manos al suelo y aproximarse, solo un poco, hacia su amigo. Todo y sin deshacer esa curiosidad destellante en esas orbes almendra.
«¿Qué demonios?», pensó al inclinar su cuerpo hacia atrás, solo un poco hacia atrás, mirando confundido a su compañero. Parpadeó con rapidez, teniendo una expresión graciosa en su faz,
—¿Por qué me preguntas algo así?—. El pelinegro solo sonrió, encogiéndose de hombros; causando que el mayor solo bufara. —Idiota...
—¡Oye!
Killua suspiró.
Sabía que Gon no se conformaría hasta obtuviese algo de él, quedarse callado no era una opción.
¿Qué se suponía que respondiera? Apenas tenía una idea de lo que era la muerte, y la fragilidad que conllevaba la vida, y que tan rápido podía suceder; no se suponía que un asesino, como lo fue él, filosofara sobre el destino que tendrían aquellas personas luego de desaparecer de este mundo.
—La verdad yo… nunca he pensado eso. —respondió luego de hacer una pequeña pausa, con un tono de voz tan más suave y bajo de lo habitual; era una suerte que Gon fuese capaz de escucharlo.
—¿Ah no?
—No. —murmuró tajantemente, arrepintiéndose luego del tono que había utilizado con él. Aclaró su garganta, tomando una pequeña respiración, y se aseguró de que, esta vez, su voz saliese más tranquila—. En verdad… nunca me hubiera imaginado de algo así.
Ante ello, el moreno de cabello en punta pareció estar satisfecho.
Otro silencio incomodo, otra vez la impetuosa necesidad por dejar que el otro dijese la primera palabra. Estando así durante varios minutos. Hasta que, para sorpresa de ambos, fue el albino quien se decidió por acabar con él.
—¿Y tú? —preguntó el bajando la mirada a su regazo mientras masajeaba sus muñecas, una a la vez—. ¿Lo has pensado siquiera…?
—¿Eh? ¿Yo?
Bufó. —Sí, tú; ¿qué crees que sucederá cuando nosotros muramos?
Aquello tomó desprevenido al más joven, no esperó que le replicaran la pregunta; de hecho sí, pero en otro momento quizá; llevando un dedo a su barbilla, dándole ligero toquecitos, entrecerró los ojos y meditó con cuidado la respuesta que daría.
—Bueno…—. Gon sonrió, rascando una de sus mejillas con su dedo índice. —Una vez me dijeron que, cuando alguien muere, y pasan muchos, muchos, muchos años, esa persona renace en otro cuerpo y con otra identidad—. Guarda silencio abruptamente y termina soltando una pequeña carcajada. —¿Raro, no?
El albino sonrió; esa sencillez, torpeza, de su mejor amigo le gustaba. Y mucho; inclina la cabeza hacia atrás. Contemplando, maravillado, los luminosos astros que cubrían el manto azulado por sobre sus cabezas.
—Sí, raro. —murmura al dejar que sus labios se curvasen hacia arriba, en una tímida y linda sonrisa, dejando escapar un suave suspiro—. La verdad, no creo que eso-
Pero el pelinegro lo interrumpió.
—¡Yo no lo apoyo! —exclamó de repente, elevando los brazos por encima de su cabeza, asustando con su grito a su acompañante.
—¿G-Gon? ¡Ah!—. Antes de que se diera cuenta su espalda chocó contra el césped, sus mejillas se vieron aprisionadas y tenía el rostro de su amigo muy cerca del propio. —¡¿Qué… haces?!
—¡Yo no apoyo eso, Killua! No quiero ser otra persona y dejar de ser yo, ¡no quiero! ¡No me gusta la idea!
—¡O-oye, s-suéltame!
—¡No, no lo apoyo! No quiero ser otra persona, ¡no quiero que suceda!
Killua debía ignorar el calor acumulándose en sus mejillas, el notorio sonrojo, para poder hablar con normalidad. ¡Pero era tan difícil! El sentir el aire de su compañero, rozando lindamente sus labios, hacía que su corazón latiera como un loco.
«Idiota, no me mires así. —pensó—. No te acerques tanto… es incómodo para mí. No me gusta», se estremeció y desvió la mirada hacia un punto cualquiera sobre el suelo. —Oye, c-cálmate…
Una lágrima se estrelló en la pálida mejilla.
Una lágrima que había escapado de los ojos de Gon.
Él estaba llorando.
Y Killua sintió que su corazón se partía en dos; aquello que trato de evitar a toda costa; el hecho de ver a su amigo triste, sollozando por culpa de la angustia que sentía, le mataba como nunca creyó.
—No quiero, no quiero que suceda… —musita al descubrir su mirada empañada por las lágrimas—. ¡Porque eso significaría olvidarme de ti!
Oír esa frase… fue capaz de quitarle el aliento.
Killua tuvo la impresión de que su corazón se detuvo, cada mínima parte de su cuerpo se tensó y pronto su visión se vio empañada por las lágrimas; ¿por qué reaccionaba así? Sentía que su pecho se estrujaba, pero una cálida sensación, confortable, le abrazaba con cariño; incluso, tuvo que contener la sonrisa que estaba deseando salir.
"Gon", solo pudo murmurar su nombre.
El Freecss sollozó y deshizo con uno de sus antebrazos todo el rastro de lágrimas; pero, eso no era suficiente para borrar el velo de tristeza en sus dulces y brillantes ojos; lame su labio, con un nerviosismo tan desconocido para él, pero al final logra conseguir que una sonrisa aparezca.
—¿Puedo decirte un secreto?
El mayor no responde, solo logra asentir.
Y eso es más que suficiente para Gon.
—Si fuera posible… quisiera que, en mi próxima vida, fuera yo mismo. Así podría encontrarte, conocerte de nuevo, y estar contigo otra vez —murmura cariñosamente, entre pequeños y bajos sollozos—. Tal vez tenga suerte y mi deseo pueda cumplirse, ¿no?
—Gon…
—¿Sí?
El rostro de Killua se tiñó de carmín, llegando a manchar sus orejas y el cuello. "¿Podrías quitarte de encima?", pregunta lo primero que se le viene a la mente. Todo con tal de escapar de esa vergonzosa situación; sabe que será difícil, pero no pierde nada con intentarlo.
—¡A-ah! Lo siento Killua... —exclama con algo de vergüenza, levantándose de inmediato—. Discúlpame… creo que me apresuré.
El Zolydck asintió con la cabeza, volviendo a sentarse sobre el suelo, y, con lentitud, llevó una de sus manos hasta su pecho; su corazón latía como un loco y el calor se había acumulado en su rostro; estrujando con sus dedos la tela azul de su camisa.
Tomó una pequeña respiración y dejó escapar todo el aire contenido en su pecho.
No debía comportarse de ese modo, no existía motivo alguno, ni mucho menos permitirse reaccionar ante la mínima acción, o dicho, de su mejor amigo.
«Cálmate y respira; mientras más tardes en responder, se empecinará en obtener una respuesta», dice una vocecita en su cabeza y entiende que está diciéndole la realidad; tensando el rostro, sonríe. Tratando de deshacer la preocupación que tenía su acompañante.
—No… está bien. —murmuró el mayor con dificultad, con un leve tartamudeo al final. Ocultando detrás de su oído uno de los mechones blancos de su cabello—. No fue nada, en serio.
No estando del todo seguro, y un poco confundido, el menor asiente en silencio.
Aunque su pecho continúe estando agitado, su cuerpo cosquilleé extrañamente y apenas recuerde el cómo respirar, Killua se siente satisfecho. Más tranquilo, relajado, y es capaz de contemplar por un breve instante el perfil de aquel que considera más que su mejor amigo. Pensando en lo que le había dicho.
«¿Volver a encontrarnos en nuestra próxima vida? ¡Es una locura! —dice para sí en su mente—. Se supone que, al morir, desaparecemos ¡así sin más!». Muerde su labio inferior, maldiciéndose por sentirse incomodo de forma repentina. «Incluso si fuera verdad y sucediera… yo, luego de todas las cosas horrendas que hice en esta vida, ¿sería premiado con tenerlo a él otra vez en mi vida?»
—¿Killua? ¿Te encuentras bien?
Aquella pregunta lo trajo a la realidad.
El Zoldyck mece con torpeza la cabeza, en busca de borrar ese pensamiento, y vuelve la vista hacia su amigo; preguntándose por qué éste se veía preocupado. —A-ah, sí… Estoy bien.
—Pero, parece como si fueras a llorar. —dice al estirar su mano, rozando, con la punta de su dedo pulgar, uno de los pómulos sonrosados.
—Estúpido, n-no veas cosas que no son… —replica alejando con un golpe la mano de su amigo—. ¿Q-quién está llorando? Imbécil.
«Ya volvió a ser mismo el de siempre», piensa entrelazar las manos en su regazo. —Okay, disculpa por pensar mal; y con respecto a lo otro, no voy a dejar de desear que eso ocurra.
—D-deja de decir cosas vergonzosas…
—¡Lo siento! —exclama el pelinegro entre risas, rascándose la nuca y sacar la lengua de forma juguetona.
«En verdad… si fuera posible, quisiera volver a ver a este idiota», sonríe. Llevando posando ambas manos sobre el frío suelo. «Una, y otra, y otra vez; hasta el final de los tiempos». —Así que, ¿reencarnar, eh? —dice de repente. Elevó su mirada azul zafiro tratando, inútilmente, de contar las brillantes estrellas del firmamento.
Gon le observa con detenimiento, por el rabillo de su ojo, notando ese peculiar brillo que recubren los orbes zafiro; se siente extraño y no entiende por qué; pretende indagar, sin embargo, cuando sus ojos se encuentran, lo demás parece perder sentido.
Solo atinan a sonreírse.
Agradeciendo que esa tensa e incómoda atmósfera haya desaparecido.
—Sí, reencarnar. —repite al desviar la mirada hacia arriba—. ¡Sería fantástico poder ser nosotros mismos en nuestra próxima vida! Podríamos vivir miles de aventuras y, ¡y estaríamos juntos!; quizá… tengamos suerte y volvamos a encontrarnos.
Los labios de Killua se inclinaron hacia arriba, permitiendo que una linda y tímida, casi fugaz, sonrisa apareciera en su rostro. "Sí, no suena tan mal", murmuró con cariño, fascinado por la idea de que algo así le sucediese a él.
A ambos.
Bueno, les comento: el fic tratará sobre una serie de AU's, en los cuales, reflejaré cómo hubiese sido si Gon y Killua se conocían teniendo una vida diferente a la conocida; y, ojala, que el resumen les haya dado la idea de la trama. xD
En cuanto a las actualizaciones, no les aseguro que serán pronto. Solo les digo que estoy haciendo todo lo posible para terminar de escribirlos, así solo los publico y ya... así que, solo les queda ser pacientes.
Bien mis niñas, les mando un beso. ¡Y nos vemos en el siguiente capítulo! Cuídense.
Atte: Canciones de Cuna.
