Capítulo 1
La enfermedad que destruyó mi vida
"Es sólo tos y gripa" así fue como comenzó todo, con esa sencilla enfermedad que se complicó tiempo después. No es extraño que haya pasado, ya me había enfermado antes que eso y las cosas habían salido… ehh, relativamente bien, el problema ahora era que la tos y gripa se convirtieron en un problema mayor.
Aun recuerdo el día en el que dictaron mi "sentencia de muerte" como solía llamarla.
-Es inevitable, señora Granger. Su hija quedará sorda progresivamente- dijo el médico que me atendía.
-Pero, ¿acaso no hay algo que se pueda hacer?- preguntó mi madre desesperadamente
-Señora, hemos hecho todo lo posible, pero ya no hay aparato alguno que ayude a la audición de su hija- explicó el médico con rapidez.
Yo estaba harta de usar toda clase de aparatos grandes y pequeños que solo hacían que me viera ridícula o que se burlaran de mí. Me había resignado a no escuchar perfectamente por el resto de mi vida, sin embargo, la noticia que el doctor le había dado a mi madre también me había devastado, quedarme sorda no era muy lindo que digamos, significaba sentirme aislada del mundo y alejarme de la civilización, ¿qué es una persona que no oye y por ende no habla? No hay comunicación, eso es todo y para mí era lo peor que podía pasarme.
Todos los días a partir de ese había despertado con el temor de no escuchar mi propia voz y me tranquilizaba al escuchar a mi madre despertarme, a mi padre preparar el desayuno o incluso escuchar el agua correr mientras me daba una ducha. Cada día era frustrante tener que darme cuenta que el aparato que tenía ya estaba con el volumen máximo y yo seguía sin escuchar, era frustrante que mis compañeros dijeran que exageraba cuando repetían las cosas un par de veces porque no los oía, con todo eso, decidí dejar la escuela y estudiar por mi cuenta en casa, no tenía caso, pero aún así me gustaba hacerlo.
Cuando supimos que irremediablemente dejaría de escuchar mi madre propuso la mejor opción que teníamos, aprender lenguaje de señas, me opuse el principio, eso no era lo que quería para mi vida, pero mi madre insistió demasiado y junto con mi padre asistimos a un curso en el que nos enseñaron ese dichoso lenguaje. Por mi parte yo no quería olvidarme de lo que era hablar con la gente, así que comencé a aprender a modular mi voz para entablar una conversación relativamente normal y perfeccioné mi habilidad para leer los labios. Para cuando perdí la audición por completo estaba "preparada".
Dejar de escuchar fue lo peor que me había pasado, dejar la escuela y renunciar a mi sueño me hundió en una terrible depresión, ¿A qué me dedicaría si había pasado más de la mitad de la carrera en la facultad de medicina? No podía dedicarme a eso, por más especialidad que buscara necesitaba escuchar perfectamente para al menos pasar el examen profesional.
Tuve que renunciar también a otra de mis pasiones, la música, adoraba perderme en las canciones que escuchaba todos los días para estar bien, ahora todo estaba perdido para mí, no más medicina, no más música, no más comunicación, no más nada. Mi mundo estaba terminado.
Un año después decidí que esa no era la vida que deseaba para mí, decidí que no quería estar aislada del mundo, tomé mi computadora y comencé a escribir. Desahogue todo lo que tenía dentro, deje las ideas fluir y cuando menos me di cuenta, la depresión se había ido. Salí nuevamente y trate de que funcionara todo lo que había aprendido, dos meses después y sin saber cómo, conocí a Ron Weasley, el chico que cambió mi vida.
