Golondrinas

Los personajes no me pertenecen. Y tampoco la rima, que es de Bécquer.

Recomiendo que escuchen Moonlight Sonata al momento de leer.

Disfruten.

Sentado en un sillón de su humilde casa, se encontraba el joven al que algunos magos que ya no existen llamaban Lupin. La tarde estaba fresca, el viento se colaba por una ventana abierta. Había tomado un libro de su estantería y leía…

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,

y otra vez con el ala a sus cristales

jugando llamarán.

El gramófono abandonado en un rincón de la estancia comenzó a sonar. Pausada música salía de la gran flor, inducida por los sentimientos del joven. Las primeras notas del "claro de luna".

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,

aquellas que aprendieron nuestros nombres...

¡esas... no volverán!.

La nostalgia invadió su tierno corazón. Lo hizo estremecer y tragar con dificultad. Aguardó un momento antes de continuar. Aquella era una de muchas rimas que había encontrado en un libro muggle. Lo consideraba su tesoro personal. Solía leerlo en otra época, otra era. Cuando todo era fácil.

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,

y otra vez a la tarde aún más hermosas

sus flores se abrirán.

Solía leérselo a alguien que ya no está. Alguien que fue realmente especial. Alguien cuya huella dejó más marcas que la luna. Las noches previas a la transformación se despierta con su nombre en los labios. Y llora. Y grita, porque duele más que la luna, duele haberlo tenido y perdido.

Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar

y caer como lágrimas del día...

¡esas... no volverán!

El gramófono continúa sonando, las notas de piano llenan la habitación y lo hunden más que las palabras. Más que los recuerdos. Lo hunden y el cúmulo de emociones lo transforma. Siente la canción como propia, su propia historia contada antes de que naciera. Y luego el poema, escrito por otra mano distinta a la suya, contando también su historia, antes de que siquiera existiera. Predestinado a sufrir.

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;

tu corazón de su profundo sueño

tal vez despertará.

Se pregunta por aquél en quien tanto piensa. Tan jóvenes y tan marchitos. Se pregunta por los que ya no están. Cómo será, ¿dolerá? Quiere, pero no se atreve. Su propia vida le parece un sueño, del que quisiera despertar. Volver a ser jóvenes. Juntos.

Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,

como yo te he querido...; desengáñate,

¡así... no te querrán!

Llora en silencio, por él y por sí mismo. Deja el libro en el estante donde estaba. Es momento de un cambio. Volverá a su antiguo hogar. Mandará una solicitud. No lo rechazarán. Y puede que –para variar- sea un buen cambio. Ese lugar siempre le trajo buenos momentos, espera que no haya cambiado. Hogwarts, el hogar de un hombre lobo moribundo.