El entrenador le colocó a su Charizard el medallón, adornado por una pequeña piedra anaranjada del tamaño de una canica, con una hélice que adornaba su interior de color rojo y amarillo como el fuego. Mostraba un gesto de temor hacia el posible resultado de lo que iba a pasar.
Acto seguido volvió a su posición para el combate. Frente a él, otro joven misterioso vestido de negro y de personalidad un tanto seria, acompañado por su otro Charizard, megaevolucionado en su versión conocida como "X".
Sus amigos esperaban impacientes el combate, una niña pequeña no cabía en sí de la emoción, su hermano miraba con seriedad a su amigo y la otra chica del grupo suspiraba con las manos en el corazón que todo saliese bien. Ambos eran conscientes de lo que podría pasar.
El entrenador suspiró, dirigió la mirada a su compañero Pikachu, que lo motivaba junto a su pierna, este le sonrrió. Confiaba en que su lazo de amistad con Charizard era lo bastante fuerte, pero aún así sentía un poco de temor a que se descontrolase como otros pokémon que había visto antes.
El pokémon de fuego giró la cabeza a su entrenador y con un rugido expresó su confianza. En ese momento comenzaron a pasar por la mente del entrenador todos los momentos que habían vivido juntos:
El momento que lo conoció cunado solo era un Charmander abandonado por su entrenador anterior, todos sus combates, el momento en que evolucionó y le perdió el respeto; lo cual le costó su primera Liga Pokémon; el día que recuperó su confianza y cuando lo tuvo que dejar atrás para que entrenase con los de su especie, para volverse el más poderoso de su especie.
A pesar de ello, siempre acudía a su llamada, para enfrentarse a pokémon tan poderosos como el Blastoise de su rival de toda la vida, los dragones de una líder de gimnasio o incluso el mismísimo pokémon legendario Articuno. Hasta el día en que sus caminos se volvieron a encontrar en la remota región de Teselia.
En ese momento el entrenador vió que el lazo que los unía era muy fuerte y que la Mega-evolución sería viable.
-¿Vas a luchar Ash? - preguntó su oponente – soy una persona muy ocupada.
-¡Por supuesto Alan – respondió con energía – ahora verás el lazo de Mega-Charizard Y!
Ash, activó la piedra que tenía incrustada en una pulsera, de la que empezaron a salir unos rayos que se conectaron con otros salidos del colgante de Charizard. El pokémon empezó a cambiar de forma, de su cabeza saló un tercer cuerno,de sus brazos una especie de aletas y su figura se volvió más estilizada.
Charizard mostró su nuevo poder lanzando un rugido que hizo temblar el suelo, luegó lanzó una llamarada hacia el cielo, demostrando que no sería un oponente fácil de vencer.
-¿Charizard, puedes oírme amigo? - preguntó Ash, a lo que su pokémon ladeó la cabeza y asintíó sonrriendo, mientras soltaba un rugido para tranquilizarlo - ¡Genial, pues que empieze el combate!
